domingo, 27 de febrero de 2011

Aquí tienen una entrevista a un intelectual y entusiasta de la política , el profesor e investigador peruano Guillermo Rochabrún, quien inició su formación crítica, y marxista en las ciencias sociales en sus estudios de pregrado en la Universidad Católica de Lima, como lo recuerda en esta entrevista.

Igualmente, Guillermo hace mención a la figura cultural e histórica de José María Arguedas, el novelista de Los ríos profundos, Todas las Sangres, Yawar Fiesta, El zorro de arriba, y el zorro de abajo, de quien se celebrán 40 años de su desaparición "voluntaria".

También él habla de la política de su país, y lo que pueda representar o no, el triunfo de Susana Villarán en la alcaldía de Lima, y, por último, quién podrá ganar la presidencia en las próximas elecciones. Esta entrevista es una contribución del colectivo de comunicación Ideleclick, que gentilmente la ha compartido con nosotros. N de la R.

Guillermo Rochabrún: “El político ganador es el que menos político parece”

“Mucho del ecologismo se vuelve un corsé y ya no se sabe dónde poner el límite.”

Detesta lo políticamente correcto, no cree en la multiculturalidad. Este profesor universitario que está a punto de jubilarse es uno de los académicos que más conoce de marxismo en Latinoamérica y es el experto en el Perú. No recuerda cuántas veces ha releído El capital. La coyuntura electoral no lo hace sucumbir a la presión mediática, y sin embargo sus análisis políticos son híper lúcidos y agudos.

–Hasta hace poco tiempo se hablaba de grandes modelos, y ahora parecen no existir.
–Creo que el escepticismo, la distancia frente al modelo neoliberal, se ha ampliado, aunque a la vez no hay nada equivalente como alternativa general. Ahí tenemos a un Vargas Llosa que ya es más cauto. La crisis de hace tres años provocó un mayor desapego, Por otro lado, en una línea contraria en la práctica, hay un paradigma ecologista que va desde las combinaciones de cómo llevar una vida saludable hasta la huella ecológica que cada uno deja, el cambio climático, las especies en extinción, el problema del agua.

Si alguien levanta el tema ecológico nadie se reirá, y las transnacionales van a inclinar la cabeza ante ese discurso. Lo que ocurre es que nada de eso tiene carácter de ideología; es decir, ideas que consigan capturar de manera militante la conciencia de la gente.Pero ahora No tiene traducción política.

–Ha habido un cambio, porque antes estos valores se relacionaban con la izquierda y la derecha no entraba en eso. Ahora todo el mundo lo hace. ¿Esto le parece un avance, o extrañaría que hubiera en la política voces cuestionadoras?
–Yo no creo en el consenso radical, que viene a ser algo así como un terrorismo benigno. Lo que se entiende como políticamente correcto se ha vuelto muy rigido. Por ejemplo, hay muchas cosas de los ecologismos que son un corsé, porque ya no se sabe dónde poner el límite. Si me voy de excursión a la playa, ¿qué daño ecológico estoy haciendo?

–¿Se impone lo políticamente correcto, o hay intereses económicos detrás?
–El capitalismo se adapta a todo. Las empresas pueden adecuarse a las demandas ecologistas y hacer negocio con las tecnologías sostenibles. Pero lo importante es que el negocio no tergiverse el fondo del asunto. Por ejemplo, el caso de la gasolina sin plomo: había grupos ecologistas que decían que el procedimiento para sacar el plomo de la gasolina era mucho más contaminante.

–¿Cuáles han sido los cambios más importantes en el país en las últimas décadas?
–Por lo que he escuchado y por estudios muy prolijos, yo diría que están en los patrones de desigualdad. Ahora es una desigualdad más desconcentrada. La descentralización, las políticas neoliberales frente a la agricultura, llevan a que haya bolsones de crecimiento en algunas zonas del país y a que a escala local se reproduzcan los bolsones de desigualdad; ya no es Lima versus el resto del país. Un gran problema son los bolsones de población indígena que sigue hablando idiomas originarios, está al margen del Estado y es más difícil de incorporar que antes, porque ya no existe el gran proceso migratorio de los años 1950.

–¿Y la clase política está cada vez más desvinculada de este problema?
–Desde los años 1980, la política se ha hecho profundamente ineficiente para responder a las demandas nacionales; la composición social de la gente la convierte en muy difícil de representar. La población demanda del Estado soluciones pragmáticas, no soluciones políticas. Y los políticos son incapaces de conectarse con esa población; por otra parte ellos ni siquiera tienen ideología. Estamos ante diferentes esferas que no tienen cómo conectarse.

Miremos este asunto de la multiculturalidad, en la que yo no creo para nada: ¿Dónde están las organizaciones de carácter cultural que tienen una expresión política o que prefiguran una suerte de proyecto nacional? Tenemos una serie de reivindicaciones más o menos inventadas, intereses muy sectoriales; pero no hay desde abajo un núcleo social que pueda expresarse políticamente y dar lugar a nuevas organizaciones políticas.

–Por ejemplo, muchos piensan que con Bagua ha surgido un movimiento político fuerte.


–O con la victoria de Susana Villarán, cuando ha sido la cosa más accidentada. ¡No ganó ninguna alcaldía distrital, y con qué porcentaje terminaron sus candidatos en esos distritos! Entonces, qué es Fuerza Social al margen de las simpatías personales de cada uno.

–Antes había partidos que tenían un electorado fiel.


–Teníamos electorados cautivos. En la costa norte votaban por el APRA, la clase media limeña votaba por partidos de centro o derecha, el sur era más de izquierda: había una lista de partidos y un mapa más o menos definido. Para el año 1990, la votación por el APRA bajó a un 15% con Alva Castro: su electorado cautivo se le había ido. El asunto empezó a nivel municipal con Belmont y luego se proyectó a nivel nacional con Fujimori. Y en adelante fue claro que cada elector comenzó a votar con criterio pragmático.

Yo insistiría en qué está en juego para el elector. Siento que hay una atomización. Cada elector es un caso diferente. Los sectores sociales aparecen como irrepresentables porque tienen intereses muy diversos y dispersos; cada uno está encapsulado en su propio universo.

–¿Keiko o Castañeda representan algún proyecto?


–El único que yo diría que tiene cierta cara de proyecto orgánico es PPK, porque está en relación con este neoliberalismo tácito frente al cual no hay alternativa comparable, y posiblemente no la vaya a tener. ¿Pero la gente se identifica con ese proyecto? No. Supongamos que gane: sería porque tuvo más votos congregando a electores a título individual, pero nada más.

En los años 80, el electorado viraba de un partido a otro y no buscaba outsiders; ahora ningún partido puede darse el lujo de tener un candidato que no sea outsider, que no tenga el rostro de yo no soy político. El político ganador es el que menos político parece. La excepción fue Alan García por el pánico que desató Humala.

–Esta despolitización de la política se da en todos los niveles, incluido el de los empresarios. ¿Por qué?
–Yo diría que por el peso de lo transnacional. Los organismos y los capitales transnacionales hacen que los gobiernos bailen la música que les ponen desde afuera, y no hay respuesta interna. Los empresarios se escalonan y se fragmentan según sus posibilidades de incorporarse a ese proyecto tecnocrático, apolítico, desideologizado.

–¿Son los efectos de la globalización?
–No quisiera usar ese término, porque nos remite a una idea de unidad u homogeneidad, mientras que acá produce una fragmentación interna.

–Pero, por otro lado, ese mismo sector ahora tiene un discurso de país integrado, “de todas las sangres”, “país mestizo”, con una identidad que se forja a través de la gastronomía y Machu Picchu.
–¡Ugggg! Arguedas tiene un artículo extraordinario, escrito a principios de los años 60, que se llama “El monstruoso contrasentido”. Se refiere a que se comienza a admirar una serie de manifestaciones de la cultura indígena: artesanía, música, bailes que antes se rechazaban en ciertos círculos. Decía: “Se admiten y se reconocen los productos pero se sigue despreciando a los productores”. Ahora podemos enorgullecernos de la gastronomía y hacer innovaciones como lo novoandino, pero ¿cuál es la vinculación con los productores?

