martes, 12 de octubre de 2010

PONENCIA IX CONGRESO NACIONAL DE SOCIOLOGÍA, QUITO, ECUADOR

CRISIS ( POS)FORDISTA, REELECCIÓN Y CONTRA-HEGEMONÍA DE LOS SUBALTERNOS

EN COLOMBIA Y ECUADOR.

PRIMERA PARTE


MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB[1]

Preámbulo

La multitud representa una pluralidad que persiste como tal en la escena pública, en la acción colectiva, en la atención de los asuntos comunes sin converger en un “Uno”, sin evaporarse en un movimiento centrípeto. La multitud es la forma de existencia política y social de los muchos, en cuanto forma permanente no episódica ni intersticial. Paola Virno, Gramática de la Multitud.

Como partícipe del Congreso Nacional de Sociología de Ecuador bajo los auspicios de la Escuela de Sociología y Ciencias Sociales de la Universidad Central de Quito, escogí para este panel con destacados colegas de Colombia, provenientes de la Universidad de Nariño, hacer unas aproximaciones analítico interpretativas de la coyuntura actual colombiana con algunas comparaciones referidas a Ecuador. Valiéndome de un enfoque que le debe mucho al pensamiento político de Antonio Gramsci, a sus continuadores como a sus críticos.

Actualizo este legado heterodoxo, y aprovecho lo que el genial sardo avizoró en los Cuadernos de la Cárcel al estudiar los Estados Unidos y la hegemonía mundial capitalista bajo el título Americanismo y Fordismo. Escritas en las postrimerías de su vida, acicateado por los quebrantos de salud padecidos en las cárceles fascistas. Él estaba centrado en pensar, dar respuesta efectiva al porqué era derrotada la expansión mundial de la primera revolución socialista triunfante.

Él atendía la dolorosa y urgente tarea de entender la disputa estratégica con la hegemonía capitalista, explicándola como un tipo de revolución pasiva librada en el marco de una guerra de posiciones de largo curso. Esto contrastaba, a la vez que implicaba un ajuste de cuentas con el llamado directo a las armas. Había pasado la oportunidad de librar una guerra de movimientos donde antes las condiciones fueron propicias. Gramsci había comprendido el viraje planteado por Lenin en el IV Congreso de la Internacional Comunista.

Ahora, 85 años más tarde, nos encontramos en presencia de otro régimen de acumulación. A él que nos referimos en los términos de posfordismo complementado por el pensamiento único de impronta neoliberal y moral neoconservadora de cuño fundamentalista que santifica por igual el mercado capitalista global y la guerra preventiva como sostén. Vivimos una contra-revolución cultural de ambiciosos alcances que amplifica la sociedad del espectáculo. Lo descubierto en su emergencia por los situacionistas,[2] la posmodernidad es hoy nuestro pan de cada día. Este último fenómeno es algo acerca del cual contamos con útiles y lúcidos estudios marxistas, como los son los trabajos de Fredric Jameson, David Harvey, y Alex Callinicos entre otros autorizados pensadores.

Ahora bien, desde una perspectiva socio- política, me valgo también para lo que diré en seguida del trabajo heterodoxo y renovador de Antonio Negri y Michael Hardt, después de diez años de exilio y debate provechoso en París, y que circula en los libros Imperio (2000), Multitud. Democracia y Guerra en la era del Imperio (2004), y el que completa esta trilogía Commonwealth (2009). Igualmente, en diálogo necesario me valgo de las contribuciones hechas por Paolo Virno al pensar la problemática del posfordismo y la posmodernidad en Gramática de la Multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporánea.

Le daré especial énfasis y relevancia a lo que implican las Diez tesis sobre la multitud y el capitalismo posfordista, donde Virno estudia la tensión entre capital y trabajo en la posmodernidad, al descubrir y teorizar la presencia de un nuevo sujeto social: la multitud distinto de la categoría y la praxis del pueblo que era el sujeto referente de los procesos de cambio revolucionario en la modernidad.

Este nuevo sujeto constituido por los muchos, en tanto y cuanto forma social, es ahora permanente no episódico ni intersticial. Nos exige en su novedad una reflexión y el reconocimiento de su presencia en sociedades como la colombiana o la ecuatoriana para comprender la situación política y social de nuestro presente como intentaré probable, precedido por un excurso histórico inmediato.

