sábado, 19 de marzo de 2016

Historia subalterna

PROYECTO JUSTICIA Y DERECHO COMÚN

¿Qué aprender de la disputa con Nicaragua?

miguel angel herrera zgaib.

Profesor asociado, Ciencia Política, Unal.
Director Grupo Presidencialismo y participación.

Conviene vacunarnos contra el "zika" del patrioterismo, que quiere borrar con el codo lo escrito con los pies, frente al histórico litigio con Nicaragua. Es un asunto que tiene una historia que conduce a la disolución del imperio español, luego de la derrota que sufriera en Suramérica, con la guerra a muerte lanzada por el libertador Simón Bolívar.

La campaña libertadora no fue de común ocurrencia en todo el continente americano de habla hispana, y menos en la portuguesa, con el Brasil dominado por Portugal, y gobernado por el rey exiliado cuando este país fue invadido por los ejércitos napoleónicos, y Dom Pedro se fue a gobernar allende del Atlántico.

Centroamérica tuvo otro tiempo, y Nicaragua fue objeto de saqueos e invasiones, hasta que se estableció el intervencionismo estadounidense, como ocurrió también con Cuba, sujeta a la enmienda Platt, luego de la derrota de España, que le arrebató también a Filipinas y Puerto Rico.

La voz nicaragüense y la reacción del país político

Los nicas, después de haber sacado a la dictadura somocista, no solo se dedicaron a la poesía, que tuvo a Rubén Darío como cantor insuperable, a quien se invistió de funciones consulares por Colombia, lo que le permitió residir y escribir desde el diario La Nación, en Buenos Aires.

El expresidente Arnoldo Alemán, por estos días, recordaba cómo el general Sandino, de estirpe liberal radical, que recibió el apoyo de Eduardo Santos, cuando aquel visitó a Bogotá, logró sacar a los marines de su tierra; y desde entonces empezó el proceso de reclamar una identidad territorial propia, puesto que las fronteras habían estado sujetas a los vaivenes del pirata Walker, y luego del imperialismo del garrote, conforme al hace del primer Roosevelt, Theodoro el que nos raponeó a Panamá, como eco indirecto, catastrófico, de la guerra de los mil días.

Pues, bien, ahora tenemos el fallo de noviembre de 2012, con el que la CIJ reconoció a Nicaragua derechos, alrededor de 70.000 km2, en aguas cercanas a San Andrés, A lo cual se sumó la resolución en materia de competencia y jurisdicción de la misma instancia internacional para resolver en derecho sobre la plataforma continental extendida.

En seguida el presidente y todos los partidos que tienen expresión en el Congreso han dicho que no volverán a la CIJ, puesto que las excepciones preliminares se fallaron ambas, negativamente; y esto según Santos,constituye "una decisión injuriosa de La Haya".

¿Qué hacer con la vencedora Nicaragua?

Esperar a que se produzca el fallo sobre Plataforma, y, entonces, ¿sí hacer un Tratado? El hirsuto senador Uribe, quien no hizo nada distinto a acatar la jurisdicción internacional que venía de 1948, cuando era el presidente, ahora clama y declama que se opte por las vías de hecho, tal y como lo han hecho 9 naciones antes de Colombia.

El pacto de Bogotá, con el que se creó en Bogota la OEA, "acompañada" del procónsul estadounidense, el general Marshall, fue denunciado en noviembre de 2012, cuando sufrimos la primera "derrota internacional". Se aspiraba a que tuviera aplicación inmediata, para precaver lo que vino, el reclamo de la plataforma continental por Nicaragua, un asunto no juzgado en el primer fallo, aunque algunos juristas pagos por el gobierno de Colombia,y van ya más de US $ 7 millones, incluidos lo recibido por el binomio derrotado, Cepeda/Arrieta, alegan que ya había "cosa juzgada", y hacen contorsiones de culebrero delante de la opinión pública.

Diplomacia desde abajo y con los de abajo

Nicaragua, su diplomacia y su gente tienen que ser interpeladas amigablemente, a la mayor brevedad, y estructurar fórmulas conjuntas de gestión de las riquezas comunes, dejando que el Caribe sea un lugar de piratas como lo era antes, en los tiempos de filibustero Walker, y lo es ahora con las pesqueras de grandes potencias, y el los capos internacionales del narcotráfico, las armas, y la trata de blancas y negras.

Por supuesto, que en paralelo se tiene que transformar la anarquía del derecho internacional, donde los estados grandes se comen a los chicos, y los chicos sirven de parapeto a los intereses de las superpontencias. Se trata de darle entidad a un derecho global común, y el escenario en disputa de Nicaragua y Colombia puede ser un punto de arranque, como lo puede ser, igualmente, Angostura, en Sucumbíos, en la frontera con Ecuador.

Resolver la ecuación democracia y guerra

Darle paso a las promesas de otros visionarios, quienes siguiendo la frustración de la Anfictionía de Panamá, y la doctrina Bustamante en América Latina, no quieren echarle petróleo al fuego en varios continentes, incluido el mar del sur de China, la disputa en Somalia, la hoguera ardiendo en Palestina, y el drama del "Estado islámico" enclavado en territorio de la minoría sunita que toca tres países, cuyas fronteras trazó el imperialismo del siglo XIX.



Se trata, entonces, de actualizar el derecho de los pueblos, de leerlo en clave global como derecho común, que en lugar de establecer nuevas divisiones, debe desmercantilizar el mundo y los territorios de naciones en disputa histórica y coyuntural. Pero es para ya, para salirnos de la ecuación democracia y guerra. Expandiendo la democracia más allá de las fronteras "soberanas", en las que se explota a los habitantes y se depreda a la naturaleza.

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