Lo que tenemos es este discurso de la interculturalidad pero que funciona como un saludo a la bandera; no tiene repercusión social, política. Pareció que las cosas habían cambiado con el pánico hacia Humala. Por un buen tiempo un sector de la clase empresarial tuvo un discurso tipo: “Hemos vivido de espaldas al país y nos damos cuenta de que estamos desvinculados de él, y de que en una elección podrían voltearnos la tortilla”. Cómo se pasa de ese discurso que puede estar en la conciencia y en la mala conciencia de mucha gente a un proyecto político en positivo.

–¿Qué tipo de amenaza representaba Humala? Porque los que no querían que llegue al poder fueron justamente los que avalaron el régimen de Fujimori?


–Un libro de Eduardo Dargent que se llama Demócratas precarios toca este tema. A la izquierda se le ha pedido que dé pruebas de lealtad a la democracia; nadie le ha pedido eso a la derecha que le dio todo el apoyo al autogolpe de 1992. Ahí lo que se tiene es un doble estándar y una determinada dosis de hipocresía. También aparecen en las reglas de juego internacionales modelos viables e inviables.

Tuvimos la experiencia del primer gobierno de García con una política heterodoxa, enfrentado a los organismos multilaterales. No fueron políticas sostenibles ni hacia fuera ni hacia dentro. Entonces, ¿qué modelo sostenible podría haber dado Humala en materia de organización social y programa económico?

Ciencias sociales en crisis
–Usted ha dicho que mucho consenso conduce a un pensamiento acrítico. Son justamente las ciencias sociales las que debieran abanderar ese pensamiento crítico y poner la alerta. ¿Realmente son los científicos sociales los que ven más allá de lo evidente?


–Pienso que las ciencias sociales no son ya hace bastante tiempo sino una caja de resonancia de lo políticamente correcto, que no tienen una visión crítica frente a los grandes temas que imponen consenso. Hay un “terrorismo blando o blanco”, y uno no puede salirse de ciertos parámetros porque de hacerlo corre el riesgo de ser pro fujimorista, pro senderista…, en fin. Se han desconectado del país, de una visión múltiple de lo que está ocurriendo, y lo sustituyen por lo que quisieran que ocurra. Hay una renuncia a las explicaciones, o silencio, o brindan una asesoría técnica muy puntual a través de consultorías.

“Ningún partido puede darse el lujo de no tener un outsider como candidato.”

–En los años 70 hubo una época de oro. ¿Qué pasó después?
–En ese momento se podía decir que las Ciencias Sociales se habían politizado, pero estaban detrás de un proyecto. Con la crisis de las ideologías desapareció el espacio para pensar en proyectos globales. Ha desaparecido la comunidad académica; cada uno se dispersó hacia grupos especializados o intereses particulares; por ejemplo las ONG, que están limitadas al discurso políticamente correcto. A mí me marcó el modelo de los 70, pero no hay condiciones para retomarlo.

–Como profesor universitario, ¿se sentía más cómodo con el tipo de alumno de los años 80?


–Siempre ha habido de todo; pero cuando empecé a enseñar había un alumnado con el que se compartía tácitamente ese norte, aunque podíamos tener puntos de vista diferentes. Muchos alumnos eran militantes y yo era refractario a los partidos políticos. Ahí se generaba un espacio de interlocución muy coherente. Lo que ha quedado de eso, cuando nos encontramos, es una valoración de la posibilidad de diálogo.

Un fantasma recorre Europa
–¿Cómo se acerca al marxismo? ¿Se convirtió en una obsesión personal y profesional?


–En la Universidad Católica, en primer año de facultad, tuve un acercamiento a los Manuscritos económicos y filosóficos. Luego un profesor nos hizo leer el Manifiesto comunista, que me causó un impacto inmenso. Pero la diferencia vino con el movimiento estudiantil y la irrupción en el 68 del Frente Revolucionario de Estudiantes Socialistas (FRES); y señalo un nombre emblemático: Javier Diez Canseco. Yo estaba en tercer año y él entraba a primero, pero fue una bomba en la facultad. Ellos empezaron no solo a protestar sino a difundir textos, y ahí encontré una manera diferente de pensar y empecé a interesarme por Marx. No formé parte del FRES, pero sí fui amigo de ellos.

–¿Por qué ese rechazo a lo que Marx llama “la práctica revolucionaria”?


–Porque siempre he sido alguien con una vocación de contemplar y opinar, pero nunca intervenir. Yo acompañaba esa manera de pensar, pero con total escepticismo frente a las organizaciones que existían por su falta de capacidad y su inconciencia frente a sus limitaciones. Los acompañaba porque había cosas que no me había problematizado y con ellos empecé a hacerlo. Más tarde en algún momento dije “no, esta idea que había aceptado inconscientemente no va más”, y nunca fue.

–¿Nunca soñó con aplicar el marxismo, con hacer la revolución en el Perú?


–No, porque yo estudiaba Ciencias Sociales y entendí el marxismo como una forma de conocimiento que comparaba con otras formas de conocimiento.

–Dicen que estudió alemán para poder leer El capital.
–No. Estudié un poco de alemán, pero para poder leerlo en ese idioma debía saber el alemán tan bien como el que lo tradujo, y no llegué a eso. Yo lo leí en inglés y eso me bastó para ver todos los errores en la traducción del Fondo de Cultura Económica.

–¿Le parece que los manuales de marxismo sirven, porque han sido muy criticados? Usted ha dicho que hay mucha caricatura, un folclore marxista.


–Hay muchos clichés, un glosario de palabras mágicas a las que se invoca. Para estudiantes, los manuales son lo peor que puede haber, porque dan todo digerido y son un conocimiento inerte. Hoy ya no hay Marta Harnecker, pero está Wikipedia. Mata el nervio básico, que es dar herramientas para hacerse un conjunto de preguntas; en cambio con el manual solo tienes un conjunto de respuestas. Sin embargo, para gente de las clases populares el manual funcionaba de otra manera, porque lo contrastaban con su experiencia y le daban vida.

–Ha dicho que la práctica revolucionaria no va más y tampoco la toma del poder vía la revolución.


–La revolución como transformación desde la raíz o como toma violenta del poder, con una Dirección que lleva adelante el plan, es una imagen voluntarista. Yo he llegado a la conclusión, como muchísimos otros antes que yo, de que de los proyectos a las realizaciones hay mucha diferencia.

La idea de Marx de hacer la revolución no es de él, sino que la tomó del modelo de la Revolución Francesa, y no evaluó las consecuencias que tuvo. La conclusión a la que llegué con herramientas marxistas es que lo único que cabía esperar era un capitalismo que se transformara interna y gradualmente y supiera hacia dónde ir, buscando eliminar las bases de sus propias contradicciones.

–¿El diagnóstico de Marx sobre el capitalismo sigue vigente?


–Totalmente, hasta el último detalle. Las causas de los problemas del capitalismo son las que Marx señaló.

–¿Le recomendaría a alguien que quiera comprender la sociedad peruana que lea a Marx?


–Por supuesto. La cuestión está en cómo entenderlo hoy. La clase obrera, el proletariado, son personificaciones históricas que él conoció, pero que han cambiado, mientras que las categorías teóricas permanecen. Hay un contingente de asalariados de la clase obrera que son dueños de fondos de pensiones, que son las mayores concentraciones de capital de todo el mundo, a cargo de ejecutivos que invierten estos fondos como cualquier capital: esa clase obrera es a la vez la más grande clase capitalista.

¿Quién personifica ahora al capital y quién al trabajo?
Eso ha cambiado, pero la producción sigue realizándose a través del tiempo de trabajo libre asalariado; sigue habiendo un trabajo excedente, un plusvalor que se acumula. Hay una tendencia a que la tasa de ganancia baje por el desarrollo de las fuerzas productivas, etcétera.

