miércoles, 28 de diciembre de 2011

ESCRITURAS DESDE EL SUR Y PARA EL SUR

El profesor investigador, Juan Carlos García Lozano, joven estudioso de los temas de la seguridad y la guerra, nos remite esta nota donde pone en comparación los textos de Timochenko y el Gral (r) Valencia Tovar, dos guerreros que también escriben, para llamar la atención sobre las novedades que trae la muerte/asesinato de Alfonso Cano, dicen otros escépticos, incluida la duda metódica de Piedad Córdoba, y que además empatan con el anuncio de otras liberaciones por parte de las Farc-ep.

Aquí quedan los documentos a la vista para comentarios y observaciones de rigor. También los invitamos a que visiten el blog seminario.internacional.gramsci, donde hay una sesuda contribución de la doctorante Ginneth Narváez, que enriquecerá el análisis sobre el actual curso de la guerra en Colombia, y qué tan lejanos estamos de una paz con alternativas. N de la R.


Me parece, como simple lector casual de este cruce de cartas, que las palabras de Timoleón Jiménez tienen argumentos históricos y políticos que el General r. Valencia no puede negar.

Lo segundo es que el escrito de Timochenko está, según mi modesta opinión, bien escrito, agrada leerlo y releerlo. Leyéndolo me doy cuenta que el nuevo comandante de las Farc es mejor escritor que Cano y que conoce más de historia universal. Y que es más irónico con sus palabras, más castizo, más ácido, en tanto polemista, en tanto crítico. Que lee más, se nota, que sabe poner el acento donde él quiere, se reconoce. Es un hombre con recorrido intelectual y cultural. Esto es muy interesante para la retórica de la guerra a la que nos han acostumbrado las Farc, cosa que veo que se rompe con el comandante Timoleón.

Parece que es un buen escritor, lo cual es mucho pues revela que ha sido un asiduo lector. Creo yo que ahí hay un cambio de estilo en las Farc: Marulanda no respondía cartas, Cano las escribía a veces muy desde el dogmatismo, pero Timoleón le da un toque distinto, como llamar "padre Camilo Torres", como las citas que hace a la historia universal, a la literatura (en anteriores escritos, a la religión), la forma misma de dirigirse es un cambio, agradable al lector, versátil que muestra destreza.

Lo otro que veo, cuarto punto, es que Timoléon escribe más frecuente que Cano, digo, hace unos días respondió sobre la marcha contra las Farc y a los siguientes días le escribe a Valencia Tovar. Es decir, él está mejor preparado por las telecomunicaciones que el mismo Cano. Es más polémico, está más preocupado por lo que digan de las Farc, por lo que se propone por parte de los voceros del establecimiento. Se nota que está al tanto de El Tiempo. Se nota que tiene más discurso que Cano y que Marulanda juntos. Eso ya es un gran cambio. Una ruptura.

Les dejo los dos escritos para que comparen: el de Valencia Tovar, pienso, no tiene estilo literario: es un discurso de sometimiento, habla el poder instituido, el poder militar. El de Timoleón tiene un sustento de polémica indiscutible: habla desde la osadía rebelde, es muy político, aquel que está dispuesto a todo como Lenin.

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Timoleón Jiménez-
Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP-

General Valencia Tovar: Lamento profundamente que la erudición histórica y política del autor de El ser guerrero del Libertador, que el camarada Jacobo Arenas valoró altamente y ordenó editar y reeditar como texto de estudio en nuestra organización revolucionaria armada, se desgaste al final de su vida en la pobreza de argumentos con los que me escribe para convidarme a la defección.

Si solicita usted al servicio de inteligencia militar la relación de los comunicados del Secretariado Nacional de las FARC en el último cuarto de siglo, encontrará fácilmente que el seudónimo que me atribuye nunca ha sido usado por mi parte. La guerra fría y su componente ideológico, La Doctrina de Seguridad Nacional, que usted tanto valora, lo dotaron de un anticomunismo tan rabioso, que mientras el Presidente Roosevelt y el primer ministro inglés Churchill recurrieron sin dudar a la Unión Soviética para poder salvar sus economías y países del totalitarismo nazi, usted la emprende contra los héroes del Ejército Rojo que hicieron posible tal hazaña.
Las FARC nos acercamos a los 48 años de lucha continua. Si eso nos convierte en caducos, qué no podría decirse de usted, que a fines de los años cincuenta ya intentaba hacer con Ciro Trujillo lo que hoy intenta conmigo. Nuestra plataforma para un nuevo gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, producida en la Octava Conferencia Nacional en 1993 y adoptada como programa de lucha del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, contiene unas propuestas de país y sociedad que usted al parecer no conoce, y que le recomiendo estudiar para hablar con alguna propiedad acerca de nuestras concepciones e ideas.

Me permito, al igual que muchos millones y millones de colombianos, dudar de su objetividad acerca de los desarrollos de la guerra interna que se libra en Colombia, así como del reconocimiento que usted hace a siniestros personajes como Álvaro Uribe o los generales que menciona. Por muchos que sean los crímenes que usted intente enrostrarnos, jamás podrán oscurecer ante el país y el mundo la horrorosa hecatombe y el desastre sangriento que ha padecido nuestro país, por obra del militarismo y el paramilitarismo que hombres como usted han patrocinado toda la vida en privado y negado en público.

