lunes, 30 de septiembre de 2019



LOS JÓVENES SACUDEN EL MUNDO ADULTO

Miguel Ángel Herrera Zgaib, Ph.D.
Profesor asociado, Ciencia Política, Unal
Presidente IGS-Colombia.

                                                  Hace dos semanas, con ocasión de las deliberaciones de la Asamblea de la ONU, y el desastre climático, los medios de comunicación globales tuvieron que darle cabida al rostro de una jovencita nórdica, Greta Thunberg, quien por supuesto, no es, ni tiene que ser Greta Garbo.
El viernes fue la piedra de toque de comentarios a favor y en contra, luego que enjuició a los adultos, y en primer lugar a los que gobiernan las grandes potencias, por su desidia y su habladuría insufrible frente a la hecatombe ambiental que se cierne sobre todos los continentes. Ella no lo hizo derrochando dulzura y candor infantiles, sino resolución y casi ira que distanciaban cualquier simpatía fácil con su imagen despojada de todo glamour.
El mismo día, en Bogotá, a miles de kilómetros de New York, los jóvenes universitarios se lanzaron a la calle para poner de presente de cara a la opinión pública su querella irresuelta contra la corrupción en las instituciones de educación superior. El florero a quebrar en esta celebración diferente del Bicentenario fue el robo descarado de más de $ 10.490 millones de las arcas de la Universidad Distrital Francisco José Caldas, que, por demás, honra el nombre de un prócer de la independencia y un científico, de los pocos que se cuentan en nuestra aún raquítica contribución a la ciencia moderna.

Haciendo caja en la Distri
                                                       A comienzos del año 2019, a raíz de que discutían el presupuesto, que se hace ante el Concejo de Bogotá, el rector Ricardo García hizo la siguiente comparación provocadora. Él dijo que el presupuesto del año anterior era de $312.983 millones, mientras que el de 2019 era de $302.640. La merma establecía una diferencia aproximada de $ 10.000 millones. Ahora, casualmente, dicha cifra coincidía con los dineros birlados, sustraidos de modo continuado por el profesor Willman Muñoz, ex director del Instituto de Extensión de la Universidad Distrital, entre los años 2014 y 2019.

Dicho funcionario, quien es o fue también profesor de la Distri, como resultado de la investigación adelantada por la Fiscalía, manejaba una tarjeta de crédito institucional con un cupo de $30 millones. Él la utilizó de manera discrecional, y según informe divulgado por el diario El Espectador, adquirió durante su periplo demencial, dos vehículos de alta gama, uno de los cuales puso al servicio de una empresa familiar.
Entre las reclamaciones por presupuesto, hechas por el movimiento estudiantil universitario en los tres meses de lucha del año 2018, la Universidad Distrital resultó beneficiada apenas con un incremento del 0,7 %, que repartido por estudiante no supera los $300.000.
Conocido el robo los estudiantes de la Distrital se lanzaron a la calle. Empezaron bloqueando la carrera 7ª, a la altura de la carrera 40. Luego que la reclamaciones formales siguieron la marcha de la tortuga burocrática. El primer día fueron objeto de una carga por parte del Esmad, empleando las armas que acostumbran; y en la respuesta a esta agresión, la policía especializada en represión también atacó a los estudiantes de la U. Javeriana, que estaban brindándoles solidaridad, y penetraron a las instalaciones de esta institución que queda al otro lado de la vía, enfrente, comunicada por un pasaje subterráneo.
La violenta agresión no terminó aquí, sino que se tradujo en el ingreso de una tanqueta a los predios de la U. Distrital, sin consulta alguno mucho menos autorización de la rectoría. Y como si fuese un pequeño ejército de ocupación, dicen los testigos oculares, lanzaron también gases lacrimógenos de alta concentración, y bombas aturdidoras.
Después del brutal incidente, el general Navarro, consultado por los medios, insistía en que la actuación del destacamento del Esmad se había ajustado a los procedimientos para este tipo de “intervenciones”, y en todo caso de conformidad con la ley y la constitución. A todas estas, el jefe supremo de las FF.AA., estaba ausente, porque asistía a la Asamblea de la ONU, y la cadena de mando, es de suponer, quedó en cabeza de su reemplazo. Que por lo ocurrido no hizo gala de sindéresis y mucho menos de prudencia.
En otro lugar de la ciudad, los estudiantes de la U.Pedagógica protestaban que se sepa por el desfalco presupuestal, y contra las agresiones a estudiantes y ocasionales transeúntes. Ellos también recibieron el correspondiente castigos de parte de jóvenes policías, hombres y mujeres, cada vez más “diestros” y envalentonados en la triste tarea de agredir a otros, quienes estudian en la que el común llama “Piedragógica”, sin reparar ya, está claro, en el motivo de sus protestas.
Allí, para colmo de males, volvió a producirse una explosión que produjo seis heridos, y en espera de saber qué pasó en su interior. Todo hace inferir que allí se estaban armando petardos y papas bomba para confrontar el ingreso del Esmad y la consabida tanqueta, esto es, para escalar la batalla campal con el daño consabido a la civilidad, la movilidad y el comercio de los alrededores, que se repiten con la frecuencia de un sirirí demencial.

