domingo, 3 de octubre de 2010

ANTECEDENTES Y DEBATE SOBRE EL TRÁNSITO DE LA SEGURIDAD A LA PROSPERIDAD DEMOCRÁTICA.

A raíz de la muerte en combate del comandante guerrillero, Víctor Julio Suárez, conocido como el Mono Jojoy, el presidente Juan Manuel Santos potencia, busca anclar en el imaginario ciudadano su lema de la prosperidad para reemplazar el de la seguridad como prioritario en su programa de gobierno. Aquí reeditamos una reflexión del profesor Juan Carlos García Lozano, el primero de dos artículos divulgado en El Tiempo.com, durante el segundo semestre de 2010. El profesor García Lozano es miembro activo del grupo Presidencialismo y Participación desde los comienzos de este colectivo dedicado a los temas de la participación y la representación política en perspectiva comparada. N de la R.


LA PRIMERA DÉCADA DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA

Juan Carlos García*

El 10 de abril de 1998 el diario conservador The Washington Post publicaba un informe de Douglas Farah, “Colombian rebels seen winning war; U.S. study finds Army inept, ill-equiped”. En él la prueba argumental fue un documento de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos (DIA), el cual afirmaba que en el 2003 la guerrilla de las Farc derrotaría a las fuerzas de seguridad del Estado colombiano.

La ofensiva guerrillera era cierta: desde 1993 había cambiado la relación de fuerzas del ajedrez militar y analistas como Eduardo Pizarro o Alfredo Rangel hablaban de “empate militar negativo” y tránsito a la guerra de posiciones. La guerrilla, se decía, llegaría a 30 mil integrantes: las derrotas del Ejército y de la Policía en Patascoy, El Billar, Puérres, Las Delicias y 15 más así lo confirmaban. Las Farc se concentraban, golpeaban, se dispersaban, y con esa táctica de bloque estaban ganado la guerra del sur.

Las negociaciones de paz entre el gobierno del Presidente conservador Andrés Pastrana y las Farc se iniciaron justamente ese final de año con la desmilitarización de 42 mil kilómetros cuadrados al sur del país, lo cual revelaba que la guerrilla seguía ganando terreno en la posible guerra de posiciones y que la negociación era una forma de ganar tiempo para la guerra total contra las Farc a la espera de la reingeniería de las FF.AA, a las que EE.UU calificaba de “ineptas”.

Entonces el Ejército afirmaba que las Farc contaban con 16 mil guerrilleros; el dato lo reveló la prensa el 7 de enero de 1999 cuando se instaló formalmente la mesa de diálogo. Durante 40 meses los infructuosos diálogos de paz no llegaron a ningún acuerdo para la desmovilización de la guerrilla, el cese del fuego y de hostilidades, así como reformas sociales, económicas y políticas al interior del Estado o Asamblea Nacional Constituyente, de la que también se habló.

Antes, el 1o. de noviembre de 1998, las Farc con 1.500 guerrilleros se tomaron Mitú con la operación Marquetalia. Luego de 3 días, las FF.AA recuperaron la capital del Vaupés tras la mayor batalla de la historia. Ello dio comienzo, dicen los analistas, a la guerra aérea contra la guerrilla móvil que por primera vez ejercía una guerra de posiciones y, según informaciones oficiales, salió estruendosamente derrotada, empezando su declive estratégico. Los análisis de Alfredo Rangel, Eduardo Pizarro, Francisco Leal Buitrago y Álvaro Valencia Tovar así lo afirmaron en sendos libros.

Sin embargo, cuando el Presidente Andrés Pastrana canceló el proceso de paz y las FF.AA retomaron la zona de El Caguán el 20 de febrero de 2002; desplegaron con la ayuda del Plan Colombia una guerra de posiciones aérea para el aniquilamiento de las Farc y su secretariado. Para entonces el comando de las FF.AA sabía que se enfrentaba a un enemigo que no fue derrotado en el campo de batalla durante el proceso de paz, como pensaban los analistas citados, que ya no tenía 16 mil integrantes como en 1998, sino 30 mil guerrilleros. Las Farc crecían en la guerra.

El entonces Comandante de las FF.AA, General Fernando Tapias, conceptuó el crecimiento exponencial de las Farc: “Hay que entender que son un “ejército”. Estamos hablando de cerca de treinta mil hombres armados, y si les agregamos los sistemas de logística, estamos frente a una realidad innegable” (Cecilia Orozco, ¿Y ahora qué? El futuro de la guerra y la paz en Colombia, 2002, pp. 48-49).