–¿Cuántas veces ha releído El capital?
–Antes, cada vez que tenía que dictar el curso; después he releído partes. En cada lectura uno encuentra cosas nuevas.

–¿Marx es el gran pensador?
–En Marx hay cosas que solo se encuentran en él, y eso lo hace imprescindible. Ahora bien, no es el único que tiene exclusividades. Marx es tan imprescindible como insuficiente. Sobre todo si se trata de buscar una alternativa, porque Marx da un diagnóstico que nos deja en el umbral de una alternativa. De su pensamiento no se deduce un futuro poscapitalista determinado.

–¿En qué es insuficiente?
–Él asume un sujeto prefreudiano, un sujeto que tiene conciencia y autoconciencia total, sin traumas, sin Tánatos, sin envidias; y hay que buscar condiciones sociales donde ese sujeto pueda desarrollar todas sus potencialidades: el comunismo sería esa sociedad.

¿Todas las sangres?
–Éste es el año de Arguedas, aunque el Gobierno no lo haya querido reconocer. Se ha empezado a llamar a Arguedas “héroe cultural”. ¿Por qué?


–Porque Arguedas pudo traducir, para el mundo dominante, una realidad que era absolutamente ignorada, desconocida, negada; y la mostró de una manera que ese otro mundo no podía dejar de verla. ¿Qué otro escritor o artista llamado indigenista tiene el prestigio generalizado del que goza Arguedas? Además, él tuvo una propuesta para el mundo andino: propuso castellanizar a todo el mundo indígena, pero castellanizarlo con el quechua por dentro. Arguedas dijo que no le quedaba más remedio que expresarse en castellano, pero un castellano que iba a quedar subvertido.

–¿No cree que hay actualmente una apropiación de Arguedas por sectores representados por el ministro Ossio que tratan de adaptarlo a sus intereses?


–Todo el mundo trata de hacer eso. Por ejemplo, la frase “todas las sangres” es ahora la versión condensada de esa meta de la multiculturalidad que, si se toma de manera ingenua, se puede entender como “miren, acá tenemos una vitrina donde están todos, qué diversa y colorida es. Todo el mundo se combina con todo el mundo y no hay problema”. Como una feria gastronómica y no como la dominación de unos sobre otros.

El otro Rochabrún

–Usted señaló que hace seis meses que no lee periódicos. ¿A qué se debe este alejamiento de la actualidad?
–Estoy casi deliberadamente desconectado de todos los medios masivos. Ahora no tengo TV, y en radio solo escucho Filarmonía. Tengo programados RPP, CPN, pero no los pongo. Y en todo este tiempo no me ha hecho falta.

–¿Usted cree que puede prescindir de la actualidad?
–Por completo. Converso poco con la gente, pero nunca me he sentido perdido en una conversación.

–¿Y con los colegas no conversa?
–No, habitualmente no. Estoy virgen de la contaminación mediática de la política.

–¿Tanto lo absorbe la vida académica?
–Todo el último tiempo he vivido para corregir trabajos y estoy absolutamente harto de eso. En unos meses me jubilo y no vuelvo a ver un control de lectura.

–¿Qué opina de esta revolución tecnológica de las redes sociales?
–No lo sé, no demonizo ni santifico nada. Yo lo único que tengo es correo electrónico.

–¿Por quién votó el 2006: por Alan García o por Ollanta Humala?


Alan García. Me parecía que Ollanta Humala no tenía equipo ni ideas sobre muchas cosas, que no conocía a sus parlamentarios, que no tenía viabilidad. En medio año hubiera estado en un callejón sin salida, internamente saboteado de todas las formas imaginables. Y pensaba que García, con el ego que tiene, iba a querer limpiar su nombre del gobierno anterior y hacer algo razonable.

–¿Tiene pensado escribir un libro?
–Estoy pensando hacer un texto de teoría de la sociedad peruana.

–¿Alguna pasión además de Marx?
–Toco violín.

martes, 22 de febrero de 2011

REVOLUTION AND THE MUSLIM WORLD


Created Feb 22 2011 - 03:49

By George Friedman

The Muslim world, from North Africa to Iran, has experienced a wave of instability in the last few weeks. No regimes have been overthrown yet, although as of this writing, Libya was teetering on the brink.

There have been moments in history where revolution spread in a region or around the world as if it were a wildfire. These moments do not come often. Those that come to mind include 1848, where a rising in France engulfed Europe. There was also 1968, where the demonstrations of what we might call the New Left swept the world: Mexico City, Paris, New York and hundreds of other towns saw anti-war revolutions staged by Marxists and other radicals.

Prague saw the Soviets smash a New Leftist government. Even China’s Great Proletarian Cultural Revolution could, by a stretch, be included. In 1989, a wave of unrest, triggered by East Germans wanting to get to the West, generated an uprising in Eastern Europe that overthrew Soviet rule.

Each had a basic theme. The 1848 uprisings attempted to establish liberal democracies in nations that had been submerged in the reaction to Napoleon. 1968 was about radical reform in capitalist society. 1989 was about the overthrow of communism. They were all more complex than that, varying from country to country. But in the end, the reasons behind them could reasonably be condensed into a sentence or two.

Some of these revolutions had great impact. 1989 changed the global balance of power. 1848 ended in failure at the time — France reverted to a monarchy within four years — but set the stage for later political changes. 1968 produced little that was lasting. The key is that in each country where they took place, there were significant differences in the details — but they shared core principles at a time when other countries were open to those principles, at least to some extent.

The Current Rising in Context

In looking at the current rising, the geographic area is clear: The Muslim countries of North Africa and the Arabian Peninsula have been the prime focus of these risings, and in particular North Africa where Egypt, Tunisia and now Libya have had profound crises. Of course, many other Muslim countries also had revolutionary events that have not, at least until now, escalated into events that threaten regimes or even ruling personalities.

There have been hints of such events elsewhere. There were small demonstrations in China, and of course Wisconsin is in turmoil over budget cuts. But these don’t really connect to what is happening in the Middle East. The first was small and the second is not taking inspiration from Cairo. So what we have is a rising in the Arab world that has not spread beyond there for the time being.

The key principle that appears to be driving the risings is a feeling that the regimes, or a group of individuals within the regimes, has deprived the public of political and, more important, economic rights — in short, that they enriched themselves beyond what good taste permitted. This has expressed itself in different ways. In Bahrain, for example, the rising was of the primarily Shiite population against a predominantly Sunni royal family. In Egypt, it was against the person of Hosni Mubarak. In Libya, it is against the regime and person of Moammar Gadhafi and his family, and is driven by tribal hostility.

Why has it come together now? One reason is that there was a tremendous amount of regime change in the region from the 1950s through the early 1970s, as the Muslim countries created regimes to replace foreign imperial powers and were buffeted by the Cold War. Since the early 1970s, the region has, with the exception of Iran in 1979, been fairly stable in the sense that the regimes — and even the personalities who rose up in the unstable phase — stabilized their countries and imposed regimes that could not easily be moved. Gadhafi, for example, overthrew the Libyan monarchy in 1969 and has governed continually for 42 years since then.

Any regime dominated by a small group of people over time will see that group use their position to enrich themselves. There are few who can resist for 40 years. It is important to recognize that Gadhafi, for example, was once a genuine, pro-Soviet revolutionary. But over time, revolutionary zeal declines and avarice emerges along with the arrogance of extended power. And in the areas of the region where there had not been regime changes since after World War I, this principle stays true as well, although interestingly, over time, the regimes seem to learn to spread the wealth a bit.

Thus, what emerged throughout the region were regimes and individuals who were classic kleptocrats. More than anything, if we want to define this wave of unrest, particularly in North Africa, it is a rising against regimes — and particularly individuals — who have been in place for extraordinarily long periods of time. And we can add to this that they are people who were planning to maintain family power and money by installing sons as their political heirs. The same process, with variations, is under way in the Arabian Peninsula. This is a rising against the revolutionaries of previous generations.

The revolutions have been coming for a long time. The rising in Tunisia, particularly when it proved successful, caused it to spread. As in 1848, 1968 and 1989, similar social and cultural conditions generate similar events and are triggered by the example of one country and then spread more broadly. That has happened in 2011 and is continuing.

