miércoles, 14 de agosto de 2013

ESPECIAL: TRES AÑOS DE SANTOS (II PARTE)

¿Inamovibles de la guerra?

“El presidente ha sido claro en que debemos arreciar y arreciar…En ningún momento se ha bajado la guardia.” General Sergio Mantilla, comandante del ejército de Colombia.

                                                                    El general Mantilla  fija el tono de la guerra en su fase actual, y anota en la entrevista de Juan Guillermo Mercado, “Nosotros cada día tenemos que hacer más esfuerzos para llegar a zonas recónditas donde se encuentran, porque están aisladas y cada día tenemos más y mejores resultados…Veo un panorama gris para las Farc”.

Con esta vocería, sin embargo, el presidente se refiere a la guerrilla en negociación: “Ellos no van  mostrar sus cartas públicamente sino hasta el fin. Ellos saben que nosotros sí tenemos  unas líneas rojas que no vamos a ceder, pero ellos están intentándolo.”

Ahora bien, desde La Habana, el pasado 3 de agosto, Iván Márquez habló de una asignación directa de cupos en el congreso de Colombia, y en las otras instancias de gobierno colectivo, y un cupo en el Consejo Nacional electoral, así como financiación suficiente y medios de comunicación de alcance nacional, radio, prensa y televisión. 

Todo ello exigirá decretos excepcionales, medidas transitorias, en concreto, una jurisdicción especial de paz que interpela de modo directo a la intervención “todopoderosa” institución presidencial, que durante los dos periodos de Álvaro Uribe Vélez, degeneró en un régimen para-presidencial abierto. Una actuación que no pasa ni por el congreso, ni por las cortes. De hecho, las Farc-Ep, a propósito de lo que disponga la Corte Constitucional sobre el marco jurídico para la paz, han adelantado que no las obliga para nada.

Más aún, las Farc-Ep, antagonistas del gobierno Santos, y el Estado actual, tampoco abandonan la idea que la refrendación para ellos sigue la vía de una asamblea nacional constituyente, y reclaman necesarias reformas del Estado que hagan posible una efectiva participación de la oposición que ellos representan.

Los  idus de noviembre    
    
“Vamos a ver cuánto se ha avanzado. Fechas fatales no son convenientes.” J. M. Santos, presidente, en entrevista con Caracol Radio.            
                                                            Para un comentarista de la gran prensa, el académico Pedro Medellín, entusiasta de una nueva alternativa política que aún no cuaja, subraya una mala noticia para la aspiración a la reelección de J. M. Santos, que hasta pensó en ser candidatizado, por qué no, al Nobel de Paz. Hoy, “dos de cada tres colombianos (encuestados) no apoyarían su reelección. Es la cifra que mejor sintetiza la magnitud del reto que tiene por delante…”(La recta final, El Tiempo, 6/8/2013).

En la rendición de cuentas, Darío Arismendi, le dice a Santos que propuso el mes de noviembre para cerrar la negociación de paz, cuyo éxito, añaden, le daría la carta del triunfo electoral, a contramano de la adversa relación de preferencias ciudadanas que tiene al fin de su tercer año, y una tendencia que marca la disminución de la percepción positiva, y el aumento inverso de la negativa, según la medición de CNC, ya comentada.

Con cinismo de jugador de póker, Santos responde, que comentó: “en noviembre, para mi lo ideal es que (la negociación) dure meses; y los periodistas, “me dijeron, noviembre del año entrante? Ojalá podamos firmar los acuerdos de aquí a noviembre, antes que yo tenga que resolver si voy o no a elecciones.” Aquí se asoman, se insinúan las orejas del estadista, en tanto quiere llevar adelante la paz, una prueba en la que se han quebrado todos los aspirantes de estadista que ocuparon el solio de Bolívar a lo largo de 53 años.                       
Pero, de inmediato, aparece el fantasma de la cuestión agraria, la papa caliente que ha quemado el paladar de los reformadores, que desde los tiempos de Alfonso López Pumarejo terminaron, como él, renunciando a su cargo, convertidos en vergonzantes contra-reformistas, persiguiendo a la Anuc, los campesinos “alebrestados” con consignas de comienzos de siglo como “la tierra para quien la trabaja, o tierra sin patronos”.
Tales fueron las ejecutorias de  dos figuras  del Frente Nacional bipartidista, Carlos Lleras  y Misael, el firmante del Pacto de Chicoral, con quien se sepultó la desteñida reforma agraria convertida ahora en patente de curso para la concentración de tierras que no paró desde entonces, al unísono entre leguleyadas y vías de hecho.
Tal y como se probó con la caída del embajador Carlos Urrutia, cuya oficina de abogados compró tierras para el ingenio Riopalia, que se sepa, parapetándose en un testaferrato extranjero; y a través de la contra-reforma del para-presidencialismo, con la coautoría impune de políticos nacionales y regionales, paramilitares, y directores de estupefacientes. Todos tenían la noble tarea de refundar la patria sobre las costillas de 5, o más millones de desplazados, de los campos, sometidos a ser parias a la fuerza en las ciudades sometidos a un asistencialismo miserable.

