martes, 5 de marzo de 2013


ARCANA Y POLÍTICA. UN DURO DESENLACE EN VENEZUELA.

"la verdad es revolucionaria". Antonio Gramsci.

Miguel Angel Herrera Zgaib.
Director Grupo Presidencialismo y participación.


El día de hoy, marzo 5, es una fecha significativa para la salud del régimen político reformador  de Venezuela, que ha liderado Hugo Chávez contra viento y marea, a todo costo, empezando por la propia salud del presidente, quien ha ganado, quizá, el más alto número de elecciones  en la historia de América Latina.

Hugo, el comandante de una sublevación  contra los estragos del neoliberalismo producidos en la patria de Bolívar, quien se rindió cuando vió que la insurrección fracasaba, después, amnistiado por el presidente Caldera ganó el gobierno de su país por la vía electoral. 

Después del triunfo

                                        Pronto, el entonces coronel desmontó el Pacto de Punto Fijo,  que puso fin a la dictadura militar desarrollista de Marcos Pérez Jiménez, y animó lo que es hoy conocida como la Constitución Bolivariana, que deja en el recuerdo la experiencia fracasada de la Constitución de Bolivia, en cuyo utópico ejercicio murió asesinado el mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en las montañas de Berruecos. 

Es esta misma carta, la pieza constitucional quizá más democrática del elenco de las producidas en América Latina a lo largo de los años 90, y que data del 15 de diciembre de 1999, la que aplicada hubiera conjurado el drama político actual. Pero, no ha sido así, porque el partido en el poder y sus aliados no lo han permitido. 

Esta Constitución después de 1999 fue objeto de una reforma. Así, su art. 230 se modificó para permitir reelecciones sucesivas, por periodos de 6 años, cuando en el original sólo admitía una. De haber mantenido su sabiduría inicial no viviría Venezuela, su ciudadanía, el predicamento que en esta semana de marzo parece precipitar un desenlace no querido por causa de la muerte del presidente Chávez.

¿Qué dice la Constitución Bolivariana?

Hoy la constitución venezolana,  refrendada democráticamente  por el pueblo, en su articulado original incluye hasta la revocatoria del propio presidente, en casos específicos; y permite en su diseño y disposiciones, a pesar de todas las interpretaciones y disputas, que haya una sucesión presidencial sin contratiempos.

El título V. De la organización del poder público nacional, Capítulo II. Del Poder ejecutivo nacional,  acota la salida posible ante la inminencia de un fallecimiento o una falta definitiva del presidente reelecto. Éste, según lo establece el art. 231, debió tomar "posesión del cargo...el diez de enero del primer año de su periodo constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional". 

Ello no ocurrió hasta ahora, acudiendo a la representación popular mayoritaria del PSUV en la asamblea nacional, y en particular, a lo dispuesto por el Tribunal Supremo en su condición de supremo árbitro jurisdiccional. El partido en el poder político invocó lo dispuesto en el art. 233, tomando en consideración las situaciones contempladas; y en particular, que hasta la fecha, el Cdte Chávez no padece "la incapacidad física o mental permanente certificada por una Junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con la aprobación de la Asamblea Nacional". 

Un desenlace doloroso 

                                 Con sigilo y secretismo, al inicio de esta semana, los estudiantes que se oponen al mandato del presidente Chávez ha salido a las calles de Caracas a solicitar que haya un parte oficial de la situación del primer mandatario, aquejado de un cáncer  que lo consume. Hace dos semanas que regresó al país, y se señala que está al cuidado requerido en un hospital militar. Pero, hoy martes, ni los voceros más caracterizados del gobierno o la oposición dicen nada, como si estuvieran "cuidando" el lecho de un moribundo.

Por lo que, la dirigencia del PSUV, con el vicepresidente Maduro, indicado a dedo por Chávez como su sucesor, se enfrenta históricamente con lo dispuesto en el art. 233, puesto que el presidente no ha tomado posesión en forma, desde su tratamiento de urgencia en la Habana.

Ha quedado bloqueada la nueva elección, que de modo general debió ocurrir dentro de los 30 días consecutivos siguientes. Sin embargo, la sucesión no se ha resuelto normalmente. Tampoco se hizo uso del encargo de la presidencia en cabeza de Diosdado Cabello, quien preside la Asamblea Nacional para entonces. 

Además, el parágrafo 3., del mismo articulo 233 establece que cuando se produzca la falta absoluta, y puede serlo por incapacidad física o mental permanente, si no la muerte, entre otras circunstancias, se procederá a "una nueva elección universal y directa dentro de los 30 días consecutivos siguientes..." 

Si lo  anterior ocurre, mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente, se establece que se encargará al vicepresidente mientras la transición con nuevas elecciones se perfecciona sin sobresaltos. 

Para esta circunstancia ocurre y pasa, que si Maduro fuese el presidente elegido, concurriría antes en él, una doble condición que contravendría el texto constitucional vigente, y cualquier ejercicio democrático efectivo.

Por último, si un "milagro" médico prolonga la agonía del presidente Chávez, el art. 234 establece un límite  a la falta temporal del presidente, cuando se prolonga por más de 90 días. La asamblea nacional decidirá por mayoría si la falta es absoluta. 

Igualmente, en la condición actual de silencio, y puesto que se especula que Chávez fue trasladado de urgencia a La Habana este domingo, la Asamblea nacional tiene que autorizarlo, si se prolonga por más de 5 días consecutivos. Pero, lo que se sabe es que el presidente está en Venezuela en espera de su suerte.

Ahondar la revolución democrática

                           Se trata ahora de cerrar o no con un broche democrático el liderazgo promisorio de Hugo Chávez, un reformador social y político con inocultables rasgos autoritarios. Se trata de consolidar un quiebre efectivo a la tradición no democrática del continente y el mundo actuales. 

Es una tarea gigantesca y urgente en cabeza de la ciudadanía de Venezuela toda, incluida la oposición. Salvo contadísimas excepciones tan solo hemos conocido en el último medio siglo del mundo ejercicios democrático liberales y pare de contar. 

Un buen colofón para sostenerlo, con más veras en el siglo XIX, esto es la no democracia efectiva, es lo revelado a medias en la película dedicada por Spielberg a los últimos meses de vida de Abraham Lincoln, quien tuvo que acudir al clientelismo con el partido demócrata para conseguir los votos necesario para abolir la esclavitud.  

Lo establecido en este filme resulta ejemplar para fijarle un curso comparativo, a los últimos cuatro meses de otro presidente en trance crítico que se esforzó por aclimatar una nueva república, en Venezuela después el pacto burgués terrateniente sellado en Punto Fijo.
En procura de lo que el Cdte Chávez y otros llaman el socialismo del siglo XXI, que no puede aplazar más la democracia de los muchos, participando, dicidiendo más allá del fetiche de la representación, unipersonal o colectiva. Ellos constituyen la parte de los sin parte, lo invisibilizado casi siempre en el resto de América. A ellos le tocará seguir decidiendo en consecuencia, contra viento y marea.  

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