miércoles, 4 de marzo de 2020



ZULETA: ¡PRESENTE!

Héderman Castro Moreno[1]

Como seguramente les pasa a muchos de ustedes, y a miles de jóvenes, para mi recordar a Estanislao Zuleta, significa recordar la mayor aproximación a esa dimensión desconocida que llevamos con nosotros, que nos afecta, que nos hace humanos. Nadie como él nos mostró (y aún lo hace), la complejidad de nuestro mundo, sus infinitas relaciones, sus cambios y especialmente al ser humano como individuo que mantiene y acrecienta esa complejidad. Nos mostró que el mundo es una unidad compleja que no se queda nunca quieta, y nos propuso el reto más grande de todos: comprenderla.

A esa tarea se dedicaba cuando lo conocí en la Universidad Libre en la década de los años setenta, siempre con pasión y reflexión serena; como deteniendo el tiempo, mostrándonos desde el principio que ese TODO, y cada uno de su componentes, no solo poseen características únicas y compartidas, si no además un tiempo propio. Así mismo, cómo deteniendo el tiempo, con la minuciosidad, el detalle y el retorno una y mil veces, sobre aspectos relacionados con las ciencias y las humanidades, Zuleta desarrollaba su trabajo, novedoso para el común de nosotros.  

Esta forma cuidadosa de analizar la realidad fue fundamental para acceder al carácter más relevante y aleccionador de su esfuerzo intelectual: encontrar el sentido de aquello, lo que nos hace ser como somos, actuar como actuamos, pensar como pensamos y sentir como sentimos.

Si pudiésemos aproximarnos a quién era, quién fue Estanislao Zuleta, podríamos decir que fue un “buscador de sentido”; sus  observaciones cargadas de ironía, de humor, eran fascinantes. Sus exposiciones, eran un gozo, la simplicidad y cercanía de su discurso acompañadas de reflexiones profundas, universales, sobre aspectos de nuestra vida cotidiana, terminaban por mostrarnos otros rasgos y otros sentidos de esta Colombia pintoresca. 

Recuerdo que,  para ilustrar el poder de la propiedad en nuestra sociedad, por ejemplo, Zuleta se preguntaba por lo que tiene un señor que tiene 1000 hectáreas de tierra: en primer lugar, tiene una escritura.  Es decir, un papel en una notaría.  En segundo lugar, este señor tiene a la policía, que lo asiste cuando le tocan su propiedad; y en tercer lugar, lo que tiene es el poder que le da el hecho de que hay otros que NO tienen, porque si tuvieran no necesitarían, ni arrendar, ni aprestarse a vender su fuerza de trabajo.

Estanislao Zuleta encontraba, por ejemplo, afinidades entre el dolo y la culpa del derecho penal con el pecado venial y mortal que trae el padre Astete en su catecismo; relación que, a uno como estudiante de derecho no podía sino sorprenderlo y llenarlo de curiosidad, pues, ¿qué tiene que ver el cristianismo en todo esto?

 O, para explicar el rol de la mujer y su supuesta liberación en el momento del matrimonio, señalaba que una vez casada, vestida de blanco, después de su fiesta y de regreso de su luna de miel, no se encontraba propiamente ante una liberación como  pensaba, si no todo lo contrario, llegaba convertida en  mitad florero, y mitad sirvienta.

También nos ayudó a entender por qué esta búsqueda de sentido tiene un carácter POLÍTICO, pues de toda su obra, de sus trabajos sobre arte, sobre filosofía, sobre economía, sobre psicoanálisis, sobre historia, y tantas otras, se desprende que no habrá manera de cambiar esta sociedad neoliberal que nos destruye, sin comprender las significaciones centrales que la rigen.

Estanislao nunca perdió la perspectiva de que la lucha, el combate en nuestra época era en contra del capitalismo. Ese capitalismo cuestionado por MARX, por autores tan importantes como Musil, Dostoievski, Freud, Mann, Sartre, Cervantes, Kafka y tantos otros en quienes encontró las líneas gruesas de su reflexión.

