LA CRISIS MEXICANA, AYOTZINAPA E IMPUNIDAD.
Miguel Angel
Herrera Zgaib
La semana
anterior puso a México en la lente del mundo, cuando miles salieron a las
calles para seguir reclamando el regreso con vida de los 43 normalistas,
masacrados en un claro contubernio entre autoridades a todos los niveles, y el
crimen organizado.
El narcotráfico y la disputa por la riqueza social, vía despojo de los muchos, como en Colombia, no encuentra una solución estable y justa, desde que la revolución mexicana y sus conquistas se han venido reduciendo con efectiva, brutal parsimonia. Lo cual antes produjo el levantamiento de Chiapas y la aparición del proyecto autonomista del EZLN y el subcomandante Marcos. Ahora pone a la ciudadanía de todas las edades, en movimiento transformador y al PRD a punto de extinguirse.
El narcotráfico y la disputa por la riqueza social, vía despojo de los muchos, como en Colombia, no encuentra una solución estable y justa, desde que la revolución mexicana y sus conquistas se han venido reduciendo con efectiva, brutal parsimonia. Lo cual antes produjo el levantamiento de Chiapas y la aparición del proyecto autonomista del EZLN y el subcomandante Marcos. Ahora pone a la ciudadanía de todas las edades, en movimiento transformador y al PRD a punto de extinguirse.
Una historia trágica
“Todos somos
Ayotzinapa”
Corresponde
remontarse a 1988, para descubrir un recorrido que ahora se "destapa"
trágicamente con una rebeldía que explota en las calles. Un recorrido que es la
degeneración de las conquistas de una revolución donde las masas oprimidas y
explotadas, a partir de 1910, habían
sembrado una esperanza en la gente mexicana, y en todo un continente.
Es una gesta
que quedó fijado en el folclor y el cine
mexicano que se desparramaron por toda América a partir de los años 40 del
siglo pasado. Un cuarto de siglo después, los corridos cantan las
"hazañas" de los narcotraficantes y sus familias, y hacen famosos a
los "Tigres del norte" y a
otros elencos menos conocidos.
El fraude
electoral en la elección para presidente en 1988, que colocó a Carlos Salinas
de Gortari en lugar de a Cuauhtémoc Cárdenas, marcó el comienzo de un fin
trágico, que tuvo su reverberación inicial con las protestas de lo que se
convirtió luego en el PRD, exigiendo un reconteo de votos, y mostrando pruebas
de cómo fueron destruidos sufragios en favor de su candidato.
El hijo del
general Lázaro Cárdenas, el último de los reformadores en el ciclo de la
revolución mexicana, célebre por la nacionalización del petróleo, y una reforma
agraria en las ricas tierras de El Bajío, vuelve ahora a la palestra caminando
sobre la espuma de los acontecimientos desencadenados en la masacre de Iguala,
lugar histórico de la revolución, en cuya vecindad se acabó con la vida de 43
jóvenes.
Allí estuvo
involucrada la autoridad local, cuyo alcalde tuvo el respaldo electoral del PRD,
y cuyo superior, el gobernador de Guerrero, también está vinculado con el mismo
partido del que Cuauhtémoc Cárdenas Batel fue presidente, y varias veces
candidato. Él, y quienes lo acompañaron
desde los tiempos de la corriente democrática del PRI, cuando se separaron para
cofundar el Partido de la Revolución Democrática, hoy reclaman una nueva
constitución para México, un cambio en las reglas del juego, que ponga orden en
la casa a punto de incendiarse.
En este empeño
hecho público la semana pasada lo acompañan 200 intelectuales y políticos,
varios de ellos retirados del PRD, y otros, los más que son activos al interior del partido que con el
PAN hacen oposición desteñida y contrapeso al regreso del PRI que eligió al presidente Enrique Peña Nieto,
luego de haberse probado como gobernador del Estado de México, un foco de
corrupción política y negociados económicos por muchos años.
Después, ¿qué pasa?
El día miércoles al cierre de
noviembre se produce un nuevo resultado de la crisis mexicana. Hay un nuevo y
significativo desprendimiento del PRD, el partido que naciera de la confluencia
de la izquierda y la corriente democrática del PRI.
