lunes, 16 de agosto de 2010

NOVUS ORDO SAECLORUM

BICENTENARIO Y SUBALTERNIDAD

Claro. Nos bombardearon y necesitamos saber cómo. Fueron bombas norteamericanas, bombas inteligentes, nunca antes lanzadas en la región. El presidente Uribe se comprometió a entregarnos eso aunque me dijo que no podía dar los nombres de los pilotos. Presidente Rafael Correa, entrevista con el Tiempo, 9 de agosto de 2010, pp: 1-2.

Miguel Angel Herrera Zgaib

Una antesala metodológica
Por si las moscas

Antes de esa ofensiva final, tienen previsto (las Farc) como alternativa dividir el país en dos, tomando el poder en dos o tres departamentos del Sur (Caquetá, Putumayo, Meta), mientras que en el Norte mantendrán cercadas y bloqueadas a las grandes ciudades. En ese caso buscarían una solución negociada sobre la base de 10 puntos programáticos de las Farc y estarían en mayor ventaja de negociar…”José Arbesú. Conversación con Manuel Marulanda y Raúl Reyes, en: “La Paz en Colombia”. Editora Política, La Habana, 2008.

En tiempos del Bicentenario, a más de diez años de frustradas las negociaciones de paz con la guerrilla preferí como título del primer acto tragicómico: ¡Oh negra y larga partida!, de la obra Bicentenario y subalternidad. Escenificado a la par de esta conmemoración retórica de la independencia nacional, encaja con una expresión atribuida al ilustre preso Francisco José de Caldas, otro prócer ajusticiado por el “pacificador” Pablo Morillo durante la reconquista española.

La metáfora patriótica da cuenta de la consumación de “la sucesión” en el gobierno de Colombia marcado por la despedida de Álvaro Uribe Vélez y la entrada en función de su exministro de Defensa, Juan Manuel Santos, muy activo antes del 7 de agosto de 2010 buscando el beneplácito de sus aliados internacionales Estados Unidos, Gran Bretaña y España, principalmente, para lo que sigue.
Quiero explorar la significación y el sentido del discurso social y político partiendo del “acontecimiento” de la sucesión, explicando el modo como se produce, circula y reconoce el discurso que marca el posible tránsito de la guerra a la paz de Colombia.

El primer indicio lo ofrece el sucesor de Uribe, quien dice adoptar una lógica adversarial haciendo a un lado la lógica amigo enemigo. Es el soporte necesario para desplegar la estrategia de la prosperidad democrática que contrasta con la insultante pobreza de Colombia, que no borra el índice multidimensional importado de Oxford y estrenado por el DNP, con que ahora se mide.

Colombia, entre los años 2002 y 2008 está retrasada comparada con el resto de países del continente más desigual exceptuando a Haití y Bolivia. Reconocen esta realidad tanto Carlos Caballero Argáez, de la escuela de gobierno de los Andes, como Carlos Eduardo Vélez, investigador de la pobreza desde el gobierno del expresidente César Gaviria, ninguno de los cuales está bajo sospecha de ser auxiliadores de la subversión.
Aquí política y economía se juntan para indicar trágicamente que el 46 porciento de nuestra población es pobre, la miseria creció al 17 porciento en 2008, y tenemos la segunda tasa más alta de desempleo en América Latina. El fenómeno más protuberante que resume tales índices es el desplazamiento de los pobladores rurales despojados violentamente de la propiedad de más de 5 millones de hectáreas, con un éxodo de más de 3 millones de colombianos. No hay estadísticas suficientes que actualicen el fenómeno del éxodo y despojo juntos en los últimos dos años del cambio presidencial, pero, no queda duda que pobreza y exclusión social no se han detenido.
Para referir la perversa, degenerada relación entre economía y política, es un hecho notorio que los mezquinos subsidios electorales, repartidos cada dos meses entre millones de pobres es la modalidad que alimenta con cuentagotas el clientelismo presidencial. Estos sí sirvieron para comprar los votos que ayudaron a reelegir Uribe y elegir a Santos.

Los subsidios a varios millones de familias no le quiebran el espinazo al hambre y la miseria de los muchos que es la más dolorosa espina en el corazón de la pre-infartada democracia propuesta en 1991. Es esta política pública la prueba incontestable de su degeneración cumplida una década de conducción bipartidista en cabeza de los presidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.

