3. La Educación y la igualdad de oportunidades
Néstor Hernando Parra
Canadá es uno de los países mejor clasificados en virtud de la cobertura universal y la calidad de su educación en todos sus niveles. Ese es un logro indiscutible del estado del bienestar que allí ha venido imperando desde mediados del siglo pasado. Es decir, como uno de los derechos primarios del ser humano.
Sea esta la oportunidad para comentar que los estudios elementales, los de primaria, tienen además de los objetivos de introducir al alumno al lenguaje de la comunicación y al de la expresión matemática, así como a la concepción científica, el de educar en valores, no mediante una o varias asignaturas, sino como elemento transversal en el plan de estudios, pues tienen que ver con la vida real en cuanto normas y formas de comportamiento social. Valores, comenzando por el de la tolerancia, el reconocimiento del “otro”, que caracterizan a una sociedad multicultural, multicolor, civilizada como la canadiense.
La otra característica, lo digo también por experiencia personal y familiar, es la de que se hace educación experimental, generalmente en conjunto con sistemas educativos de otros países. Ese fue el caso de la enseñanza de la matemática a finales del siglo pasado. Esto quiere decir que la metodología es parte esencial del sistema, que sus cambios no se hacen por decreto, sino que son fruto de experimentación –método científico- y que son extendidos en su aplicación solo después de las respectivas convalidaciones.
Y, finalmente, en cuanto al papel que juega le educación en el juego social de oportunidades en forma igualitaria, equitativa, justa, es bien conocido que a más y mejor educación mayores posibilidades de participar en la vida colectiva y de satisfacer tanto sus necesidades fundamentales –garantizadas por el sistema- cuanto sus deseos de realización personal. Lo que quiero destacar es que al tener un mínimo vital garantizado por el estado del bienestar para todos los ciudadanos de un país, como sucede en Canadá, las “reglas” que gobiernan la competencia abierta en un sistema de producción capitalista, resultan menos injustas que allí donde la educación es un privilegio y no un derecho fundamental debidamente asumido por el Estado y por la Sociedad.
Sobre este tema abunda literatura especializada que bien conoce el académico amigo que ha introducido la cuestión. Debo agregar que la educación superior, debidamente diversificada en cuanto a su acceso y ascenso en ella, integrada con la investigación científica, incluida la social, la humanística y la filosófica, y con una rigurosa formación académica del profesorado -no improvisado como sigue sucediendo en gran parte en los países en vías de desarrollo-, ha sido factor determinante en los logros de su sistema productivo y en los avances al servicio de la humanidad.
Y a manera de pousse-café, comentar que es lamentable tener que confirmar que la tendencia conservadora se acelera. El caso más lamentable es el de la CBS, la cadena de televisión que, como bien la califica un amigo e inteligente observador y analista, ha sido un factor de cohesión, de comunicación, de integración nacional, será privatizada. Y que la inversión china por vías visibles y por otras no fácilmente detectables, está aumentando su participación en el control de importantes empresas canadienses. Sin dejar de mencionar que el nuevo giro de la crisis económica internacional en las dos últimas semanas ha afectado bruscamente el precio de materias primas minerales y el petróleo que tienen un importante peso en el PIB y en la Balanza Comercial de Canadá. Esto se ha reflejado en la cotización del dólar canadiense, que antes estaba por encima del americano y ahora la situación es inversa. Todo lo cual está repercutiendo en la reducción de empleo, aunque las estadísticas aún no lo registran, y en el renacimiento de la cautela.
Mientras tanto, “Canadá es el país que tiene la mejor reputación en el mundo, según una encuesta americana, aplicada a 42.000 personas, sobre la imagen de 50 países” según lo divulga Radio Canadá en un despacho noticioso de la semana pasada. Tal investigación mide “confianza, estima, admiración y los buenos sentimientos del público” agrega. El segundo es Suecia, seguido por Australia, Suiza y Nueva Zelandia, países todos con sistemas en los que el ser humano y la naturaleza cuentan como valores colectivos de primer orden. Ojalá los políticos que hoy tienen la responsabilidad de conducir a esa nación nórdica americana respeten y estimulen los avances civilizatorios alcanzados durante el proceso de conformación de la nacionalidad canadiense.
