VERDADES PAPALES DESPUÉS DE LA
ELECCIÓN
Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, C. Política,
Unal
Director Grupo Investigación
Presidencialismo y participación
Presid.y.partic@gmail.com
Antesala electoral
“No debemos resignarnos a aceptar pasivamente la tiranía de
lo económico. La tarea no debe reducirse a que las cuentes cierren para tranquilizar a los mercados”. Papa
Francisco.
En la quinta votación, rebatiendo todos los pronósticos más conocidos, y
con manifiesta alegría para el 42 porciento de la feligresía católica, afincada
en tierras de América Latina, el elegido fue el cardenal Jorge María Bergoglio,
nacido en Villa Devoto en 1936, arzobispo de Buenos Aires, y a quien le tocó
convivir con las peores horas de la dictadura argentina.
Eso sí, había un antecedente
conocido de los expertos “vaticanólogos”, Bergoglio había obtenido la segunda
votación en el año 2005, cuando disputaba el solio de Cristo a Joseph Ratzinger, y, para entonces, le cedió
el turno. Tenía en su haber el voto de 48 cardenales, y el favor del hoy
dimitido papa, Benedicto XVI. Hubiera sido, de saberse públicamente, fácil
pronosticar el triunfo de ahora.
En fecha reciente el actual papa,
quien se hizo famoso por el uso público del transporte masivo en la populosa
Buenos Aires, hazaña imposible de repetir en horas "pico" en Bogotá,
provisto de la más inquebrantable buena
fe, sí podrá transitar con libertad expedita en materia de gobierno eclesial,
porque en noviembre se jubilarán 14 cardenales, sin las tragedias que en
Colombia padece el 90 y tantos de nuestros jubilados.
Él tuvo que responder hace pocos
años en una audiencia acerca de cuál había sido su conducta frente a la
dictadura de Videla. Él defendió y apoyó a religiosos de su propia comunidad jesuita,
mensajeros de la teología de la
liberación en su tierra. Él rechazó también cualquier tipo de complicidad con
el régimen militar, y, consignó en el
libro “El Jesuita”, de los periodistas Sergio Rubín y Francesca Abrogetti, lo
siguiente: “Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con
las que contaba para abogar por las personas secuestradas”.
De lo que sí no cabe duda es del
rechazo que el nuevo papa profesa al aborto, a la unión entre parejas gays, que
no son para él asuntos defensables; y así lo sostuvo en cristiana polémica con
el fallecido presidente Kirchner. El antes cardenal proviene del campo de la
Química, pero su ecumenismo no le "permite" ciertas combinaciones
heterodoxas.
Es un papa conservador, del
centro que hicieron famosos los dos anteriores, Juan Pablo II, y Benedicto XVI,
que no pocos dejan de calificar como una línea de centro derecha.
¿Al fin un jesuita?
La compañía de Jesús, en el mar agitado de la globalización capitalista
ha sabido, se afirma, navegar ese proceloso y traicionero mar, donde la punta
del iceberg, el banco Ambrosiano abrió un hueco profundo en la quilla de la
barca misionera del papa judío, Pedro. El primer papa era hijo de una familia
de modestos pescadores, y con tres militantes más de la causa de los pobres, se
unieron con "el hijo del hombre" en la epopeya inicial de una de las tres
principales religiones monoteistas conocidas, excepción hecha del culto al dios sol
instaurado por Akhenatón, en el antiguo Egipto. Una saga ésta que inspiro el escrito de
Sigmund Freud, “Moisés y el Monoteísmo”, escandalizando a millones de creyentes
a lo largo y ancho del culto a una sola figura tutelar.
Hoy Pedro tiene el 266 sucesor, un papa de vivir modesto, Francisco frugal, amante del Club de fútbol
San Lorenzo de Almagro, habitante del barrio
Flores, inmortalizado literariamente por Roberto Arlt. Él es capaz de
orientar las finanzas vaticanas con mano de hierro, ponerle fin a los
despilfarros, que sacaron de quicio al papa teólogo, y dar un paso al costado sin más miramientos.
De otra parte, el jesuitismo
nacido en 1540, una orden de combate por la fe, dirigida por el aristócrata
vasco, Ignacio de Loyola, se mueve entre dos extremos, el otro ha sido la
opción por los pobres, promovida por el Concilio Vaticano II. Esta fue dejada en mayor medida de lado, por
su peligrosa "contaminación" con el marxismo y las luchas de
liberación mundanas. Por su simpatía y apoyo fue famoso el padre español Pedro
Arrupe, "bautizado" como el papa negro. Ahora, este ha tenido un
sucesor de otro signo, pero dispuesto a desempolvar el poder pastoral en toda
su extensión, y en la retaguardia más poderosa de la catolicidad.
