miércoles, 31 de enero de 2018

SOCIALISMO vs POPULISMO – Capítulo III

Con la presente entrega continuamos el ejercicio propuesto y desarrollado en lo fundamental por el colega y amigo economista Luis Mejía, radicado en New York. Estamos a la espera de los comentarios, observaciones y sugerencias, en esta coyuntura denominada por algunos estudiosos "posprogresismo latinoamericano". N de la R.

ACUMULACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA SOCIAL

LUIS MEJÍA, Ph.D. en Economía

Índice:

1. ¿Cuál es la riqueza de un país?
2. Maneras de distribuir la riqueza social
3. Criterios para distribuir la riqueza social
4. Acumulación de riqueza
5. Efectos de la acumulación
6. Distribución y sistemas económicos
7. La distribución de la riqueza en las sociedades escandinavas

Este es el tercer capítulo de la colaboración que estamos desarrollando el Profesor Miguel Herrera Zgaib, Universidad Nacional de Colombia – Bogotá, y yo sobre el tópico Socialismo y Populismo.
En este capítulo hablaremos de la riqueza social, su distribución y su acumulación en pocas manos. Insistiremos en el efecto que la acumulación tiene en la sociedad. Presentaremos algunos ejemplos de acumulación a nivel mundial y a nivel nacional.
Conviene advertir al lector que este es un trabajo en desarrollo. Ahora, como antes, invitamos a nuestros lectores a participar con sus sugerencias, críticas y adiciones.

1. ¿Cuál es la riqueza de un país?

La riqueza de un país está formada por su capital humano, sus recursos naturales y las mercancías y servicios que sus miembros producen y valoran porque los necesitan, los usan o los desean para satisfacer sus necesidades reales o imaginadas.

Desde el punto de vista económico la riqueza social es un subconjunto del patrimonio cultural, demográfico, emocional e histórico de un pueblo. Separamos lo económico para facilitar su estudio.

Un inventario parcial de la riqueza económica de una sociedad incluiría:

a) El capital humano, es decir los conocimientos, experiencia, habilidades e ingenio creativo de la población;

b) El trabajo, que comprende el esfuerzo físico e intelectual de la gente para transformar la naturaleza y crear bienes y servicios;

c) El producto del trabajo, es decir los bienes y servicios resultantes del esfuerzo transformador del ser humano; 

d) El patrimonio del estado representado en: [1] los impuestos de los contribuyentes, [2] los pagos que recibe por servicios públicos, [3] los bienes de dominio público (ej., baldíos, subsuelo, obras de infraestructura, edificios oficiales), [4] las rentas y regalías que recibe por permitir la explotación de bienes de dominio público, [5] el patrimonio de las empresas públicas, [6] las multas que pagan los infractores de sus reglamentos, [7] el flujo de caja generado por la deuda pública;

e) El patrimonio en manos de los ciudadanos individuales y de las sociedades comerciales que estos crean;

f) Los beneficios económicos que reciben los particulares a consecuencia de decisiones que toma el estado o como un efecto del progreso social. A manera de ejemplo citemos:

 [1] Las ganancias especiales que resultan de monopolios autorizados, de restricciones en el comercio de divisas, de restricciones a la importación de mercancías, de cambios en la destinación de la tierra[i], [2] las ganancias de quienes practican profesiones u oficios sujetos a licencia oficial[ii], [3] la valorización de propiedades privadas –productivas e improductivas- causada por inversiones estatales o por el crecimiento de la población y de la economía[iii];

g) Los fondos de ayuda internacional.

Podríamos hacer otras clasificaciones de la riqueza social. Por ejemplo, una basada en los recursos naturales renovables y no renovables, que incluiría la tierra cultivable y urbanizable, las minas, los bosques, las aguas, las tierras que por cualquier razón no son económicamente utilizables, el paisaje. Pero la que hemos propuesto nos facilita la discusión del problema de la distribución que es de lo que queremos hablar en este capítulo.

2. Maneras de distribuir la riqueza social

Una vez creada la riqueza con el trabajo de toda la sociedad, ¿a quién le pertenece?
La humanidad ha respondido a esta pregunta creando costumbres y leyes según las cuales:
a) A uno le pertenece todo lo que produce individualemente y una porción de lo que produce en compañía,
b) lo que uno produce debe compartirlo con parientes o vecinos,
c) lo que uno produce pertenece en todo o en parte a un extraño que nada contribuyó al esfuerzo productivo.
Estas leyes y costumbres coexisten, se mezclan, se abandonan, se cambian, se adaptan a los intereses de la clase dominante. Con excepción, claro, de las sociedades recolectoras y cazadoras, que no tienen clase dominante, y las sociedades patriarcales, que tienen individuos dominantes pero no una clase propiamente dicha.
[Ver ejemplos en el Apéndice a este capítulo].

