miércoles, 16 de marzo de 2011

TERCERA PARTE

Del Programa Mínimo a la crisis del modelo Uni-Andino


Te partieron la risa, camarada
Marzo te sorprendió con balas en la espalda. Apartes de un poema que recordaba el asesinato de Tuto González.

Entendemos que mientras sea demolida la estructura estatal por vía revolucionaria, señores rectores, el poder oligárquico proimperialista existente…no se va a transformar la universidad…es nuestro deber adelantar una lucha por reformas democráticas…” Marcelo Torres, líder de la JUPA/Moir, en defensa del Programa Mínimo de 1971.

Corría el año de 1971, cuando se gestó el gran paro universitario que incluyó también a muchos colegios de bachillerato en varios departamentos. El estallido se gestó en el mes de febrero, y para marzo se había extendido a la mayor parte del país. El epicentro del terremoto político se extendió desde el Valle del Cauca, luego de una violenta protesta contra la presencia de la fundación Ford y el BID, y de allí a la Universidad Nacional en Bogotá, desde donde alcanzó expansión nacional. El emblema del movimiento se establece en el encuentro de Palmira, en marzo de 1971, cuando se aprueba el Programa Mínimo que votaron afirmativamente 29 universidades, y negativamente la Gran Colombia.

Las credenciales del agente actual de la contra- reforma en lo institucional, la Universidad de los Andes, hoy experimenta en lo interno una crisis. Las premisas de ese liderazgo, sin embarg, fueron validadas e incubadas desde los años setenta. Entonces se impuso el año básico y la departamentalización, la alianza privado-público con la presencia de la fundación Ford, “exportados” por el sistema universitario estadounidense de la segunda posguerra. Llegaron en conjunto a Colombia como parte del paquete de la “Alianza para el progreso” del gobierno Kennedy/Johnson. Tenía como pilotos a la Universidad de los Andes, en la esfera privada, y la del Valle y la UIS en el sector público estatal-departamental.

La reforma “modernizadora” se resistió en el concierto de las universidades públicas regionales, y luego con el liderazgo de la Universidad Nacional. En esa lucha se probaron nuevas fuerzas políticas de izquierda, la Jupa/Moir, la escisión del PC, el PCml, y los núcleos socialistas del llamado Bloque socialista, e incipientes corrientes anarquistas.

La movilización de rechazo alcanzó a varias universidades privadas que se sumaron al paro y fueron reprimidos sus promotores, pero el movimiento siguió y acordó el Programa Mínimo de los estudiantes colombianos. Ejemplar fue el caso de la Universidad Javeriana, que ordenó el cierre de Sociología, que estuvo cerrada por 40 años.

El climax de la acción política y académica contra el Informe Atcon y el Plan Básico, incubado en la Universidad de Berkeley por Rudolph Atcon y su equipo, lo marcó el paro universitario nacional que se prolongó por un año. El epicentro del paro fue la Universidad Nacional, La represión brutal cobró como primera víctima a Tuto González.

El animador de aquella contra-reforma era el más joven ministro de la cartera de Educación, Luis Carlos Galán Sarmiento. Era un debutante en la vida pública, cachorro de Carlos Lleras, forjado en su revista Nueva Frontera como analista de lo cotidiano. Lo acompañaba Jaime Arenas, un exmilitante del Frente Unido de Camilo, “desertor” del Eln, y autor de un testimonio polémico y revelador, La guerrilla por dentro, quien al poco tiempo fue “ajusticiado” en las calles de Bogotá.

A Galán le tocó negociar, para ponerle fin al paro , la fórmula del cogobierno universitario en la Nacional, con 4 decanos, 2 exalumnos, 2 estudiantes y 2 profesores. El rector se nombraba por decreto, por propuesta del Consejo Superior Universitario, y el escogido fue Jorge Arias de Greiff.

