COLOMBIA , WIKILEAKS Y SNOWDEN.
DISCIPLINA, IMPERIOS Y SOBERANÍA
INTRODUCCIÓN
¿Nos sorprende el espionaje de
los Estados Unidos?
Es más sensato estar indignados por la actitud de “sorpresa” de nuestro gobierno que
por el descubrimiento al público de un espionaje lógico de pensar.
La evidencia histórica revela que
la mayoría de Imperios, desde Persia, la Francia de Luis XIV o la China
Imperial han sido gestores y practicantes de algún tipo de espionaje. Por tanto
lo difícil de entender no es que Estados Unidos vigile a sus habitantes o a los
de otros países, sino lo verdaderamente revelador es que la mayoría de los gobiernos
afectados por tal conducta actúen como si no pasara nada.
Lo que vemos ahora es un cambio
dentro del modelo de espionaje, ya los soplones o las denuncias anónimas han
pasado a segundo plano pues el avance tecnológico ha permitido recurrir a
herramientas mucho más eficaces: micrófonos, cámaras, control sobre llamadas y emails.
También se ha producido un cambio
en los objetivos a espiar, porque ya no se hace únicamente sobre células
terroristas o sobre los mandatarios en el Kremlin, sino se trata de controlar a
los ciudadanos del común. Es por esto que el presente ensayo busca analizar el
impacto de este fenómeno en Colombia a la luz de los autores y exposiciones trabajadas
en clase sobre escritos de la autoría de Michel Foucault, Antonio Negri y
Antonio Gramsci.
Además de centrar el ensayo en
los mecanismos y el “por qué” del espionaje norteamericano, también buscaré
comprender la actitud de personas como Julian Assange y Edward Snowden, dispuestos a sacrificar grandes sueldos, o
una vida cómoda conforme a los dictados del capitalismo en aras de defender las
libertades básicas de la población mundial.
Un enfoque general
Primero
que todo, digamos que Snowden y Assange forman
parte de una generación de Internet que consideran que el poder de la
información debe ser público, que defienden en consecuencia la idea de difundir
lo que los gobiernos y corporaciones transnacionales hacen a puerta cerrada.
Por un
lado, Julian Assange fundó la organización Wikileaks con el objetivo de
difundir información relevante conseguida por medio de ciudadanos anónimos
copiando datos de acceso restringido y brindándoselos a la población
mundial. El responsable de la mayor
filtración de documentos en la historia sacó a la luz más de 200 000
documentos, la mayoría pertenecientes al gobierno de Estados Unidos. Esta
publicación logró poner en evidencia a lo que hacen un sinnúmero de gobiernos,
pues no ha habido hasta la fecha país occidental que no se haya visto salpicado
por algún caso que le afectase directa o indirectamente.
Por
otro lado, encontramos a Edward Snowden, un joven estadounidense que ha puesto
en jaque a su gobierno y a la Agencia de Seguridad Nacional, NSA, - una creación institucional que data del
ataque a las torres gemelas, - toda vez que filtró importantes documentos que aceptaban y
reflejaban las actividades de espionaje que su gobierno realiza sobre los
ciudadanos del mundo.
Concretamente
él “destapó” que el gobierno de los
Estados Unidos cuenta con un gran sistema de espionaje con el cual vigila las
comunicaciones de gran parte de la población mundial. Todo bajo el pretendido
argumento de evitar acciones terroristas dentro y fuera del territorio que Barack
Obama gobierna dizque con pretensiones democráticas. Dicho gobierno hasta ahora
no ha negado las afirmaciones hechas por Snowden, tampoco tildado de falsos los
documentos filtrados por Assange.
Sin
embargo el mismo gobierno sindica de criminales a los dos personajes de la
lucha democrática, y describe sus actos libertarios como grandes delitos,
delitos mucho mayores que los que Estados Unidos cometió contra la privacidad
de sus ciudadanos, y contra la soberanía de bastantes países, entre los cuales
se cuenta Colombia. Razón por la cual los ha llevado a huir de sus países y
pedir asilo en otros, ya que enfrentan la imputación de graves cargos.
