lunes, 21 de junio de 2010

Teatro Colombia

ULTIMA ESCENA

LA ABSTENCIÓN GANÓ CONTRA LA IMPUNIDAD PRESIDENCIAL

Miguel Angel Herrera Zgaib
http//:www.paxisur.blogspot.com

Introito A LA CONTRA-DEMOCRACIA

Al inicio de mi escrito Nombrar al Santo pero no el Milagro reproduje la última medición conocida de la intención de voto hecha por Datexco en la cual Santos obtenía el 65,1 y Mockus 28 porciento. En efecto, el domingo 20 de junio Antanas obtuvo el 27.52 porciento, 3’588.819 votos en tanto que el ganador consiguió el 69 porciento con 9’004.221 votos. Con lo cual la diferencia más significativa del pronóstico fue el casi 4 porciento entre lo que decía la encuesta y el resultado final obtenido por el ganador.

Allí advertía también la posible ocurrencia de un hecho excepcional que cambiara el rumbo de la segunda vuelta. Tal hecho ocurría hasta las 2 pm. de la tarde del domingo , cuando el Registrador Nacional establecía preocupado que la abstención, a dos horas de cerrarse los comicios, era del 61 porciento que superaba la abstención más alta del ciclo de elecciones presidenciales tenidas después de 1991, que era del 56,68. Entonces era elegido Ernesto Samper en la segunda vuelta de 1994.

La abstención final del 55,6 porciento no descarta grandes distractores del votante común tales como el triunfo de la primera vuelta, donde Santos dobló a Mockus, y los partidos de l mundial de balompié, en especial Costa de Marfil-Brasil que concluía a las 3 pm., y en Bogotá la pertinaz lluvia. La ciudadanía de la capital puso casi la cuarta parte de la votación este 20 de junio.

En suma, la abstención es el hecho excepcional en 2010. Es la segunda en todo el ciclo electoral, 1994-2010, y hubiera sido mayor. Por lo pronto hay un nuevo interrogante: ¿qué pasó en efecto después de las 2 p.m ? A esa hora apenas votaban 6.950.346, un 11 porciento menos del que a la misma hora lo había hecho el 30 de mayo. Así lo certificaba Carlos Ariel Sánchez sin ocultar su sorpresa.

¿Cómo bajó la abstención a la mitad en dos horas?

!Qué bueno poder registrar está gran recuperación de la democracia que nos quería arrebatar el terrorismo¡ Alocución de Alvaro Uribe Vélez, 20 de junio.

No se trata ahora de taparle la boca a nadie, pero sí me gustaría que alguien batiera dos veces seguidas su propio récord. Carlos Ariel Sánchez, Registrador Nacional.

De hecho ocurrió el “milagro” electoral de la década, aunque aún no conozcamos el nombre de los santos varones y mujeres que lo hicieron posible, la secuela de los doce apóstoles civiles que sacaron en parte a Colombia de este nuevo y advertido predicamento.

Sin embargo todos los milagros tienen mediadores empezando por Cristo mismo; y éstas los hacen imperfectos en parte, así que la abstención siguió siendo la ganadora en Colombia. De hecho ésta tuvo como madrina explícita en la presente oportunidad a los grupos guerrilleros, narco-terroristas para los gobernantes actuales. Las Farc llamaron y la practicaron acompañándola con un saldo trágico de policías y soldados profesionales muertos que suma un total de 11 víctimas.

Así, estos hechos no riman muy bien con el parte de casi total normalidad dado por el Ministro del Interior, Gabriel Silva quien calificó estas elecciones como las más tranquilas de la historia. Un récord al que se unió Carlos Ariel Sánchez al imponer otro récord ahora para América Latina al contabilizar el 95 porciento de los resultados a las 4.58 pm, a menos de una hora de cerrada la votación, y 30 minutos antes que cuando diera los resultados de la primera vuelta.

