domingo, 20 de marzo de 2016

DOCUMENTOS PARA LA ELECTIVA GRAMSCI/MARX, CICLO II

LEYENDO A JOSÉ MARÍA ARICÓ

LECCIÓN 8. GRAMSCI Y LA TEORÍA POLÍTICA.

Miguel Angel Herrera Zgaib
Director Proyecto Seminario Internacional A. Gramsci, 2008-2016

En la presentación de la edición conjunta de las conferencias que Aricó dictara en el Colegio de México, años 1976-77, tiempo de exilio productivo para este comunista cordobés, quien en la Argentina había animado con otras figuras la disidencia frente a la ortodoxia de su partido, animado y en parte patrocinado por Héctor P. Agosti, empleando lo que entonces se publicaba de Gramsci en Italia, y se traducía al castellano, siguió su tarea de renovar el pensamiento socialista y el marxismo.

Dentro de esa pedagogía, se desarrollaron estas lecciones que ocupan más 380 páginas. Aquí solo menciono y refiero aspectos de lo que fue la Lección 8, de Aricó, en el auditorio del Colegio de México, un escenario más bien conservador en materia de ejercicios políticos de la izquierda.

Pero, que retrocediendo en el tiempo, fue un lugar propicio para que otros exiliados, en lo fundamental, españoles dedicados a las ciencias sociales, encontraran un punto de proyección al huir de los rigores mortales de la guerra civil española.

Yendo a la nuez de la lección,

Aricó comentaba que existe un entronque entre Antonio Gramsci y los comunistas de la izquierda europea de los años 20 y 30, Grossmann y Mattick, a pesar de la distancia e incomunicación que los separaba.

El esfuerzo del profe Aricó iba en el sentido de recordar cómo en Gramsci hay también una explícita relación entre economía y política, o entre historia (economía) y política, para responderle a la cooptación intelectual e ideológica que trata de instrumentalizar el pensamiento liberal dominante, en cabeza de un papa laico italiano, Benedetto Croce.

El punto de encuentro

Entre Gramsci, Grossmann y Mattick, tiene como eje el estudio del intento capitalista por evitar la caída de la tasa media de ganancia, lo cual conecta con la lectura del tomo III, de El capital, cuya edición corrió por cuenta primero de Engels y Kautsky, a la muerte de su autor, recuperando sus borradores y publicándolos como tarea pedagógica de la socialdemocracia alemana.

Para darle entidad concreta a la contra-tendencia que domara la crisis del capitalismo se reconstruye el aparato productivo, se estudia la gran empresa capitalista, de lo cual hablará también Coase, a su manera, se producirá el cambio de la composición técnica de la clase obrera, y se implementarán los métodos de racionalización basados en el taylorismo. En resumen, recuerda Aricó, lo que en sus cuadernos Gramsci denominó

“Americanismo y Fordismo”.

Es con este arsenal teórico y práctico con el que Gramsci respondía a Benedetto Croce, para insistir que “la organización burguesa de la producción no es fundamentalmente neutral y racional”, sino que está dictada siempre por procurar la máxima ganancia. (p. 246)

De su parte, Grossmann pone en la liza, la discusión acerca del capital financiero, como aparece referido en el trabajo de Rudolf Hilferding, que tiene eco en la caracterización que del imperialismo hizo Lenin, para cambiar la reflexión hacia “la gran empresa capitalista que revoluciona técnicas y organización del trabajo”. En suma, reclama examinar, analizar los efectos estructurales del fordismo y el taylorismo.

Aricó afirma que para Gramsci el americanismo es una contra-tendencia, más aún, que en su carácter de tal, es un fenómeno de época y no meramente coyuntural (p. 247) Para Gramsci, añade, hay una relación necesaria entre la crítica de la economía política y la ciencia política marxista que se funda en aquella.

Dice Aricó, de su propia cosecha, que este trío del que hablamos aquí, atiende a la dinámica de las crisis en la moderna fase del capitalismo de Estado, y dentro de ella, fija una atención especial en la dinámica del proceso de la reproducción, que es, por supuesto, reproducción de clases sociales.

Y añado, viene en correspondencia por la expresado por Marx, en la subsunción real del proceso de trabajo por el capital, esto es, la sociedad en su conjunto, y no solamente el ámbito de la producción capitalista centrada en la fábrica y el taller.

Es pertinente recordar la novedad del pensamiento de Gramsci, hace 60 años, porque casi nadie sabía de él, puesto que se encontraba conminado a la cárcel de Turi (Bari), y defenestrado por la dirección stalinista, y sus emisarios. Se empezó a saber de él, en vida, por las campañas para ponerlo en libertad, cuando sus condiciones de salud se hacían más graves; y ya muerto, hasta 1947, en la posguerra, cuando Togliatti autoriza y motiva la publicación de parte de sus cartas.

Para entonces se está en la coyuntura de darle forma a la nueva, segunda república italiana, y donde el partido comunista es un contendiente de peso enfrentado a la democracia cristiana en lo electoral, bajo tutela de los aliados que encabeza el gobierno de los Estados Unidos.

Conviene, igualmente, recordar que durante el fascismo, el PCI fue ilegalizado entre 1926-1944. Durante este interregno crecieron y se juntaron luego tres generaciones dispares, con tradiciones y expectativas diferentes.

Recuerda el mismo Aricó, conviene recordar la “abierta” divergencia de Gramsci con lo acordado en el 6o. Congreso realizado en Moscú, 1930-1931, donde bajo la hegemonía de José Stalin y sus coadjutores, entre los que se contaba el propio compañero de viaje, Palmiro Togliatti, se acordó la táctica político-militar de “clase contra clase”. Como se lo advirtiera su propio hermano, Gennaro, quien lo visitó en Turi, Gramsci estaba en riesgo de ser expulsado del partido.

De modo particular, Aricó recuerda cómo se difundió a Gramsci desde la Argentina. En 1950, se editaron sus Cartas, y en 1958, empezaron a publicarse sus Cuadernos de la cárcel, la edición temática, de traducciones hechas de los libros originalmente publicados en italiano.

Este es el periodo en el cual, el joven Aricó, Del Barco, Scaron, Portantiero y otros empiezan a conocer de Gramsci, y a sacar sus propias conclusiones, que los ponen pronto de patitas en la calle.

(continua)

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