domingo, 30 de mayo de 2010

A LAS PUERTAS DE LA PRIMERA VUELTA

Miguel Angel Herrera Zgaib

Grupo Presidencialismo y Participación

¿Por quién votar?

La clave para los candidatos en los debates de televisión que quedan, no será tanto acertar, sino no equivocarse. Mauricio Vargas, en: La suerte está echada, El Tiempo, mayo 23 de 2010, p: 1-4

Las cuentas están claras y el chocolate espeso para los posibles 16 millones de electores que saldrán de sus hogares a resolver la incertidumbre del ejercicio electoral. En las últimas dos encuestas Juan Manuel aventaja a Antanas en la primera vuelta, mientras que éste hace la propio en la segunda. Pero los márgenes de error consagran la incertidumbre en cuanto al posible ganador, es decir, un rango de 3 puntos atrás o delante de cualquiera de los rivales. A lo cual se suma el contingente de los indecisos que se mantiene “vivito y coleando”.

No hay duda que con esos márgenes de votación en los punteros, los demás conservadores, liberales, cambio radical y polo, partidos con más de cinco años de existencia, al sumar el 20 porciento o más de la intención del voto son definitivos junto a la inclinación final de los primi-votantes. Este último grupo estudiosos como Ronald Ingelhart lo ubican en la cultura posmaterialista. Unos y otros son la masa crítica de 6 millones de votantes, a la que se agregará en la segunda vuelta el millón de votos que controlan el PIN y el Mira.

Sin embargo, los partidistas tradicionales no tienen suficiente control sobre sus votantes. Este es mayor dependiendo del tiempo de existencia partidista. Así las cosas, lo que digan los jerarcas liberales y conservadores no evitará la migración espontánea de su militancia. Ellos se decidirán en la primera vuelta por el voto útil, y en la segunda por el voto inteligente, esto es, conforme a lo que perciben como la defensa de sus intereses y creencias, con la disposición de presionar más allá de los resultados electorales definitivos.

A propósito del voto útil se trata es de obtener cuando menos el 4 porciento de los votos depositados en la primera vuelta. Porque de no lograrlo cada partido deberá reintegrar el anticipo ya recibido. Es una deuda que pesará para su pago, en la cabeza de sus militantes, y de los congresistas electos por ellos, amarrados unos por la ley de bancadas, y otros por la fidelidad a sus filiaciones respectivas.

Por último está la categoría del voto eficaz, que no está subordinado a ganar o perder la elección presidencial exclusivamente, sino a lograr un reconocimiento efectivo después que sepamos quién sea el elegido. Aquí se pondrá en práctica la dinámica de los jugadores con veto, que los definen, en primera instancia, las normas constitucionales. Tal es el caso de las ramas del poder público, pero también lo es la ciudadanía cuando obra en función constituyente, o mediada por la representación congresional. Y ya veremos cómo este voto eficaz puede hacerse valer en el presente ciclo electoral.[1]



[1] Consultar Tsebelis, George. Jugadores con Veto. FCE, México, 2006.

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