LA UNIVERSIDAD DE LA
HEGEMONÍA INTEGRAL Y EL PENSAMIENTO DE RUPTURA.
EN LUCHA POR LA
DEMOCRACIA SUBALTERNA GLOCAL.
Miguel Angel Herrera
Zgaib
Profesor asociado, U.
Nacional de Colombia
Exrector de la U.
Libre
Director del Grupo
Presidencialismo y participación, y del proyecto Seminario Internacional
Antonio Gramsci.
¿A dónde se han ido todos los líderes? Ellos están tras los barrotes o
sepultados bajo tierra. Los poderes dominantes y las fuerzas de la
reacción ( a menudo en colaboración con
los partidos institucionales de la izquierda) han sistemáticamente apresado y
asesinado a los líderes revolucionarios. Cada país tiene su propio panteón de
héroes caídos y mártires: Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Che Guevara, Nelson
Mandela, Fred Hampton, Ibrahim Kaypakkaya. Usted
puede hacer su propia lista. HARDT & NEGRI. ASSEMBLY, Leaderless movements
as symptoms of a historical shift. Cambridge. Oxford University Press, pp: 8-9.
Estimados colegas, amigos, compañeros de sueños y
realidades, les compartimos hoy, un programa/proyecto, ad portas
del XIII Seminario Internacional Antonio Gramsci, del que son parte orgánica
los trabajos colectivos y personales de un común hecho de disposiciones
singulares y plurales. Es una obra en construcción aún, a pocas horas del acto
inaugural, cuando cumplimos una década de luchas y alegrías, tejidas con
esfuerzo y disfruto.
Tenemos la convicción
que esta celebración pudo haber sido mejor concebida y tejida, pero las agujas y los hilos de
mil colores todavía están en la urdimbre, moviéndose en todas direcciones, y
tensando infinitas armonías y ruidos, en procura de un pensamiento de
ruptura y una acción común transformadora.
En materia de
innovación pedagógica, nos la estamos jugando toda por Otra, nueva universidad
pública, partiendo de una segunda fundación de la Universidad
Nacional de Colombia, 1867-2017, que se extendió desde las trincheras del radicalismo
décimonónico hasta la revolución en marcha de un liberalismo influido en materia cultural y educativa por el
Grito de Córdoba que aún resuena con su reclamo subversivo de libertad de
pensamiento.
Cuando se cumplen 500
años del reformador Martín Lutero, quien se transformó en la lucha por los
derechos civiles invocada por Luther King Jr., inmolado en la década gloriosa e
infame a la vez, de los años 60, la de las piedras rodantes donde confluyeron la
fiesta, el carnaval de la participación, con la sangrientas, bestiales
agresiones imperialistas en todos los continentes.
Siguiendo la saga, restaurada la
Universidad Nacional en el espacio social común bautizado como Ciudad Blanca,
hemos visto también mancharse de sangre y oprobio este bastión de libertad y
militancias de todas las convicciones y calibres. Hasta arribar en 1971, durante
una huelga de un año, al cogobierno de la real, la vibrante comunidad
universitaria que expandió con el diapasón libertario el mensaje revolucionario
para entonar una canción de vida, con un coro de múltiples voces, bajo el
conjuro subversivo de dos excepcionales tenores.
Este dúo genial, que
resuena en los pasillos de lo Otra universidad, lo componen Camilo Torres
Restrepo, fugitivo de las formas convencionales del derecho y la iglesia. Al
encuentro de la otra Colombia, la rural, y la poblada por obreros, pobres,
humillados y ofendidos, mujeres, niños, lgtbi. Dispuestos los jóvenes y maestros a llevar con Ernesto
Ché Guevara de la Serna, una cura medicinal, utópica de todos los males
represados por más de 500 años sin cuenta. Años repletos estos de historias de
resistencia, subversión y rebelión. Ambos son un ejemplo que se extiende como
una larga sombra liberadora. En términos de Antonio
Gramsci, todos ellos han esculpido una obra für ewig. Nosotros la honramos hoy,
en día.
Razón de sobra para
que demandemos pronta justicia y libertad para los presos políticos de nuestras
universidades, y de la Nacho, en particular. A ellos y ellas está dirigido
nuestro abrazo solidario, en franca rebeldía; acompasado, pese a los errores, con la acción heroica,
inclaudicable de los grupos y clases subalternas, sociales e insurgentes, quienes son la garantía, si la hay, de ir más allá de las mezquinas y equivocadas pretensiones de
las paces reaccionaria y subalterna.