Ambos
hoy por hoy viven, por supuesto, las mortificaciones del exilio impuesto, por
haber descubierto al mundo los arcana
imperii y los arcana dominationis,
de los que habló el estudioso de la política y el derecho, Carl Schmitt en su
famoso libro La Dictadura.
El caso colombiano
Si nos
centramos en el impacto de estos dos casos en Colombia nos encontramos con la “sorprendente”
noticia de que nuestro país es el tercero más espiado por la NSA y que además
en Bogotá se encuentra una de las sedes subcontinentales de la Agencia para
decodificar los datos interceptados satelitalmente.
Según
lo ya consignado, esta intromisión va
más allá de lo obvio, es decir, que nuestro país es una de las víctimas del
espionaje de Washington. Es por esto que no se entiende que la reacción de
nuestro gobierno sea un simple comunicado de la canciller María Angela Holguín
rechazando, sin ninguna medida efectiva, la violación de derechos ciudadanos y
de leyes internacionales. Peor aún, ¿por qué seguimos comportándonos como una
colonia en el siglo XXI? ¿Por qué van, desfilan políticos y funcionarios
colombianos a “rendir informe” ante la embajada Americana, según lo registran
sin tacha los cables filtrados por el
portal Wikileaks?
Ahora
bien, usando la metáfora del imperio romano, Negri y Hardt se refieren a esta
nueva composición política del capitalismo
concentrado dentro de un orden mundial consolidado, que practica una
nueva soberanía, el Imperio de alcance planetario. Se refieren
a este como una nueva estructura política capaz de tener el control sobre todo,
que tiene la forma de un gobierno mixto,
cuyo ejercicio hace palidecer la fórmula del “imperialismo”, que “garantiza” la lógica financiera especulativa de carácter
global.
Al
denunciarse y comprobarse la operación de espionaje lo más lógico, siguiendo los planteamientos
de estos autores, seria válido pensar que Estados Unidos está viviendo un
retroceso en su práctica imperial; y que sería casi improbable que recupere ese
terreno que había avanzado en el “dominio de hecho”. Sin embargo, lo que vemos ahora es que lo único acontecido
y quizás un poco difícil de recuperar
está dentro del plano diplomático, sin acciones contundentes que lo
hagan detener esas prácticas.
El
manejo diplomático que le dio la cancillería colombiana al asunto pudo dejarnos
un sinsabor a debilidad y sumisión. Claro, no se esperaba una reacción radical
ni un rompimiento de relaciones pero sí, al menos, un tratamiento que fuera más allá de
suaves reclamos. El tema no ha ido más allá desde ninguno de los dos lados.
Estados Unidos no ha admitido su error al violar la soberanía de nuestro país y
Colombia parece no tener dentro de sus planes el seguir reclamando. Esta posición
es de gran contraste si la comparamos con otros países de la región que se han
unido para rechazar el acto, y además
piden a la ONU analizar lo ocurrido y generar sanciones.
El
proyecto de la guerra preventiva global contra el terrorismo continúa. Al mismo
tiempo contemplamos la imposición de un nuevo orden caracterizado por poderes
mundiales completamente desterritorializados, los cuales siguen al pie de la
letra el “vigilar y castigar”.
Referido
al caso colombiano la única manera de explicar su poca indignación ante ser una
de las prioridades en espionaje desde Washington y, además, de estar
continuamente dando informes a ellos, es que estamos padeciendo una nueva
relación colonial donde la extracción minero-energética, y el tráfico de
capitales golondrinos nos amarró fuertemente a los centros del poder financiero
transnacional.
La
deuda con los Estados Unidos es una de las mayores razones que hace que nuestra
soberanía se aleje tanto del concepto leído en textos como el de Stuart Hall,
donde una de las dimensiones del Estado es que es soberano por tanto tiene el
poder supremo dentro de su territorio. En nuestro caso, vemos violada la
soberanía un sinnúmero de veces, lo que nos lleva a la discusión común dentro
de la ciencia política que afirma que el Estado nación como lo conocíamos ya no
existe. Ahora existen, en cambio, organizaciones de toda índole, financieras,
terroristas o comerciales con mucho mayor poder de decisión dentro de los
países.
