domingo, 16 de mayo de 2010

III SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI, BOGOTÁ.

SEGUNDO DÍA, 14 DE MAYO DE 2010

En la vecindad de la Estación Finlandia, Helsinki.

PENSAR LA HEGEMONÍA NEOLIBERAL.

(Apartes de la ponencia)


Diego Karczmarczyk

IdIHCS-Conicet-UNLP

Las presentes constituyen una serie de reflexiones vinculadas al libro de Emir Sader El nuevo topo (Buenos Aires, Siglo XXI, 2009), y a diferentes colaboraciones aparecidas en Crítica y emancipación, la revista de CLACSO que lleva editados tres números (ver www.clacso.org). En especial me refiero a “Algunas observaciones históricas sobre la hegemonía”, un escrito de Perry Anderson.


La comprensión que de la hegemonía neoliberal que tengamos es clave en el momento de pensar un proyecto contra-hegemónico. A comienzos de los años 90, bajo el imperio de lo que en ese momento se llamaba globalización, recuerdo haber leído un artículo en una revista de izquierda que usualmente incluía traducciones de la New Left Review, me refiero a la revista argentina El cielo por asalto, en particular uno de sus artículos analizaba que entre las pocas negociaciones salariales que podían responder al contexto globalizado figuraba las de los empleados de las aerolíneas: azafatas, pilotos, etc., quienes estaban en condiciones de construir asociaciones gremiales trasnacionales.


El artículo, si bien estaba bien construido y registraba un hecho digno de ser registrado, adolecía de alguna manera de de esa perversidad ideológica que poseen ciertos enunciados verdaderos. Si esa era la salida para los sectores populares y la clase trabajadora, una descripción ajustada de una experiencia como esa equivalía a sostener que no había realmente una salida. Las condiciones excepcionales que permitían a los trabajadores de las empresas aeronáuticas equivalía a la afirmación de que la salida era una excepción y la carencia de salida era la regla.


Así las cosas, los años noventa fueron años en los que las condiciones objetivas de la negociación fueron desfavorables parta los sectores populares. Fue el momento de la des-regulación y la mercantilización de esferas que hasta poco antes habían estado consagradas como derechos: las reivindicaciones laborales, de salud, educación, esparcimiento, etc. Este proceso estuvo comandado por los procesos de privatización y reforzado por una retórica penetrante ligada a la idea de globalización.


Ella orientaba las políticas gubernamentales hacia a estrategias de “seducción del capital”, que hacía que los gobiernos se hicieran cargo de desmantelar los costos laborales y prometieran sustanciales reducciones impositivas a las empresas. En ese contexto tal vez era acertado el diagnóstico del artículo en cuestión, acerca de la necesidad de respuestas globales a problemas con una matriz también global.


Los movimientos de resistencia y el neoliberalismo


Sin embargo, en ausencia de la posibilidad cierta de concretar tales estrategias reivindicativas cundió una enorme desorientación entre los sectores ilustrados del progresismo que perdieron de vista la conexión de la situación de ese momento con una comprensión global de la coyuntura y con una matriz del desarrollo histórico que había dominado al pensamiento de izquierda hasta entonces.


Los movimientos de resistencia al neoliberalismo no podían en su estado germinal ofrecer una salida estratégica, sino demandas puntuales que se perseguían con métodos de lucha nuevos, desplazando a la clase trabajadora (disciplinada por la desocupación y la consiguiente merma de la capacidad de negociación de las asociaciones gremiales) como principal agente dinámico de la lucha social, generando modos de protesta novedosos y nuevos sujetos o movimientos sociales (piqueteros, MST, Chiapas, movimientos campesinos-aborígenes en Bolivia y Ecuador, etc.).

En consecuencia, en su funcionamiento el neoliberalismo, fruto de la desregulación, aparecía como una lógica económica desatada, como la reproducción de la economía a través del estímulo económico bruto.


Algunas notas para pensar la hegemonía neoliberal


El aspecto objetivo de la lógica neoliberal implicó un cambio sustancial en la eficacia de los métodos de lucha de los sectores populares. Lo que había resultado más o menos efectivo en etapas anteriores era ineficaz en el nuevo contexto, que era el contexto de las privatizaciones. El entonces presidente Menem habló de “cirugía mayor sin anestesia” y en el caso particular de los trenes, sostuvo que “ramal que para ramal que se cierra”.


En el pensamiento de la izquierda esto generó desazón, debido a la impotencia genuina para operar una transformación de la realidad, o, cuando menos, para detener los cambios en marcha, emergía una pérdida mayor que puede caracterizarse como “pérdida del hilo de la historia” y del sentido estratégico de la lucha.


El neoliberalismo surgió como consecuencia de la crisis del modelo económico keynesiano, debido a la tasa decreciente de ganancia del capital motivada por la sobre-competencia. Ésta se agudizada en los sectores hegemónicos más antiguos por el peso de su inversión fija en capital menos productivo, en vías de tornarse obsoleto tecnológicamente. Esto determinaba que esto sectores realizaran una transferencia masiva de capital desde el sector productivo al financiero, dominada por la potencia hegemónica.


Ella puede a través de este recurso captar una masa mayor de plusvalía de la que puede captar dedicándose a la producción. Ahora bien, el mismo factor que determina la transferencia al sector financiero determina la desregulación en cuanto salida que permita maximizar los márgenes de ganancia.


Un hecho determinante para pensar esta transformación es que la misma ocurre juntamente con la transición de un mundo bipolar (un bloque hegemonizado por Estados Unidos y otro bloque conducido por la URSS) a un mundo unipolar (un mundo o bien hegemonizado por Estados Unidos o bien conducido por un conjunto de naciones -Estados Unidos, Rusia, Unión Europea, China, Japón- que establecen entre sí un consenso hegemónico que poseen entre sí intereses semejantes y ejercen su dominación sobre el resto de las naciones) y que refuerza la orientación del proceso.


Como consecuencia, el modelo neoliberal que resulta, utilizando la fragmentación social a su favor, pero convocando a sus bases de apoyo a través de beneficios -por definición transitorios- y no de derechos, tiene bases intrínsecamente frágiles para la construcción de hegemonías nacionales, debido precisamente a la fragilidad de sus bases de sustento social.



Si el neoliberalismo se sostiene en una capacidad hegemónica intrínsecamente frágil ¿eso significa que su lógica de funcionamiento y de reproducción es básicamente el disciplinamiento económico, ¿una mera dominación en ausencia de hegemonía)?

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