LITERATURA Y POLÍTICA. EL VOTO EN BLANCO Y LA CAIDA DE LOS BIPARTIDISMOS. RECORDANDO A INGRID.
Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado
Director del Grupo Presidencialismo y Participación
miguel.herrera@transpolitica.org
Anticipo Literario
Uno de los más celebrados libros de José Saramago, el proletario portugués, comunista por convicción, escribió Ensayo sobre la lucidez, un texto centrado en la crítica a los ejercicios de representación política, una apología al voto en blanco como una crítica ciudadana a ésta, que por lo demás se estilan desde los tiempos inaugurales de la Revolución francesa. Entonces se hicieron famosos los estudios sobre las paradojas del voto por Condorcet y Borda, pariente lejano de Luis Villar Borda, estudioso de Kelsen y la política.
Ahora me toca recordar lo que ocurrió en las urnas al votar para Concejo de Bogotá, donde la mayor votación la consiguió el voto en blanco superando a cada una de las listas partidistas que compitieron por el favor ciudadano. Dicho de otro modo, Bogotá distinguió entre la disputa para alcalde, las papeletas también, y los concejales por elegir, una buena parte de los cuales resultaron reelectos, cuando siguen en la mira de la Fiscalía, y bajo el escrutinio ciudadano, que espera la prueba de sus continuadas corruptelas y el resarcimiento de lo robado y/o hurtado en detrimento de la riqueza social y el patrimonio común de la ciudad.
Esta situación ocurrió, igualmente, en la alcaldía de Bello, donde el clan Suárez Mira iba a repetir el mismo juego parapolítico de permitir solo un candidato, para monopolizar con infinito descaro el resultado electoral. Pues su candidato fue vencido por la ciudadanía, contra todo precedente conocido en esa materia en Colombia.
Un homenaje debido
Con lo sucedido en Bello, donde el voto en blanco alcanzó 60.976 frente a la lista única del Germán Londoño (46.553) se completa así el reconocimiento debido a una iniciativa dejada por Ingrid Bentancourt, la senadora más votada en su tiempo; caída luego en desgracia por sus actos laudatorios a Uribe Vélez. No lo necesitaba, y después fue mirada con recelo por quienes fueron objeto de su pluma en su relato autobiográfico de 7 años, como compañeros de cautiverio en manos de las Farc, que la pusieron por fuera del juego de la representación. Y por su lealtad a la república francesa, que hizo todo a su alcance para impulsar su liberación, y donde reside la mayor parte del tiempo en compañía de sus hijos.
En Bello como en Bogotá fueron derrotados todos los agrupamientos que se autodenominan partidos, viejos y novísimos. En el primero, pro ejemplo, aparecían a instancias de la dupla Olga y Oscar Suárez Mira, concertados Liberales, partido de la U, Conservadores, Cambio Radical, Aico y un Movimiento por firmas; su rival era Luz Ochoa, quien había contado con el apoyo de otro dirigente, en este caso liberal, partícipe en los ejercicios de la parapolítica, y condenado también, el tristemente céebre César Pérez García, copropietario de la Universidad Cooperativa Indesco.
Conviene recordar que el asunto del voto en blanco fue una de las exigencias que Ingrid hizo al expresidente Pastrana para apoyarlo cuando éste triunfó en las elecciones. Ahora quizá poco recordemos tales antecedentes, que han sido esgrimidos en fecha reciente para invalidar la elección al parlamento andino, cuando por primera vez ganó el voto en blanco, y el cancerbero de esta causa, porque demandó tal elección fue el hoy derrotado exalcalde, Jaime Castro, a quien la experiencia le aportó pocos votos en la pasada contienda.
¿Qué implica la novedad del voto en blanco?
En particular, para hablar de Bello, en 90 días se tendrá que realizar una nueva elección. Pero, con quiénes, aparentemente sería con los que se inscribieron para la primera. Sin embargo, sólo hubo un inscrito, lo que supondría que se repetiría la misma dosis parapolítica con diferente nombre. De lo contrario, se tendrá que presentar una circunstancia atípica, no reglada con anterioridad. Hacer una nueva inscripción de aspirantes, que cuando menos le de la oportunidad a uno que quiso hacerlo tardíamente.
Desde otra perspectiva, tenemos el caso de la elección para Concejo en Bogotá, el planteamiento es que no se anula la elección para el Concejo, porque el número de las listas votadas supera a lo obtenido por el voto en blanco. Pero, en lo específico, dicho guarismo duplica aún la más alta votación partidista para Concejo, esto es, la del Movimiento Progresistas
Abstención, empleo, y corrupción encubierta.
