domingo, 28 de marzo de 2010

MIRANDO DESDE EL SUR A LA DEMOCRACIA Y EL ORDEN
GLOBAL

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
Profesor Asociado
Universidad Nacional de Colombia
Director Grupo Presidencialismo y Participación
maherreraz@unal.edu.co
miguel.herrera@transpolitica.org

¿Preámbulo promisorio?

Las nuevas guerras surgen en el contexto de una erosión de la autonomía del Estado y, en ciertos casos extremos, la desintegración del Estado. En concreto, aparecen en el contexto de la erosión del monopolio de la violencia legítima. Mary Kaldor. Las nuevas guerras. La violencia organizada en la era global. Tusquets. Barcelona, 2001, p: 19.

Se han dado muchísimos esfuerzos de los países latinoamericanos para armar esquemas de cooperación e integración. Eso es positivo…Yo creo que no solo Colombia estaría en contra de crear un organismo que reemplazara a la OEA. Arturo Valenzuela, subsecretario para el Hemisferio Occidental, EUA, en: El Tiempo, 24 febrero de 2010, p: 1-10.


Este ensayo revisa dos visiones principales, la que expuso David Held, reconocido estudioso británico de las relaciones internacionales en el libro La democracia y el orden global, y la contribución de Mary Kaldor en Las nuevas guerras, acerca del inmediato presente de la violencia organizada.

La reflexión mira desde el Sur a la democracia y el orden global, desde el atalaya del subcontinente latinoamericano como el laboratorio renovador, plural y diverso que se extiende desde el sur del Río Grande hasta la Antártida en disputa.

Para acoplar y contrastar los tópicos enunciados en el libro de Held consideraré, de modo principal, las Historias de la democracia: lo viejo y lo nuevo; La democracia, el Estado-nación y el orden global I, II; y aquella titulada Elaboración y alegato: democracia cosmopolita. Para ponerlo a tono con las novedades reformistas y revolucionarias que en materia de democracia y globalización experimenta América Latina. Otro tanto haré con el trabajo de Mary Kaldor, donde en lugar de democracia nos habla de guerra, una nueva guerra que cuestiona cualquier optimismo democrático.

La operación crítica consiste en revisar nuevas realidades sociales, económicas y políticas que implican no sólo la rectificación del discurso neoliberalismo en retirada, sino, que también atienden al cambio de rumbo presente. Estos cambios no pocos los identifican con la premisa del socialismo del siglo XXI que exige la configuración política de un nuevo republicanismo, sino con los llamados a la democracia radical; además, otros análisis confrontan las experiencias regionales de la Unión Europea, y Unasur en nuestro continente; y de otra, reconsidera el más tradicional experimento de la república imperial estadounidense y la novedad de su nuevo gobernante.

Disputando la hegemonía regional

Hace poco, en Cancún, los presidentes latinoamericanos crearon una nueva organización que quizás se llame Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Sus integrantes son todos los países del hemisferio menos Estados Unidos, Canadá y…Honduras. ¿Por qué no Honduras? Porque su nuevo gobierno, elegido en un proceso que nadie objeta, es el sucesor de un gobierno que derrocó a un presidente democráticamente electo. Moisés Naim, El ejemplo de Cancún. Tramposos, hipócritas y mentirosos, en: El Tiempo, 7 marzo de 2010, p. 1-21.

La mayor novedad desde el mirador latinoamericano, la expresa bien la Vigésimoprimera Cumbre del Grupo de Río, que reunió en Cancún a 33 países latinoamericanos y caribeños, sin Estados Unidos, Canadá y Honduras, excluida por el golpe de Estado contra Manuel Zelaya. En Cancún se perfiló una nueva organización continental, que toma distancia y autonomía de la OEA que era la continuación de la Unión Panamericana nacida en Bogotá en abril de 1948, con la presencia tutelar del general Marshall. Ambas seguían sujetas al poder imperial estadounidense.