A Uniquely Sensitive Region

It is, however, happening in a region that is uniquely sensitive at the moment. The U.S.-jihadist war means that, as with previous revolutionary waves, there are broader potential geopolitical implications. 1989 meant the end of the Soviet empire, for example. In this case, the question of greatest importance is not why these revolutions are taking place, but who will take advantage of them. We do not see these revolutions as a vast conspiracy by radical Islamists to take control of the region.

A conspiracy that vast is easily detected, and the security forces of the individual countries would have destroyed the conspiracies quickly. No one organized the previous waves, although there have been conspiracy theories about them as well. They arose from certain conditions, following the example of one incident. But particular groups certainly tried, with greater and lesser success, to take advantage of them.

In this case, whatever the cause of the risings, there is no question that radical Islamists will attempt to take advantage and control of them. Why wouldn’t they? It is a rational and logical course for them. Whether they will be able to do so is a more complex and important question, but that they would want to and are trying to do so is obvious. They are a broad, transnational and disparate group brought up in conspiratorial methods. This is their opportunity to create a broad international coalition.

Thus, as with traditional communists and the New Left in the 1960s, they did not create the rising but they would be fools not to try to take advantage of it. I would add that there is little question but that the United States and other Western countries are trying to influence the direction of the uprisings. For both sides, this is a difficult game to play, but it is particularly difficult for the United States as outsiders to play this game compared to native Islamists who know their country.

But while there is no question that Islamists would like to take control of the revolution, that does not mean that they will, nor does it mean that these revolutions will be successful. Recall that 1848 and 1968 were failures and those who tried to take advantage of them had no vehicle to ride. Also recall that taking control of a revolution is no easy thing. But as we saw in Russia in 1917, it is not necessarily the more popular group that wins, but the best organized. And you frequently don’t find out who is best organized until afterwards.

Democratic revolutions have two phases. The first is the establishment of democracy. The second is the election of governments. The example of Hitler is useful as a caution on what kind of governments a young democracy can produce, since he came to power through democratic and constitutional means — and then abolished democracy to cheering crowds. So there are three crosscurrents here. The first is the reaction against corrupt regimes. The second is the election itself. And the third? The United States needs to remember, as it applauds the rise of democracy, that the elected government may not be what one expected.

In any event, the real issue is whether these revolutions will succeed in replacing existing regimes. Let’s consider the process of revolution for the moment, beginning by distinguishing a demonstration from an uprising. A demonstration is merely the massing of people making speeches. This can unsettle the regime and set the stage for more serious events, but by itself, it is not significant. Unless the demonstrations are large enough to paralyze a city, they are symbolic events. There have been many demonstrations in the Muslim world that have led nowhere; consider Iran.

It is interesting here to note that the young frequently dominate revolutions like 1848, 1969 and 1989 at first. This is normal. Adults with families and maturity rarely go out on the streets to face guns and tanks. It takes young people to have the courage or lack of judgment to risk their lives in what might be a hopeless cause. However, to succeed, it is vital that at some point other classes of society join them. In Iran, one of the key moments of the 1979 revolution was when the shopkeepers joined young people in the street. A revolution only of the young, as we saw in 1968 for example, rarely succeeds.

A revolution requires a broader base than that, and it must go beyond demonstrations. The moment it goes beyond the demonstration is when it confronts troops and police. If the demonstrators disperse, there is no revolution. If they confront the troops and police, and if they carry on even after they are fired on, then you are in a revolutionary phase. Thus, pictures of peaceful demonstrators are not nearly as significant as the media will have you believe, but pictures of demonstrators continuing to hold their ground after being fired on is very significant.

A Revolution’s Key Event

This leads to the key event in the revolution. The revolutionaries cannot defeat armed men. But if those armed men, in whole or part, come over to the revolutionary side, victory is possible. And this is the key event. In Bahrain, the troops fired on demonstrators and killed some. The demonstrators dispersed and then were allowed to demonstrate — with memories of the gunfire fresh. This was a revolution contained. In Egypt, the military and police opposed each other and the military sided with the demonstrators, for complex reasons obviously. Personnel change, if not regime change, was inevitable. In Libya, the military has split wide open.

When that happens, you have reached a branch in the road. If the split in the military is roughly equal and deep, this could lead to civil war. Indeed, one way for a revolution to succeed is to proceed to civil war, turning the demonstrators into an army, so to speak. That’s what Mao did in China. Far more common is for the military to split. If the split creates an overwhelming anti-regime force, this leads to the revolution’s success. Always, the point to look for is thus the police joining with the demonstrators. This happened widely in 1989 but hardly at all in 1968. It happened occasionally in 1848, but the balance was always on the side of the state. Hence, that revolution failed.

It is this act, the military and police coming over to the side of the demonstrators, that makes or breaks a revolution. Therefore, to return to the earlier theme, the most important question on the role of radical Islamists is not their presence in the crowd, but their penetration of the military and police. If there were a conspiracy, it would focus on joining the military, waiting for demonstrations and then striking.

Those who argue that these risings have nothing to do with radical Islam may be correct in the sense that the demonstrators in the streets may well be students enamored with democracy. But they miss the point that the students, by themselves, can’t win. They can only win if the regime wants them to, as in Egypt, or if other classes and at least some of the police or military — people armed with guns who know how to use them — join them. Therefore, looking at the students on TV tells you little. Watching the soldiers tells you much more.

The problem with revolutions is that the people who start them rarely finish them. The idealist democrats around Alexander Kerensky in Russia were not the ones who finished the revolution. The thuggish Bolsheviks did. In these Muslim countries, the focus on the young demonstrators misses the point just as it did in Tiananmen Square. It wasn’t the demonstrators that mattered, but the soldiers. If they carried out orders, there would be no revolution.

I don’t know the degree of Islamist penetration of the military in Libya, to pick one example of the unrest. I suspect that tribalism is far more important than theology. In Egypt, I suspect the regime has saved itself by buying time. Bahrain was more about Iranian influence on the Shiite population than Sunni jihadists at work. But just as the Iranians are trying to latch on to the process, so will the Sunni jihadists.

The Danger of Chaos

I suspect some regimes will fall, mostly reducing the country in question to chaos. The problem, as we are seeing in Tunisia, is that frequently there is no one on the revolutionaries’ side equipped to take power. The Bolsheviks had an organized party. In these revolutions, the parties are trying to organize themselves during the revolution, which is another way to say that the revolutionaries are in no position to govern.

The danger is not radical Islam, but chaos, followed either by civil war, the military taking control simply to stabilize the situation or the emergence of a radical Islamic party to take control — simply because they are the only ones in the crowd with a plan and an organization. That’s how minorities take control of revolutions.

All of this is speculation. What we do know is that this is not the first wave of revolution in the world, and most waves fail, with their effects seen decades later in new regimes and political cultures. Only in the case of Eastern Europe do we see broad revolutionary success, but that was against an empire in collapse, so few lessons can be drawn from that for the Muslim world.

In the meantime, as you watch the region, remember not to watch the demonstrators. Watch the men with the guns. If they stand their ground for the state, the demonstrators have failed. If some come over, there is some chance of victory. And if victory comes, and democracy is declared, do not assume that what follows will in any way please the West — democracy and pro-Western political culture do not mean the same thing.

The situation remains fluid, and there are no broad certainties. It is a country-by-country matter now, with most regimes managing to stay in power to this point. There are three possibilities. One is that this is like 1848, a broad rising that will fail for lack of organization and coherence, but that will resonate for decades. The second is 1968, a revolution that overthrew no regime even temporarily and left some cultural remnants of minimal historical importance. The third is 1989, a revolution that overthrew the political order in an entire region, and created a new order in its place.

If I were to guess at this point, I would guess that we are facing 1848. The Muslim world will not experience massive regime change as in 1989, but neither will the effects be as ephemeral as 1968. Like 1848, this revolution will fail to transform the Muslim world or even just the Arab world. But it will plant seeds that will germinate in the coming decades. I think those seeds will be democratic, but not necessarily liberal. In other words, the democracies that eventually arise will produce regimes that will take their bearings from their own culture, which means Islam.