3. Criterios para distribuir la riqueza social

Las sociedades también inventan criterios para justificar las leyes y costumbres distributivas. Distintos momentos y lugares de la historia muestran propuestas y prácticas según las cuales la riqueza social se reparte:
a) A cada quien según sus necesidades,
b) A cada quien según sus méritos,
c) A cada quien según la contribución que haga al proceso productivo,
d) cada quien según su poder o su influencia,
e) A cada quien según la propiedad que ya tenga,
f) A cada quien según sus conexiones con los poderosos,
g) A cada quien según su capacidad de engañar y birlar a los demás,
h) A cada quien según su capacidad de ejercer violencia contra los demás.
Estos criterios tienen inspiración en principios éticos como la solidaridad humana, la equidad social, el predominio del más fuerte, el respeto del orden existente para impedir el caos injusto de los cambios abruptos.
Algunos son visibles en sociedades contemporáneas bien organizadas, otros lo son en sociedades fallidas.
Algunas veces los miembros de la sociedad saben que estos son los criterios que los gobiernan, otras no.
[Ver ejemplos en el Apéndice a este capítulo].

4. Acumulación de riqueza

En muchas sociedades, quiéralo o no la mayoría de la población, la riqueza producida por todos fluye hacia un número relativamente pequeño de individuos o familias en cuyas manos se acumula.
Por ejemplo, en el año 2017 el mundo tenía 7.6 mil millones de habitantes; de ellos, solo 2.043 tenían patrimonios de mil millones de dólares o más y 42 eran dueños de una riqueza igual a la repartida entre la mitad de la población mundial.
Se calcula que la riqueza nueva creada entre marzo del 2016 y marzo del 2017 fue US$762 mil millones; el 80% fue a parar en manos de un 1.0% de la población. En la última década el ingreso de un trabajador regular ha aumentado en un 2.0% por año en promedio mientras que la riqueza de los multimillonarios ha aumentado 13% por año[iv].  
Esta situación se repite, por ejemplo, en Alemania donde los 45 hogares más ricos son dueños de una riqueza igual a la que tiene la mitad de la población más pobre[v].
Esta acumulación es distinta de la acumulación de capital necesaria para el desarrollo industrial, la construcción de infraestructura y el aprovechamiento de economías de escala, de lo cual hablaremos en otro capítulo.
A nivel internacional la acumulación de riqueza en unas pocas naciones es similar a la acumulación en unas pocas familias dentro de un país. Esta situación resulta [1] de las diferencias en la velocidad y dirección del desarrollo de los países, [2] de desequilibrios y disparidades en las relaciones comerciales y políticas entre estados, territorios y naciones y [3] de las oportunidades internacionales que se consolidan alrededor de los ciudadanos más ricos de un país.

5. Efectos de la acumulación

Estudiosos serios de la economía (Celso Furtado[vi] y Thomas Piketty[vii], por ejemplo) ponen de presente que la acumulación de riqueza en pocas manos es perjudicial para la sociedad porque, entre otras razones, por las siguientes:
[1] distorsiona la distribución de recursos entre los distintos sectores de la economía, [2] concentra el poder en la clase alta con perjuicio de las clases subalternas, [3] limita el progreso económico porque las clases bajas no tienen suficiente poder de compra para mantener viva la demanda de bienes y servicios, y [4] genera inestabilidad social.
Los propagandistas del capitalismo -que no tienen obligación de ser economistas serios- sostienen que la acumulación es beneficiosa para la sociedad porque [1] premia el talento y el esfuerzo de los más capaces, [2] estimula la inversión y las ideas innovadoras, [3] remunera los riesgos de pérdida que corre el inversionista[viii], y [4] le permite a la clase alta hacer gastos que irrigan la economía y gotean hacia las clases bajas haciéndolas más prósperas[ix].
El informe de Oxfam sobre acumulación mundial de la riqueza en el 2017 calcula que dos terceras partes de la riqueza multimillonaria es producto de herencias, monopolios y favoritismo por parte del estado, no del esfuerzo o el talento. La tesis del goteo de la riqueza, por su parte, no ha dejado de ser una fantasía para adornar discursos populistas de derecha[x].
Lo evidente es que la riqueza acumulada en pocas manos genera fuerzas sociales y políticas que presionan en dos direcciones: [1] aumentar la acumulación, y [2] contrarrestarla o reducirla.
El populismo acumulativo y los gobiernos de derecha van en la primera dirección: a hacer más ricos a los ya ricos.
El socialismo va en la segunda dirección: a reducir o moderar la acumulación para mejorar el nivel de vida de todos.
Las revoluciones y el populismo distributivo intentan repartir la riqueza existente, lo logran a corto plazo y a la larga terminan entregando una buena porción a un nuevo grupo de propietarios y creando una nueva clase dominante.
La distribución es diferente de la transferencia de riqueza que ocurre cuando una fortuna cambia de manos sin afectar la tasa de concentración social de la misma.
Ello es lo que sucede, por ejemplo, con las herencias, los desfalcos o fraudes que victimizan a inversionistas muy ricos, los impuestos que paga la clase alta y regresan a ella a través de contratos y subsidios del estado.

