domingo, 17 de marzo de 2013


VERDADES  PAPALES DESPUÉS DE LA ELECCIÓN

Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, C. Política, Unal
Director Grupo Investigación Presidencialismo y participación
Presid.y.partic@gmail.com

Antesala  electoral
“No debemos resignarnos a aceptar pasivamente la tiranía de lo económico. La tarea no debe reducirse a que las cuentes cierren  para tranquilizar a los mercados”. Papa Francisco.
                                                          En la quinta votación, rebatiendo todos los pronósticos más conocidos, y con manifiesta alegría para el 42 porciento de la feligresía católica, afincada en tierras de América Latina, el elegido fue el cardenal Jorge María Bergoglio, nacido en Villa Devoto en 1936, arzobispo de Buenos Aires, y a quien le tocó convivir con las peores horas de la dictadura argentina.
Eso sí, había un antecedente conocido de los expertos “vaticanólogos”, Bergoglio había obtenido la segunda votación en el año 2005, cuando disputaba el solio de Cristo a  Joseph Ratzinger, y, para entonces, le cedió el turno. Tenía en su haber el voto de 48 cardenales, y el favor del hoy dimitido papa, Benedicto XVI. Hubiera sido, de saberse públicamente, fácil pronosticar el triunfo de ahora.
En fecha reciente el actual papa, quien se hizo famoso por el uso público del transporte masivo en la populosa Buenos Aires, hazaña imposible de repetir en horas "pico" en Bogotá, provisto  de la más inquebrantable buena fe, sí podrá transitar con libertad expedita en materia de gobierno eclesial, porque en noviembre se jubilarán 14 cardenales, sin las tragedias que en Colombia padece el 90 y tantos de nuestros jubilados.
Él tuvo que responder hace pocos años en una audiencia acerca de cuál había sido su conducta frente a la dictadura de Videla. Él defendió y apoyó a religiosos de su propia comunidad jesuita,  mensajeros de la teología de la liberación en su tierra. Él rechazó también cualquier tipo de complicidad con el régimen militar, y,  consignó en el libro “El Jesuita”, de los periodistas Sergio Rubín y Francesca Abrogetti, lo siguiente: “Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por las personas secuestradas”.
De lo que sí no cabe duda es del rechazo que el nuevo papa profesa al aborto, a la unión entre parejas gays, que no son para él asuntos defensables; y así lo sostuvo en cristiana polémica con el fallecido presidente Kirchner. El antes cardenal proviene del campo de la Química, pero su ecumenismo no le "permite" ciertas combinaciones heterodoxas.
Es un papa conservador, del centro que hicieron famosos los dos anteriores, Juan Pablo II, y Benedicto XVI, que no pocos dejan de calificar como una línea de centro derecha.

¿Al fin un jesuita?

“Nos consideramos más bien como subordinados que como una autoridad de gobierno”. Federico Lombardi, jesuita, portavoz del Vaticano.
                                                             La compañía de Jesús, en el mar agitado de la globalización capitalista ha sabido, se afirma, navegar ese proceloso y traicionero mar, donde la punta del iceberg, el banco Ambrosiano abrió un hueco profundo en la quilla de la barca misionera del papa judío, Pedro. El primer papa era hijo de una familia de modestos pescadores, y con tres militantes más de la causa de los pobres, se unieron con "el hijo del hombre" en  la epopeya inicial de una de las tres principales religiones monoteistas conocidas,  excepción hecha del culto al dios sol instaurado por Akhenatón, en el antiguo Egipto.  Una saga ésta que inspiro el escrito de Sigmund Freud, “Moisés y el Monoteísmo”, escandalizando a millones de creyentes a lo largo y ancho del culto a una sola figura tutelar.
Hoy Pedro tiene  el 266 sucesor, un papa de vivir modesto,  Francisco frugal, amante del Club de fútbol San Lorenzo de Almagro, habitante del barrio  Flores, inmortalizado literariamente por Roberto Arlt. Él es capaz de orientar las finanzas vaticanas con mano de hierro, ponerle fin a los despilfarros, que sacaron de quicio al papa teólogo, y  dar un paso al costado sin más miramientos.
De otra parte, el jesuitismo nacido en 1540, una orden de combate por la fe, dirigida por el aristócrata vasco, Ignacio de Loyola, se mueve entre dos extremos, el otro ha sido la opción por los pobres, promovida por el Concilio Vaticano II.  Esta fue dejada en mayor medida de lado, por su peligrosa "contaminación" con el marxismo y las luchas de liberación mundanas. Por su simpatía y apoyo fue famoso el padre español Pedro Arrupe, "bautizado" como el papa negro. Ahora, este ha tenido un sucesor de otro signo, pero dispuesto a desempolvar el poder pastoral en toda su extensión, y en la retaguardia más poderosa de la catolicidad.
El papa Francisco, recordando lo escrito por Antonio Gramsci en la cuestión vaticana, va a “dar la pelea” para conquistar la hegemonía, la dirección de los muchos, que le disputan el neoliberalismo y el comunismo, contra quienes este cruzado de Cristo abrió fuego ideológico, cuando sentenciara y pronosticara, con respaldo en lo hecho por el papa polaco, y lo polemizado por su predecesor Ratzinger con Habermas, reconstructor del materialismo histórico, y socialista liberal, así:
“…así como el comunismo cayó por todas sus contradicciones internas, este liberalismo también va a caer por sus contradicciones internas”.