Esta reflexión aproxima en forma práctico analítica una específica semiosis social de lo político en Colombia cuando se incorpora al quehacer de la política el ingrediente del terrorismo de derecha, tal y como empieza a descubrirse y delinerarse en lo que se viene conociendo después del atentado, donde concurren voces diferentes, Piedad Córdoba, el periodista Daniel Coronell y Armando Benedetti, el presidente del congreso.
Utilizaré para el análisis algo de lo elaborado por el sociólogo y lingüista argentino Eliseo Verón. Su reflexión respondía a la crisis del paradigma del populismo que estudió con la escuela estructural funcional que lideró Gino Germani. Entonces Verón encaró la crisis del peronismo dándole sentido al asesinato de los líderes sindicales Rosendo García y Augusto Vandor. Estos asesinatos fueron la punta del iceberg del proyecto reaccionario que fue la dictadura argentina, en paralelo con lo fue pasando en su vecindario, y luego, allende del Atlántico en Italia en los tiempos de otoño caliente.
Estos textos entretejidos con los de Laclau y Mouffe, articulados todos en una matriz interpretativa gramsciana que relaciona las nociones de revolución pasiva y posfordismo capitalista, son esclarecedores para el estudio actual de la violencia política en Colombia que es el taller experimental de estrategias contra-democráticas, que bajo el pretexto de combatir la amenaza guerrillera quieren desarticular, domeñar las acciones autonómicas de la pobrería.

La subalternidad también ensaya en Colombia a su propia cuenta y riesgo el rescate y reinvención de su constitutio libertatis, siguiéndole en esto los pasos al discurso de Hannah Arendt plasmado en su obra cumbre Sobre la revolución (1963). Citemos como colofón de esta apertura del telón analítico las palabras de Arendt:

“En América, la insurrección armada de las colonias y la Declaración de Independencia fue seguida por una pasión espontánea por el constitucionalismo en las trece colonias…Aunque es cierto que el primer que el primer acto del gran drama, la “reciente guerra americana” terminó antes de que hubiera finalizado la Revolución americana, también es cierto que estas dos etapas totalmente diferentes del proceso revolucionario se iniciaron casi a la vez y siguieron desarrollándose paralelamente a través de los años de guerra”.

PRIMER ACTO:
¡OH LARGA Y NEGRA PARTIDA!

Yo soy uno de ustedes. Trabajaré con las fuerzas y para las Fuerzas (armadas), porque ustedes son la columna vertebral de nuestra democracia. Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, Discurso en los cuarteles de la III División del Ejército, Popayán, El Tiempo, 14 de agosto de 2010, p. 1-4.

Esta es la primera entrega en dos actos de una incursión analítica hecha bajo el formato híbrido de una pieza teatral. El objetivo es desentrañar el farragoso ámbito del discurso político oficial presente, que una vez más quiere monopolizar el tema de la paz en el combate a la pandemia de la guerra.

Pastrana, Uribe y Santos han insistido esgrimiendo la espada de la soberanía sobre la cabeza de quienes no aceptan el discurso de lo uno, y, en particular, para desestimar dos vocerías específicas, la de Colombian@s por la paz, con Piedad Córdoba e Iván Cepeda en la oposición; y la iglesia católica que ahora lidera el togado arzobispo de Bogotá Rubén Salazar junto con el secretario de la Conferencia Episcopal latinoamericana, quienes no renuncian a la mediación. Ambos campos tienen presente en la práctica la significación del artículo 22 de la Constitución que dice que la paz “es un derecho (fundamental) y un deber de obligatorio cumplimiento”.

Aquí hay una viva interlocución con el análisis de discurso sostenido y divulgado por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, estudiosos del populismo y nacionalismo en América Latina y el mundo. La motivación teórica para el estudio de la coyuntura de la transición Uribe-Santos parte no solo revisa dichos autores sino examina los ensayos recopilados por Francisco Panizza en el libro El populismo como espacio de la democracia, y una compilación de Pablo Beramendi y Christopher J. Anderson publicada en inglés con el diciente título Democracy, Inequality, and Representation (2008).
La reflexión sobre pobreza/desigualdad y violencia viene a lugar, cuando sin que hubiera concluido la primera semana del presidente en funciones Bogotá vivió y experimentó Colombia un acto terrorista sin víctimas fatales: un carro bomba fue detonado en la vecindad de la radioemisora Caracol, la agencia Efe, y de una serie de empresas internacionales donde el capital español tiene especial representación, y cientos de residentes fueron afectados por la onda explosiva e invadidos por el miedo intempestivo.

