GUSTAVO PETRO, ¿NEOPROGRESISTA, LIBERAL O DEMÓCRATA?
Primera Parte
MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB, PHD
Profesor asociado, Director Grupo Presidencialismo y Participación
Ciencia Política, Universidad Nacional.
¿Un principio de Bloque Histórico?
“Con esta alianza de mayorías que
tiene (esta administración) tan impresionante lo que se espera es que haya
menos debates y sobre todo acuerdos”. Alejandra Barrios, MOE, ET, 8/09/22, 1.4.
“La corrupta alianza con Petro de
los parlamentarios conservadores desprecia a la militancia del partido e
insulta sus principios.” Expresidente conservador Andrés Pastrana, en ET,
8/09/22, p.1.4.
El 7 de septiembre pasado quedó claro para el país nacional de qué modo,
conforme al Estatuto de la oposición, Ley 1909 de julio 2018, está constituido
el país político en Colombia.[1]
Esto se concluye al examinar la composición del Congreso con base en la
presencia de los partidos y movimientos políticos allí representados.
El siguiente es el mapa del
Congreso, más relevante cuando se presentó el proyecto gubernamental de reforma
política que coordina Alfonso Prada. El gobierno que presiden Gustavo Petro y
la vicepresidenta Francia Márquez tiene un respaldo sin precedentes para
arrancar una actividad legislativa que, al fin, viene cargada de reformas
sustanciales en favor de las grandes mayorías del país.
El respaldo mayoritario del
gobierno lo componen el Pacto Histórico, 47 Congresistas (C); Partido Liberal,
47C; Conservador, 42C; La U, 25C; Centro Esperanza- Alianza Verde, 23C;
Comunes, 10C; Indígenas, 3C. Es decir,
un total de 197 congresistas, esto es 67 por ciento del total de senadores y
representantes electos. Aquellos son el apoyo del proyecto gobernante, antes de
empezar las deliberaciones.
Los siguientes partidos se
declararon independientes: Cambio Radical, 30C; Mira-Colombia Justa Libres, 5C;
Independientes (sin partido) 2C; Nuevo Liberalismo, 1C. Los congresistas
independientes son Humberto de la Calle, y Daniel Carvalho, quienes fueron
apoyados por Verde Oxígeno, y posteriormente expulsados por su dirección
nacional.
Mientras que estas son las
agrupaciones de la oposición: Centro Democrático, 28C; Liga de Gobernantes
Anticorrupción, LGA, 2C; Independientes sin partido, 2C, los representantes
Érika Sánchez y Juan Manuel Cortés, que fueron separados de la Liga.
Adicional con la distribución
indicada hay 28 congresistas más, quienes hacen parte de las 16 curules de paz
electas, afros y alianzas minoritarias. Con estas cuentas a la vista, el Frente Amplio, FA, propuesto por Petro y
el Pacto Histórico obtiene un
respaldo del 67 % (197) de los congresistas/parlamentarios electos en marzo de
2022. Al FA se pueden unir 9, de los 16 representantes electos por las curules
de paz.[2]
Es bien importante recordar que
esa impresionante confluencia de fuerzas, a raíz de la exigencia de
declaratoria que establece la ley, de ninguna manera obliga a que articuladas
como están a favor del gobierno tengan que apoyar sus proyectos.
En cuanto a procedimiento, sí hay
un trato especial con estos aliados. El gobierno realiza reuniones previas para
acordar textos de los proyectos de ley, así como de reforma constitucional que
empiezan a tramitarse, y así puedan tener tiempos adecuados para su futura
aprobación, y no queden bloqueados a mitad de camino, archivados.
En el examen general de las
fuerzas y sus alineamientos en el “partidor” político, y en particular, luego
del triunfo presidencial de la oposición que se juntó al proyecto de gobierno
del Pacto Histórico (PH). Ahora es posible plantear, acudiendo al repertorio de
categorías del análisis gramsciano, responder de modo provisorio, a la pregunta
de si estamos en presencia de un Bloque Histórico en ciernes.
Este es un resultado, entre
otras, de la desagregación coyuntural, o la desmembración estructural del
anterior Bloque histórico que presidió el partido Centro Democrático, ahora
convertido, y reducido a ser fuerza de oposición, con un total de 28 congresistas
electos, a los que se sumó la fórmula presidencial de la Liga de Gobernantes
contra la Corrupción, LGA, cuyos candidatos al ser segundos de la elección
presidencial tiene derecho a ser senador y representante, respectivamente; más dos
congresistas independientes separados de la LGA que, por lo pronto, suman un
total de 32 congresistas.
Ahora bien, al hacer el examen de
la distribución de las relaciones de fuerzas congresionales con el fin de
perfilar la configuración del nuevo Bloque
Histórico Progresista, éste es clave
fundamental en el impulso y pacto de la cascada de reformas en busca de la
igualdad social y el desmonte de privilegios. Aquel trata de dar nueva vida al
moribundo Estado social de derecho consagrado en la Constitución colombiana de
1991, cuando han transcurrido treinta y un años.