Fordismo y hegemonía

La relación nacional es el resultado de una combinación original, única (en un cierto sentido) que debe ser comprendida en su originalidad y unicidad si desea dominarla y dirigirla”. Antonio Gramsci. Análisis de situaciones. Relaciones de fuerzas.

Las revoluciones son siempre y solamente revoluciones políticas; hablar de revoluciones económicas es hablar con metáforas y con imágenes. Pero en tanto economía y política se hallan íntimamente ligadas, la revolución política crea un ambiente nuevo a la producción y ésta se desenvuelve de modo distinto. Antonio Gramsci (1960), Sotto la Mole. Torino, p. 352.

Ahora nos retrotraemos un poco para estudiar la vida y el pensamiento de Antonio Gramsci durante el periodo que va de 1917 a 1933. Empleando como complemento las contribuciones hechas en esta materia por el sociólogo de la política Juan Carlos Portantiero en Los Usos de Gramsci,[3] así como al trabajo del historiador italiano Leonardo Paggi, autor de una introducción a los escritos políticos de Antonio Gramsci.

En particular, resalto que Paggi tomó en consideración lo escrito por Gramsci a propósito de Maquiavelo, y la polémica que aquel desarrolló contra lo escrito por Benedetto Croce, discípulo filosófico de Antonio Labriola, en relación con el materialismo histórico y su relevancia histórico científica.[4]

Entrando en materia con Portantiero, él recuerda que lo escrito por Gramsci fue objeto de censura y recorte en vida y después de muerto, durante la égida de Palmiro Togliatti en el comunismo italiano. Ello pasó con la correspondencia que existió entre ambos y con otros dirigentes de la Internacional entre 1923 y 1924. Esto es notorio con la carta dirigida al comité central del PC de la URSS (1926), donde Gramsci advertía con severidad sobre la lucha entre el stalinismo y la oposición de izquierda.


Con todo, la publicación incompleta de las cartas de Gramsci, y una parte escogida de los Cuadernos sólo ocurrió después de 1947, y más puntual y riguroso fue la revisión hecha entre los años 1971 y 1975.

En el largo interim de los años cuarenta y los sesenta se difundió la especie que Gramsci padeció de socialdemocratismo. Así lo escribieron con variaciones analistas de izquierda como Tamburrano, Merli y Cortesi. Entonces la disputa coyuntural era en torno al leninismo de Gramsci. En el mismo Togliatti dio su testimonio y dictamen.


Ahora, cuando se conoce con mayor rigor su legado intelectual, las cartas y escritos, detalles de su vida política e intelectual con biógrafos más rigurosos y mejor documentados, releemos “su obra como el testimonio ideológico y político de una estrategia de largo alcance para la conquista del poder…que supone la revisión primera de los planteos clásicos de la toma del poder inscritos en la acción de los bolcheviques en 1917”.[5]


Dicha posición analítica impide parcelar su trayectoria como “consiliar” (por la etapa consejista de Turín), política y teórica. Tampoco conduce a negar la existencia de cortes y rupturas en la vida y obra política de Gramsci, la que existió en condiciones históricas específicas. En él se expresa una unidad de pensamiento que se corresponde con, primero, la ofensiva revolucionaria; el segundo, con el tiempo del reflujo, el de la defensiva; el tercero, donde Gramsci se responde desde una doble derrota impuesta por el fascismo y por la degradación que progresivamente corroe a la Internacional Comunista”.[6]

Gramsci no fue un profesor de Ciencia Política. Pero, él sí elaboró un aparato conceptual, una aproximación a la filosofía de la praxis, en torno a la hegemonía. Para explicar su concepción de la revolución, y por qué fracasó ésta en Occidente y en Italia en particular.