Este paro hizo posible la única experiencia de co-gobierno universitario que cerró el ciclo de los "rectores policías" que empieza con Luis Duque Gómez, a la destitución de Arias de Greiff, en junio de 1972. Pasaron algo más de veinte años de luchas, reformas y contra-reformas, durante los cuales se perfilaron los dos grandes campos de la educación superior colombiana: las universidades públicas y el que constituyeron las privadas lideradas por los Andes, las cuales aumentaron su porcentaje colocando en minoría a la educación pública superior generalizando la privatización de la educación en Colombia.

En el liderazgo del sector público se mantuvo la Universidad Nacional durante la privatización de los años 70, cercada en lo financiero hasta 1984. Después la Nacho fue reformada en procura de la autonomía interna, la que dirigió el rector Marco Palacios Rozo. un rector siempre polémico, de prosapia autoritaria. A quien erróneamente se adjudicó la autorización para que las fuerzas de policía armadas entraran al campus en 1984. Este episodio triste y oscuro lo protagonizó, en cambio, el médico rector Sánchez Torres, quien tiene la deuda de escribir con detalle y ponerle un colofón a la verdad de lo acontecido.

Palacios sentó las bases para el proceso de expansión de las sedes regionales, y la ampliación de los programas académicos, que recuperó en parte la Reforma José Félix Patiño. Ésta impulsaba el modelo de la universidad del desarrollo, que retomaron entre 1988-1993, la rectoría de Ricardo Mosquera, y su vicerrector académico Antanas Mockus, quien también fue rector durante la presidencia de César Gaviria Trujillo. Sancionada la Constitución de 1991 se le da existencia a la Ley 30 de 1992, defendida por Mosquera convertido ahora en senador de la república.

En el entranto, la Universidad de los Andes, nacida a la par con el “Bogotazo”, crecía y consolidaba un liderazgo nacional bipartidista y liberal con la conformación de una elite tecnocrática, desde el intento fallido de la Alianza para el progreso. Los Andes monopolizó la formación de economistas, administradores y politólogos, y cultivó las Humanidades al lado del proyecto politécnico, para dirigir la contra-reforma liberal conservadora que colocó al capital financiero al comando del país durante la presidencia de Misael Pastrana Borrero, luego que se le quebró la vértebra al proyecto de socialismo democrático en Chile, con el que se hundió la reforma agraria y la nacionalización de los recursos naturales.

En la disputa hegemónica cultural creció el proyecto contra-reformista de la educación superior que se afianzó luego de ocho años de incubación. En estas tierras movedizas creció la Universidad de los Andes como faro y alternativa educativa privada. Desde allí cambió el rumbo en el proyecto de la autonomía intelectual nacional y laico que crecía desde los años 60 en los claustros de la Universidad pública, cuando las clases medias sintieron la influencia de la revolución cubana y el cese de la violencia bipartidista; y se motivaron con la experiencia chilena de reformismo social y económico sin revolución armada.

El proyecto privado-público entre los Andes y la Nacional

María Fernanda Campo, antes de ser ministra de educación, colaboró con los proyectos educativos e intercambios de la Universidad de los Andes, la entidad que desde 1948 orienta el proceso privatizador de la educación pública bajo moldes estadounidenses; y colaboró con su último "aggiornamento", cuando los Andes tuvo dos capitanes de industria como rectores.

Primero fue al economista Rudi Hommes, quien limpió la institución de elementos "extraños," problemáticos y saneó sus finanzas con retiros, liquidación de personal docente, y contención de futuros pensionados "indeseables". Y comprometió a los Andes como think tank para los proyectos prioritarios de seguridad y defensa animados por la presidencia de Pastrana Arango, recuperándola de la "descertificación" sufrida conjuntamente por el expresidente Samper y el ministro de defensa, Botero, un egresado de estos claustros.

El segundo capitán, que saldrá por estos días, luego de sucesivas reelecciones, el ingeniero Angulo Galvis, famoso contratista de obras públicas, se encargó de expandir físicamente la Universidad con grandes proyectos de infraestructura. A la par subía las matrículas en vecindad con las universidades estadounidenses. Una tarea que no pudo ejecutar Rudi, porque su decisíón fue respondida con un paro estudiantil exitoso.

