jueves, 17 de marzo de 2016

LAS MULTITUDES SUBALTERNAS EN CALLES Y PLAZAS DE COLOMBIA:
PAZ DE ABAJO Y REFORMA ECONÓMICA, INTELECTUAL Y MORAL

Esta vez, en medio de una negociación de paz empantanada por unilateralismo de parte del gobierno nacional, y activismo político de las Farc-ep en el Conejo, con la presencia de tres miembros del secretariado, arrancó el paro nacional del 17 de marzo, pasado por lluvia, pero combativo, y representativo del descontento nacional. Al que se añadió el pronunciamiento de la Corte Internacional de La Haya, que no desestimó las dos solicitudes hechas por el gobierno de Nicaragua.

Pero, hoy, la sociedad civil de abajo muestra la cara, luego de seis años. Frente al bloque dominante, la lucha por la autonomía política se tensiona y pone a prueba la disposición de ánimo de millones de colombianos hartos del desgobierno, la corrupción, la lenidad en la administración de la justicia, y el despilfarro de los recursos que son bienes comunes.

Del paro cívico nacional a la disputa plebeya de la democracia

En el comando de paro están las tres avejentadas organizaciones sindicales, con un reducidísimo porcentaje de afiliados, diezmados por la persecución armada y desarmada de los patrono, en la ciudad y el campo.

Pero esta vez también son acompañadas por organizaciones sociales, sindicatos independientes, organizaciones de transportistas, y grupos sociales de diversa procedencia, mujeres, viviendistas, Lgtbi, grupos artísticos y culturales, los jóvenes del E24, y diversas organizaciones políticas de izquierda y democráticas que extendieron sus vallas y agitaron sus pancartas.

También caminan en pueblos y ciudades las organizaciones campesinas, y las minorías étnicas. El campesinado que se expresa de diversas formas tiene que avanzar en constituir el partido agrario, capaz de romper el bloque agroindustrial terrateniente. 

Esta confluencia de fuerzas, en medio de una economía con visos recesivos inocultables, es la verdadera oposición de necesaria proyección anticapitalista, y no el embeleco de oposición que se hace llamar Centro democrático, CD, empapada, penetrada de corrupción hasta los tuétanos, incluida la propia familia del expresidente.

La fuerza política del CD, y su música trágica, suena a diario, y constituye, en verdad, la trinchera del régimen para-presidencial que no se dispuso a desmontar la paz de Juan Manuel Santos, y que le da asiento a la para-república que empezó a crecer en los dos gobiernos de Uribe Vélez.

Los trabajadores de las ciudades tienen la urgencia de potenciar una estructura de coordinación efectiva, que le de pie a una nueva forma de Frente Unico, donde las diferencias internas encuentra una fórmula de autogestión y acción común. Este Frente aprende en acto lo que fuera el ensayo promisorio del Frente Unido de los años sesenta.

Por lo pronto hay un proyecto en curso, que a la fecha se prueba también, el denominado Frente Amplio, que es un punto intermedio entre el Frente Unido de Camilo y la pequeña burguesía intelectual, y el Frente Único que es el instrumento más adecuado para darle impulso a un proceso de Constituyente Social, que viabilice el proyecto de Paz que sirve y es de los de abajo, las multitudes movilizadas.

Paro y Paz de los Subalternos

Por supuesto que hoy se tensan las cuerdas de la paz en Colombia, y se le fija un rumbo a la negociación de la paz en La Habana, luego de la visita del emisario del presidente Santos, que según decir de Iván Márquez fue provechosa.

Si pasamos revista al spotlight de El Tiempo, el paro de hoy no le merece sino una pequeña noticia, abajo, en la primera página, donde se lee: "Marchas Sugerencias para el día del Paro en Bogotá". Y al leerlo reenvía a la sección de Bogotá, página 6, del mismo periódico.

Pero, a pesar de este cuasi silencio, las marchas van y de resultar como se espera, ponen a la sociedad civil de abajo en la condición de interlocutor válido, y no más títere estratégico en la guerra de 60 años.

Es un cambio cualitativo, porque se pasa de los ejercicios consabidos de representación a la participación en calles, plazas y foros, los que deben seguir, cuando la jornada de este 17 de marzo de cierre, para definir el curso de nuevas acciones, que hagan realidad la plataforma mínima que levantan los marchantes a lo largo y ancho del país.

Es tiempo, igualmente, que la intelectualidad democrática y de izquierda, y los sectores de la educación pública y privada sirvan de motores de búsqueda en la armonización del bloque contra-hegemónico apto para darle impulso a la paz subalterna, diferente en sustancia y forma de la paz neoliberal que agencia Santos, y la reaccionaria, que tiene como paladín y gesticulador al expresidente.

El nuevo sujeto se constituye en la lucha

Es hora para articular una red de redes, y un movimiento de movimientos que potencia a las multitudes que hoy resumen el despertar de un conjunto de reivindicaciones moleculares cuyo precipitado debe dar expresión a una corriente principal que desborde los espacios de la representación política, y de trazas de auto-organización del trabajo en todas sus expresiones, para disciplinar los desmanes del capital, y en particular, del capital financiero nacional y transnacional.

Se trata de pasarle la cuenta a quienes se han apoderado de la riqueza social empleando todas las formas, y valiéndose del capitalismo político para esquilmar los bolsillos de la ciudadanía, y de los millones de colombianos que ven como los pocos repletan sus arcas, y los muchos se sumen en la pobreza, la miseria y la delincuencias.

Es tiempo de reclamarlo todo, y hacerlo con sensatez, firmeza y nutrir con una conducción plural y eficaz la paz por venir, y el tiempo de la posguerra social, de la guerra de posiciones democrática en curso.

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