sábado, 29 de enero de 2011

SÍ, BOGOTÁ NO ES EL CAIRO. PERO, ¡ QUÉ FALTA NOS HACE QUE LO SEA !

Miguel Angel Herrera Zgaib

miguel.herrera@transpolitica.org

La cosa está que arde, en Egipto. Y Mubarak responde diciendo que cambiará su gobierno, cuando la protesta identifica al presidente como el peor de los males, y señala que es él quien tiene que dimitir. Se enfrenta la verdadera excepcionalidad, la de los de abajo, en la calle, movilizados contra el toque de queda.

Y se incendian los cuarteles de policía en Suez y El Cairo por las multitudes en lucha consciente, y desde afuera, la administración Obama, cuyo gobierno ha apoyado 30 años de dictadura le canta la tabla al autócrata, anunciándole que le bajará la cuota de ayuda militar, que es superior a los mil millones de dólares anuales.

Soñando Colombia

De pronto me sentí en Colombia, pero, "curioso", lo que nos falta, nos faltaba eran las multitudes en la calle, antes y ahora. Y resulta que, más curioso aún, quien habla en público de democracia es el recién salido presidente, quien quiere adelantarse al temblor democrático que también recorre a Colombia.

Tenemos a la vista tres sensores, frente a tres censuras: los obreros del Cerrejón a punto de estallar la huelga frente a la voracidad de los explotadores de la minería en gran escala, mientras se cuentan 21 (32) obreros más sacrificados por el estallido del grisú en los socavones; los indígenas del Cauca insisten en que sigue el conteo letal de los "falsos positivos", mientras militares se fugan de las cárceles de alta seguridad, sin que el ministro de defensa se entere; y en la "pacificada" pero miserable Antioquia rural, el campesinado, con o sin el concurso de las guerrillas, se moviliza y concentra en Acandí para mostrarnos a todos su miseria real, después que la han gobernado, un liberal y un conservador, Alvaro Uribe y Alfredo Ramos.

Subalternidad e Imperio en la disputa

Como si fuera poco, los pequeños y medianos transportadores, quienes garantizan la movilidad de las mercancías, del trabajo cristalizado de la nación, se levantan contra los fletes, otra forma de "fleteo" vulgar. Claro, Bogotá, no es aun El Cairo, porque la gente, nosotros, no estamos en la calle, añadiéndole fuerza a la revolución democrática que ponga en su sitio a todos los corruptos en una operación de verdad pública, que sancione de forma ejemplar a una burocracia ladrona e ineficaz que se expresa con descaro en todas las ramas del poder público.

Lo ha advertido, desde afuera, el guardián imperial de Israel y Egipto, a través de una vocera que no es de poca monta, Hillary Clinton, la secretaria de Estado, restregando en la cara de los barones del capital, que todavía no habrá TLC, un placebo que obra en nuestras clases medias como una especie de "LSD", obnubilando conciencias. Mientras tanto, Barack Obama se pasea por el vecindario, y deja a los Ángeles y Santos de la tercera vía mirando un chispero.

Entre Mafuz y Santos

Ya no está Mafuz en Egipto, hurgando en la miseria de la tierra de los faraones. En cambio está Mohamed El Baradei, experto en explosiones atómicas, quien habla de democracia para la tierra de Moisés. Cuando la zarza está ardiendo, él aspira a suceder al penúltimo autócrata, después que colaborara a "la chita callando" con el desastre de Iraq. No tenemos en Colombia a un escritor que nos hable de nuestros subalternos, los pobres y miserables de Colombia hoy, que son millones, a la manera de Mafuz. Y se nos habla de prosperidad cuando la economía de los muchos, inundada de los pies a la cabeza, nos muestra que la verdad es otra. Y no se ve por ninguna parte el milagro de "la tercera vía".

En lugar del Nilo y su represa de Assuan, aqui tenemos un Magdalena desbordado, cuyos destrozos recurrentes alimentan a los patronos que se lucran de la miseria de sus "clientelas" que viven en sus riberas y ciénagas. Es el tiempo y la hora de desecar el pántano de la política, y apenas hay dos gobernadores que después de los llamados de urgencia de presidencia y procuraduría hayan dispuesto ejecutar los auxilios de rescate urgente a los más de dos millones de nuevos desplazados. Sí, Colombia, no es Egipto, pero qué falta nos hace seguir su ejemplo y el de Túnez, más temprano que tarde. Bogotá como Praga necesitan de la primavera !!!

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