Les proponemos a los
compañeros, invitados internacionales, que con sus voces y su compromiso
contribuyan a refundar por segunda vez a la universidad pública, más allá de
claustros y colegiaturas. Una universidad del común que se extienda con su grito y su melodía, para que
se oiga desde la gélida Groenlandia hasta el Cabo de Hornos. Una academia heterodoxa que recorra con
su eco subversivo las altas cumbres, los valles y planicies de nuestra América. Tierra fecunda y arisca, la de José Martí, Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, de los Jacobinos
haitianos, y tantos otros, miles que lucharon y triunfaron en la gesta
independiente del siglo XIX, de comienzo a fin.
Todos tienen en la
Cuba socialista, tantos años resistiendo en dignidad, con errores y
rectificaciones, una convocatoria incumplida por el resto de naciones,
conquistar la segunda independencia. A esta causa gigantesca, la de nuestra América en interlocución global, se debe la nueva
universidad, refundada en el tiempo de la paz, la que anima la entrada, la decisión y la creatividad recuperada. La potencia instituyente de los subalternos tiene la palabra. Es a quienes convocamos a construir la
paz y la revolución democrática.
Dispuestos estamos no
solo a obtener la autonomía universitaria plena: la financiación suficiente, el autogobierno y la gratuidad de la
educación a todos los niveles, sino dispuestos también a avanzar también en
procura de la reforma intelectual y moral. Saldemos cuentas con el pasado
oligárquico, confesional y excluyente, y avance con paso firme, lucidez y
creatividad en la forja de una autonomía integral, la que pensó y publicitó
Gramsci en sus cuadernos, escritos durante miles de noches de vigilia y
encierro libertario.
Refundando él, con el
Marx de El capital, con el Lenin de la revolución proletaria, y el Ché de la
Tricontinental, de la denuncia de la OEA, impunemente asesinado en una humilde
escuela rural de la Bolivia andina, la ciencia política, rescatándola del cerco
burgués normalizador, siervo del espíritu del capitalismo y sus metamorfosis,
liberales y posneoliberales.
Haciendo caminar la
nueva ciencia de la democracia subalterna, que transforme, revolucione el
sentido común. Por un nuevo sentido común, que rompa en la praxis, con
inteligencia, tesón, audacia las cadenas de la opresión, hecha de explotación,
dominio y subordinación de los subalternos. Desde ese atalaya ofrecemos y
compartimos este ejercicio de Escuela autónoma, nutrido de maestros
ignorantes, de Zuletas, Zabaletas, Echeverrías, Mariáteguis, Martís
multiplicados al infinito.
Invitados a
enriquecer las voces subalternas, en los mensajes escritos, audiovisuales del
proyecto Pensamiento de Ruptura, la IGS-Colombia, y la red de estudiosos
latinoamericanos Sociedad GlobAL Gramsci, SGG, que a partir de ahora se hace
revista cotidiana de lo coyuntural y estructural, necesarios para la
construcción vigorosa, diversa de un intelectual colectivo orgánico a todas las
luchas por la emancipación y liberación que desde América se levantan en coro
para invitar a los habitantes globales, a romper el yugo del capitalismo
global, a sepultar todas las discriminaciones, exclusiones, desigualdades y
opresiones, para transitar con paso firme las avenidas de lo común en sus
múltiples formas.
Desde el mirador de
Colombia, que se debate por obtener el triunfo definitivo de la paz. En esta
dura, cruenta guerra de posiciones democrática que marca el tiempo de posguerra
que vivimos, experimentamos entre los Acuerdos de La Habana, y lo que ahora se
construyen desde Quito, en interlocución con la insurgencia subalterna, que se
dispuso a librar con todos, sin imposiciones, con pasión por la verdad
situada.
Demandamos todas las
solidaridades posibles continentales, regionales, locales para triunfar. Para
que el año 2018 sea un botón de muestra, de la potencia constituyente e
instituyente del nuevo país, de la universidad para todos, donde se juntan el
pensamiento académico, crítico y de ruptura en la tarea común de extender el
nuevo mundo a todos los confines, haciendo efectiva la revolución contra El
Capital, de la que habló con juvenil elocuencia, Antonio Gramsci.
Nuestro interlocutor
válido, provocador, de días y horas. Tal ha sido el proyecto del Seminario
Internacional Antonio Gramsci, nacido en la Universidad Nacional, concebido
desde los espacios libertarios de la Universidad Libre. La que queremos se abra
para todos los colombianos, a lo largo de estos años que se cuentan entre el
2007 y el 2017.
Los que celebramos
con el concurso de todas las generaciones, durante estas tres inolvidables
jornadas, en un mítico tiempo liberador, de revoluciones, contadas más allá de
los calendarios convencionales. Citándonos en el Auditorio Camilo Torres
Restrepo, y en la Plaza de la Memoria Viva.
