HACE
MÁS DE VEINTE AÑOS
Giovanni Mora Lemus
23 de diciembre de 2013
¿Revelaciones? ¿Denuncias?
O más bien, ¿más de lo mismo? Sorprenderse tampoco
sería el mejor calificativo frente a las últimas noticias de un prestigioso
diario conservador de EEUU, The Washington Post, donde nos confirma, una vez más, la estrecha relación entre los
aparatos armados legales de Colombia y su “cooperador” principal, los Estados
Unidos.
Los expertos en temas de seguridad, los gurús, los
únicos entrevistados por los principales medios de comunicación señalan que es
una obviedad lo dicho por el Washington Post. La cruzada antiterrorista es de
carácter global, y Colombia, cómo no, es un escenario en esta nueva etapa de la guerra
internacional.
El ex-ministro de defensa Miguel Silva Luján, sí sorprendió con
sus apreciaciones. En una cadena radial señaló: ¡El plan Colombia fue una
colaboración de inteligencia militar! Y más adelante en la misma entrevista con
algún tono de franqueza Silva dijo: ¡la colaboración tiene más de veinte años!
¿Colaboración o intervencionismo?
Es la pregunta que los prestigiosos analistas y ex
–ministros no se hacen ni de riesgos. La respuesta está "libretiada" ya. Lo
dijo Silva Lujan es colaboración desde hace más de veinte años…
¿Soberanía o seguridad? La otra pregunta que pone en
aprietos a los conocedores de la llamada cátedra de la colaboración. Pero la
respuesta está debajo de la manga, desde hace más de veinte años: ¡Un país solo
defiende su soberanía con seguridad! Claro, seguridad no en términos de bienestar social, como por fin propone hacerlo la ciudadanía de Suiza en un referendo, sino por cuenta de la eliminación
física de los terroristas del siglo XXI.
¿La colaboración es legal o ilegal? Toda la
colaboración se hace bajo los marcos del estado de derecho, replican con todo el
ahínco los analistas y ex –ministros. El bombardeo a la provincia de Sucumbíos
en territorio ecuatoriano donde cayó el número dos de la guerrilla más vieja de
mundo, Raúl Reyes, fue un caso aislado, continúan diciendo los colaboracionistas.
¿La guerra o la paz?
Es la pregunta que nos hacemos muchos en este final de
año. Los tentáculos del poder están presentes en la Habana. La “colaboración”
norteamericana puede ser una piedra en el zapato para un eventual proceso de
paz, que empezaría de verdad con la firma de las partes (y con todas las
guerrillas después), continuaría con los formalismos legales y terminaría con los
cambios sociales.
Los movimientos sociales y la ciudadanía norteamericana consciente nos deben dar una mano al preguntarse, primero, sobre las acciones de sus gobiernos, y determinar quiénes en verdad han intervenido en América Latina, y por qué han preferido las guerras y
las dictaduras desde hace más de veinte años, en lugar de contribuir al establecimiento de sana y vigorosas democracias.
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