La retoma de El Caguán, con la cual se materializó la política de contención y reducción de las Farc, buscó aniquilar la pretendida guerra de posiciones de la guerrilla. Por eso la operación se llamó Tanatos, el dios de la muerte. El 20 de febrero de 2002 procede pues una nueva relación de fuerzas en la guerra aérea; relación que no ha variado aún, pero cuyo primer ciclo se cerró con el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).

Dicha guerra aérea comandada por la Fuerza Aérea Colombiana se preparó a instancias del Plan Colombia aprobado en el Congreso de los EE.UU en el año 2000, y con ella se dio impulso a la nueva ofensiva de las FF.AA contra las Farc. Rodrigo Lloreda Caicedo, al que el comandante del Ejército de entonces, General Jorge Enrique Mora Rangel saludó en 1999, luego de su renuncia intempestiva, como “el mejor Ministro de Defensa que hemos tenido en la historia”, tiene la responsabilidad de haberle dado a las FF.AA un cambio ideológico y militar en su lucha contra la guerrilla.

De él provino la reingeniería institucional, la movilidad operacional, la unidad de mando, el crecimiento de las FF.AA, la cooperación militar con los EE.UU, la guerra aérea, el cambio tecnológico y de comunicaciones en las FF.MM y de Policía. Esa política se ha llamado con los años seguridad democrática; la misma nace con el Plan Colombia, en el año 2000 y es pensada por Lloreda Caicedo, su arquitecto.

Ese “ejército”, si seguimos al General Fernando Tapias en su caracterización de las Farc, para el 2002 ha probado que no puede pasar a la guerra de posiciones pues no tiene fuego antiaéreo. La lógica de la misma hace que vuelvan a la guerra de guerrillas, dispersadas en pequeños grupos para contrarrestar la guerra aérea de las FF.AA con el Plan Colombia. Antioquia fue el departamento colombiano más golpeado por la ofensiva de las Farc durante el proceso de paz, y de allí va a salir la respuesta a la amenaza guerrillera.

La victoria del disidente liberal Álvaro Uribe, ex gobernador y hacendado antioqueño, fue la derrota de Andrés Pastrana y sus aliados. Él no pudo detener el crecimiento militar de las Farc, ni menos derrotarlas en el campo de batalla. Uribe llegó a la Presidencia con la tarea de derrotar a las guerrillas y destruir el secretariado en corto tiempo. O cuando menos cambiarle la lógica de crecimiento militar y territorial, obligándolas a rendirse a la mayor brevedad, con la ofensiva militar más poderosa de toda la historia auspiciada por la Casa Blanca.

Con Álvaro Uribe como Presidente (2002-2010) se ha cerrado el primer ciclo de la guerra aérea. En este periodo las Farc cambiaron su forma de operar pasando a la guerra de movimientos (guerra de guerrillas) y dejando atrás la guerra de posiciones (guerra de ejércitos). Las FF.AA, a su vez, se prepararon para una guerra de posiciones con el Plan Colombia, guerra que nunca existió pues las grandes batallas de 500, 1.000 o más guerrilleros dados de baja nunca se vieron.

El ex Comandante de las FF.AA, Manuel José Bonett Locarno durante el gobierno Pastrana hablaba de “la madre de todas las batallas”. La que se presentaría contra el secretariado en los departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare, donde se escenificó el Plan Patriota. No obstante la ofensiva histórica de las FF.AA, la guerrilla de las Farc se dispersó, se disgregó, se volvió móvil y su organización se articuló a partir de las escuadras, grupos de 12 integrantes operando con francotiradores y campos minados. Su comandante histórico, Jacobo Arenas, en su momento proyectó el ciclo del repliegue así: “la guerrilla entre más grande más irregular”.

El General Freddy Padilla de León, ex Comandante de las FF.AA, registró por primera vez lo que ha sido la seguridad democrática para la guerrilla: “Las Farc están replegadas a lo más profundo de la selva” (El Espectador, julio 18 de 2010). La afirmación probaría que las Farc no fueron derrotadas por la guerra de posiciones de las FF.AA, logrando salvarse en sus territorios estratégicos y de retaguardia. A su vez, el repliegue mostraría que el grueso de sus integrantes, frentes, compañías y columnas móviles, pese a la derrota táctica de movilidad por la ofensiva militar y los golpes recibidos por la aviación y los helicópteros del Ejército, cambiaron su forma de operar a pequeños números.

Las Farc, adaptándose, desdoblándose en nuevos frentes, retrocediendo o avanzando, se mantiene a la espera de nuevas condiciones en la selva para iniciar el segundo ciclo: la negociación política con el Presidente Santos.

*Profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Grupo de investigación Presidencialismo y Participación. jcgarcialo@unal.edu.co

*Síntesis de la tesis de Magister “Genealogía de la seguridad democrática 1998-2002”

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