Adentro y afuera de
la Ciudad Blanca donde se juntan la melodía transformadora, el contrapunto
creador de la reforma y la revolución, con los pioneros de la educación laica y
libre en la Gran Colombia de Bolívar y Santander. Seguida por la vocería
múltiple de los forjadores de las reformas liberales socializantes del
radicalismo de los Estados Unidos de Samper y Santos Acosta.
La Nacional de Bravo
Pérez, Arciniegas, Gaitán y López, contrarias a la hegemonía
conservadora. La universidad moderna, de la libertad de expresión, cultora
de la razón, del pensar por sí mismo de Molina, Villazón y los estudiantes
en lucha contra la oligarquía y la dictadura.
La universidad eco y
émulo de las luchas por la liberación y la revolución, que aprende del ejemplo
de China, Argelia, Cuba y Vietnam, con la presencia de Camilo, Gabo, Fals
Borda, Almarales, Martínez Quiroz, Romero Buj. Para recordar, apenas, unos cuantos
que reflexionaron desde estos salones, y trajinaron en los espacios de la
sociedad política y la sociedad civil la suerte de las revoluciones en América
Latina.
Hasta llegar a los
años 70, el tiempo del programa mínimo de los estudiantes colombianos y el
fugaz pero ejemplar cogobierno democrático en la Universidad Pública; la
lucha posterior contra los rectores policías, bajo la resistencia de la
generación rebelde y libertario de los "sin permiso" que se cierra
con la toma y la destrucción del Palacio de Justicia, en la retoma político
militar de noviembre de 1985. Una herida abierta, supurante que no cauteriza,
por la podredumbre que se difunde a granel en la inocultable corruptela de los
poderes públicos, que son contadas excepciones.
Con la vuelta de
tuerca, cercana del año 2011, con la comunidad estudiantil, con la multitud
ciudadana, auto-organizada en la Mane, y las mingas indígenas
protestando en las calles, aulas, plazas y carreteras, por una parte; y en
desobediencia civil, animada por la dignidad de figuras individuales como el
maestro Gustavo Moncayo, quien recorrió a Colombia de sur a norte, en rebeldía
contra la guerra fratricida.
Es el antecedente
ejemplar de la universidad movilizada que responde a la contrarreforma
universitaria y cultural, y al abandono descarado y cínico de la educación
pública a todos los niveles. Que revive y amplía la lucha del programa mínimo
de 1971, y fracasa en el Congreso, cuando propone una ley de reforma para la
educación superior.
De otra parte, en el
campo, cambiando de escenario, se libra la resistencia contra la política de
arrasamiento lanzada contra el campesinado armado, que defiende la reducida
reforma agraria, y las formas de subsistencia de pobres del campo y la ciudad
que se auto-emplean y trabajan en la producción y reproducción de los cultivos
ilícitos que garantizan su precaria resistencia, frente al avance de los
megaproyectos agrícolas y mineros.
Aquí se produce la
inflexión de 2008, que detiene con el uso de las armas, y la táctica de guerra
de guerrillas, los bombardeos y la política de tierra arrasada. Aparece la
interlocución de un exuniversitario, Alfonso Cano, un estudiante de
antropología de la Nacho de los 70, Guillermo León Sáenz, quien es el
secretario político de las Farc-Ep, heredero de Manuel Marulanda, quien reclamó
con firmeza, en sus últimos años de vida, no la humanización de la guerra sino
su terminación, habiendo sido protagonista de primera fila, de las
auto-defensas campesinas que enfrentaron a la gran violencia, desatada después
del asesinato del líder reformista Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Es la
encrucijada del medio siglo pasado, y comienzo de la crisis orgánica del
régimen político bipartidista productor y reproductor del capitalismo
periférico y dependiente, impuesto al fin de la segunda guerra mundial, por el
nuevo hegemón continental y mundial, los Estados Unidos de Norteamérica.
Cano fue interlocutor
del actual presidente, el entonces ministro de defensa, Juan Manuel Santos,
quien ya contaba con el beneplácito del gobierno del demócrata Barack Obama,
para parar la guerra sucia que se extendía sin cuartel del campo a las
ciudades, con más de 3.000 asesinatos de población civil, en un impune
ejercicio de terrorismo de estado, de práctica generalizada del estado de
excepción de hecho y de derecho, que sigue hasta nuestros días.
Cano fue sacrificado,
cuando llevaban varios años de conversaciones secretas, que continuaron con el
recien electo presidente, quien autorizó desde Bogotá su sacrificio, su
asesinato, cuando estaba sitiado e indefenso en un paraje de los Andes.
Entonces, la universidad en resistencia, en rechazo contra la guerra, y los
asesinatos de civiles indefensos, y de activistas políticos de todo tipo
volvió a las calles, para contrarrestar las manifestaciones convocadas por la
reacción. Alcanzó un nuevo momento con el apoyo al paro agrario nacional, que
mostró el poder del campesinado organizado frente al despojo y el expolio de la
agro-industria transnacional.