En este estudio sumario, primero,
es importante tener en cuenta cuál sería el nuevo bloque de poder que es la clave de bóveda del edificio de dicho bloque histórico liderado por una
tercera fuerza distinta en todo caso del bipartidismo que comenzó a existir en
Colombia desde 1848. Porque se establecen los partidos Liberal, con Ezequiel
Rojas, un conservador, nacido en Miraflores (Boyacá), y Mariano Ospina
Rodríguez, oriundo de Guasca (Cundinamarca), dos provincianos. Ambos opositores
acérrimos al gobierno cesarista de Simón Bolívar, como que figuraron - en
concierto con el general Francisco de Paula Santander - conspirando para asesinarle
en la noche septembrina de 1828.
Segundo, al indagar por la
formación del Bloque Histórico Neoprogresista, indaguemos por cuál es la
dirección de la sociedad política colombiana - el estado en su sentido
estrecho, o “estado de gobierno”-, en atención a las denominaciones tomadas de
Gramsci en sus notas de los Cuadernos de
la cárcel (1932-1934), donde en su escrito Análisis de situaciones. Relaciones de fuerza se lee lo que sigue:
“Esta es la fase más
estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la
esfera de las superestructuras complejas;
es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen “partido”,
chocan y entran en lucha, hasta que una de ellas o, por lo menos, una sola
combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda
el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y
políticos, también la unidad intelectual y moral…”[3]
Las superestructuras complejas,
según Antonio Gramsci son la sociedad civil y la sociedad política. Así aparecen
comprendidas en las notas del autor sobre La
formación de los intelectuales, y cuando da cuenta del entendimiento de una
nueva forma estatal del mundo burgués en el siglo XX. Es, precisamente, cuando
Gramsci propone el concepto de estado ampliado o estado integral, a diferencia
del estado décimonónico, el que teorizara Ferdinand Lassalle, esto es, el
estado “vigilante nocturno”, adecuado al régimen capitalista de la libre
competencia que es ya inadecuado en el corto siglo veinte, cuando es requisito
la amplia intervención del estado en el mercado de la libre competencia entre
privados.
Con la anterior aclaración retomemos el estudio
de la formación del bloque histórico de los subalternos que se está haciendo
gobierno en Colombia. Al respecto, se pefila la nueva dirección nacida del
resultado electoral de este año. Está constituida, ante todo, por el ejecutivo
que lo integran Gustavo Petro y Francia Márquez,[4]
más los ministros de la Coalición Frente Amplio; la mayoría en el poder Legislativo que sumada
más de la mitad de las curules de paz superará el 70% de los congresistas
electos.
La composición del nuevo bloque
histórico en formación postelectoral lo integran las siguientes fuerzas
político ideológicas: el PH e Indígenas, de signo progresista, más los partidos
liberal y conservador más La U, de talante neoliberal, a la que se suman la
mayoría de la Coalición Centro Esperanza-Alianza Verde, el centro
socialdemócrata; y Comunes, y 9 representantes de las curules de paz, que
gravitan en el campo de la izquierda electoral.
Del bloque histórico que fue dominante
hasta el gobierno de Iván Duque, con el interregno de Juan Manuel Santos, la
reacción política se desarticula, y en simultánea desplegó dos alas tácticas
con candidatos a la presidencia para, ante todo, impedir el triunfo del binomio
del proyecto político social del PH. Al ser derrotada esta estrategia
reaccionaria, se recompone como oposición en el Congreso, y se dispone ya a
“medirle el aceite” al programa de reformas; pero, sobre todo, a quebrar la
coalición Frente Amplio, FA, que favorece la acción legislativa reformista de
administración neoprogresista,[5]
al vapor de los primeros cien días cuando menos.
Al recomponerse la oposición, uno
es el almendrón de la reacción que asocia a la fuerza principal, el Centro
Democrático, y su liderazgo, Álvaro Uribe y Federico Pérez, el partido
electoral Liga de Gobernantes, con Rodolfo Hernández, - el candidato
presidencial derrotado y su fórmula vicepresidencial -, más dos independientes,
que se autodefinieron, paradójicamente, como parte de la oposición al gobierno
del Pacto Histórico.
La otra pieza que fuera parte del
bloque histórico dominante sobrevive en la tendencia de derecha desarrollista
que se autodefine como independiente. La fuerza principal es Cambio Radical comandada
por el exvicepresidente Germán Vargas Lleras como su mentor político. A esta se
suman Mira, dos Independientes expulsados de Oxígeno Verde de la candidata
Ingrid Betancourt, y el Nuevo Liberalismo de los herederos del líder asesinado,
Luis Carlos Galán Sarmiento que resultó insignificante en lo electoral.
Por último, hay un grupo
heterogéneo de 28 congresistas, siendo mayoría los 16 representantes elegidos
por las curules de Paz, de quienes, al menos 9, podrían sumarse, de acuerdo a
los temarios. Los restantes 21, por conveniencia a cualquiera de las tres
opciones según marche el quehacer legislativo de los míticos “primeros cien
días.”[6]
(Continua)
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