No deja de sorprenderme que una insurgencia en desbandada como la que usted describe, tenga que ser combatida con un presupuesto y un ejército tan grandes, que además se aumenta en recursos y pie de fuerza cada año. Ni que un Establecimiento tan bien atornillado al poder, con tan inmenso poder mediático de dominación, se vea obligado a apelar a veteranos momificados en vida como usted, para tratar de lograr lo que no consigue con sus operaciones militares. Cuando usted ordenó ocultar el cadáver del padre Camilo Torres, ni siquiera imaginaba que 45 años después, sus émulos ocultarían del mismo modo los de otros gigantescos comandantes guerrilleros. Los generales que ahora obran como usted, no tienen la menor idea de lo que este pueblo sufrido, empobrecido y perseguido, será capaz de conseguir en un mañana.

Soy consciente, señor general en uso de cómodo retiro, de la enorme responsabilidad ante el pueblo de Colombia, ante mis hombres, mi patria y la historia que significa asumir el mando de las FARC Ejército del Pueblo. Comprenderá entonces por qué no puedo menos que sonreír con pesar ante los cantos de sirena de traición que un antiguo hombre de armas se atreve a dirigirme.

Cordialmente,
Timoleón Jiménez
Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 11 de diciembre de 2011

Tomado de: http://www.farc-ep.co/?p=949


¿Qué son hoy las Farc? ¿Cuál su futuro?
Por: Gral. Álvaro Valencia Tovar. El Tiempo
Lo que fue guerrilla ideológica se ha convertido en caterva de narcotraficantes y asesinos.
Señor Rodrigo Londoño Echeverry:

Prefiero dirigirme al joven formado para la revolución violenta en la Juventud Comunista por su nombre de pila colombiano y no por el un tanto exótico del mariscal soviético de la II Guerra Mundial, que usted adoptó como alias de combate.

Pienso que el nacionalismo bravío que el comunismo esgrimió contra el imperialismo yanqui lo aleja de ese otro esclavizante del cual se apartó cuando los mismos rusos que lo impusieron se desencantaron de su invento y con Mijaíl Gorbachov a la cabeza se sacudieron del yugo totalitario para emprender la senda de la libertad.

Recibe usted el mando supremo de un caduco órgano revolucionario que prefirió criminalizarse con el narcotráfico a preservar su rumbo político de aliento soviético, así fuese para terminar en el mismo desencanto de una propuesta que contradice la naturaleza humana con una "dictadura del proletariado" ajena a la idiosincrasia colombiana. Como también lo fue para el pueblo ruso.
Cuando usted ingresó a las Farc, halló una fuerza armada en ascenso que alcanzó su cenit a fines del siglo XX merced a las fabulosas ganancias del tráfico de estupefacientes convertido en soporte financiero del movimiento armado que había vendido su artificiosa conciencia moral por el dinero maldito de la droga, sin entender que esta perversión sería su ruina.

Una política de Estado diseñada por el presidente Álvaro Uribe Vélez con apoyo en la estrategia militar de unas Fuerzas Armadas gestoras de su propia y trascendental reforma bajo el liderazgo de los generales Jorge Mora Rangel en el Comando del Ejército y Fernando Tapias Stahelin en el de las Fuerzas Militares.
A partir del 2002, el gozne del destino, parafraseando a Winston Churchill, comenzó a girar. Se acabaron los éxitos espectaculares de Miraflores, Las Delicias, Quebrada del Billar, Mitú y Patascoy.

Comenzaron los de las Fuerzas Militares que en los dos últimos años produjeron las operaciones magistrales de 'Jaque', 'Fénix', 'Camaleón', 'Sodoma'. Se desarticuló la dirección superior de la guerra.

Penetradas las redes de comunicaciones por la Inteligencia Militar, rescatadas regiones enteras de la influencia revolucionaria, fueron cayendo uno a uno los cabecillas, el secretariado político se esfumó, el Estado Mayor militar se quedó sin oficio con la desvertebración de sus frentes y la fragmentación de las agrupaciones menores que los componían. Para rematar el desastre, el asesinato infame de los cuatro rehenes demuestra el estado de degradación moral de sus fuerzas.

Ante semejante panorama, sería insensato de su parte proseguir una lucha de supuesta reivindicación popular, cuando ante su pueblo y ante el mundo lo que fue guerrilla ideológica se ha convertido en caterva de narcotraficantes y asesinos.

Le quedan dos caminos, que en su condición de nuevo jefe supremo puede escoger antes de que la criminalización lo comprometa irremediablemente: persistir con terquedad comunista en el camino hacia la desintegración total, o acogerse a la oportunidad única que el gobierno del presidente Santos, ejecutor de la brillante línea político-militar de su antecesor, le brinda y pasar a la historia como el hombre que puso un final digno a la guerra fratricida emprendida por las Farc.

Llegar a la cabeza de los despojos agónicos de lo que fue y dejó de ser implica enorme responsabilidad ante su pueblo, sus hombres, su patria, la historia.

Su destino, Rodrigo, es prolongar la hilera de tumbas que sus predecesores abrieron con irresponsable obcecación, o recibir el reconocimiento de sus compatriotas y sus propios combatientes por cerrar el capítulo macabro de sangre y horror.

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