Es el rechazo exitoso a la guerra
fraguada durante los gobiernos de la guerra contra los subalternos sociales e
insurgentes que arranca con el fracaso de la paz en el Caguán, y se amplía con
acción de liquidación lanzada contra las guerrillas rurales por el régimen
parapresidencial de la "seguridad democrática". Es el punto de
inflexión, donde el mundo rural consolida el tránsito a la paz de Colombia, que
impidió la derrota de la insurgencia subalterna y su resistencia armada en las
retaguardias, asediadas por los bombardeos y el espionaje electrónico conducido
por los gobiernos estadounidense, británico e israelí.
La universidad
pública, la otra universidad, la que se solidariza con la causa de los
subalternos, que es su causa, salió de nuevo a respaldar la lucha del
magisterio contra el plan de contrarreformas agenciadas desde el ministerio de
educación que condujo a la caída de la ministra Gina Parody, pero que no tuvo
hasta hoy la fuerza suficiente, para impulsar una verdadera reforma de la
educación pública en los niveles elemental y de secundaria. Como tampoco la han
tenido por separado las movilizaciones indígena, campesina, de transportadores
de carga, y de pilotos hasta nuestros días.
Tampoco fue
suficiente su prédica y su compromiso para contribuir al triunfo del plebiscito
en apoyo a la negociación de paz, que se perdió por algo más de 52.000 votos.
Pero sí, su salida al lado de jóvenes, mujeres, ciudadanos del común, para
reclamar en las calles y plazas de Bogotá y las grandes ciudades para respaldar
los acuerdos de La Habana, que condujeron a que el presidente utilizara
los poderes ejecutivos para refrendarlos.
Sin embargo, estamos
en noviembre, y por todos los medios, se busca el naufragio de la JEP, la
Jurisdicción especial para la paz, y la participación política de la Farc, el
partido político creado por la insurgencia subalterna después de la dejación de
las armas pactada, y de las víctimas de la guerra que dura más de medio
siglo.
Se han puesto
talanqueras a la paz subalterna, por lo que la lucha de la Universidad
colombiana enfrenta un nuevo desafío, que conquiste su renovación plena. Es una
tarea de gigantescas proporciones, que exige una disputa contra-hegemónica en
el campo y la ciudad; demanda una profunda reforma intelectual y moral que
sacuda los cimientos reaccionarios y los intereses del gran capital
transnacional. Reclama de todos los universitarios imaginación y rigor en la
praxis guiada por el pensamiento de ruptura.
Esta es la
universidad con la que nos identificamos, y la escuela autónoma que es el
Seminario Internacional Antonio Gramsci, que invita a multiplicar la praxis
horizontl de auto-gobierno, auto-gestión, que, además, reclama, con urgencia,
sin claudicaciones, la constitución de un frente común para ganar con el
múltiple partido de la paz, en enfrentamiento con el partido de la guerra, el
ciclo de elecciones en 2018.
Esto quiere decir,
ganar la presidencia de Colombia, y obtener el mayor número de congresistas que
defiendan e impulsen la paz subalterna. Lo que supone preparar, agenciar y
realizar en paralelo un ejercicio nacional de Constituyente Social que
materialice de una vez por todas el compromiso signado en 1991, en el artículo 13,
y el bloque de constitucionalidad que lo tiene por centro.
De dicho proyecto es
parte orgánica y punta de lanza, el instrumento de la Constituyente Educativa,
donde la Universidad Nacional en sus 150 años es gestora, y animadora de
primera línea, en ejercicio de la academia militante, con pasión por la verdad,
y compromiso transformador con la causa de los muchos; es decir, con 48
millones de colombianos, afectados por la fórmula capitalista que multiplica la
desigualdad, la exclusión, la discriminación y el sectarismo de toda laya.
Desde este mirador,
reclamamos solidaridad y compromiso con la academia militante, con el
pensamiento de ruptura en interlocución horizontal y directa con la revolución
democrática del trabajo contra el capital, en búsqueda de una contrahegemonía
integral que aprende y corrija los errores y fallas de la onda progresista en
su disposición por hacer reales las conquistas socialistas.
Estas no son punto de
llegada, sino trincheras y casamatas en la construcción de la sociedad civil de
abajo. Se trata de conseguir la hegemonía cultural y social, el buen sentido
que potencia el nuevo sentido común de los subalternas, movilizados en
enjambre plural, reunidos en asamblea, subvirtiendo el orden corrupto, inmoral
que rinde culto a la guerra, el despojo de la naturaleza, y el hambre y la
miseria de los muchos.
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