El papa Francisco, recordando lo
escrito por Antonio Gramsci en la cuestión vaticana, va a “dar la pelea” para
conquistar la hegemonía, la dirección de los muchos, que le disputan el
neoliberalismo y el comunismo, contra quienes este cruzado de Cristo abrió
fuego ideológico, cuando sentenciara y pronosticara, con respaldo en lo hecho
por el papa polaco, y lo polemizado por su predecesor Ratzinger con Habermas,
reconstructor del materialismo histórico, y socialista liberal, así:
“…así como el comunismo cayó por
todas sus contradicciones internas, este liberalismo también va a caer por sus
contradicciones internas”.
¿Colombia y la Paz?
El
purpurado argentino, puesto el anillo del pescador de almas, tiene delante
muchos litigios para contribuir a resolver en su misión pastoral. La curia
romana conquistó fama en ejercicios
diplomáticos desde tiempos de Maquiavelo, un internacionalista en desgracia por
culpa de los Médicis. Conviene recordar, por ejemplo, el Tratado de
Tordesillas, 7 de junio de 1494, que repartió cobijas entre las dos potencias
coloniales en el siglo XV, España y Portugal, hizo célebre al papa Alejandro VI
(antes Rodrigo Borja, valenciano).
Al papa Francisco le toca el conflicto de las Malvinas,
frente a un referéndum de los isleños financiado por la Gran Bretaña, huella y ofensa para el gobierno justicialista de Cristina Fernández
de Kirchner. También está la causa de los Mapuches, orillados y vilipendiados
por el orden de su propio país, Chile, que niega el pluralismo y el diálogo
intercultural que le cueste.
Está Colombia, claro,
joya de la corona católica junto a México y Brasil, que visitará este año. Las
negociaciones de paz son una “papa caliente”, donde hay católicos dentro y
fuera de la guerrilla, no solo de las Farc, sino del ELN y el EPL. El Eln se hizo famoso con los casos del
sacerdote Camilo Torres, primero, y luego los curas españoles, animadores del
proyecto de los curas obreros y el grupo de Golconda. Jiménez, Domingo Laín, y
Manuel Pérez, quien llegó a la máxima
comandancia de la UC-Eln, son parte de sus héroes sacrificados en nombre de la
fe y la justicia social.
Aquí también la diplomacia vaticana, y los buenos oficios de
los prelados católicos de Colombia se mueven tanto en los pasillos de Roma como
de Alemania. Ambos los conoce el papa Francisco, doctorado en Alemania, para encontrar aliento y apoyo para la causa
de la paz que tiene los meses contados, según decir del presidente en funciones.
Quedarán atrás las condenas y denuestos del Cardenal López Trujillo y sus
acólitos nacionales. Los católicos y no católicos de Colombia, ahora dirigen
sus miradas a la ciudad eterna en busca de una anhelada salida, y las Farc-Ep,
también que cuentan a muchos católicos en sus filas guerrilleras.
Está Francisco metido en la encrucijada italiana. Allí no
solo se desmorona el Coliseo ante sus ojos, sino que no se logra configurar un
nuevo gobierno ante la pírrica derrota de Berlusconi por la coalición de
izquierda, enfrentada a la independencia
del humorista Pepe con el 25 porciento de la votación reciente.
¿Por qué Francisco?
“Hay una antigua leyenda que pudiera
servir para iluminar la vida futura de la militancia comunista, la de San
Francisco de Assisi. Considerar su trabajo. Al denunciar la pobreza de la
multitud el adoptó la condición del común y descubrió allí el poder ontológico
de la nueva sociedad”. Hardt y Negri, Empire, The Multitude against Empire, p.
413. (trad. Libre)
No pocos han visto con curiosidad cómo el actual papa escogió llamarse Francisco,
cambiando los nombres más socorridos. Es un homenaje al “poverello de Assisi”,
quien dio prez a la comunidad franciscana, poniendo a Roma en contacto con la naturaleza y los pobres de
la tierra, en el tiempo crítico del siglo XIII.
El antes cardenal Bergoglio
toma en serio a los intelectuales europeos de izquierda ortodoxa y
heterodoxa, en particular, los decires
de Giorgio Agamben, Gianni Vattimo, y el propio Negri, quien junto a Hardt,
cerraron las páginas de su primer tomo de Imperio, exhortando a tomar en cuenta a Francisco de Asís como el
modelo de militante comunista futuro, quien coloca en primer plano la opción de
la pobrería como forma crucial de la multitud.
Las uvas no están verdes,
no se trata de escanciar su vino.
Bien lo sabe este hijo de inmigrantes italianos, en una tierra de vides e injusticia a porrones. Él reclama
para su misión la militancia de base, se levante en contra de la cleresía e
invita a hacer presencia en las comunidades pobres y necesitadas, a la vez que
batalla con ardentía contra el aborto, las uniones homosexuales que combatió
con acerbía en la Argentina. Para él, no se trata de “una simple lucha
política; es la pretensión destructiva del plan de Dios”. Ante lo cual, no
pocos, incluido el difunto presidente Chávez, cruzarían sus dedos y se
persignarían.
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