ESPECIAL:
TRES AÑOS DE SANTOS (II PARTE)
¿Inamovibles
de la guerra?
“El presidente ha sido claro en que
debemos arreciar y arreciar…En ningún momento se ha bajado la guardia.” General
Sergio Mantilla, comandante del ejército de Colombia.
El general Mantilla fija el tono de la guerra en su fase actual, y
anota en la entrevista de Juan Guillermo Mercado, “Nosotros cada día tenemos
que hacer más esfuerzos para llegar a zonas recónditas donde se encuentran,
porque están aisladas y cada día tenemos más y mejores resultados…Veo un
panorama gris para las Farc”.
Con esta vocería, sin embargo, el
presidente se refiere a la guerrilla en negociación: “Ellos no van mostrar sus cartas públicamente sino hasta el
fin. Ellos saben que nosotros sí tenemos
unas líneas rojas que no vamos a ceder, pero ellos están intentándolo.”
Más aún, las Farc-Ep, antagonistas del
gobierno Santos, y el Estado actual, tampoco abandonan la idea que la
refrendación para ellos sigue la vía de una asamblea nacional constituyente, y
reclaman necesarias reformas del Estado que hagan posible una efectiva
participación de la oposición que ellos representan.
Los idus de noviembre
“Vamos a ver cuánto se ha avanzado.
Fechas fatales no son convenientes.” J. M. Santos, presidente, en entrevista
con Caracol Radio.
Para un comentarista de la gran prensa, el académico Pedro Medellín,
entusiasta de una nueva alternativa política que aún no cuaja, subraya una mala
noticia para la aspiración a la reelección de J. M. Santos, que hasta pensó en
ser candidatizado, por qué no, al Nobel de Paz. Hoy, “dos de cada tres
colombianos (encuestados) no apoyarían su reelección. Es la cifra que mejor
sintetiza la magnitud del reto que tiene por delante…”(La recta final, El
Tiempo, 6/8/2013).
En la rendición de cuentas, Darío
Arismendi, le dice a Santos que propuso el mes de noviembre para cerrar la
negociación de paz, cuyo éxito, añaden, le daría la carta del triunfo
electoral, a contramano de la adversa relación de preferencias ciudadanas que
tiene al fin de su tercer año, y una tendencia que marca la disminución de la
percepción positiva, y el aumento inverso de la negativa, según la medición de
CNC, ya comentada.
Pero, de inmediato, aparece el
fantasma de la cuestión agraria, la papa caliente que ha quemado el paladar de
los reformadores, que desde los tiempos de Alfonso López Pumarejo terminaron,
como él, renunciando a su cargo, convertidos en vergonzantes
contra-reformistas, persiguiendo a la Anuc, los campesinos “alebrestados” con
consignas de comienzos de siglo como “la tierra para quien la trabaja, o tierra
sin patronos”.
Tales fueron las ejecutorias de dos figuras
del Frente Nacional bipartidista, Carlos Lleras y Misael, el firmante del Pacto de Chicoral, con
quien se sepultó la desteñida reforma agraria convertida ahora en patente de
curso para la concentración de tierras que no paró desde entonces, al unísono
entre leguleyadas y vías de hecho.
Tal y como se probó con la caída del
embajador Carlos Urrutia, cuya oficina de abogados compró tierras para el
ingenio Riopalia, que se sepa, parapetándose en un testaferrato extranjero; y a
través de la contra-reforma del para-presidencialismo, con la coautoría impune
de políticos nacionales y regionales, paramilitares, y directores de
estupefacientes. Todos tenían la noble tarea de refundar la patria sobre las
costillas de 5, o más millones de desplazados, de los campos, sometidos a ser
parias a la fuerza en las ciudades sometidos a un asistencialismo miserable.