Así las cosas, él construye un viraje estratégico, ni reformista y tampoco insurreccional, que fundamenta en el paso a la guerra de posiciones en lugar de la de maniobras. Ya quedóaba atrás la consigna de Lenin: “El triunfo de la revolución rusa y de la revolución mundial depende de dos o tres días de lucha”.[7]

Esta nueva estrategia gramsciana no implica que la guerra de maniobras sea abolida, sino que ella cumple una función táctica en la nueva etapa. Entonces Gramsci se rebela contra el curso propuesto por Stalin en el VI Congreso de la Internacional, y rechaza la táctica de “clase contra clase”. Ya Gramsci distinguía entre “oriente y occidente”, el binomio que le permite pensar la situación en Occidente donde “la sociedad civil se ha convertido en una estructura muy compleja y resistente a las irrupciones del elemento económico inmediato” que proviene de la crisis capitalista que, en cambio, hizo en parte posible el curso de la revolución rusa, que tenía una sociedad civil gelatinosa, precaria en su desarrollo.

En su análisis Gramsci destaca como dirigente, la primacía de la política, porque solo ésta “crea la posibilidad de la maniobra y del movimiento”,[8] al tiempo que crítica en forma abierta el economicismo y el ideologismo. Para él, el periodo entre-guerras que vivió es el tiempo de la guerra de posiciones, que exigirá “enormes sacrificios de la población; por eso es necesaria una concentración inaudita de hegemonía”.

Él procede primero, - siguiendo a Portantiero -, al análisis de las instituciones principales del proletariado: consejos obreros, partido y sindicatos; después examinó el Frente único propuesto por Lenin (1921-1926). Gramsci reconocía, igualmente, que la tarea fundamental era nacional, es decir, exigía el reconocimiento del terreno de la lucha proletaria y de sus aliados potenciales, con una fijación de los elementos de trinchera y de fortaleza “representados por los elementos de la sociedad civil”. El problema central lo constituía la hegemonía pensada como el espacio teórico y práctico “donde se anudan las exigencias de carácter nacional”.[9]

Desde la perspectiva de la hegemonía, el poder para Gramsci es “una relación de fuerzas sociales que debe ser modificada y no como una institución que debe ser tomada; la organización partidaria como fracción interna a la clase y no como vanguardia externa a ella…el socialismo no como empresa de iluminados jacobinos sino como autogobierno del pueblo…”[10]

Ahora bien, en los tiempos del fordismo en Italia, Gramsci caracteriza la situación italiana del capitalismo como de crisis orgánica, es decir, crisis de hegemonía que de suyo es política y social, porque abarca las superestructuras complejas: la sociedad civil y política juntas. Es una crisis del estado integral, del estado en su conjunto como el ordenador de la sociedad moderna occidental.


Gramsci al enfrentar el fordismo italiano como organización del trabajo asalariado bajo el régimen del capital es, al mismo tiempo, un analista de una forma perversa de jacobinismo, al estudiar al fascismo como una forma de revolución pasiva, de revolución desde arriba. Él contrasta al fascismo con la revolución rusa como “revolución desde abajo”, en su carácter de revolución proletaria.

Ordinovistas y los consejos obreros

Para todos los países capitalistas se plantea un problema fundamental, el del pasaje de la táctica de frente único en sentido general a una táctica determinada que se plantee los problemas concretos de la vida nacional…” Antonio Gramsci, Un esame della situazione italiana, agosto de 1926.

La teoría de la revolución moderna se ha complejizando, porque ahora implica “reabsorción de la sociedad política (el ámbito de la coerción) en la sociedad civil (el ámbito del consenso, de la dirección proletaria)”. Está explícito en ella el problema de la autonomía, de la auto-regulación entendida como autogobierno de las masas. Primero éste se ensayó en Rusia, y también se intentó en Italia con la experiencia de los Consejos obreros de Turín en el bienio rojo, 1919-1920.

Esta experiencia obrera acontece dos años después de la insurrección del 23 de agosto de 1917 Hubo varias intentonas fracasadas de apoderarse del centro de Turín, en una acción que duró cinco días y en la que murieron 500 obreros, y resultaron más de 2000 heridos.[11]Con esta perspectiva histórica práctica, a propósito de la dirección proletaria sobre los grupos y clases subalternas.

