sábado, 3 de septiembre de 2016

La Disputa por la Hegemonía en Colombia

HISTORIA A DOS VOCES (Parte II)

"Le crispaban las negociaciones con el M19, la posible elección popular de alcaldes y la ya entonces interminable cadena de muertos y asesinatos." Douglas Botero Boshell, Un conservador de servicio, en ET, 2/09/16. p. 16.

El autor de "El largo camino hacia la paz", insiste con razón, que "no basta con votar Sí en el Plebiscito del 2 de octubre. Se requiere mucho más". Aunque no lo cite, entrelíneas está el resultado del otro plebiscito que trajo pacificación sin democracia para Colombia. La cosecha no podría ser más amarga, más guerra que con las Farc puede concluir el próximo 2 de octubre.

Pero esta comparación no la hace el economista y dirigente liberal de la Escuela de gobierno de los Andes. En cambio, él enuncia y nos anuncia verdades a medias, como las que acostumbraba otro lugarteniente del proyecto bipartidista, este conservador, de otro primo Lleras, Douglas Botero Boshell (1916-1997), el Kerensky de otra paz frustrada con las Farc, la que se adelantó durante la presidencia de Belisario Betancur, y terminó en el genocidio de la militancia de la Unión Patriótica, después de la masacre, desapariciones y ejecuciones sumarias del Palacio de Justicia, aún en notoria impunidad.

Pero, no es al político conservador al que ahora cita Caballero, quien fuera ministro de gobierno de Carlos LLeras Restrepo, sino que vuelve al socialista desteñido, Felipe González, quien renunció al marxismo en septiembre de 1979; y hace un tiempo trata de apagar los incendios en Suramérica, cuando se derrumba la casa de la España pactada en 1978, donde ahora el bipartidismo naufraga por segunda vez; enfrentados el PSOE y el PP, el socio en la reconstrucción posfranquista, ante la expectante mirada de la alianza de Podemos e Izquierda Unida, Unidos Podemos, que cada vez es más crítica de los llamados acuerdos de la Moncloa.

¿Cómo lograr una paz duradera?

"No hay nada en ella de azar, ni de capricho. Sino inteligencia y determinación irrevocable." Alberto Lleras.
Carlos no se refiere tampoco a la "tercera vía" de los socialistas en su columna del 3/09/16, sino a un libro de 2014, "En busca de respuestas- El liderazgo en tiempos de crisis," donde Felipe González habla de "comprometer a la gran mayoría en todos los territorios...sin negar la diversidad de identidades." Claro está, refiriéndose al caso español, pero nadie le hace más caso, él mientras hace negocios con su fama de estadista

La interpretación del profesor liberal, dedicado a la gobernabilidad en Bogotá, se traduce en: "cohesionar la sociedad e integrar el territorio." Pero, ¿y cómo?
Justicia, pago de impuestos, cambio de costumbres políticas, estabilidad, progreso, y lucha contra la desigualdad y la pobreza.

Si esto ocurre será posible "integrar a las Farc a la vida civil" y que " Las Fuerzas Armadas y la Policía ejerzan el monopolio de las armas...para que se pueda hablar de un Estado moderno en Colombia."
Pero, nos advierte, que la receta anterior no es suficiente. Se requiere "un gran proyecto común de largo plazo". Dirigido por quiénes? Guarda silencio el profesor uniandino.

¿En cuál sociedad aspiramos a vivir y a progresar sin violencia?

Tampoco lo comenta el articulista del diario El Tiempo. Pero, claro, no podría ser la sociedad española de la posguerra civil española, porque ésta colapsa ante nuestra vista; y en la caída se está llevando, y cómo no, a aquel bipartidismo cubierto por la alienante sombra del dictador Franco, y la impunidad que hasta la fecha arrastra, incluido el sacrificio del poeta Federico García Lorca, y la ominosa muerte de Miguel Hernández.

¿Vendrá de la mano de otro "Podemos/Izquierda Unida? No, porque los entusiasmos del opinador se inclinan del lado del PSOE, y su admiración por Don Felipe. En el mejor de los casos, pareciera tratarse, de un neoliberalismo con "rostro humano"

Entonces, ¿seguir los pasos de Alberto Lleras, y la farisea prédica de la "apoliticidad" de los militares?. Es mejor, parece, que éstos ejerzan la vida política abiertamente, y no " a la chita callando", como hasta ahora, con la colección de muertos, negociados, escándalos, abusos sexuales en que han incurrido durante la prolongada guerra social, los que ya nadie puede ocultar.

No sirvió en Colombia la auto-proclamada eficacia técnico militar de las FF AA, ni cuando 16.000 efectivos persiguieron a los campesinos organizados como autodefensas, con el apoyo de los comunistas en Ríochiquito, el Pato y Guayabero . Porque la guerra social se prolongó por 52 años, y aún no termina en todos los campos. Para nada los bombardeos y los falsos positivos, las torturas y desapariciones han dejado gloria.

Tampoco podrán exhibirse en un hipotético museo de la memoria nacional victorias fementidas de una cruenta guerra sucia, que a todos ha envilecido, y cuyas mayores víctimas, superior al 80%, han sido civiles no directamente partícipes en combates, emboscadas u operaciones comando.


(continua)

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