Con la disminución de la abstención que se redujo en 1,37 %, pues participaron 17277387, esto es, sumando 2324885 más que en 2007, no queda duda que el movimiento de chequera y de inversores en la empresa electoral de gran calado fue de gran calado con apoyo en los presupuestos municipales más apetitosos y el reparto de las regalías que llegarán a 1102 (3) municipios en el estrene, en el engrase que provino de la aprobación reciente de la Ley de regalías.
Así las cosas, la corruptela se tecnificó y el clientelismo también, haciendo popular la enseña de la aplicación micropolítica del TLC, esto es: teja, ladrillo y cemento. Y aemás con un aumento inusitado en el empleo nacional, por estos mismos motivos, en los dos meses de cierre de las campañas, siendo septiembre, aquel en que se bajó a 9 y algo más el índice de empleo, según lo reportó el DANE, y lo celebró el propio presidente. La locomotora electoral logró realizar con dos meses de anticipación la primera promesa de campaña.
El desplome del bipartidismo
Estas elecciones del 30 de octubre, la mayoría de los analistas las vieron como anodinas y previsibles en sus resultados. Pero, resultaron todo lo contrario. En estas se hundieron un partido histórico, el Conservatismo, resucitado en alianza con el uribismo y concierto con la parapolítica, que quedó reducido a una gobernación, como lo recordó un crítico interno, el expresidente Andrés Pastrana. Y otro también cayó, la macoempresa electoral que se parapeta bajo la letra U, el partido del presidente Uribe, cuya principal tendencia y sus validos fueron sacudidos en franca lid, donde ésta fue posible, porque la parapolítica sobrevive como componente en 8 gobernaciones, y en algunas alcaldías de significación.
Queda eso sí, como supérstite, el sector que apoya a la tendencia que lidera el pícaro presidente Santos, que está ahora en el indiscutido comando del bloque dominante nacional. Él es hegemónico en lo intern, hasta darse el lujo de lanzarse el salvavidas de un ministerio al partido Liberal, el del trabajo para resucitar a su candidato, Rafael Pardo. Se trata de compartir la torta burocrática, y ponerle contrapesos al díscolo vicepresidente, de prosapia obrera, Angelino, a quien tiene candidatizado para Bruselas, si en la OIT le dan el pase, para bajarle protagonismos en los conflictos y la imposición del nuevo salario, en tiempos de gran bonanza capitalista, y de los financieros en particular.
No hay duda que hubo esta vez un adiós al bipartidismo artificial, con la derrota relativa de la parapolítica, y del conservatismo, que estaba auxiliado por la corrupción a gran escala de los dos pasados gobiernos, con los que Uribe pagó sus apoyos en el famoso congreso admirable con un tercio cuando menos de congresistas "elegidos" a punto de revólver, coimas, y desplazamiento por la coalición que iba a refundar la "patria", que se resiste hoy a morir.
El acta de defunción para el pacto oligárquico no está completa del todo, pero ya tiene una alternativa renovada con el triunfo en la alcaldía de Bogotá del movimiento Progresistas con el cual pasó adelante una propuesta de centro izquierda, la que lideran Petro y sus aliados, un bloque de poder contra-hegemónico que está en posibilidad de dialogar con la fuerza dominante y redefinir el rumbo tramposo de la prosperidad "democrática". El PDA, también cayó, se hundió como proyecto democrático y alternativo cocinado en la corrupción y la burocratización, por lo que tendrá que renacer de sus cenizas o consumirse definitivamente.
Está también la advertencia a los concejales elegidos. Sobre ellos pesa una capitis diminutio de una ciudadanía que ejercitó el voto en blanco, y que ahora tiene apoyo financiero para sus promotores según la nueva ley. Y tendremos que ver el balance que arrojen los cuatro comités que funcionaron para el efecto. Pienso, que ya es tiempo, que también se contabilice la abstención para darle pleno sentido a la participación en Colombia, y ajustarle cuentas a la crisis de representación política, y a la política como negocio, que en esta oportunidad floreció como nunca. Hasta tal punto que gente enardecida quiso reclamar triunfos o precaver fraudes protagonizando 19 asonadas aceptadas, con dos muertos, daños en registradurías. Y el reclamo en primera persona a ésta, por haber suprimido el requisito de las firmas, y la marca indeleble a los votantes.
No hay duda, estas elecciones fueron históricas, y el voto en blanco marcó un principio de madurez inocultable, que honró la memoria de un literato, José Saramago, quien sin vivir en Colombia, anticipó estos resultados. Le epidemia puede cundir en un santiamén.
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