viernes, 18 de mayo de 2012

Luis Ramírez, autor de esta reflexión en perspectiva histórica, ha estado en el proceso político que desemboca en la Marcha Patriótica que arranca en su maduración desde el año 2010.  Él recuerda que las 1.700 y más organizaciones se autofinanciaron, a contrario de lo que ocurre con las convenciones de banqueros, y las de los partidos tradicionales. Ahora esta confluencia de fuerzas, bajo una lógica democrática, se enfrenta contra el viejo método de amenazar y estigmatizar a las fuerzas de oposición en Colombia, que realizan sus rivales de centro, y los antagonistas de derecha en toda su gama.  
Con todo, el proceso de esta fuerza plural está en marcha, y las acciones de los últimos días no pueden obnubilar la dinámica de rearticulación de las organizaciones de izquierda y democráticas, que junto a este movimiento o emulando con él pueden hacer posible la construcción de un bloque de oposición contra-hegemónica con la suficiente audacia y lucidez para hacer interlocución con otros agrupamientos, tales como el mismo PDA, afectado por el sectarismo de la coalición intrerna que orienta el Moir, o la corrupción que prohijó la Anapo de los hermanos Moreno; y persuadir también, y sobre todo, a la franja independiente que en materia de política electoral  inclina la balanza aquí como en los Estados Unidos. N de la R.
 La Marcha Patriótica,
               Oposición estigmatizada y amenazada

Luis Jairo Ramírez H.
Las reacciones histéricas, casi instintivas, de la actual dirigencia del país frente a la emergencia del movimiento social y político -Marcha Patriótica– nos muestran de nuevo a una oligarquía colombiana petrificada, que no permite evolución alguna hacia la democracia. En las cabezas de “la Unidad Nacional” comienzan las maquinaciones para ver cómo quitarse de encima semejante incomodidad. 
Los laboratorios de inteligencia de la Policía y el Ejército trabajan las 24 horas del día para idear estrategias mediáticas, políticas y militares que enfrenten al nuevo “espantajo terrorista” que amenaza los privilegios de siempre. De nuevo los medios de comunicación  en vez de relievar las dimensiones políticas y multitudinarias de la marcha, optaron por  un juicio a Piedad Córdoba… ¿de dónde salió el dinero para sufragar la marcha?, alguien señaló: todo lo del pobre es robado..!! La historia de la intolerancia oficial se repite una y otra vez.

La violencia de los años 40 del siglo pasado se explica en la negativa de las élites dominantes a admitir una oposición real. La mentalidad monárquica de la política tradicional colombiana se resiste a cualquier signo de inconformidad, con mayor razón si proviene de la base misma de la sociedad. Es la idea de que los de  abajo deben dedicarse a hacer zapatos o vender frutas, porque las cuestiones de la política y el poder son asunto exclusivo de los de arriba, y cuando los de abajo tiran la hechura de los zapatos a un lado, hacen política y piensan en el poder, automáticamente son convertidos en “terroristas”, “quedan al margen de la Ley”; porque la legalidad, la justicia, la democracia y la libertad también tienen una connotación de clase en la medida que son bienes exclusivos de las grandes fortunas… los de abajo han sido ideados para ser resignados y obedientes.

El 9 de abril de 1948 esas élites despóticas asustadas por la incontenible marcha de Jorge Eliécer Gaitán hacia el poder, no tuvieron otra opción que asesinarlo. Gaitán además no les gustaba por ser negro e irreverente, el costo de preservar el poder para los conservadores fue un holocausto de 300 mil colombianos. En los años 60 también asfixiaron el Frente Unido del clérigo rebelde Camilo Torres, cerrándole todos los espacios para la acción política abierta y finalmente fue asesinado cuando recién daba sus primeros pasos insurgentes.

Poco después del fraude electoral contra la Anapo, a comienzos de los años 70, se formó la Unión Nacional de Oposición –UNO- constituida por los comunistas, el Moir, sectores de la Anapo y liberales independientes; entonces los gobernantes bicolores y militares de la época blandían el discurso y las acciones anticomunistas en campos y ciudades, aún recordamos el asesinato de José Romaña Mena, vicepresidente del Concejo de Cimitarra, ultimado por el DAS en 1975; o el de los compañeros Nicolás Mahecha y Javier Baquero, Vicepresidente del Concejo de Yacopí, el 18 de octubre de 1975 por tropas militares.
Después el ejército asesinaría al Presidente del Concejo de Cimitarra y militante del Partido Comunista, compañero Josué Cavanzo el 9 enero de  1977; el 7 de octubre de 1979 cae asesinado el Vicepresidente del Concejo de Puerto Berrío, DARÍO ARANGO, dirigente del PCC y de la Asociación Nacional de Navieros. Los asesinatos en masa durante la actividad política de la UNO en la década de los años 70 fueron el precio de declararse inconforme frente a las tremendas injusticias de una dirigencia política mediocre y violenta.

