domingo, 20 de diciembre de 2009

SCHMITT: HAMLET O HÉCUBA, COLOMBIA Y/O VENEZUELA

Apreciado Oscar, excelente la referencia al trabajo literario de Carl Schmitt, Hamlet o Hécuba, y la entrevista que lo introduce como anuncio de la revista Telos, una oportunidad para volver sobre las lúcidas, eruditas y pertinentes reflexiones de este autor de prosapia católica y conservadora, cuyo estilete analítico dejó en materia jurídica y política contribuciones imborrables. De manera particular, y como asunto de interés nacional actual sus reflexiones acerca de la dictadura comisarial y soberana, y, por supuesto, el tópico de la soberanía, que en estas épocas marcadas por la globalización capitalista adquieren tanta trascendencia.

Así parece inducirlo el contenido de El Tiempo de este domingo, que registra dos entrevistas, una a Germán Vargas Lleras y otra a Miguel Silva Luján, el gerente de la guerra en Colombia. Al mismo tiempo, el periódico trae un foto de antología en la cual aparecen el actual gobernador de Nariño, en compañía del embajador Brownfield en las vecindades con Ecuador. No será extraño que dentro de poco se repita la visita del diplomático texano a la gobernación de la Guajira. Es una pésima prognosis para el raquitismo crónica de la prometida democracia colombiana a pocos meses de unas elecciones cruciales, que nos ponen a escoger entre guerra y democracia.

Pero, claro, volviendo al intercambio entre David Pan y Nicole Burgoyne, en relación al estudio literario de Schmitt, al final de este diálogo aparece una consideración trágica para la Alemania de posguerra, cuando ésta dejó su soberanía al arbitrario de los Estados Unidos, luego de la derrota del nazismo. Hoy, en las condiciones de Colombia, tenemos una situación igualmente trágica con el episodio de las bases militares, aéreas y navales cedidas a Estados Unidos, el hegemon imperial en la región. Y, claro, el libro de Schmitt fue escrito, como se recuerda en 1956. Después de 53 años estamos en las mismas, en condiciones peores.

Entre nosotros, ahora, el pretexto es interno y externo: la guerra "negada" contra las guerrillas, y los supuestos vientos de guerra que soplan desde Venezuela contra Colombia. Todo lo cual puede devenir en una operación comando punitiva, de factura norteamericana, lo que tiene que ver con la nueva doctrina militar impuesta en los tiempos iniciales del Plan Colombia, contra las guerrillas colombianas supuestamente acantonadas o "refugiadas" bajo el cobijo de la República Bolivariana.

Repitiendo un episodio como el que ocurriera del otro lado de la frontera con Ecuador, en Angostura, ironizando la epopeya independientista de Simón Bolívar; una acción que según el informe ya rendido por la Comisión de la verdad prueba la asistencia de los estadounidense en lo que fuera la base militar de Manta, apoyando técnicamente el bombardeo y la incursión física de comandos en el campamento de Raúl Reyes, cuando allí dormían éste y 24 personas más. Una de las dos operaciones que "inmortalizaron" junto con la operación Jaque al candidato Santos, que ya se dispuso a reemplazar las aspiraciones presidenciales del actual jefe del Estado y las Fuerzas Armadas de Colombia.

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