6. Distribución y sistemas económicos

La humanidad ha experimentado con una variedad de sistemas económicos: trabajo colectivo espontáneo en aldeas y asentamientos de colonización agrícola, esclavismo, feudalismo, capitalismo, cooperativismo, capitalismo estatal, socialismo. Todos son propuestas de cómo distribuir la riqueza creada por los miembros de una sociedad.
Esos sistemas económicos tienen varias características en común:
1)   Son creaciones culturales, es decir, son inventados, implementados y tolerados por la gente, o se le imponen a esta por la fuerza;

2)   Cambian con el tiempo, unas veces gradualmente, otras de manera súbita, como consecuencia de una calamidad colectiva (ej., terremotos o inundaciones catastróficas o un cambio severo del clima), de las políticas de un gobierno, de las operaciones de los conglomerados empresariales, de la presión popular organizada, de la destrucción del statu quo por una revolución o una guerra;

3)   Mientras subsisten están protegidos por el ordenamiento legal vigente;

4)   Algunas personas llegan a creer que son ordenados por la divinidad, que tienen validez universal y que generan derechos irrevocables, como si no dependieran de nuestra acción y querer.

7. La distribución de la riqueza en las sociedades escandinavas

En los países escandinavos se distribuye una buena porción de la riqueza nacional entre las clases subalternas; la clase dirigente retiene una porción menor que en el resto del mundo.
En esos países se combinan las siguientes instituciones para distribuir la riqueza:
a) Una inversión social suficiente para eliminar la pobreza extrema,
b) Libertad de mercados,
c) Protección a la iniciativa privada,
d) Intervención intensa del estado en la economía para coordinar la iniciativa privada con el bienestar social,
e) Protección de la propiedad privada de pobres y ricos,
f) Altos impuestos pagados en proporción a los ingresos de cada cual y
g) Un consenso dentro de la clase dirigente para ejercer el gobierno siguiendo principios democráticos y para zanjar disputas sobre política económica y social por vía electoral.
Podemos decir que esos países viven una aproximación práctica al modelo socialista de producción y distribución. Es el proyecto de sociedad que la clase dirigente y las masas quieren realizar. Al menos por el momento.





[i] La mayoría de los países tienen regulaciones sobre la destinación de la tierra: agrícola, industrial, comercial, vivienda. El cambio de esa destinación puede generar ganancias superiores a las de su uso original. Un ejemplo de estas ganancias fue documentado en Colombia: http://www.semana.com/opinion/articulo/sobrados-lote/102175-3
[ii][ii] Las licencias oficiales para el ejercicio de profesiones u oficios (ej., médicos, abogados, ingenieros, electricistas, choferes de autobús) o para el funcionamiento de empresas (ej., bancos, corredores de bolsa, preparación comercial de alimentos} tienen dos efectos: ¡) proveen un grado -más o menos flexible- de protección al consumidor y 2) limitan la libertad de competencia y protegen las ganancias de quienes reciben esas licencias.
[iii] Las obras de infraestructura tienden a valorizar las tierras aledañas. En Colombia se usa la expresión “lotes de engorde” para referirse a predios urbanos o rurales que el dueño mantiene improductivos mientras espera que su precio suba con el tiempo y la prosperidad colectiva. Es obvio que esa apreciación del predio nada debe a la industria y diligencia de su propietario.
[iv] Información tomada del último reporte de Oxfam sobre acumulación mundial de la riqueza: https://www.oxfamamerica.org/static/media/files/Reward_Work_Not_Wealth_Full_Report_-_English_-_Embargo_22_January_2018.pdf
[vi] Celso Furtado y Alfredo de Sousa, Los perfiles de la demanda y de la inversión, El Trimestre Económico, Vol. 37, No. 147(3) (Julio-Septiembre de 1970), pp. 463-487
[vii] Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, 2014
[viii] Reporte de Oxfam ya citado
[x] The Cato Institute works hard to provide a rationale for the benevolent accumulation of wealth in fewer hands: https://www.cato.org/publications/policy-analysis/five-myths-about-economic-inequality-america?gclid=EAIaIQobChMIw8nZxI_z2AIVi4nICh37LgYEEAMYASAAEgKgD_D_BwE



Luis Mejía
28 de enero de 2018
Publicado en blogluismejia.blogspot.com


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