UNAS NOTAS DE ALERTA, SIN SIRENAS NI EXPLOSIONES EN LA U
miguel angel herrera zgaib
Profesor asociado, Unal,
Director Grupo Presidencialismo y Participación
Lo que ocurrió en la Nacional, en la mañana de hoy, con el nuevo desalojo, y con el uso de fórmulas de respuesta violenta cada vez mayores no augura nada bueno para la comunidad universitaria. Tampoco el uso de la sirena para alertar y reforzar la fórmula de interrupción de clases, y mucho menos el uso de municiones de goma para contrarrestar las "papas", como denuncian algunos testigos presenciales de la nueva confrontación.
Se acrecientan las medidas de seguridad interna, con la identificación personal y las requisas. Lo cual produce demoras en el acceso a la universidad, mientras se hacen los controles. Antes, paradójicamente, a la Nacional le fueron embargadas sus cuentas bancarias por un pleito judicial con la fundación San Carlos, denuncian otros: y el toro insignia de Veterinaria puso pies en polvorosa, y hasta "el sol de los venados".
¿Democracia corporativa?
La idea feudal de claustros y colegiaturas, y el casuismo medioeval no resultan útiles para repensar el orden interno de la Universidad colombiana, con la Nacho a la cabeza. Cuando menos toca recordar y revisar lo hecho a partir del grito de Córdoba, casi un siglo después que la buena nueva de la autonomía moderna se expandiera por América Latina. Porque la causa de la educación pública en el continente está en aguda tensión, y en franca rebeldía contra los gobiernos neoliberales, y contra aquellos que amordazan el disenso con cualquier pretexto.
En las páginas de la revista "Universidad" que publicada desde la Nacional orientaba el primer Germán Arciniegas, se dio buena cuenta de lo que pensó el estudiantado y la intelectualidad americana, y lo que se hizo entonces en materia de autonomía. Hoy nos toca "sacar al buey de la barranca".
¿Qué salidas, tributación regresiva y violencia?
Requerimos un esfuerzo colectivo, audaz, sin claudicaciones como contribución a liberarnos del flagelo de la guerra social que aumenta privilegios y arruina el presente de las multitudes. Hoy es urgente, más que nunca una reforma intelectual y moral, en cambio de reformas tributarias regresivas como la que con descaro anuncia el nuevo ministro de Hacienda. Conviene entonces pasarle revista a lo que escribiera Antonio García Nossa, cuyo nacimiento hace 100 años, se festeja con timidez y reticencia.
En particular, su libro, La crisis de la universidad, publicado en 1985, contiene ensayos escritos en diferentes momentos, y en particular hay una carta que él dirigía al CSU y al CA cuando se desempeñó como vicerrector académico durante el año 1975, enfrentados a la crisis de Medicina, en los tiempos en que era rector Luis Carlos Pérez, y decano Guillermo Diaz Samper
Fergusson.
Una alerta con remembranza
Hoy, 37 años después, el último párrafo de la carta, en medio de la crisis de Medecina, retumbe con provecho en todos los oídos de la nación colombiana:
"Se plantea así el verdadero problema de última instancia: el adecuar, cuantitativa y cualitativamente, la Universidad a las necesidades del desarrollo económico y social del país, en vez de aspirar a que el país se adecue a las condiciones de una universidad congelada y elitista".
Antonio García, Vice-Rector Académico.
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