The West celebrates democracy. It should be careful what it hopes for: It might get it.


Source URL: http://www.stratfor.com/weekly/20110221-revolution-and-muslim-world

domingo, 20 de febrero de 2011

WIKILEAKS Y COLOMBIA: LA PARAPOLÍTICA

Miguel Angel Herrera Zgaib
miguel.herrera@transpolitica.org*

Hoy difunde El Espectador los primeros resultados de la "expulgación" de los primeros 600 cables de 16000 entregados al director de este diario después de una reunión rocambolesca hace algo más de dos meses en Londres, donde está alojado el australiano Julien Assange, quien afronta un juicio en razón a conductas diferentes a las que lo han hecho famoso en el mundo: revelar información en Wikileaks, que por otro motivo permanece secreta a los ojos y mentes del común.

Los nuevos y antiguos "arcana"

El periodista colombiano Fidel Cano, director de El Espectador, comenta que la reunión fue en secreto en casa de un acaudalado periodista inglés, quien aloja a Assange mientras concluye el juicio, y se resuelve la petición que hace Suecia para procesarlo, sindicándolo de violación sexual por testimonio de mujeres por algún tipo de comercio sexual indebido.

Fidel hizo un contrato con el equipo de Wikileaks, que no reportó ningún tipo de transacción monetaria, sino salvaguardas exigidas de la información que le fue confiada, que no puede entregar a otros, y para las personas que puedan ser perjudicadas por su divulgación, en caso que no haya garantías de sus vidas e integridad.

De otra parte, la información que recibió, Fidel tiene que conservarla en una suerte de caja de seguridad, un arcano al revés, lejano de internet, y confiado su estudio a un equipo de periodistas especializados, tres según lo dijo el mismo Fidel. La recomendación la hizo Assange en persona, quien sabe por qué lo dice, ya que él fue un connotado hacker en el sofisticado mundo de los mineros, los bucaneros de la información mundial que circula en la web.

Desde que nació lo político en Grecia antigua, donde la política se hacía a plena luz del día, en el Agorá y en la Eklessia hasta hoy, muchas cosas han pasado. Para empezar desde la etapa marcada por la decandencia de las poleis, donde las movidas secretas empezaron a cumplir su papel entre los hostis, quienes hacían la guerra entre sí o contra los "bárbaros" en la antigüedad.

Pero, la reina de los arcana, imperii y dominationis, fue la República imperial romana. Así lo recuperó de manera erudita e inteligente el conservador y pro nazi teórico del derecho y la política, Karl Schmitt, estudioso genial de la excepcionalidad y la decisión política. Los lectores de su trabajo La Dictadura encontrarán interés y provecho al respecto.

Hay varios tipos de Arcana, y los lectores de las Décadas de Tito Livio, y de uno de sus más agudos comentaristas, Maquiavelo saben de qué se trata, esto es, de cómo los arcana hacen posible el surgimiento del Estado no sólo como una nueva forma sino como una técnica de organización y dominio político.

Wikileaks y la "seguridad" autoritaria enredada en la Web

En Colombia, los primeros cables de Wikileaks divulgados, no sin previa censura, por El Espectador, son depositarios de los arcana que informan de la parapolítica, y sus sujetos. Nos insertan en la red social de la posmodernidad que vivimos con crudeza, donde es hegemónico el modo de producción de la comunicación, tal y como lo indagan Mark Poster y Antonio Negri después.

Pero, antes de esta filtración, hubo también cables que contienen detalles secretos de la "operación Jaque", en el sentido de revelar al gran público arreglos con los exguerrilleros César y Gafas, para liberar a Ingrid y a otros secuestrados, a cambio de protección para sus familias, por Estados Unidos y Francia. Todo lo cual junta heroismo y picardía en un solo costal, y nos pone en situación de revisar en presente la tópica de los arcana y lo que implica el ejercicio de la excepcionalidad, por fuera de las exigencias de la democracia como forma de gobierno.


La parapolítica colombiana, que en una tercera parte explica el pírrico éxito eleccionario de los dos gobiernos del expresidente Uribe Vélez, es ahora reexaminada con el apoyo de nuevas fuentes diplomáticas, cuando surgen estas revelaciones en el primer artículo del diario bogotano. que fue de los Cano. Sabemos, por partes, cuál era el involucramiento en el gobierno de Colombia de la alianza entre políticos nacionales y regionales corruptos, y paramilitares. Pero, ahora, le añadimos parte de lo que sabía el gobierno estadounidense de esta situación, a través de su embajador en Bogotá.

Activos políticos del entorno del uribismo, y dentro del uribismo gobernante. aparecen citados en estos cables originados en Bogotá durante el año 2006 Las filtraciones divulgadas hoy domingo, prueban que tres de ellos se comunicaron varias veces con el embajador texano, Mr. Brownfield, para que el gobierno estadounidense les diera carta de "buena conducta", los tuviera en cuenta, cuando estaban por realizarse elecciones parlamentarias.

No conocemos todavía las respuestas que diera el guardián imperial a sus solicitudes. Pero ya "ripostó" el gobernador Ramos, diciendo que él nunca hizo tal tipo de comunicaciones en procura de instrucciones de parte de un gobierno extranjero de manifiesta intervención en nuestra política.


El "derrumbe" del Estado y sus partidos

Los "partidos" de la coalición uribista estaban infestados por la presencia de candidatos y componendas "para" desde el arranque de la "era" Uribe que permanece insepulta. Ahora aparecen sus miembros para renovar el análisis de la para-política. debido a su incómoda presencia.

Al respecto del fenómeno, empezamos nuestros análisis con el libro colectivo El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia, nutridos de la información que hasta entonces se conocía. Ahora estas filtraciones ofrecen al análisis nuevos hechos, como las consultas del procesado Mario Uribe a la embajada estadounidense, quien trató en vano de conseguir asilo político en Costa Rica, donde por ejemplo si está la exdirectora del Das, María del Pilar Hurtado, desde hace algo más de dos meses.

El primo y promotor político de Álvaro Uribe, Mario lo inició en Antioquia, y lo respaldó con su movimiento en los triunfos posteriores hasta obtener la doble presidencia. Pero, primero que todo, en la experiencia "piloto" de la seguridad durante la gobernación de Antioquia, en compañía del desaparecido Pedro Juan Moreno, quien fuera el secretario de gobierno en las operaciones de Urabá y alrededores.

La denuncia de lo que allí ocurrió le dio posterior fama nacional y prestancia moral a Gustavo Petro; y todavía incontables problemas a Santiago, el ganadero hermano del expresidente y a varios exgenerales, entre ellos Rito Alejo del Río, a quienes señalan con otros desconocidos como integrantes de la organización clandestina y siniestra: "Los doce apóstoles."Las indagaciones judiciales, y quizás otros documentos filtrados por Wikileaks talvez contribuyan a esclarecer estos episodios aún no probados ante la jurisdicción de Colombia.

Otro personaje citado en los cables de Wikileaks es Luis Alfredo Ramos, eminencia azul de Antioquia conservadora, quien dice no tener ningún partido. Él sustituyó en el liderazgo a Valencia Cossio, líder de otra familia política paisa, hoy caída en desgracia con su hermano Guillermo León Valencia , exfiscal condenado por obrar como testaferro de jefes paramilitares regionales, y recibir pagos por su torcido actuar.

Luis Alfredo envió un "candoroso" mensaje al procónsul estadounidense para decirle que él no había autorizado incluir a candidatos "paras" en sus listas. La suya fue la lista electoral más votada en Antioquia; y él sigue siendo el gobernador hasta hoy, mientras se destapan también los escándalos financieros que ocurren en su gobernación.

