sábado, 13 de febrero de 2021

 

PRESIDENCIA IMPERIAL Y EXCEPCIONALIDAD DE EUA EN LA ERA DEL IMPERIO. 

 

 

Por Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD. 

 

                                      Tom Engelhardt escribe para CounterPunch, el 2 de febrero, The Imperial Presidency comes home to roost*, sobre la presidencia imperial americana. Anuda el recorrido de esta institución con su propia vida, para encontrarse enfrentando los ejercicios dictatoriales de Donald Trump, y lo que viene haciendo su sucesor, Joe Biden. 

La circunstancia es que el nuevo ocupante de la Casa Blanca, con quien el escritor simpatiza, no puede prescindir de blandir las órdenes ejecutivas para cumplir con su programa en los primeros 100 días. Un periodo mítico desde los tiempos de F.D. Roosevelt. 

La razón principal es el bloqueo que a pesar de tener mayoría demócrata pueden los republicanos ejercer sobre las reformas que son urgentes para darle un respiro democrático a la maltrecha nación americana; de modo especial, a los muchos, los pobres, los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y las minorías étnicas, sin exclusiones. 

Uno de estos grupos subalternos, los Lakota, los Sioux de nuestros cuentos de vaqueros, le reclamaron a Biden que suspenda el fracking que se practica cruzando las tierras que les quedaron, segregados en las reservaciones construidas por los colonos europeos durante el siglo XIX. 

Esta medida la había tomado la pareja Obama/Biden en 2016, pero Trump la quitó e impulsó el fracking con el pretexto de hacer a "América grande" de nuevo. Esto supuso conjugar el verbo depredar, y engañar a toda costa de modo superlativo.  

Ahora, en apariencia es otro el cantar; primero, porque el propio Trump quedó sin  audiencia virtual, los "dueños de las redes" le suspendieron el jueguito que ha estuvo desarrollando antes y después de ser presidente, con la "docta e inescrupulosa" asesoría de Steve Bannon. 

Segundo, Mr.Donald, el mago de los gorgeos, enmudece hasta este sábado, luego que las alegaciones de los acusadores y defensores en el segundo “impeachment le den paso a la votación del senado para resolver la consecuencia del juicio político. Poquísimos piensan, incluido el “zorro” Biden, que el guasón de Trump reciba la muerte política.  

En la ciudad gótica la saga de la presidencia imperial continua, es el tiempo de Marvell, si no que lo diga El Tiempo de Colombia, que, guardadas distancias, este viernes dio inicio casual a la venta de los dos primeros comics de Batman, baratos para provocar a los lectores.  

Pero, eso sí, antes, la familia Sarmiento amenazó a la posible Batichica, La Mencha, de la saga presidencial de 2021, de cortarle la comunicación en los editoriales. Pero, ella, tan presumida, dio el salto al vacío, en “Desafío”, leyendo el Manifiesto del Pacto Político. 

 

Actualizar el régimen presidencial de excepción 

Actualicemos el asunto del presidencialismo imperial, al ponerlo en contrapunto y complemento con base en la caracterización hecha para la era del Imperio, por Hardt & Negri. Estos dos militantes del nuevo comunismo, democrático, quienes han escritos tres libros de la saga Imperio, donde explorando las fortalezas y debilidades del gobierno mixto imperial, de cara a la retadora emergencia de la ambivalente multitud.  

Ellos anuncian para este año la aparición de un cuarto volumen. Veremos qué novedades e intuiciones nos comparten, “coladas” todas por el reciente asalto a la sede del poder legislativo, que nadie había pronosticado. Un hecho que nos remonta doscientos años atrás. A 1812, cuando las tropas inglesas entraron en Washington, y destruyeron el Capitolio parcialmente, en represalia por el ataque estadounidense a Toronto. 

El ensayo de Tom Engelhardt que motiva esta conversación escrita, - si me permiten la licencia -, sirve de antesala bien informada, con el toque personal que él incluye al escribir sus líneas, en función de aprender de la historia viva.  

Por lo pronto, veamos qué uso sigue dándole Biden a la excepcionalidad en presente, para atemperar la convulsionada democracia representativa liberal de la nación más poderosa en el mundo globalizado agobiado por las pandemias del tercer milenio. 

En las primeras semanas de su estreno, el moderado Joe, guardián del capitalismo global, consiguió por mayoría simple, resolver un primer empate 50/50. Tuvo que aprovar con el “voto finish” de la vicepresidente, un estímulo de us$1900 billones. Este permitirá pagar los subsidios a millones de desempleados, calmar la contra-insurrección del 6 de enero, e incentivar una economía que experimentó una caída del 10%, cuando está a riesgo de deprimirse o estallar en una abierta guerra social de la que el mono Trump ofició de válvula de escape. 