Valencia, octubre 3 de 2011
Sea esta la oportunidad para comentar que los estudios elementales, los de primaria, tienen además de los objetivos de introducir al alumno al lenguaje de la comunicación y al de la expresión matemática, así como a la concepción científica, el de educar en valores, no mediante una o varias asignaturas, sino como elemento transversal en el plan de estudios, pues tienen que ver con la vida real en cuanto normas y formas de comportamiento social. Valores, comenzando por el de la tolerancia, el reconocimiento del “otro”, que caracterizan a una sociedad multicultural, multicolor, civilizada como la canadiense.
La otra característica, lo digo también por experiencia personal y familiar, es la de que se hace educación experimental, generalmente en conjunto con sistemas educativos de otros países. Ese fue el caso de la enseñanza de la matemática a finales del siglo pasado. Esto quiere decir que la metodología es parte esencial del sistema, que sus cambios no se hacen por decreto, sino que son fruto de experimentación –método científico- y que son extendidos en su aplicación solo después de las respectivas convalidaciones.
Y, finalmente, en cuanto al papel que juega le educación en el juego social de oportunidades en forma igualitaria, equitativa, justa, es bien conocido que a más y mejor educación mayores posibilidades de participar en la vida colectiva y de satisfacer tanto sus necesidades fundamentales –garantizadas por el sistema- cuanto sus deseos de realización personal. Lo que quiero destacar es que al tener un mínimo vital garantizado por el estado del bienestar para todos los ciudadanos de un país, como sucede en Canadá, las “reglas” que gobiernan la competencia abierta en un sistema de producción capitalista, resultan menos injustas que allí donde la educación es un privilegio y no un derecho fundamental debidamente asumido por el Estado y por la Sociedad.
Sobre este tema abunda literatura especializada que bien conoce el académico amigo que ha introducido la cuestión. Debo agregar que la educación superior, debidamente diversificada en cuanto a su acceso y ascenso en ella, integrada con la investigación científica, incluida la social, la humanística y la filosófica, y con una rigurosa formación académica del profesorado -no improvisado como sigue sucediendo en gran parte en los países en vías de desarrollo-, ha sido factor determinante en los logros de su sistema productivo y en los avances al servicio de la humanidad.
Y a manera de pousse-café, comentar que es lamentable tener que confirmar que la tendencia conservadora se acelera. El caso más lamentable es el de la CBS, la cadena de televisión que, como bien la califica un amigo e inteligente observador y analista, ha sido un factor de cohesión, de comunicación, de integración nacional, será privatizada. Y que la inversión china por vías visibles y por otras no fácilmente detectables, está aumentando su participación en el control de importantes empresas canadienses. Sin dejar de mencionar que el nuevo giro de la crisis económica internacional en las dos últimas semanas ha afectado bruscamente el precio de materias primas minerales y el petróleo que tienen un importante peso en el PIB y en la Balanza Comercial de Canadá. Esto se ha reflejado en la cotización del dólar canadiense, que antes estaba por encima del americano y ahora la situación es inversa. Todo lo cual está repercutiendo en la reducción de empleo, aunque las estadísticas aún no lo registran, y en el renacimiento de la cautela.
Mientras tanto, “Canadá es el país que tiene la mejor reputación en el mundo, según una encuesta americana, aplicada a 42.000 personas, sobre la imagen de 50 países” según lo divulga Radio Canadá en un despacho noticioso de la semana pasada. Tal investigación mide “confianza, estima, admiración y los buenos sentimientos del público” agrega. El segundo es Suecia, seguido por Australia, Suiza y Nueva Zelandia, países todos con sistemas en los que el ser humano y la naturaleza cuentan como valores colectivos de primer orden. Ojalá los políticos que hoy tienen la responsabilidad de conducir a esa nación nórdica americana respeten y estimulen los avances civilizatorios alcanzados durante el proceso de conformación de la nacionalidad canadiense.
Valencia, octubre 3 de 2011
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