Luis Alfredo ha cruzado duras palabras y amenazas de obrar penalmente sobre sus relaciones con el paramilitarismo, derivadas de escritos de la analista Claudia López, excluida como columnista de El Tiempo. Han sido referencias asociadas a los libros de la fundación Nuevo Arcoiris, y la publicación "Arcanos". López contribuyó, primero, en la revista Semana divulgando su mapa de los rastreos y hallazgos reveladores de lo que llamó elecciones atípicas, para descubrir e inferir de éstas las alianzas parapolíticas a los colombianos desinformados, o tolerantes con el clientelismo armado y desarmado que invalida los procesos electorales más recientes.

Ante estas situacioens el Estado colombiano cruje en su legitimidad, y su clase dominante también. No basta para sanarlo la cura de las "buenas maneras", que realiza el príncipe heredero de la seguridad democrática. Él la practica a través de interpósita persona, su vicepresidente, quien es una suerte de "as proletario" que se saca de la manga en coyunturas difíciles, como lo fueron la fijación del salario mínimo y el paro camionero.

Eso sí, haciendo picardías, travesuras y cabriolas que ridiculizan y desautorizan a los funcionarios en crisis, quienes tampoco renuncian, para salvar la autoridad y prestigio de la "nueva era" de la tercera vía. A la cual J.J. Rendón ha venido a asistir de nuevo, pero con tan mala suerte que cayó con papeles non sanctos en la aduana aeroportuaria, que lo retuvo, sin que sepamos cuál es su actual paradero.

Un paréntesis necesario

Estaremos atentos todos, desde ya, a atar cabos, según lo que informen los nuevos cables,. sustraidos a la valija diplomática imperial, por un heredero de Robin Hood, que de los florecidos bosques de Sherwood se fue a vivir en las ciudades que rodean las áridas sabanas de Australia Suspendemos el juicio, pero no deja de ser sintomático que las primeras comunicaciones seleccionadas se refieran a la para-política, como abrebocas para un "picoso" banquete informativo.

Desconocemos, por supuesto, la metodología que El Espectador que hasta ahora implementó como guardián de estos arcana. Las primeras notas presentan al desnudo, en su indignidad a la clase dirigente nacional y regional en "ropa interior", emulando con el Galileo Galilei de Bertolt Brecht .

A este teatro político, el grupo Presidencialismo y participación, de modo general, lo ha caracterizado como un Régimen Para-presidencial que hizo uso discrecional de la excepcionalidad para combatir la subversión y favorecer al gran capital financiero en el campo y la ciudad, sin respetar las mínimas garantías de un Estado de Derecho liberal.

Lo que sí nos queda en claro es, que el diario El Espectador "chivió" a El Tiempo, en sus 100 años, a pesar de toda su "Prisa". Cuando la de l@s colombian@s de bien es mayor por saber la verdad, cuya ignorancia tantos estragos sociales y políticos ha ocasionado a nuestra convivencia que aspira a ser civilizada, igualitaria y democrática en lo político después de 200 años de amargura, desigualdad y exclusiones sin fin.

*Director Grupo Presidencialismo y Participación. UNIJUS/COLCIENCIAS.
Email: presid.y.partic@gmail.com

domingo, 13 de febrero de 2011

El Otro Constitucionalismo. Tomémonos una Pola !!!

La ocasión la ofrece la publicación del monumental trabajo documental del colega Bernd Marquardt, editor de un trabajo recopilado en libro, El Bicentenario del Constitucionalismo Moderno en Colombia, que en la carátula anuncia que se trata de una edición auténtica y comentada. Es la obra que cierra su paso como director que lo fuera de Unijus hasta el año 2010, aunque la obra fue publicada en noviembre de 2009.

Este trabajo empieza a fijarle el tono a la Facultad de Derecho en comparación con lo que antes acontecía, casi de manera exclusiva con las facultades de Jurisprudencia del Rosario y el Externado de Colombia, pretextando todo tipo de argumentos y justificaciones. El profesor Carlos Restrepo Piedrahita se venía destacando casi en solitario en esta tarea de de la Universidad Colombiana.

Ahora se anuncia un evento internacional, donde concurren dos antecedentes paradójicos, de una parte el Acta de la Confederación de las provincias unidas de la Nueva Granada (1811), y la Declaración de Independencia de Cartagena de Indias (1811); y por otra, los Reglamentos para Cundinamarca (1811) y la Constitución monárquica de Cundinamarca (1811). Sin perder de vista ,claro está, los antecedentes inmediatos del año 1810, sobre los cuales trataremos en otra oportunidad, que no son menos significativos para la historia de la subalternidad moderna en la otra historia de Colombia.

El editor, quien es alemán de origen y ciudadanía, y formado en la Universidad cuyos principios afincó Humboldt en el siglo XIX, y que fue reformada luego por los acontecimientos del 68 en Europa, está dedicado con notable provecho a la investigación histórica del Derecho, y por supuesto, de las Constituciones hispanoamericanas.

A la fecha él avanza también en un proyecto paralelo Staat, Demokratie un Verfassung in Hispano-Amerika seit 1810, tomo 1. Tiempo al que se refiere como "el siglo liberal" que se extiende entre 1810-1916, y no se equivoca en términos de proyecto hegemónico. Éste, afirmaría yo, es el marco histórico más general del otro trabajo , lad edición específica dedicada a Colombia, y que consta de 1334 páginas de reproducciones facsimilares y comentarios.

Para poder completar este ejecicio fue necesario acudir a prestigiosos acervos bibliográficos de la Universidad de Texas (Austin), Harvard Law School Library, John Carter Brown Library at Brown University, British Library en Londres, y Landesbibliotheck de Kassel en Alemania. Es un esfuerzo que honra a nuestra facultad y al equipo de jóvenes que han acompañado al profesor Bernd Marquardt

El Otro constitucionalismo

Vistas las referencias, los antecedentes, y las exposiciones que realizarán destacados tratadistas internacionales, teniendo delante estas ricas fuentes, suministradas por el colega, y el equipo que lo acompaña, pronto será posible que realicemos una lectura del tipo de la que propuso en los años 80, Antonio Negri sobre el poder constituyente y las alternativas de la modernidad. Lo cual nos permitirá también en el campo del Derecho trazar una diferencia significativa, teórica y práctica, entre liberalismo y democracia, que no pocos tienden a confundir.

Para el grupo Presidencialismo y Participación esta es una contribución valiosa al Programa de investigación Historia Política y Social de los Grupos y Clases subalternas en Colombia y la Región Andino Amazónica, y con ocasión del V Seminario Internacional A. Gramsci, esperamos contribuir desde esta específica perspectiva, la del trabajo, a este esfuerzo reflexivo de los primeros 100 años de vida independiente. Esperamos que para entonces nos acompañen con sus reflexiones y ponencias.

Un brindis !!!

De paso brindemos por la Pola, con una pola, que según reza la propaganda de Bavaria es la única bebida que no subió su precio; pero, le viene contestando la competencia, Postobón, anunciando que la gaseosa de cierto litraje también mantuvo su precio. Así que jalémolesle al mestizaje, a la hibridación cultural, tomándonos, mejor un "refajo". Carajo !!!

martes, 8 de febrero de 2011

AL SUR DEL RÍO GRANDE

El ciudadano profesor, Héctor Castañeda, corresponsal desde México, nos envía este texto para contrastarlo con la reciente visita del Ex Luis Salinas de Gortari, quien después de hacer travesuras con los habitantes del vecindario más contiguo de los Estados Unidos de América, pretende hacernos creer que el levantamiento Zapatista no existío, y lo que es más descarado, que la pobreza y miseria de los mexicanos de hoy nada tuvo que ver con su (indi)gestión.

Él atribuyó el problema a sus sucesores de 1995 p'alante. Como canta Doctor Krápula, ¡Qué vaina!

Para ahondar en la realidad del "bronco" México que se desangra en las calles del Norte, de donde viene el cuate Salinas de visita a su valido "Próspero", amigos de antaño, Invitamos a que lean lo escrito por Denise.

Algo aprenderemos de los vientos que soplan, del regreso del PRI al gobierno presidencial, y de lo que pasa con Manuel López Obrador y el PRD actual.


