sábado, 4 de enero de 2014

El colega investigador Medina Gallego, quien es uno de los animadores del Centro de pensamiento que brinda asistencia académica a las negociaciones de paz en La Habana, comenta la alianza estratégica que para la paz de Colombia pueden ofrecer las dos más importantes organizaciones insurgentes de Colombia.  

Es una situación relevante para el rumbo político de los grupos y clases subalternas en el país, de cara, además, a un proceso electoral propicio para la izquierda democrática, pero incierto en el errático manejo que le dan las direcciones interpeladas, inaptas e ineptas en construir una necesaria alianza estratégica. Nos referimos al PDA y a la recién creada Alianza Verde, insistiendo todavía en la mezquindad de los cálculos inmediatos, y haciéndole juego al círculo vicioso de la llamada "ley de hierro de la oligarquía".  N de la R.

FARC-EP  y ELN
Una alianza estratégica por la PAZ

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de pensamiento y seguimiento al proceso de Paz

El comunicado expedido por las comandancias de las FARC-EP y el ELN con motivo de presentar un saludo de navidad y  fin de año a la sociedad colombiana;  así como el saludo a los integrantes de las dos fuerzas en el mismo sentido,  expresa una muy importante alianza estratégica de las dos organizaciones en el camino de construir un escenario de paz, reconciliación, democracia y justicia social durante el 2014.

Los términos del comunicado están cargados de frases contundentes comenzando por afirmar que la paz es un derecho inalienable de los pueblos y que es necesario escuchar el clamor de paz de los colombianos que se ha hecho manifiesto en distintas y multitudinarias oportunidades y que se sostiene de manera decidida en un acompañamiento eficaz y propositivo al proceso de conversaciones que avanza en La Habana y al que,  seguramente se sumara,  el que comenzara a desarrollarse en los dos primeros meses del año próximo con el ELN,  del que se sabe ya hay importantes y significativos acercamientos en el desarrollo de una fase exploratoriaen la que se busca afinar un acuerdo de paz, definir una agenda, metodología y lugar de conversaciones para darla a conocer la país.

Si bien los dos comunicados son de naturaleza distinta y se corresponden con lenguajes diferenciados para sus auditorios (nación-insurgencia), es de resaltar que en ambos la paz constituye el objetivo estratégico de la unidad insurgente. Afirmaciones como “la guerra que hemos librado durante más de medio siglo, no es la salida más conveniente para el país. El camino correcto es el de la paz”, es de especial,  profunda y contundente significación proviniendo de dos organizaciones que decidieron el camino de las armas para el logro de las transformaciones estructurales económicas y políticas del país y que están a escasos meses de cumplir cincuenta años de lucha armada.

Esto no significa que hayan renunciado a los idearios que guiaron su lucha durante algo más de medio siglo pues mantienen con el mismo convencimiento que es “la reconciliación cimentada en la justicia social, la única capaz de superar las causas que originaron el terrible conflicto que consume hoy a Colombia”, solo que hoy apuestan a otras rutas en el espejo de las transformaciones que se vienen produciendo en América Latina.   

El comunicado que Timoleón Jiménez (FARC-EP) y  Nicolás Rodríguez (ELN) dirigen a la sociedad colombiana está desprovisto de cualquier tipo de pretensiones radicales y se inscribe en un realismo histórico y un pragmatismo político de proporciones, esas si,  auténticamente revolucionarias. De manera clara y explicita,  lejos de los extensos e inabarcables programas revolucionarios de otros tiempos, de discursos ortodoxos y dogmáticos  las dos organizaciones colocan a disposición del procesos de paz tres requerimientos esenciales y estrictamente necesarios para el éxito del mismo en los que además coinciden de manera unitaria, lo que resulta importante para los retos que deben enfrentar los procesos en el 2014: la participación activa de toda la sociedad, o al menos de sus grandes mayorías; una paz que signifique justicia, equidad social y democracia y, un cese al fuego y tregua bilateral que ambiente un escenario de construcción democrática de acuerdos y potencialice los escenarios democráticos de participación en el camino de refrendación de los mismos.
  La disposición de las dos organizaciones para someterse sus fuerzas guerrilleras a las dinámicas de un proceso de paz que se revista de esos tres requerimientos para su éxito, convoca la decidida participación de la sociedad civil y en general de la sociedad colombiana, de posesionarse en un protagonismo determinante de lo que constituye un proceso constituyente de paz en el que las fuerzas políticas democrática de la nación, distintas personalidades, sectores y movimientos sociales y los  gremios empresariales y sectores de la economía, las iglesias, así como la institucionalidad publica existente,  asuman con decisión y entereza el llamado que la dirección de la insurgencia de las dos organizaciones les esta haciendo de tomar en sus iniciativas y acciones un proceso de paz que ellos y el gobierno nacional han colocado en marcha y que ahora requiere de las acciones definitivas del constituyente primario para llevarlo a feliz termino.

Es una muy buen señal que las FARC-EP y el ELN estén unificando criterios sobre el camino que ha de seguir un proceso de paz,  que a la postre,  en los escenarios de la refrendación requiere de que las dos organizaciones sumen sus acuerdos en un único y definitivo mecanismo de refrendación y compartan de manera decidida los caminos y logros construidos desde sus diferenciados esfuerzos. Pero resulta aun más significativo que estén llamando a la sociedad colombiana para que se apersone del proceso y lo conduzca hasta el final, pues como se entenderá con el tiempo no es la paz de las FARC-EP y el ELN, sino la paz de todos los colombianos lo que esta en juego.      

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