La despedida y bienvenida no queridas

Notifico al presidente Hugo Chávez para que deje de ser cobarde lanzando insultos a distancia. El expresidente Álvaro Uribe, mensaje por Twitter al retornar a Rionegro, 8 de agosto de 2010.
Uno de mis propósitos fundamentales como presidente será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, restablecer la confianza y privilegiar la diplomacia y la prudencia. J.M. Santos. Discurso de posesión.


Yo ni he aprobado, ni apruebo, ni aprobaré presencia alguna de fuerzas guerrilleras. Este territorio es soberano. Hugo Chávez Frías, en Aló, presidente, 8 de agosto de 2010.

Hace tiempo que se disputa la relación entre pobreza y violencia en todo el mundo, y en Colombia con más veras. Basta repasar la saga intelectual sobre el asunto desarrollado por la estirpe de los violentólogos que los hay de derecha y de izquierda. Ésta marchó en paralelo con la trágica descendencia de los Buendía que globalizó Gabriel García Márquez con el éxito literario de Cien años de soledad.

Recordemos en seguida el discurso inaugural del presidente Santos destacó cuatro hechos fundamentales de cara a su inquieto antecesor: la preocupación por los pobres de Colombia; el interés manifiesto en el diálogo con la guerrilla al afirmar: “la puerta del diálogo no está cerrada con llave”, así como la recomposición de las relaciones entre los poderes judicial y ejecutivo, y la inmediata revisión de la relación con los vecinos más afectados, Ecuador y Venezuela con los buenos oficios de Unasur en cabeza del expresidente Kirchner. Además, es la primera mediación que asume el nuevo gobierno que en cambio rechaza de modo tajante para conducir en solitario la paz interna.

Los asuntos fundamentales de la nueva agenda han despertado esperanzas y sospechas, así como una respuesta y amenaza violentas inmediatas. Así se inaugura la recomposición del bloque en el poder presidida por la estirpe ilustrada de los Santos que arrancó con Eduardo y sus hermanos, quienes ligaron su éxito político y comercial con el periódico El Tiempo hasta que la globalización capitalista lo cambió de dueño como buena parte de la riqueza nacional en una simbólica reconquista de Colombia por vía de la inversión extranjera española e inglesa junto con los intereses de la república imperial estadounidense.

También están como botón de muestra las reacciones del presidente saliente, quien descalificó primero la invitación al presidente Chávez, a la vez que reaccionó con eficacia por interpuesta persona al posible nombramiento de Germán Vargas Lleras como ministro de defensa. Así lo reemplazó con Rodrigo Rivera, un neoliberal ligado a dos expresidentes, Álvaro Uribe y César Gaviria, cultores de la guerra, y quien estrenó en estos días el verbo “arreciar, arreciar, arreciar” sin decidir contra quién, luego del atentado en las inmediaciones de la plazoleta de Caracol.

Ahora, despedida y bienvenida juntas en el poder ejecutivo la negociación de paz sufre un esguince, moviéndose entre el Escila del terror y el Caribdis de la negociación. Así se enfrentan las dos fracciones del bloque en el poder cuyo choque produce un remolino que se puede engullir el barco de la prosperidad democrática. Mientras tanto, el asunto de la paz se traslado a las fronteras. Primero, con la entrega, por fin, de la copia espejo de los discos duros de Raúl Reyes al presidente Correa,; y segundo, con la mediación de Unasur en la reunión Chávez- Santos en Santa Marta.

El inmediato resultado fue la reanudación de relaciones diplomáticas y una agenda de cinco puntos comunes entre Venezuela y nosotros. Así, la fórmula del gobierno neo-oligárquico de la Unidad Nacional entró con pie derecho en el escenario externo, mientras que en el interno, en cuestión de días, recibió la respuesta del atentado con bomba contra la seguridad de la ciudad de Bogotá que amplificó involuntariamente la cadena Caracol y sus asociadas internacionales.

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