Esta hegemonía sobre los asuntos continentales es puesta ahora en cuestión ante el promisorio anuncio de Cancún. Como se ejemplifica en el artículo citado en el epígrafe escrito por el editor de Foreign Affairs. Sus promotores, según Naim, caen bajo la denominación de tramposos, hipócritas y mentirosos. Ellos son, entre otros, Cuba, un ejemplo de “democracia”; Cristina de Kirchner, porque Argentina está en la fosa de los países más corruptos según Transparencia internacional; Colombia y Venezuela con las disputas entre el “vete al carajo, y sea varón”, y el Brasil de Lula, quien declaró “que no se puede juzgar a un país o la actitud de un gobernante en función de la actitud de un ciudadano que decide empezar una huelga de hambre”.

A pesar de los detractores y críticos, los estatutos de esta unión, uno de cuyos principios es promover el respeto al derecho internacional, se discutirán en Caracas hasta la mitad de junio de 2011, donde deberán aprobarse. De seguir adelante los 25 jefes de Estado, asistentes a la Cumbre de Cancún, la organización en ciernes será una rectificación histórica mayúscula. La iniciativa tiene una trayectoria cercana a los doscientos años, ya que pudo comenzar promisoriamente, cuando Simón Bolívar convocó el Congreso Anfictiónico en Panamá para junio y julio de 1826.

Aquel proyecto de unidad original fracasó enfrentado a los designios manifiestos del Monroísmo; pero, ante todo, se hundió por la inconsecuencia política de los compañeros de viaje americanos, a quienes no entusiasmaba de a mucho la idea de una presidencia imperial en cabeza del Libertador que disminuía sus fueros locales. La nueva asociación vuelve a dejar por fuera a los Estados Unidos y al Canadá, e incluye circunstancialmente a Honduras. Ahora, en cambio, tiene el liderazgo a Brasil, México y Venezuela, una tripleta con diversa tonalidad política, y un indiscutible poderío económico.
El más cercano antecedente de unidad regional estuvo en la reunión de Unasur en Bariloche, al tratar la seguridad continental y la necesidad de poner a raya la injerencia estadounidense. Brasil invitó a Estados Unidos, para definir los efectivos alcances de su acuerdo de cooperación militar con Colombia para utilizar siete bases militares de su territorio. Laura Gil anota, que era ésta una oportunidad para que Barack Obama probara el poder inteligente, que consiste en que “otros son persuadidos a hacer lo que no querían porque es de su interés hacerlo”.

La respuesta fue la ausencia estadounidense, y el silencio acerca de los verdaderos móviles del acuerdo, que ahora está bajo escrutinio de la Corte Constitucional de Colombia. Ante tal curso de acción se vienen perfilando en el continente americano dos bloques político-ideológicos, y dos presencias discursivas, que se ejemplifican bien con las disputas arriba mencionadas. Una de las cuales tuvo como activo al presidente Hugo Chávez, quien divulgó una carta para decir al mundo, que “el imperio norteamericano ha iniciado una contraofensiva anti-histórica y retrógrada”.

A raíz de esta polémica de las bases ninguno de los países promotores de la CELC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, utilizó como tribuna de debate a la maltrecha OEA. Esta permaneció bloqueada por la acción estadounidense en la crisis sobreviniente al golpe de Estado en Honduras, y a las puertas de reelegir a José Miguel Insulza, quien contraría los designios del bloque que lidera el gobierno estadounidense, quien rechaza su intervención en Honduras a favor del presidente depuesto, y que aceptó a regañadientes el levantamiento de la exclusión de Cuba de la OEA, en los tiempos del Ché Guevara. A lo cual Cuba no respondió incorporándose, recordando el embargo del que sigue siendo objeto por los Estados Unidos.

El texto completo se publicará en la Revista SURMANÍA 4. Invitamos a consultar los números anteriores de la revista que tiene su propio sitio en la web.

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