lunes, 8 de junio de 2009

La suerte del PDA va más allá de escoger presidente



Una vez pasó el ejercicio del II Seminario Internacional Antonio Gramsci, los acontecimientos en la realidad de Colombia no han cesado, y en el espacio de la llamada izquierda democrática, está claro que competirán por la candidatura del Polo, Carlos Gaviria y Gustavo Petro, y ocho aspirantes menores. A la vez hoy se tendrá que resolver quién será el presidente, y están postulados Jaime Dussán y Luis Carlos Avellaneda.

La verdad sea dicha, hay un malestar inocultable en su militancia que proviene de una deficiente vida democrática interna, que sigue siendo una promesa;una liviandad en el manejo del presupuesto, una ineficacia en la estrategia de medios, donde el periódico es una vena rota, a la vez que para nada cumple con un posicionamiento nacional de un punto de vista reconocido, citado y discutido.

Todo lo cual conduce a que tenga que producirse un cambio efectivo, que no se reduce a un reemplazo en los puestos de dirección, sino a una definición de una clara estrategia para triunfar en las elecciones y fortalecer las bases de lo que hoy por hoy, en el mejor de los casos, no es un partido, sino un frente, que no tiene reglas claras para resolver los entuertos. Y en términos de frente, mucho tiene que aprenderle a ejercicios exitosos como el del Frente Amplio del Uruguay.

Por lo pronto, es necesaria una consulta a la militancia para resolver con qué programa se participará en elecciones. Si es suficiente lo dicho y recordado en la pasada columna de Carlos Gaviria, o si por el contrario, en efecto, se da crédito a lo que Petro agita como bandera electoral. En cualquiera de los dos casos, lo que faltan son las multitudes que acompañen el quehacer de este proyecto de partido, y que Uribe y lo que llaman el uribismo corporado tenga en efecto un contradictori válido y de consideración. Todo lo cual no ocurrirá con las aguas tibias en las que se baña casi toda la dirigencia polista.
En suma, el PDA que conocemos carece de autonomía tanto política, como social y financiera, y ha sonado la hora de nona, para que la luz de esperanza que ha alimentado no sucumba, en primer lugar, en la ciudad capital, en la gobernación de Nariño, y por supuesto en aquellos lugares donde ha conseguido una representación.

Para avanzar en esa dirección es requisito indispensable ajustar cuentas con el clientelismo de todos los pelambres y hacer una clara convocatoria contra la guerra interna, y un claro compromiso con la democracia radical, y los programas de integración regional alternativos, que para el caso son dos, principalmente, uno liderado por Chávez, y otro por Lula. Y claro, una postura decidida frente a la crisis global del capitalismo, que pasa por poner en su lugar el discurso y los hechos que viene liderando el presidente Obama; a la vez que tomar una clara posición crítica frente a la bancarrota europea de la socialdemocracia adherida al capitalismo y su agenciamiento sin atenuantes.

Hoy, pues, militantes del Polo, y ciudadanos, se juega algo más que escoger, entre clientelismo y democracia. Está de por medio, un devenir diferente para los grupos y clases subalternas empobrecidos más y más, y sometidos a un autoritarismo asfixiante en todos los órdenes.

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