Se retira definitivamente Cuauhtémoc Cárdenas, el delfín del general Cárdenas, y con él se separa un grupo notable de diputados y militantes. Le darán existencia a un nuevo proyecto político. Es el segundo líder de importancia que se separa del PRD en los últimos años.
Antes lo hizo Manuel López
Obrador, quien se presentó como candidato presidencial, y ante el fraude
alegado en los resultados, le dió existencia a un movimiento, MORENA, que
consiguió la segunda votación nacional en la última elección presidencial.
Un matrimonio presidencial
No queda duda que la tempestad de la corrupción política y
administrativa de la gran república mexicana no cesa, sino que por momentos se
agrava más. La familia presidencial, el binomio mediático Peña Nieto/ Angélica
Rivera, ha quedado literalmente "encochinado" con el episodio de la
otra "Casa Blanca".
Este es un elefante de inmensas proporciones, la casa de la familia Peña/Rivera construida por el arquitecto minimalista, Miguel A. Aragonés, quien hace parte de negocios poco claros, según lo revela el portal Aristegui Noticias. El costo de la mansión es de 54 millones de pesos mexicanos (1 dólar/12.5 pesos), y aparece financiada por un contratista mexicano a la cabeza del grupo HIGA, Juan Armando Hinojosa Cantú, quien iba a ser el contratista del tren rápido Ciudad de México- Querétaro.
El es también el beneficiario de jugosos contratos durante la gobernación del Estado de México, en cabeza del hoy presidente de los mexicanos, quien está puesto en la picota pública, y apenas salvaguardado de un juicio político por la dividida diputación de oposición cuyas fuerzas principales son el PRD y el PAN.
El arquitecto y el contratista, en particular, aparecen relacionados en la compra venta de la Casa blanca, ubicada en Sierra Gorda 150, en las Lomas de Chapultepec, una zona exclusiva de los ricachos de México. Compra-venta que ahora revirtió la primera dama, Angélica Rivera, artista que fuera de seriados de Televisa. Pero nadie les cree.
La pareja está a las puertas de un juicio político, y una sanción fiscal. Pero la impunidad también campea en el México pos-revolucionario como aquí, nuestra desvencijada Colombia, que, por supuesto, no conoció aún revolución alguna, pero sí un sinnúmero de reacciones.
Mientras tanto
“México no puede seguir así, asumo la
responsabilidad de la lucha para liberar al país de la criminalidad…” Enrique
Peña Nieto, presidente.
Mientras tanto, en las calles y ciudades de México, la gente reclama que
a los estudiantes asesinados los regresen vivos. Recordando una consigna
coreada por Rosario Ibarra de Piedra, una de las principales activistas de los
derechos humanos en México, cuyo hijo fue desaparecido en la década de
los 70, y nunca cejó hasta hoy, siendo senadora del PT, en su empeño de demandar justicia frente a los crímenes de
Estado. Ella es la animadora principal del comité Eureka en México.
Con descarado cinismo, este jueves, el
propio presidente, con “cara de yo no fuí,” anuncia que terminará las policías
locales, que están al servicio del narcotráfico, en muchas partes del México azotado
por la violencia y el desgobierno municipal. Lo cual
quiere decir, ni más ni menos, que se pondrán más de 170.000 uniformados, - que
hacen parte de 1.800 entidades y 32
cuerpos estatales -, en situación de impunidad, y en franca actividad con sus
verdaderos patronos.
Pero, está claro, Peña Nieto no
renuncia, sino que señala a sus críticos como desestabilizadores de las instituciones,
y “hacedores de tempestades”. Un día
después aparecen 13 cadáveres
descabezados, que nada tienen que ver con Guanajuato. Veremos qué dicen los
dictámenes periciales. Estas escenas recuerdan a los televidentes escenas del seriado de Fox, “The
Bridge”, donde Demián Bichir y Diane
Kruger, los detectives Ruiz y Cross, lidian impotentes con los horrores a lado y lado del
río Bravo.
Ha sido un doloroso modo de celebrar las
efemérides trágicas. Será la Plaza de las Tres Culturas, sin la presencia
mortal de los “guantes blancos” de Díaz Ordaz y
Echeverría la que le diga al mundo, que “como México no hay dos,” y
reivindique en las calles y en las plazas a sus muertos, los de hoy y los de
antes. Será en diciembre, claro está, o ¿no será?.
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