Comparto
la opinión de que el Estado nación va a
seguir existiendo, y que además se está perfeccionando a la par con el
capitalismo. Nos encontramos ante una redefinición de soberanía, donde los
Estados deciden ceder una parte de ella a otras instancias. Así ocurre, en
buena medida, con el orden Imperial que caracterizan Hardt y Negri en su obra
“Imperio”, aunque también se deben tener en cuenta los casos en donde los
países no tienen más opción que entregarla.
Unas consideraciones finales
Al
analizar este tema desde un autor como Foucault me surgen inmediatamente dos
conceptos. El primero es el edificio panóptico, inventado por Jeremy Bentham,
pero que Foucault retoma en Vigilar y Castigar.
Ese edificio ideado para que los presos se sientan observados sin saber desde
que punto es un gran paralelismo con la captura de datos masivos con la ayuda
de las nuevas tecnologías.
Este
tipo de vigilancia busca que nos comportemos de la manera más natural posible,
llevado a cabo con tecnologías digitales que asociamos con la diversión y el
entretenimiento. A pesar de esto, y más aún con las filtraciones de Snowden que
demuestran el alto grado de vigilancia al que estamos expuestos, nos conduce al
efecto deseado del panóptico: la autocensura. Conocer a los “presos” del
panóptico en absoluto, lleva al poder absoluto.
El
segundo concepto que se me viene a la cabeza es el de sociedad disciplinaria. Según Foucault desde finales del siglo
XVIII se instauró en Europa este tipo de sociedad donde no se espera que el
sujeto infrinja la ley para disciplinarlo sino que se le considerará siempre
sospechoso y por tanto se le estará disciplinando y controlando constantemente.
“Guerra
preventiva contra el terrorismo” sirve como ejemplo a esa idea al igual que
esta frase lapidaria de las libertades, pronunciada por el presidente Obama: “No
podemos tener una seguridad al 100% y una privacidad
al 100%.” Se juzga
a los individuos por lo que somos capaces de hacer y no por lo que hemos hecho,
es así como se justifica esta idea. Todos podemos llegar a ser terroristas, y
por lo tanto debemos ser controlados. Así prospera la noción de “guerra justa”
preventiva que han implementado impunemente los dos últimos presidentes estadounidenses.
El
gobierno estadounidense no parece querer abandonar su proyecto de espionaje,
además sabe que son pocas las consecuencias que le puede generar más allá de
una pérdida de prestigio. Por más programas que abandone la NSA, todos estamos
seguros que seguirá habiendo espionaje y que estará en manos de ellos,
recordando el concepto de la burocracia de Max Weber, nuestra privacidad; sin
que en apariencia hubiera maneras de resistirla.
Pareciera que no hubiera modo de poner en su lugar a los
Estados Unidos y a los países que lo secundan y/o respaldar en su actuar
anti-democrático que ahora pretende disciplinar y controlar al mundo. Haciendo
palidecer a la ficción del “gran hermano” escrita por George Orwell.
Bibliografía
Foucault, Michel. Defender la sociedad.
Fondo de cultura económica 2006.
Clase del 10 de marzo y clase del 17 de
marzo_ el sujeto y el poder.
Weber, Max. Economía y
Sociedad ,Fondo de Cultura Económica de España, s.l., 1993
Hall, Stuart. Trayectorias y problemáticas en estudios culturales.
Capitulo El estado en cuestión. Instituto de estudios sociales y culturales.
Universidad javeriana 2010.
Negri, Antonio & Hardt, Michael. en: Imperio. Prefacio y primera parte. 1.1 El orden Mundial. Traducción: Eduardo Sadier De la edición de Harvard University Press,
Cambridge, Massachussets, 2000.
Apuntes
de clase