¿Contra Spinoza? el cardumen contra el pez grande 

La anterior medida implica la inundación del mercado con más millones de dólares sin respaldo; y con esta maniobra keynesiana el incentivo a prácticas especulativas como la que acaba de vivir Wall Street.  

Hubo una subida estrepitosa de las acciones en GameStop, que los grandes accionistas no pudieron manipular, sin embargo. Porque la masa de pequeños accionistas, en inteligente movida neutralizó la caída inducida por los peces gordos. Y el cardumen, no el enjambre les ganó esta primera partida “democratizando” las ganancias al nadar contra la corriente con conocimiento de causa. 

Como su contracara reaccionaria, en política exterior Biden no es Obama, está enrazado de halcón. Se hizo el desentendido,no detuvo la inclusión de Cuba como estado terrorista por el Pentágono, buscando también el favor futuro del electorado de la Florida. 

En relación con el impeachment a Trump, que   Biden dejó en cabeza de Schumer y Pelosi, el Senado lo decidió a su favor, 56/44, con seis republicanos respaldándolo. En algo más de una semana, el resto, hasta contar 17, sopesará el riesgo inmediato de perder luego sus cargos, porque la base del partido los castigue, y votarán este sábado según lo anunciado. 

De parte de la poderosa minoría afro-americana, y uno de sus ápices en materia política, Black lives matter partió cobijas con los demócratas, al señalar que mantienen su autonomía. Para, está claro, materializar lo prometido por el binomio gobernante. 

Fuera de Cuba, Biden/Harris nada han hecho para cambiar el rumbo de la crisis venezolana, y menos para favorecer un giro reformista que emule con la Alianza para El Progreso, un verdadero New Deal, que sepulte la demagogia trumpiana, cuando la región está en los límites de la guerra social. 

Si Negri y Hardt no fallan en el blanco teórico, cuando revisaron en el primer volumen, Imperio, la caracterización de imperialismo capitalista hecha por Lenin el siglo pasado, para postular en su lugar la novedad de la era imperial, como tiempo de la decadencia capitalista. El devenir de la presidencia de Joe Biden será desastroso. A no ser que defina la nueva ecuación geopolítica en términos del antagonismo democracia y guerra, alineándose con la primera. 

Los primeros 100 días corren. 

Así las cosas, no lo queda mucho espacio para la maniobra en la Ciudad Gótica al progresista de derecha que es Joe Biden. A la vista tiene una válvula de escape en materia de biodiversidad, respetando de nuevo los Acuerdos de Paris, que Trump hizo a un lado, estimulando las industrias extractivas a todo riesgo. 

El camino de las energías limpias es más largo y culebrero. No aparece todavía en las ejecutorias de los demócratas como la principal opción para recuperar el empleo, y complacer al aterido electorado blanco, a los afro cesantes, que son subsidiados directa e indirectamente, y a los jóvenes deudores a corto y largo plazo.  

Los Estados que le dieron la victoria a Biden, incluida la estratégica Georgia, que le permitió ganar el precario control del senado, tienen una espera condicionada. Para ver qué correctivos se implementarán y no solamente la gentil sobrevivencia. 

En suma, vivimos la decadencia del imperio capitalista, y del gobierno mixto que lo dirige, en su monarquismo presidencial con el uso de la excepcionalidad y la soberanía del dólar, que pasa la cuenta a los estados subordinados e interdependientes. 

La única salida para este progresismo que está entre las cuerdas, en el “in fighting” es dar el timonazo de los derechos civiles y la igualdad, una carta que se lo indicaron el independiente Bernie Sanders, y los socialistas liberales, de la llamada ala radical del partido demócrata, desde la competencia con Hillary Clinton, la derrotada candidata pro-establishment, quien aún no asimila la lección sufrida.Porque ella y su esposo, siguen pensando, que entonces escogieron el mal menor.  

Estos no son cantos de sirena, porque no tenemos a la vista un Ulises individualizable, sino llamadas de auxilio para evitar un segundo hundimiento del Titanic, dándole juego y prestancia a la multitud subalterna, a sus demandas democrática de igualdad social.  

Son los nuevos versos del Capitán, cantados desde el acantilado de El Capitolio, que no puede seguir siendo objeto de pillaje por el corsario que emula con Francis Drake, valiéndose de la excepcionalidad de la que está investido para prevenir la  rebelión interna de los muchos, el 99 por ciento de los Estados Unidos.  

Entonces, a izar la bandera de la biopolítica interna y externa, en Ciudad Gótica, presidente Biden, a salvarla, en compañía de la Batichica, porque está en ascuas, al borde de una guerra civil. 

 

*https://www.counterpunch.org/2021/02/02/the-imperial-presidency-comes-home-to-

 

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