Por qué es necesaria la democracia en el gobierno universitario

                                                                     Para encarar la indiferencia oficial ante la suerte de la Universidad Pública, desfinanciada, al tiempo que afectada por el robo continuado de su presupuesto, como lo prueba el escándalo de la Universidad de la ciudad de Bogotá, en manos de politicastros que reclaman cuotas y prebendas, para votar presupuestos y escoger rector, que como en casi ninguna universidad del país es un ejercicio democrático, se decidió un plantón en el principal teatro de los acontecimientos, la carrera 7ª., campo de batalla del Esmad, en medio de las dos universidades cuya autonomía y comunidades fueron agredidas, la Distri y la Jave.
Así vino ocurriendo desde las horas de la mañana, con diferentes representaciones y comparsas, con arengas, las menos, y los consabidos estribillos, entre los cuales se pedía la renuncia del rector de la Distrital, a quien, el retirado responsable de extensión incluía en sus cuentas dolosas, al haber visitado con él un prostíbulo en la localidad de Teusaquillo. A lo cual el rector Ricardo García, contestó que sí había estado en aquel lugar durante 20 minutos sin más.
Pero, claro, ¿qué pasa con la elección y reelección de rectores en las universidades públicas?. Ni más ni menos, según se descubre día a día, tiene que producirse una aproximación con los funcionarios de alto nivel, según sea el caso, a nivel regional, local o nacional, para que eventualmente, le den el paso a ocupar los cargos de más alta responsabilidad intelectual y científica.
Este manoseo de las autoridades universitarias contradice los orígenes de una institución que viene del medioevo, como que era una corporación que gozó en determinados casos de ciertos fueros, y hasta llegó a ser como la Universidad de Padua, creada y administrada por los estudiantes mismos.
Al contrario, después de más de siete siglos, Colombia dizque no parece madura para que sus universidades, las públicas en primer lugar, que no son negocios privados, disfrazados de la divisa sin ánimo de lucro, sean gobernados y administradas de modo democrático por sus propias autoridades, y mucho menos, que se les tenga garantizada una autonomía presupuestal que no las “castigo o premie” a voluntad del gobierno de turno.
Con el correr de las horas del viernes, no había pronunciamiento efectivo, y, en cambio sí, exculpación del general Navarro, felicitando a sus jóvenes gladiadores, y prometiendo que de haber ocurrido abusos serán objeto los responsables de los consabidos procedimientos, que tienen el terrorífico antecedente de los falsos positivos.

