miércoles, 31 de diciembre de 2014

DEBATE  UNIVERSITARIO EN LA   UNIVERSIDAD NACIONAL, BOGOTÁ.

¿PAPELES, TAN SOLO “PAPERS”?

Mguel Angel Herrera  Zgaib

                                                       Es más que útil y significativo que el año 2014 cierre con un debate que toca con la labor académica, su validez científica, formativa y su proyección social, y el modo como ésta es remunerada en el espacio tiempo de la Universidad Nacional, y la pública de modo más general.

Y digo que significativo, en primer lugar, porque en el ámbito de los trabajadores comunes y corrientes hay la consabida disputa por los aumentos que obtendrán; y estos se mueven entre un posible 4 por ciento y un 9.5 por ciento, que en ningún caso se compadecen con las ganancias obtenidas por los dueños del capital financiero, industrial, comercial, etc. 

Igualmente es relevante recordar cómo los empleados de la rama jurisdiccional del poder público superaron los 90 días en paro reclamando una relación salarial en concordancia con la nivelación establecida conforme a la ley nacional. La cual en efecto ocurrió con respecto a los altos magistrados, la que los coloca casi en proporción de 1 a 5, sin que haya explicación que valga.

Nosotros somos parte del sector público, y no me queda claro por qué dicha nivelación no ha ocurrido hasta el día de hoy. Revelando a las claras que los sectores educación y salud, particularmente, siguen siendo cenicientas en este aggiornamento. 

Soy de los que piensa que un profesor que sea tiempo completo debe ser remunerado con un salario mensual de $10 millones de pesos, porque alcanzar la condición de tal tiene unos requerimientos que son equiparables con otras actividades y experticias.

La particularidad del debate

                                                          Ahora en cuanto al escenario del debate, y la explosión de "papers" en el quehacer universitario colombiano, conviene que la Universidad Nacional, primero que todo, la vicerrectoría de investigación nos ofrezca cuando menos las estadísticas consolidadas de los pasados 10 años, al tiempo que la división financiera y salarial de la universidad nos ofrezca la información de lo que salarialmente se paga en la Universidad Nacional de Colombia. Con estos dos datos podemos luego hacer un estado de la cuestión que combine factores y resultados en tan sensible materia.

En cuanto a los criterios para valorar las tres funciones: extensión, investigación y docencia tienen que ser explícitos y operativos. Por supuesto que habrá unos inclinados a magnificar uno cualquiera de los factores. Cuál sea el énfasis puede cambiar según la política universitaria que se adopte, y que tendrá en cualquier caso que ser debatido dicho rumbo democráticamente.

En lo que tiene que ver en particular, con la valoración académica, desde los tiempos de Abelardo, por lo que leí en doctas citas, tiene que ver con la percepción ilustrada de los dicentes, los alumnos, los párvulos, pero no una parte de ellos, los que "quieran" responder a las encuestas elaboradas por la Universidad, sino todos sin excepción y en un tiempo uniforme cada semestre, y no bajo la fórmula escalonada y anárquica con que se aplican. Y todo eso es posible hasta hoy contando con los elementos técnicos con que se cuenta.

Por supuesto, que lo antes dicho, no deja de lado otros factores a considerar, que tienen que estar claros y no fijados discrecional, casuística o caprichosamente. La genialidad, cuando la hay, no tiene medida, porque ella es la desmesura. En tanto  desmesura ella es la medida, y para esta no trabaja la universidad en ninguna parte, porque no hay modo de prefabricar genialidades. 

No es este el caso de Colombia, todavía, si tomamos como medida, p.e., el otorgamiento de premios Nobel. Solo tenemos registrado un ejemplo. Para este caso, si tuviera que ver en algo con la academia, el logro estaría compartido por la Universidad nacional, su facultad de derecho, pues en ella estudió Gabo, y desertó de la misma.

Tal  como se pudo constatar para los visitantes regulares y circunstanciales de la Biblioteca Central durante el año que termina, en pos de su vocación literaria, como su condiscípulo Camilo Torres lo hizo en procura de la emancipación y liberación social con suertes diferentes.


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