Este hombre, a quien encontré en la Universidad Libre, representó para mí, un estudiante venido de los estratos bajos del sur de la capital, una luz en la noche siberiana que me envolvía. A sus charlas asistí con entusiasmo y con angustia, pues no hubo una sola de ellas que no me generara crisis existencial.  En particular, su charla sobre la lectura, que me mostró que no sabía leer. Por fortuna, en estas crisis existenciales,  no estaba solo: para explorar las charlas de Estanislao, en esa misma universidad conté con la compañía y el apoyo de un grupo de compañeros igual de entusiasmados y maravillados con Estanislao: 

Miguel Ángel Herrera, Oswaldo Duque, Rafael Suárez, Farid Polanía, Jairo Vásquez, Deyanira Ortiz, entre otros, quienes preocupados por el quehacer político, buscaban en la vida y obra de Gramsci, cómo abordar la  realidad en una izquierda que se movía entre el autoritarismo estaliniano y la democracia. La vía que tomamos fue la que nos mostraron Zuleta y Gramsci: aquella que pone en el centro de lo político la reforma intelectual y moral.

En ese ambiente y con la motivación de estos dos extraordinarios pensadores, y una   estrategia político-cultural en ciernes, nos dispusimos no solo leer a los clásicos, si no que creamos círculos de crítica, realizamos foros de poesía, literatura, política, arte e historia y nos entregamos en la medida de lo posible y con las limitaciones de la época a la divulgación de las conferencias de Estanislao, y la obra de Gramsci. 

Fue así como publicamos, de la manera más rudimentaria, algunas de las conferencias/ensayo de Estanislao: entre los más importantes, “Acerca de la naturaleza de las ciencias sociales” “Psicoanálisis y criminología” ,  y “Sobre la Técnica”. En esta misma línea, sacamos a la luz, años después, con el concurso de Héctor Peña Díaz, 10 números de la revista “CONTRAVÍA, textos para un debate”, que incluyó “Acerca de la filosofía liberal” de Estanislao, en una de sus separatas.

Son muchos los rasgos comunes de estos dos intelectuales que en su momento animaron el debate de la izquierda democrática. De ambos conocemos un sinnúmero de publicaciones, de ensayos, de conferencias, siempre referidos a la cultura en un sentido amplio, pues ambos mostraron que los cambios y transformaciones sociales vienen antecedidos por movimientos culturales. 

Ambos fueron intelectuales orgánicos, pues su vida no se limitó a la lectura y el análisis de las grandes obras; abordaron también la lectura e interpretación de sus mundos, la crítica del devenir político, la búsqueda de estrategias de lucha en contra del capitalismo, el combate frontal en contra del dogmatismo de todos los matices, la promoción del pensamiento y la creación propias, y, ante todo, la lucha por la democracia con autonomía individual y colectiva.

Ellos como pocos encontraron e hicieron explícito el nexo vital entre cultura y política, con la mirada puesta en un hombre nuevo y una sociedad nueva, y de la mano de un modelo de formación, de una escuela, que implementaron con sus vidas. Esta labor pedagógica tuvo como fundamento la crá﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽, asegurados en la criA DEMOCRACIA COMO LA FORMULA DE CONVIVENCIA IGUALITARIA Y AYUDA EN CONTRA DE LA CONTINGENCIA.OS ítica más descarnada de nuestra realidad, pues siempre pensaron que con este sentido crítico, los individuos no se doblegarían ante el capitalismo (ese lastre que hoy por hoy nos gana la pelea); y, por el contrario, acogerían la democracia como la fórmula de convivencia igualitaria y herramienta para sobrellevar la incertidumbre.

Tenemos, queridos amigos, dos extraordinarios ejemplos que seguramente nos ayudarán en la construcción de una sociedad democrática. Gramsci y Estanislao, nos llenaron para el resto de nuestras vidas, de razones de vivir y luchar por este país que queremos. Dos extraordinarios hombres que nos dejaron con su obra y su ejemplo luces para interpretar y transformar nuestra realidad.
A ustedes jóvenes conscientes de la problemática neoliberal que nos envuelve, les queda el reto de continuar con esta magna tarea.

Muchas gracias.




[1] Abogado de la U. Libre, ensayista, activista político, emprendedor cultural y animador de la nueva economía. Conservacionista de un medio ambiente sano. Cofundador del Círculo de Crítica Jurídica, A. Gramsci, U. Libre. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1976-1982.

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