Escalada del conflicto y triste desenlace
Lo que empezó en la mañana del viernes como un festival de desagravio, de empleo imaginativo de la protesta, por estudiantes de las diversas universidades privadas y públicas, par desagraviar a las que fueron objeto de agresión desproporcionada, Javeriana, Distrital, Pedagógica, Cundinamarca y Nacional, fue creciendo en asistencia, e indignación, cuando volvieron a aparecer los cuerpos represivos, que se habían mantenido a distancia.
Muy pronto, la palabra de orden fue marchar con dirección al parque de los periodistas. Ya eran miles los estudiantes, las arengas subían de tono, y las demandas de castigo a los responsables del robo al presupuesto universitario crecían. Amén de recordar hasta qué punto se viene cumpliendo con lo pactado entre gobierno y universitarios al final del paro de 2018.
Todo este entusiasmo civil, y disposición para el disenso ciudadano en cabeza de los jóvenes bogotanos confluyó hacia el centro de la ciudad, y la marcha llegó a las inmediaciones del Icetex, institución odiada por muchos, puesto que obra como ente financiador de los estudios de quienes no los pueden pagar, porque nuestra educación pública se privatizó hace muchos años, por dentro y por fuera.
La educación pública superior, manejada en realidad como un servicio, y no como un derecho del que puedan disfrutar todos los ciudadanos que lo demandan, se tranza de modo vulgar como una mercancía, y de ese modo se paga y se financia. Con el resultado del aumento de una cartera de deudores morosos, que no cede sino que se amplía con los años y se angosta con los cobros judiciales.
¿Por qué es así? Porque el estado, desde los tiempos del ajuste, y el reinado desalmado del neoliberalismo, transa la educación como un bien del mercado. Hasta el punto asombroso que un examen de admisión en una universidad privada de elite, los Andes, cuesta menos que en la Nacional, para quienes aspiran a ingresar a las maestrías que ofrecen. A precios de hoy, un examen de admisión en los Andes para una maestría similar, cuesta $220.000, mientras que en la Nacional, $ 280.000.
En el entretanto, la opinión pública está atiborrada de la cháchara de la economía naranja, que ofrece como paliativo a la desigualdad que no cesa en aumentarse entre millones de compatriotas, entre quienes, más de 1.5 millones, del promedio, sigue creyendo que podrán acceder al derecho de educarse en las mejores condiciones posibles para tener una vida digna y conforme con sus proyectos de vida.
Entonces, en contraste brutal, sin excusas para la violencia ejercida, el primer piso del odiado Icetex, fue objeto de destrucción y saqueo por encapuchados, por supuesto. No solamente para cuidar sus identidades, sino porque son conscientes de los castigos derivados del uso de las así denominadas “vías de hecho”.


¿Por qué corregir el rumbo?
El posconflicto está a la vista, y el cumplimiento e incumplimiento de lo acordado. Cuando la paz se tramitó con el abandono de la lucha armada, por parte de la insurgencia subalterna de las Farc-Ep, hubo una luz en el túnel de la barbarie continuada por más de medio siglo.
Pero, bien pronto, la barca de la paz empezó a hacer agua. Y el tránsito de la universidad de la guerra a la de paz a ser amenazado por los cultores de la guerra y la violencia como modelo de “gobernanza”. ¿Qué nos queda por hacer? Parar esta violencia, reorientar el rumbo de la protesta universitaria, demandar y obtener pronta y cumplida justicia. Respaldar el cumplimiento cabal de los acuerdos de paz, sin remilgos ni retaceos, de cara a toda la nación.
En paralelo, con esa prueba de voluntad gubernamental, y de la nación toda, llamar a las disidencias, y a las guerrillas que aún permanecen en armas, a que resolvamos las causas que nos dividen con instrumentos que no impliquen el cercenamientos de más vidas, y el daño a la riqueza nacional. Y claro, las universidades, que han vuelto a ser objeto de violencia inaceptable, se conviertan en garantes de ese gran acuerdo nacional que retome el rumbo de la paz, exija responsabilidades, y construya una ética democrática para el gobierno y la administración de lo que es de todos, de palabra y de hecho.
Así las cosas, las elecciones por venir, sellarán este gran acuerdo nacional, desde lo local y regional, que le corte el aire al proyecto reaccionario que no ha sido erradicado del todo, ese que nutre de insanía la así llamada “pararepública” que crece como un cáncer a la sombra de una nación distraída, y ahora aterrorizada que cierra las puertas y las mentes, cuando más lucidez requerimos.





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