Este controvertido funcionario, sin embargo, guardó silenció sobre lo que pasó después de las 2 pm, el misterio de las urnas donde la abstención crecía para empezar a decrecer luego en la mitad en el tiempo restante. Lo cual, a no dudarlo, constituye un tercer récord para nuestra incierta democracia. Él tampoco dijo nada cuando en la primera vuelta calculaba que los votantes serían 16 millones y resultaron ser 14’764.362. En definitiva, las cifras de la abstención siguen siendo un san Benito de encuestadores y funcionarios electorales en Colombia.

A no dudarlo, la abstención sigue siendo la loca de la casa, y supera las travesuras que en el pasado personificaron al mesurado y educado candidato de los verdes, quien ayer también confirmó que ellos no harán oposición, pero sí practicarán la independencia y la deliberación. Petro y Mockus son los únicos que se refirieron a la abstención.

Antanas en entrevista radial con Arismendi indicó cómo en los talleres organizados por el partido Verde-Opción centro probaron que en Bogotá los abstencionistas son con mucho ciudadanos calificados, y más aún, hacen proselitismo a su favor. Sabido es que Petro quien llamaba a la abstención terminó abogando por el voto en blanco que resultó estruendosamente perdedor, con algo más de 400.000 votos, aunque en algunos lugares como Bogotá hubiera duplicado la cifra obtenida en la primera vuelta.

¿Quién(es) ganaron esta elección?

A contramano de lo dicho casi en forma unánime por el establecimiento viejo y nuevo, la elección presidencial la ganó por enésima vez la abstención y es éste, y no el narco-terrorismo el principal factor de perturbación de las pretensiones democráticas de Colombia.

La abstención es a todas luces, sigue siéndolo para la mayoría de los 29’983.279 potenciales votantes, el resultado inocultable de un orden político oligárquico como bien lo definiera en la postrimerías de la primera mitad del pasado siglo, el asesinado líder popular Jorge Eliécer Gaitán.
El heredero de la dinastía Santos, iniciada con la propiedad sobre el diario El Tiempo, en cabeza de su tío abuelo Eduardo Santos Montejo, que ya no es más propiedad de la familia porque la mayoría de las acciones son de una transnacional española, tiene también que enfrentar no sólo a la oposición congresional del PDA, sino también conjurar el fantasma de la abstención y a quienes siguen reclamándose en público como sus personeros.

Estos últimos usan la violencia como fórmula la oposición armada y las minas antipersonales, a pesar de las campañas militares con injerencia y apoyo del aliado estadounidense en los incesantes bombardeos que reducen a cenizas, drenan buena parte del presupuesto nacional.

Remedio para la contra-democracia

El nuevo presidente, Juan Manuel, hace mutis por el foro sobre la pertinencia y la urgencia de realizar un acuerdo humanitario. Para él, como para Antanas el candidato derrotado, melancólico representante del centro político el acuerdo humanitario no es una salida posible a los efectos inmediatos de la guerra.

Para ellos tal medida sería la claudicación del Estado legítimo y la renuncia grosera a la legalidad democrática que tiene que sacrificarse en la vorágine de la violencia entre colombianos pobres y miserables que nos colocan en el primer lugar en América Latina.

Eso sí, la pasión por la legalidad por Antanas y los Verdes, ya no por la democracia, que no es ni puede ser el gobierno de las oligarquías del dinero o sus representantes, como lo dejara claro en vida José Saramago, no se disponen a luchar contra la impunidad reinante en todas las instancias del gobierno, del presidente para abajo afectado por el fantasma del cohecho que resultó claro, conocido, y sancionado legalmente a raíz de la auto-incriminación de Yidis Medina.

Yidis era una de las participantes en el congreso admirable que loaba el exministro interior del primer gobierno, cultor de la pasión triste del autoritarismo, quien desdice a diario del mejor periodismo nacional que es crítico y tiene efectiva pasión por la verdad.