Este cadáver resucitado con los escándalos de Carimagua, durante Uribe y Uribito, primero, y ahora, con las protestas campesinas que reclaman la aprobación de zonas de reserva campesina cuyo trámite se halla congelado en las gavetas de Incoder, y las instituciones concernidas. 

Estas demandas de tierra y condiciones para explotarlas, que no es lo mismo que el trámite de las restituciones que camina a pasos de tortuga, ahora dizque resultan estigmatizadas, señalando a las Farc-Ep detrás de la protesta campesina, y señalando a los líderes políticos que hacen causa común con los campesinos.
Muy parecido todo a lo que pasaba con los reclamos de los trabajadores del campo a comienzos de los años 30, cuando la UNIR liderada por J. E. Gaitán fue baleada en Fusagasugá con varios muertos, casi el mismo número de los “fusilados” en las actuales protestas del Catatumbo, por estar apoyando las reivindicaciones de los campesinos de la Hacienda de El Chocho.

Según un arrepentido de la izquierda armada, Plino Apuleyo Mendoza, hijo de un correligionario de Gaitán, que lo acompañaba el día que fuera asesinado, afirma sin empacho, y con cinismo, que las zonas de reserva campesina son la última táctica de las Farc; y la prensa libre le ofrece una página, en la sección “Debes leer” para que escriba sobre la estrategia secreta, sin contradictores de estas afirmaciones, que en últimas tienen a los campesinos pobres, como su objetivo militar y político, en regiones en “satánica” coincidencia con las regiones “donde pululan los cultivos de coca” .               

De otra parte están las pirámides de hecho y de derecho, levantadas a la sombra en las urbes grandes y medianas; patrocinadas desde los tiempos de Pastrana, con los embelecos de la UPAC, hasta los dos gobiernos del partido de la U, visibles en el gran escándalo: los despojos a pleno sol del ahorro nacional, practicados por  Interbolsa, donde solo 360 acreedores privilegiados recibirán dinero; Factor Group, donde hay algo más de 2.000 esquilmados, y otros casos de menor conocimiento público. Aquí lo hecho por DMG parece un zigurat, y un juego de niños principiantes, al lado de “los tumbes” de los faraones del capital financiero.

Pero, por supuesto, sobre todo, lo que se ha perpetrado y se perpetra a través de los fondos pensionales, donde los grandes banqueros, como Luis Carlos Sarmiento Angulo hacen su agosto sin cortapisas, y entran a saco sin el menor escrúpulo, con el amparo que le brindan ahora, en seguidilla, los dos últimos presidentes. Todo lo cual ha sido documentado teóricamente por el  economista César Giraldo, en sus estudios de política social, después que fuera  vicepresidente de  Asobancaria. 

Estos desmanes, ahora que la destorcida económica de la prosperidad se anuncia, y que se revela en los elevadísimos incrementos de la vivienda nueva y usada, de una parte, y de otra, en la desaceleración en la industria nacional, y la caída en las exportaciones de commodities, y la baja en los precios de las que aún tienen demanda, han hecho prender las alarmas de la Asobancaria, frente a las erráticas e inanes medidas del Banco de la República, comprando dólares, que a discreción imprime el soberano de la Reserva Federal, a contramano de lo que anunciaba.

La cuasi-eterna presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar ha prendido las alarmas, para señalar la movida de $ 8,5 billones para “fortalecer el sistema financiero” de la especulación financiera desbocada que fomenta Colombia y sus asociados extranjeros. En particular, según este anuncio, tendrán que destinar $ 5.2 billones, que no estarán disponibles para ninguna actividad crediticia. De lo cual, a la vez, según ella, “una solvencia más alta hace que la operación bancaria sea menos rentable y más costosa, pero deja unas entidades más sólidas y eso da más tranquilidad  al mercado”. (El Tiempo, Debes saber, 1/8/2013, p. 11)


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