Este cadáver resucitado con los
escándalos de Carimagua, durante Uribe y Uribito, primero, y ahora, con las
protestas campesinas que reclaman la aprobación de zonas de reserva campesina
cuyo trámite se halla congelado en las gavetas de Incoder, y las instituciones
concernidas.
Estas demandas de tierra y
condiciones para explotarlas, que no es lo mismo que el trámite de las
restituciones que camina a pasos de tortuga, ahora dizque resultan
estigmatizadas, señalando a las Farc-Ep detrás de la protesta campesina, y
señalando a los líderes políticos que hacen causa común con los campesinos.
Muy parecido todo a lo que pasaba con
los reclamos de los trabajadores del campo a comienzos de los años 30, cuando
la UNIR liderada por J. E. Gaitán fue baleada en Fusagasugá con varios muertos,
casi el mismo número de los “fusilados” en las actuales protestas del
Catatumbo, por estar apoyando las reivindicaciones de los campesinos de la
Hacienda de El Chocho.
Según un arrepentido de la izquierda
armada, Plino Apuleyo Mendoza, hijo de un correligionario de Gaitán, que lo
acompañaba el día que fuera asesinado, afirma sin empacho, y con cinismo, que
las zonas de reserva campesina son la última táctica de las Farc; y la prensa
libre le ofrece una página, en la sección “Debes leer” para que escriba sobre
la estrategia secreta, sin contradictores de estas afirmaciones, que en últimas
tienen a los campesinos pobres, como su objetivo militar y político, en
regiones en “satánica” coincidencia con las regiones “donde pululan los
cultivos de coca” .
De otra parte están las pirámides de
hecho y de derecho, levantadas a la sombra en las urbes grandes y medianas;
patrocinadas desde los tiempos de Pastrana, con los embelecos de la UPAC, hasta
los dos gobiernos del partido de la U, visibles en el gran escándalo: los
despojos a pleno sol del ahorro nacional, practicados por Interbolsa, donde solo 360 acreedores
privilegiados recibirán dinero; Factor Group, donde hay algo más de 2.000
esquilmados, y otros casos de menor conocimiento público. Aquí lo hecho por DMG
parece un zigurat, y un juego de niños principiantes, al lado de “los tumbes”
de los faraones del capital financiero.
Pero, por supuesto, sobre todo, lo
que se ha perpetrado y se perpetra a través de los fondos pensionales, donde
los grandes banqueros, como Luis Carlos Sarmiento Angulo hacen su agosto sin
cortapisas, y entran a saco sin el menor escrúpulo, con el amparo que le
brindan ahora, en seguidilla, los dos últimos presidentes. Todo lo cual ha sido
documentado teóricamente por el
economista César Giraldo, en sus estudios de política social, después
que fuera vicepresidente de Asobancaria.
Estos desmanes, ahora que la
destorcida económica de la prosperidad se anuncia, y que se revela en los
elevadísimos incrementos de la vivienda nueva y usada, de una parte, y de otra,
en la desaceleración en la industria nacional, y la caída en las exportaciones
de commodities, y la baja en los precios de las que aún tienen demanda, han
hecho prender las alarmas de la Asobancaria, frente a las erráticas e inanes
medidas del Banco de la República, comprando dólares, que a discreción imprime
el soberano de la Reserva Federal, a contramano de lo que anunciaba.
La cuasi-eterna presidenta de
Asobancaria, María Mercedes Cuéllar ha prendido las alarmas, para señalar la
movida de $ 8,5 billones para “fortalecer el sistema financiero” de la
especulación financiera desbocada que fomenta Colombia y sus asociados
extranjeros. En particular, según este anuncio, tendrán que destinar $ 5.2
billones, que no estarán disponibles para ninguna actividad crediticia. De lo
cual, a la vez, según ella, “una solvencia más alta hace que la operación
bancaria sea menos rentable y más costosa, pero deja unas entidades más sólidas
y eso da más tranquilidad al mercado”.
(El Tiempo, Debes saber, 1/8/2013, p. 11)
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