 ¿Colombia y la Paz?

                                                     El purpurado argentino, puesto el anillo del pescador de almas, tiene delante muchos litigios para contribuir a resolver en su misión pastoral. La curia romana  conquistó fama en ejercicios diplomáticos desde tiempos de Maquiavelo, un internacionalista en desgracia por culpa de los Médicis. Conviene recordar, por ejemplo, el Tratado de Tordesillas, 7 de junio de 1494, que repartió cobijas entre las dos potencias coloniales en el siglo XV, España y Portugal, hizo célebre al papa Alejandro VI (antes Rodrigo Borja, valenciano).
Al papa Francisco le toca el conflicto de las Malvinas, frente a un referéndum de los isleños financiado por la Gran Bretaña,  huella y ofensa para el  gobierno justicialista de Cristina Fernández de Kirchner. También está la causa de los Mapuches, orillados y vilipendiados por el orden de su propio país, Chile, que niega el pluralismo y el diálogo intercultural que le cueste.
Está  Colombia, claro, joya de la corona católica junto a México y Brasil, que visitará este año. Las negociaciones de paz son una “papa caliente”, donde hay católicos dentro y fuera de la guerrilla, no solo de las Farc, sino del ELN y el EPL.  El Eln se hizo famoso con los casos del sacerdote Camilo Torres, primero, y luego los curas españoles, animadores del proyecto de los curas obreros y el grupo de Golconda. Jiménez, Domingo Laín, y Manuel  Pérez, quien llegó a la máxima comandancia de la UC-Eln, son parte de sus héroes sacrificados en nombre de la fe y la justicia social.
Aquí también la diplomacia vaticana, y los buenos oficios de los prelados católicos de Colombia se mueven tanto en los pasillos de Roma como de Alemania. Ambos los conoce el papa Francisco, doctorado en Alemania,  para encontrar aliento y apoyo para la causa de la paz que tiene los meses contados, según decir del presidente en funciones. Quedarán atrás las condenas y denuestos del Cardenal López Trujillo y sus acólitos nacionales. Los católicos y no católicos de Colombia, ahora dirigen sus miradas a la ciudad eterna en busca de una anhelada salida, y las Farc-Ep, también que cuentan a muchos católicos en sus filas guerrilleras.
Está Francisco metido en la encrucijada italiana. Allí no solo se desmorona el Coliseo ante sus ojos, sino que no se logra configurar un nuevo gobierno ante la pírrica derrota de Berlusconi por la coalición de izquierda,  enfrentada a la independencia del humorista Pepe con el 25 porciento de la votación reciente.

¿Por qué  Francisco?

Hay una antigua leyenda que pudiera servir para iluminar la vida futura de la militancia comunista, la de San Francisco de Assisi. Considerar su trabajo. Al denunciar la pobreza de la multitud el adoptó la condición del común y descubrió allí el poder ontológico de la nueva sociedad”. Hardt y Negri, Empire, The Multitude against  Empire, p.  413. (trad. Libre)
                                                          No pocos han visto con curiosidad cómo el actual papa escogió llamarse Francisco, cambiando los nombres más socorridos. Es un homenaje al “poverello de Assisi”, quien dio prez a la comunidad franciscana, poniendo a Roma  en contacto con la naturaleza y los pobres de la tierra, en el tiempo crítico del siglo XIII.
El antes cardenal Bergoglio  toma en serio a los intelectuales europeos de izquierda ortodoxa y heterodoxa, en particular,  los decires de Giorgio Agamben, Gianni Vattimo, y el propio Negri, quien junto a Hardt, cerraron las páginas de su primer tomo de Imperio, exhortando  a tomar en cuenta a Francisco de Asís como el modelo de militante comunista futuro, quien coloca en primer plano la opción de la pobrería como forma crucial de la multitud.
Las uvas no están verdes,  no se trata  de escanciar su vino. Bien lo sabe este hijo de inmigrantes italianos, en una tierra  de vides e injusticia a porrones. Él reclama para su misión la militancia de base, se levante en contra de la cleresía e invita a hacer presencia en las comunidades pobres y necesitadas, a la vez que batalla con ardentía contra el aborto, las uniones homosexuales que combatió con acerbía en la Argentina. Para él, no se trata de “una simple lucha política; es la pretensión destructiva del plan de Dios”. Ante lo cual, no pocos, incluido el difunto presidente Chávez, cruzarían sus dedos y se persignarían.  

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