Producto de los acuerdos de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC, se lanzó a la vida pública la UNIÓN PATRIÓTICA –UP-, Movimiento Amplio de Oposición que le propuso a la sociedad colombiana un programa de transformación democrática que atrajo una importante simpatía; sin embargo una alianza del Estado Colombiano, los ganaderos, el narcotráfico, el paramilitarismo y ciertos dirigentes políticos del bipartidismo ahogaron en sangre la más importante posibilidad de paz en el país. 
Cinco mil líderes políticos y sociales asesinados son el testimonio cruel del salvajismo de unas élites liberales y conservadoras que fueron capaces de ordenar todo un genocidio para mantener sus privilegios económicos y políticos. Hoy tratan de lavar sus culpas con infames excusas: que la combinación de las formas de lucha, que ajustes de cuentas y pugnas internas entre la UP y las FARC, etc. En realidad la estigmatización de altos funcionarios del gobierno, militares y políticos tradicionales a través de los grandes medios de comunicación instigó la matanza que aún se encuentra en la impunidad y, por cierto,  fue dejada al margen de la reciente “Ley de víctimas y restitución de tierras”.

UN POLO DEMOCRÁTICO DEMONIZADO POR LOS MEDIOS Y EL PODER

Hacia el 2005 se constituye el POLO DEMOCRATICO ALTERNATIVO, hasta ahora el más ambicioso movimiento de unidad de la izquierda. En las elecciones presidenciales del 28 de mayo de 2006 en las que resultó reelegido el presidente-candidato Álvaro Uribe Vélez, el ex magistrado Carlos Gaviria, candidato del POLO, logró el segundo lugar superando al candidato liberal Horacio Serpa y así el Polo Democrático Alternativo obtuvo la máxima votación en la historia de la izquierda colombiana con 2.609.412 (22 % de la votación).

La reacción del gobierno de Uribe Vélez no se hizo esperar, se desató la más violenta y sistemática actividad criminal para acabar con la oposición encarnada en el POLO.  Un periódico de EE.UU. señaló que “recursos de Estados Unidos fueron usados para espiar y adelantar campañas de difamación contra los sectores de oposición, entre otros”. 
La propia Fiscalía calificó como “empresa criminal” la operación para denigrar y atentar contra el POLO desde el DAS, y conspirar vinculándolo con grupos ilegales. El director de Noticias de RCN, Juan Gossaín editorializó “Esto no son chuzadas, esto es el espionaje más horrendo y asqueroso y repugnante del mundo, con atentados terroristas”. Alrededor de 20 líderes del Polo han sido asesinados y más de 49 amenazados.  Esto lo sabe el Ministerio del Interior pero poco se está haciendo al respecto.

PERSPECTIVAS Y PELIGROS QUE RODEAN LA MARCHA
 

Desde la Marcha Nacional del Bicentenario del 19 al 21 de julio de 2010 que colmó las calles de Bogotá, pasando por el Encuentro multitudinario de Barrancabermeja de agosto de 2011; hasta la convocatoria de 1.700 organizaciones sociales, partidos políticos, personalidades de toda la nacionalidad y más de 100 delegaciones internacionales al lanzamiento del Movimiento Político y Social Marcha Patriótica este 21 al 23 de abril de 2012 marca una secuencia de la movilización popular y un viraje significativo de la vida política nacional.

Es evidente que para la mayoría de los colombianos este modelo de sociedad con la más grande desigualdad de toda América Latina, con una clase dirigente guerrerista y represiva, un régimen que facilita a las transnacionales el saqueo del petróleo y los minerales, una pobreza que supera el 67%, el más grande desempleo y precarización del trabajo de los últimos años, con 5 millones de desplazados y un despojo violento de tierras, una juventud a quien se le cierran todas las posibilidades de estudio y una crisis de derechos humanos sin antecedentes, no es el modelo de sociedad con el que soñamos.

Tal como ocurrió en los últimos 60 años, como si fuera un disco rayado, todos a una: Gobierno, FF.AA., parapolíticos, medios de comunicación, gritan en coro que “la marcha patriótica es una fachada  de las FARC”. Quién lo creyera… hasta hace poco pregonaban “el fin del fin” de la guerrilla, y ahora, de pronto, vociferan que 100 mil marchantes llegados de las más diversas regiones del país, ¡¡¡tienen que ver con las FARC…!!!. 
Y los gastos? No señores, no fue como la financiación paramilitar de la campaña Presidencial y de Congreso a las élites en el 2002 y luego en el 2006 que constituye el más tenebroso periodo que conozca la historia nacional.  En este caso 1.700 organizaciones sociales financiaron, cada una, su propia movilización, en medio de infinidad de retenes militares y de amenazas paramilitares como las del nordeste antioqueño;  se alojaron en hoteles humildes y en carpas, se limitaron a comer tamales, arroz con pollo y café. Con intoxicaciones incluidas. Las precariedades a que están acostumbrados los pobres durante lustros.

No fue como en la convención nacional conservadora o la convención del Partido de la U, movidas en aviones,  alojadas en lujosos resort y comidas tipo buffet, con coctel de despedida al final, que tampoco pasan por innumerables requisas del ejército, señor Presidente Santos.

La Marcha Patriótica no era una convención de banqueros, industriales, ganaderos, terratenientes y uno que otro mafioso. No. En realidad lo que ha generado sospechas es que era una convención de desarrapados, campesinos, indígenas y afrodescendientes desplazados, sobrevivientes del genocidio de la UP, uno que otro obrero, uno que otro intelectual, muchos jóvenes, buena parte de ellos estudiantes, hasta artistas, la mayoría mal hablados, pero que se hacen entender dejando claro lo que quieren. Lo que ha molestado es que se reunieron los que tienen prohibido hacer política, los que tienen vedado pensar en la democracia, la paz y el poder. Les aterroriza que como en Bolivia, no sea un alto ejecutivo de la capital el que gobierne, sino un indio venido de lejanas tierras









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