Va pa'tras. Por Denise Dresser
Grupo Reforma

Basta con ver la cara de los priistas en cualquier acto público. Basta con advertir las sonrisas compartidas, los rostros complacidos, los abrazos entusiastas. Están felices y se les nota; están rebosantes y no lo pueden ni lo quieren ocultar. Saben que vienen de vuelta, saben que están de regreso, saben que encuesta tras encuesta los coloca en el primer lugar de las preferencias en las elecciones estatales y cada vez más cerca de recuperar el control del gobierno federal.

El PRI resurge, el PRI revive, el PRI resucita. Beneficiario del panismo incompetente y del perredismo auto-destructivo, el Revolucionario Institucional está a un paso de alcanzar el picaporte de Los Pinos tan sólo dos sexenios después de haber sido expulsado de allí.


Para muchos mexicanos esta posibilidad no es motivo de insomnio ni de preocupación. Hablan del retorno del PRI como si fuera un síntoma más de la normalidad democrática. Un indicio más de la alternancia aplaudible.

Un indicador positivo de la modernización que México ha alcanzado y que ya sería imposible revertir. "El país ya no es el mismo que el de 1988", advierten quienes no se sienten alarmados por la resurrección priista. "El PRI no podría gobernar de manera autoritaria como lo hizo alguna vez", sugieren quienes celebran los logros de la consolidación democrática.

"Los priistas se verían obligados a instrumentar las reformas que hasta ahora han rechazado", auguran los oráculos del optimismo. Y ojalá tuvieran razón las voces de aquellos a quienes no les quita el sueño la posibilidad de Enrique Peña Nieto en Los Pinos, Manlio Fabio Beltrones en la Secretaría de Gobernación, Beatriz Paredes en cualquier puesto del gabinete, y Emilio Gamboa en la presidencia del PRI.

Ojalá fuera cierto que una nueva era de presidencias priistas sería señal de alternancia saludable y no de regresión lamentable. Ojalá fuera verdad que tanto el país como el PRI han cambiado lo suficiente como para prevenir el resurgimiento de las peores prácticas del pasado. Pero cualquier análisis del priismo actual contradice ese pronóstico, basado más en lo que sus proponentes quisieran ver que en la realidad circundante. Como lo escribe el columnista Tom Friedman en The New York Times, en México hoy coexisten tres grupos:

"Los Narcos, los No's y los NAFTA's": los capos, los beneficiarios del statu quo y los grupos sociales que anhelan el progreso y la modernización. Y hoy el PRI es, por definición, "El Partido del No". El que se opone a las reformas necesarias por los intereses rentistas que protege; el que rechaza las candidaturas ciudadanas por la rotación de élites que defiende; el que rehúye la modernización sindical por los "derechos adquiridos" que consagró; el que no quiere tocar a los monopolios porque fue responsable de su construcción. El PRI y sus bases son los "No's" porque constituyen la principal oposición a cualquier cambio que entrañaría abrir, privatizar, sacudir, confrontar, airear o remodelar el sistema que los priistas concibieron y del cual viven.

A quien no crea que esto es así, le sugiero que lea los discursos atávicos de Beatriz Paredes, que examine la oposición pueril de Enrique Peña Nieto a la reelección, que reflexione sobre los intereses cuestionables de Manlio Fabio Beltrones, que estudie los negocios multimillonarios de Emilio Gamboa, nuevo dirigente de la CNOP y próximo presidente del partido.

Allí está el PRI clientelar, el PRI corporativo, el PRI corrupto, el PRI que realmente no cree en la participación ciudadana o en los contrapesos o en la rendición de cuentas o en la apertura de la vida sindical al escrutinio público. Si la biografía es micro-historia, entonces se vuelve indispensable desmenuzar la de Emilio Gamboa ya que su selección reciente para una de las posiciones más importantes del priismo revela mucho sobre el ideario, los principios y el modus operandi de la organización.

Emilio Gamboa, descrito en el libro coordinado por Jorge Zepeda Patterson, Los intocables, como el broker emblemático de la política mexicana; el intermediario entre el dinero y el poder político. Vinculado al Pemexgate, al quebranto patrimonial en Fonatur, al crimen organizado vía su relación con Marcela Bodenstedt y el Cártel del Golfo, a las redes de pederastia, al tráfico de influencias. De nuevo en la punta del poder dentro de su propio partido.

Ése es el PRI del 2010, y si no lo fuera, su dirigencia ya habría denunciado a Emilio Gamboa junto a tantos que se le parecen. Pero no es así. El PRI nuevo milenio y el que se apresta a gobernar a la República sigue siendo un club transexenal de corruptos acusados y corruptos exonerados; de cotos construidos sobre la intersección de la política y los negocios; de redes tejidas sobre el constante intercambio de favores y posiciones, negociadas a oscuras. En una conversación telefónica grabada y ampliamente diseminada -que a pesar de ello no ha hecho mella en su carrera política- Emilio Gamboa le dice a Kamel Nacif: "va p'a tras". Y ése es el mismo mensaje que el PRI envía sobre el país bajo su mando.
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Si te gustan y si estas de acuerdo con mis planteamientos, te agradecería que los reenviaras a tus amigos, parientes y contactos, en el entendido de que trato de hacer conciencia y ciudadanos críticos y participativos. México lo hacemos todos los días ¡todos!
¡Gracias!

'Va pa' tras'
Por Denise Dresser
Grupo Reforma

miércoles, 2 de febrero de 2011

VETE YA, VETE YA !!!

EL CURSO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

Miguel Angel Herrera Zgaib

Profesor Asociado, Unal, Bogotá

miguel.herrera@transpolitica.org

“…hay situaciones en que el éxito de la revolución depende de dos o tres días de lucha.” León Trotsky, La era democráticopacifista y el fascismo, parágrafo 6, capítulo 2 de L´Internationale Comuniste àpres Lenine. P.U.F. París, 1968.

Antecedentes y novedades

La revolución democrática en Egipto tiene que seguir, exigir hasta conseguir la salida de Hosni Mubarak en las calles, después del millón y más de almas en la plaza de Tahrir (liberación) el día de la ira. Es cuestión de 2 o 3 días para que caiga el dictador y acompañe a sus dos hijos en el exilio en París. Pero, la transición no podrá quedar en manos de los generales Ahmed Safiq y Omar Suleimán, y menos en las del hijo de Hosni, Gamal que quedó ya fuera de juego.

Sin embargo, el ejército está aun ahí con sus generales, y su aliado directo, el gobierno estadounidense que alimenta el orden y esta burocracia armada con algo así como US 1500 millones anualmente, igual que lo hace con el vecino Israel, y la querida Colombia, con lo cual prolonga en forma abierta o encubierta un orden legal de excepcionalidad que burla cualquier constitucionalidad formal.

Aquí, en Colombia, es necesario hacer lo propio con Uribe Vélez, es decir, obrar como aconteció con Túnez, y acontece en Egipto. A pesar del acolchado que significó su derrota en la pasada elección presidencial, y la alegada inmunidad predicada para él por los actuales gobernantes que lo sucedieron. Conviene recordar ahora, entre otras, lo ya dicho por el presidente Santos en París, que contradice lo dicho por Miguel Silva, el último ministro de defensa de Uribe, ahora vocero diplomático del nuevo gobierno.

De lo que aquí se trata es de juzgar en Colombia al expresidente Uribe, como en Egipto tendrán que hacerlo en lo inmediato con Hosni Mubarak, por su conducta antidemocrática, ilegal e inconstitucional sin más atenuantes o aplazamientos. Para lo cual existen, primero, las instancias judiciales y, luego, el mismo congreso, aunque el “partido” uribista controle, como todos sabemos, la comisión de acusaciones de la Cámara de representantes.

Igual ocurrió en el fracasado juicio político a Ernesto Samper, absuelto por la comisión entonces presidida por Heyne Mogollón; quien cínicamente aduce hasta hoy que la compra de votos con dineros del cartel de Cali fue a sus espaldas. Su alumno más aventajado, el expresidente Uribe Vélez alega la misma inocencia, pero con un descaro y un cinismo superiores, más el añadido sangriento de la para-política que le dio el triunfo cuando enfrentó a Horacio Serpa, puntero durante la primera vuelta de aquella elección.