Gramsci estudia la forma de auto-organización obrera italiana, el Consejo de fábrica, y la compara con experiencias similares en sus escritos para el periódico L´Ordine Nuovo. De allí extraemos su definición de los consejos:

“es una institución de carácter público, mientras que el sindicato y el partido son instituciones de carácter “privado”. En el consejo de fábrica el obrero entra a formar parte como productor, como consecuencia, por lo tanto, de su carácter universal, como consecuencia de su función y de su posición en la sociedad, del mismo modo que el ciudadano entra a formar parte del estado democrático parlamentario…instituto representativo que se desarrolla no aritméticamente sino morfológicamente y que tiende, en sus formas superiores, a darle fuerza proletaria al aparato de producción y cambio creado por el capitalismo a los fines del beneficio”.[12]

Sin embargo, Gramsci mantiene en su análisis un error compartido con la dirección bolchevique, al pensar que las fuerzas productivas son neutrales, olvidándose que son parte de la organización capitalista de la producción, creyendo poder pasar por alto tal impedimento debido al cambio de dirección.[13] Nos referimos a la errónea aceptación del taylorismo, que era un componente esencial del fordismo americano, transportado a la industria soviética por Lenin, y defendido también por Stalin y Trotsky, sin reticencia alguna.

Lenin fue más que elocuente al respecto en su escrito Las tareas inmediatas del poder soviético de abril de 1918: “Se debe plantear en la orden del día la aplicación práctica y la experimentación del trabajo a destajo, la utilización de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema de Taylor, la coordinación del salario con el balance general de la producción…”.[14]


En Gramsci, pese a este mayúsculo error político productivista, la institución de los consejos resuelve la relación entre lucha económica y política, a contramano de lo que venía pasando en la III Internacional, porque los consejos obreros fueron reducidos a una pura función económica definida desde arriba por la dirección partidista. En cambio, tal y como lo explica Leonardo Paggi, los consejos son: “forma concreta de un proceso político de nuevo tipo que, por el hecho de partir de la producción, no es absorbible a través de maniobras políticas y modificaciones parciales del estado burgués”.[15]

Los consejos ni más ni menos desarrollan in situ el problema de la hegemonía, de la dirección y la autonomía proletarias de cara al complejo proceso político y social de conquista, y ahora construcción de un poder de nuevo tipo.

Sin embargo, el curso de la revolución en Italia continuaba sin solución efectiva debida a la “carencia de una fórmula política a escala nacional que homogenizara la presencia social de las masas, virtualizándola como germen de estado”.


Continúa en la siguiente entrega

[1] PROFESOR ASOCIADO. EXDIRECTOR DEL DEPTO DE CIENCIA POLÍTICA, UNAL. DIRECTOR DEL GRUPO PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, UNIJUS/COLCIENCIAS. COAUTOR Y EDITOR DEL LIBRO “EL 28 DE MAYO Y EL PRESIDENCIALISMO DE EXCEPCIÓN EN COLOMBIA”, UNAL, BOGOTÁ, 2007.

[2] BRACKEN, Len ( 1997). The Situationist Years , 1957-1972, Chapter 24, en: Guy Debord revolutionary. Feral House. Venice, California, pp: 176-186.

[3] PORTANTIERO, Juan Carlos (1997). Los usos de Gramsci, en: Escritos Políticos (1917-1933). Antonio Gramsci, Cuadernos de Pasado y Presente 54. Siglo XXI editores, México

[4] PAGGI, Leonardo (1981). La teoría general del marxismo en Gramsci, en: Escritos políticos (1917-1933). Cuadernos Pasado y Presente 54. Siglo XXI editores, México.

[5] PORTANTIERO, Juan Carlos, op. cit., pp: 15,16.

[6]Op. cit., p. 17.

[7] LENIN, V, I (1960). Consejos de un ausente, en : Obras completas, tomo XXVI. Editorial Cartago. Buenos Aires, p. 169.

[8] PAGGI, op. cit., p. 335.

[9] PORTANTIERO, op. cit., p. 21

[10] Op. cit., p. 22.

[11] GRAMSCI, Antonio. “El movimiento de los consejos de fábrica de Turín”. Comité ejecutivo de la Internacional Comunista, julio de 1920.

[12] GRAMSCI, Antonio, “El consejo de fábrica”, en : L´Ordine Nuovo, 5 de junio de 1920.

[13] TOMASETTA, Leonardo (1975) . Participación y autogestión. Amorrortu editores. Buenos Aires, p. 157.

[14] LENIN ( 1960). Obras completas, tomo XXVII, pp: 254-255.

[15] PAGGI, Leonardo ( 1970). Antonio Gramsci e il moderno Principe. Editori Riuniti. Roma, p. 258.

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