No hay a la fecha en la normado por la Constitución Nacional ninguna disposición que sancione de modo efectivo la abstención como sí se consagra para el voto en blanco, cuyo efecto es que de ser mayoría absoluta implica la anulación de la respectiva elección.

Es tiempo, eso sí, para una nueva época que implica entre otras una modificación fundamental de la legislación electoral, que una de dos, consagra, cuando menos iguales efectos para la abstención que para el voto en blanco, o establece el voto obligatorio para tod@s .

Para empezar, en procura de la constitucionalidad democrática, procede ya a realizar un juicio político a los gobernantes, es decir, a los funcionarios de las ramas del poder público, del ejecutivo y el legislativo, directamente comprometidas en actos de ilegalidad ya denunciados públicamente por diferentes fuentes cuyo conocimiento de oficio asumen las autoridades jurisdiccionales competentes, y las instancias políticas respectivas.

Me refiero a los casos del presidente y sus ministros, y a los congresistas que han sido elegidos sin un claro deslinde con la para-política, quienes son los animadores del estado de opinión, remedo de democracia deliberativa, que no oculta las orejas del régimen presidencialista de excepción que es el real modo de gobernar a Colombia, y de desmantelar con cinismo el estado social de derecho.

No queda la menor duda, que a pesar de la claudicación de las elites nuevas y viejas, la reacción en bloque que eligió a Juan Manuel para continuar la obra de Uribe, ante el fracaso de la segunda reelección; el centro cuyo liderazgo se disputan cuatro tenores, y la oposición vacilante de centro izquierda que lideran Gustavo Petro, Carlos Gaviria y el Comité Ejecutivo.

A pesar de todo, la revolución democrática ciudadana no se ha detenido en Colombia. Ella se materializa obstinada, irreverente en una resistencia activa y pasiva por vía de la abstención, el voto en blanco, el voto nulo y a través de múltiples voces que han de concertar una suerte de minga constituyente plural que le de forma y contenido al polo de la democracia del común.

Tal es la verdadera novedad epocal, el modo real de celebrar y actualizar los 200 años de la independencia que tienen que despejar las incógnitas que se llevaron a Antonio Nariño y Simón Bolívar a la tumba sin haber podido cumplir la tarea de quebrarle en forma definitiva el espinazo a los privilegios y las exclusiones que refuerza hoy el capital. A pesar de sus audaces y promisorios intentos ambos fracasaron heroicamente.

A la revolución ciudadana que insurge con la clorofila de la juventud toca poner los puntos sobre las íes a la impunidad y a la abstención para curar in situ la metástasis de la degeneración democrática que adquiere nuevos bríos con la coalición reaccionaria que se estrena el 7 de agosto próximo, y de la que hacen parte algo así como 9 millones de votos de una población colombiana que supera los 45 millones.

Cerremos esta reflexión y la tarea por venir recordando a José Saramago en su conferencia El nombre y la cosa, y honrar de inmediato su memoria, citemos lo que sigue:

Aprendemos de los libros, y las lecciones de la vida lo confirman, que por más equilibradas que se presenten las estructuras institucionales y su correspondiente funcionamiento, de poco nos servirá una democracia política que no haya sido constituida como raíz de una efectiva y concreta democracia económica, y de una no menos concreta y efectiva democracia cultural (Saramago, 206, 30).

1 comentario:

  1. Yo también vi la curiosidad inexplicable de que la abstención la haya contado la Registraduría a las 2 pm, cómo medir eso?? Eran 9 millones de votos y algo más faltando dos horas para cerrarse y al final se suman 13 millones y medio de votos. De dónde salieron esos casi 5 millones en dos horas? Pero el dato, es el dato de cómo mide la registraduría a las 2 pm la abstención? Porque ese era el tema de la prensa en internet. Algo pasó. Me agradó lo que leí, pero la apuesta está dicha, discutir la democracia como lo enseña Saramago.
    Juan Carlos García, profesor U. Javeriana, Bogotá

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