Uribe contó también con el silencio de Ingrid Betancur, fiera denunciante del primer fraude electoral que eligió a Samper, y quien sufrió el confinamiento por parte de las Farc-ep desde que competía por la presidencia hasta que fue liberada por un comando del Ejército (con "picardía" incluida contra la Cruz Roja Internacional, Telesur y una Ong española, y apoyo del socio estadounidense), una operación que dirigió el hoy presidente Juan Manuel Santos.

Aprendamos de la experiencia egipcia.

El cambio debe comenzar ahora. Obama exhorta al sátrapa Mubarak

El martes pasado arrancaron los días que estremecieron a Egipto con el enjuiciamiento callejero de la Policía represora y sanguinaria en su “conmemoración”. El jueves regresó al Cairo Mohamed ElBaradei, voz del liberalismo egipcio. Con él están Saad Katatni, y Mohamed Marsi y Esram El-Erian, quienes fueron detenidos, y profesan otros credos políticos. El viernes fue el día de la ira, y a ella se unieron los Hermanos Musulmanes (HM). El martes fue la concentración millonaria en El Cairo y otras ciudades, así como el llamado a la huelga general por los obreros sindicalizados.

Lo más probable, luego de la reunión de Hillary Clinton con los embajadores en Washington, es que Estados Unidos abandona la barca que timonea Mubarak. Lo que sigue es la transición, y una junta de gobierno expurgada del caballo de Troya de los militares, a la que concurrirán los principales animadores organizados, nacionalistas, laicos, socialistas, musulmanes, con figuras como Katatni, Marsi, El-Erian, ElBaradei, entre los más conocidos aparece como la solución deseada por las multitudes.

Dictadura y contra-hegemonía

Este bloque contra-hegemónico que se constituye en su acción revolucionaria tendrá entre otras tareas que disolver el parlamento actual; abolir el estado de emergencia con el que Mubarak gobernó desde 1981, y que fuera renovado en mayo de 2016. En simultánea, tendrá que derogar los artículos leoninos, 76-78 que definen el excluyente sistema electoral egipcio y con los cuales el PND de Mubarak volvió a ganar las elecciones del pasado diciembre de 2010, con fraude incluido.

El episodio llenó la copa de la oposición, de cara a las elecciones presidenciales del mes de septiembre. Este fulminante unido al percutor del asesinato de dos jóvenes desencadenó la protesta de las multitudes que aún no alcanza feliz término, y que después de fracasar el día de la retirada, en esta última semana proclama 48 horas de oración en las que se juntan musulmanes y cristianos.

Estamos, ¿cómo dudarlo?, en presencia de la cuarta ola revolucionaria democrática global, desde abajo, que primero hizo posibles los cambios experimentados por América Latina en buena parte de sus países. Ahora ha tocado las costas del Mediterráneo norte, el turno es para el Africa, empezando con las protestas en Marruecos y Argelia, con la intempestiva caída de la dictadura de Ben Alí en Túnez, la revolución en curso en Egipto, que aún no se concreta.

La remoción del primer ministro de Jordania, Samir Rifai, cuyo reemplazo, Maaryf Bajit también fue rechazado por el Frente de Acción Islámica y sus aliados en las calles de Amman es un indicio que ahora los reyes también tiemblan, y el de Jordania, aliado de Estados Unidos y Europa es el primero en entender el mensaje, y trata de distraer y contener el estallido democrático revolucionario que afecta a su monarquía. Mientras la dinastía saudí está en guardia expectante.

Se quiebra el triángulo de la dominación

Entre Africa del norte y el Medio Oriente el orden se mantenía incólumne bajo la férula autoritaria de Israel, Arabia Saudí y Egipto. Bajo los auspicios del poder técnico militar estadounidense, a cuyos gobiernos ha financiado con las máximas ayudas desde “la guerra de los 6 días” al primero, y el segundo, después de la acción retaliatoria de Anwar El Sadat contra Israel, detenida por la acción aérea de Estados Unidos cuando Israel sucumbía.

Vinieron los acuerdos de paz entre Egipto e Israel en Camp David, que produjeron el asesinato de Sadat por un comando clandestino, durante una parada militar. Una acción de la cual responsabilizaron a los Hermanos Musulmanes, un partido proscrito y perseguido que obtuvo más del 20% en la última elección presidencial que enfrentó a Mubarak.

Es inminente la caída de Mubarak, el heredero de El Sadat. Por casi 31 años ha oficiado como el guardián del orden pretoriano de apariencia republicana y laica. Con él se contuvo a las multitudes egipcias, millones de las cuales sobreviven en condiciones miserables bajo el socorro de los Hermanos Musulmanes e impidió la prosperidad de la causa palestina, pretextando ayudar a sus facciones menos radicales con cuentagotas, y el paso restringido en la frontera común ante el brutal bloqueo practicado por su aliado Israel.

Hoy, no pocos guardianes del orden imperial mundial advierten y condenan de antemano la posibilidad que se desencadene una revolución islámica en Egipto, similar a la que en 1979 ajustó cuentas al Shah de Persia. Por eso le insisten, en y después de las platicas de Davos, a Obama que no puede repetir el “triste” papel de otro presidente demócrata caído en desgracia, Jimmy Carter, que lo conduzca también a sepultar su segunda presidencia.

Pero, tal parece, que las multitudes movilizadas contra el hambre, la explotación capitalista, y la exclusión política, no quieren repetir la receta de Irán, que ponga a caudillos religiosos a la cabeza de una república islámica, porque tuvieron antes el nacionalismo laico de Abdel Gamal Nasser en su pasado de clases subalternas, algo que en efecto fracasó en Irán cuando fuera asesinado el primer ministro y reformador Mossadeh, de lo cual nos habla de manera gráfica la película Persépolis..

Posibles Desenlaces

El contenido democrático de sus demandas, y la composición nacional e internacional de las fuerzas implicadas le señala otro rumbo a esta oleada contra-hegemónica que quebró el triángulo y abrió un boquete en el cuadrilátero de hierro que conforman Estados Unidos, Israel, Egipto y Arabia Saudí. Todo lo cual posibilita por fin, que Palestina obtenga su autodeterminación como comunidad política, oprimida y constreñida desde el reparto imperial sellado por la ONU con la aceptación de la Unión Soviética.

Un síntoma en esta dirección lo marca la caída del gobierno Harari en El Líbano, la poderosa presencia de Hezbollah allí y su resistencia en Gaza, y las inconsecuencias de la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abbas, descubiertas por la información obtenida por Wikileaks y difundida globalmente.

Pero, sobre todo cuenta, en términos de efecto contra-hegemónico, la seguidilla de reconocimientos a Palestina como estado, donde Colombia, su gobierno, todavía no lo hace, acompañando al hermano mayor, el gobierno estadounidense. A pesar que Santos pretende ser líder regional sacando provecho de su asiento en el Consejo de Seguridad.

Así las cosas, tenemos dos focos de tensión principal. En Africa mediterránea, ahora, Egipto, con la fuerza de una revolución alcanzando su pico; y Palestina, que de conseguir un vecino democrático, después del lejano periplo nacionalista de Gamal Abdel Nasser, seguirá la ruta expedita de la independencia de la dominación israelí/estadounidense.

Por eso, Netanyahu y la reacción israelí-estadounidense están expectantes al inmediato curso de la revolución en Egipto. Todo lo cual no dejará de producir nuevas movidas en el ajedrez político de toda la región. La multipolaridad gana momento, al sacurdirse la base del orden político imperial en una región estratégica, y luego de la conversación en la cima, entre Hu Jintao, líder de la potencia económica en ascenso, con su par, Barack Obama, del poder en declive, donde las cifras hablan en voz alta. La oleada democrática alcanzará ahora a Asia, que ya vive los primeros estremecimientos en Palestina, Jordania y El Líbano.