jueves, 19 de octubre de 2017

LA ELECCIÓN Y LA MUD EN VENEZUELA.

miguel angel herrera zgaib
director grupo presidencialismo y participación, unal. bogotá.
Director del XIII Seminario Internacional Gramsci, 14-16 noviembre 2017

"...esta elección demostró que el pueblo quiere este modelo, el pueblo dijo: Este el modelo que queremos." Delcy Rodríguez, presidente de la Asamblea Constituyente.

Ayer no más estaba en disputa la última gobernación en el Estado Bolívar, emporio minero, de hierro, bauxita y oro. Mientras el cálculo del candidato de la oposición, Andrés Velásquez, señaló que ganaba este puesto según las actas emitidas por las máquinas que administran el voto electrónico, una de las cuatro modalidades de conteo con que cuenta la República Bolivariana de Venezuela.

La suma mágica: 4.500 votos de diferencia.

Pero, otro fue el anuncio del gobierno, quien señaló que su candidato fue el ganador, Justo Noguera, con una ventaja írrita, 1.481 votos. Tal fue el solemne, e incrédulo anuncio de Tibisay Lucena al frente del Consejo Nacional Electoral (CNE).

La propia Tibisay, al tiempo que reconocía que la elección regional debió ocurrir hace un año, con una dosis que los opositores califican de cinismo, indicó: "Este ha sido uno de los mejores procesos que hemos organizado". ¿Qué decir, entonces, de los peores? Ripostaron los líderes de la MUD.

No a la ANC

"...inventar los números que nos mostraron esta mañana". Denuncia de Andrés Velásquez, candidato de la MUD.

En todo caso, los 5 gobernadores que ganaron estados para la oposición venezolana no se juramentaron ante la ANC. Queda ahora por verse, si la amenaza de Maduro se cumplirá para estos, que de lo contrario, según él, no podrán asumir sus cargos.

Recordando experiencias de fraude, en Colombia, y en otros países de nuestra América, el candidato perdedor en Bolívar señaló que sus testigos fueron expulsados en el momento del reconteo.
En Bolívar, además, ocurrió también que no fue posible la sustitución de candidatos que existe en la ley electoral. Tal fue el caso de Francisco Sucre, quien tuvo 3.787 votos, que sumados a los de Velásquez, hubiera doblado al ganador, Noguera.

Un colofón retador

El PSUV se equivoca al pensar que las elecciones son equiparables a la hegemonía, esto es, a la dirección del pueblo venezolano. Tal como lo proclamó con entusiasmo Delcy Rodríguez, la aguerrida excanciller venezolana, ahora conductora de la asamblea constituyente impugnada por la MUD con ahínco y argumentos tomados del poder constituido como existe en la Constitución de 1999 y sus reglamentaciones posteriores.

Para los entendidos y estudiosos más reticentes al triunfalismo del Chavismo, la elección que pasó el domingo mucho menos marca el renacimiento bolivariano; entre otras razones, porque esta vez, la oposición en cifras le ganó dos gobernaciones más, y tampoco acepta que hubiera perdido la sexta, que denuncia fue un fraude el que posibilitó que la ganara el rival de Velásquez.

El dos por ciento que faltaba por escrutarse, esto es, 53 actas, después de 48 horas de espera silenciosa, sin testigos de la oposición, resultó dándole el triunfo al oficialismo, produciendo un brote de gran indignación, y censura de los aliados internacionales de la MUD que aumentan con el correr de los días.

Pero, aún así, los votes de Sucre, segundo candidato opositor en Bolívar, a quien no se permitió la sustitución, hubiera permitido con su votación consolidar el triunfo de Velásquez, quien desde ayer viajó a Caracas, para denunciar ante el CNE lo que define como un descarado delito electoral.

De otra parte, en la votación del domingo hubo una gran abstención cercana al 40 porciento, y los más afectados fueron los opositores, pero, por el oficialismo hubo una caída superior a los 800.000 votos. Luego ha habido una pérdida en la legitimidad del gobierno del PSUV, que sí pueden medir las votaciones.

Para el año entrante, 2018, la lucha por la presidencia no será lo mismo. Así las cosas, el 2018 será el momento crucial para la república bolivariana; atravesada por tantas fallas, y con una precaria conducción económica de la destorcida pretrolera. La conducción del PSUV se mueve así, nerviosamente, entre la legitimidad asediada y el espejismo de una hegemonía esquiva y fugaz delante de sus ojos incrédulos.

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