domingo, 8 de noviembre de 2009

Juan Lara y el escrito del historiador Acevedo

Un comentario del blogger:
Apreciado Darío,

Cuando hablas del comunismo, no se puede olvidar, en rigor, que de lo que se trató y se trata es de diferentes experiencias socialistas, que para los teóricos y revolucionarios de cuño marxista era un periodo, un puente o un estadio en la dirección de la construcción comunista. Así las cosas, de lo que se trata es de los fracasos del socialismo realmente existente o inexistente.
Algo va del liberalismo al neoliberalismo, y por, supuesto, es en particular a éste al que refiero su fracaso. De modo general, recuerdo que ya en Aristóteles está la afirmación que las ideas como tales no mueren, sí sus portadores, o creadores individuales o colectivos. Luego liberalismo, comunismo, anarquismo tendrán como decían los cultores de la personalidad, ¡larga vida!

Si del comunismo hablamos, para referir apenas un ejemplo heterodoxo, están Antonio Negri y Michael Hardt, quienes acaban de publicar un tercer volumen,Commonwealth, sobre una interpretación y una propuesta comunista actual. Pero, de ello, podemos hablar en otro oportunidad.
Lo que sí pienso que sería interesante es que revisáramos mientras tanto, lo que escribió Gerardo Molina, no sólo sobre las ideas liberales sino sobre las socialistas también. Y tú tienes una vivencia directa de la contribución intelectual del ilustre docente e investigador en estos tópicos cruciales para el debate presente.

Darío Acevedo responde:

El neoliberalismo o economía de mercado no es un dogma ni una utopía, es un modelo que tiene traspiés y defectos. La crisis actual se está recomponiendo, gustenos o no, desde el mismo capitalismo, lo que no ocurrió con el comunismo.
Lo otro que tu merncionas caben dentro del conflicto de interese propio de cualquier época de la humanidad.
Saludos
DAC

El 8 de noviembre de 2009 10:44, Miguel Herrera <maherreraz@hotmail.com> escribió:
Sí, Darío. Se trata del fin de las utopías, incluida la neoliberal, cuyo último coletazo lo ha vivido con la crisis de las hipotecas subprime, que en su epicentro sigue causando estragos en el empleo con cifras nunca antes imaginadas, y con los descalabros inocultables de Afganistán e Iraq. Pero, lo peor, la caída del muro de Berlín, y la erecciónimpotente de muros en la frontera sur de Estados Unidos, en territorios robados y/o comprados a México, bajo chantaje; y en territorio palestino, por una población cuyos parientes vivieron el encierro en el ghetto de Varsovia, y en los campos de concentración de la II Guerra Mundial.

La caída del muro de Berlín puso fin a una versión del socialismo impuesto por la dominación soviética en las llamadas democracias populares, porque al poco tiempo del desenlace de la II Guerra, se mostró que tanta autonomía se garantizaría a los trabajadores e intelectuales, y en la llamada después Alemania Democrática, quedó claro que no, ello no sería posible. Hasta que el autoritarismo de la potencia que dominaba se derrumbó sin un desenlace cruento. Lo que para nada sucede hoy, en Afganistán, Iraq y Palestina, para sólo citar tres lejos de nosotros. Y para citar uno, aquí, tenemos el caso de Honduras con base militar norteamericana incluida, Palmerola, donde un presidente legítimo ha sido depuesto por militares y civiles, organizados en lo que se aún se denomina partido Liberal, y cuando el demócrata Obama es el presidente de los EUA.


Miguel Angel Herrera Zgaib


Miguel Ángel: Gracias por compartir este artículo. Me he detenido en este parráfo, pues me llama la atención los temas que toca.


Marx con su visión materialista se erigió en alternativa a la filosofía idealista hegeliana, pero él, como su maestro, pensó que el hombre tenía una misión en la tierra y que esta se cumplía según un derrotero que tenía un principio y un fin. Los intelectuales y científicos sociales de hoy en día han perdido la fe en este tipo de teorías totalizantes y teleológicas.DAC

Como todos nosotros, leí con fervor a Marx, estudié sus libros, transité su biografía personal y social de la que tantas huellas se advierten en sus escritos. Quizás con él aprendí a conocer el siglo XIX y los orígenes de nuestro mundo político y económico. Nunca encontré una mayor lucidez en el planteamiento de los problemas de la realidad como en él. Su prosa era una corriente de inteligencia que se apoderaba de uno y no lo dejaba más. Después de leerlo nada fue igual.

Me encanta que se siga recordando a Marx y con él a la inteligecia y al análisis más lúcido de la sociedad. Sin embargo, no creo que sus tesis o teorías sean totalizantes o teleológicas. No creo que él haya planteado un principio y un fin - eso no es la dialéctica -. Tampoco creo que sus ideas se contravengan con las de los intelectuales y científicos sociales de hoy. Es más, no creo que haya "científicos sociales" ni hoy ni nunca. Menos aún me atrevo a juntar la pérdida de la fe con la crítica de las teorías sociales.

Un saludo.

Juan