Cumplida la reforma financiera y de infraestructura, este proyecto negocio de la educación superior, sin ánimo de lucro, empezó a hacer agua en los Andes. La inyección financiera hecha, entre otros, por el grupo Santo-Domingo a cambio de rebajas impositivas tampoco fue suficiente. Porque, en primer lugar, buena parte de su clientela de clase media en recesión, migró a universidades públicas y privadas menos costosas.

La Universidad Nacional obró como resguardo intelectual y económico en este último periodo de vacas flacas., cuando la mira estaba puesta en los posgrados, que en el exterior fluctúan entre 50 y 100 mil dólares,. Más ahora , cuando la Nacho también compite en la internacionalización, "recuperando" un mercado para estudios en centros públicos y privados que era casi exclusivo de las universidades privadas, Externado, Andes, Javeriana, Rosario, ISESI, Del Norte, entre las más connotadas.

Un punto de quiebre académico del modelo Andino, sin embargo, fue el reciente "ranking" de las universidades nacionales que colocó a la Nacional en el primer lugar en casi todos los campos del saber, y a los Andes en cuarto lugar, después de la Javeriana que ahora lidera el sector privado , y la Universidad de Antioquia adelante en el grupo de las universidades departamentales.

No le valió a los Andes que incorporara un buen grupo de notables profesores investigadores jubilados de la Nacional, o compartir algunos docentes con universidades extranjeras. Los primeros encontraron cobijo económico y estímulo en una tercera edad productiva, sin que tengan que pagarles nueva pensión porque la sufragan todos los colombianos.

Con todo y lo dicho, la criatura de Alberto Lleras y Mario Laserna, nacida con la mentoría humanística de Germán Arciniegas, Zubiría y Forero , se tambalea y entra en crisis. Un tsunami intelectual parece barrer el modelo economicista elitista que la condujo en los últimos 15 años. A no ser que en la Nacional los costos financieros crecientes de sus posgrados hagan regresar a los clase-medieros en busca de mejores oportunidades financieras y económicas, si la estrategia privatizadora de la autofinaciación de la que hoy habla con elocuencia y cifras el rector Wasserman hace carrera y sigue los derroteros que le traza la locomotora de la "prosperidad democrática" en la educación cuya maquinista en la ministra Campo.

Es la revolución pasiva que busca un nuevo conductor del proyecto privatizador, cuando el liderazgo de los Andes ha caído en desgracia. La Nacional no es ahora la líder político intelectual de una reforma democrática, sino quien marcha adelante en el proceso modernizador capitalista que comanda el capital financiero transnacional. La Nacional, ha pasado, quien lo creyera a ser de coequipera de los Andes a ser puntera en este trágico periplo. A las puertas de la reforma de la Ley 30 de 1992, exhibiendo como expediente sus rendimientos ejemplares.

Repasemos el parte de victoria de Wasserman en su segunda mandato: "En el 2000, del presupuesto global de la universidad, el 30 porciento eran recursos propios, y este año es más del 50 por ciento. Nos hemos modernizado gracias al dinero que hemos conseguido...Y añade, recordando las exigencias de cobertura del anterior ministerio de educación, "Si recibimos ahora el doble de estudiantes que hace 13 años, alguien tiene que financiar los edificios donde van a estar, los pupitres..."

El doble emblema que define la nueva época de la Nacional es, por una parte, el edificio inteligente de las ingenierías que ostentan el nombre de un mecenas calculador, que no tiene ningún merito científico, pero sí el éxito multimillonario de un constructor de obras civiles y programas de vivienda popular, gran banquero y financista de sus propias obras, y neoconservador en política. Brecht recordaba con ironía los cargos honorarios en el tiempo de la degeneración de la república romana, y aquí parecen repetirse en esta pequeña "república de las ciencias y las artes."

Por la otra está el balance que rinde su rector, el químico Moisés Wasserman en la entrevista del 16 de marzo, cuando hacía el balance de rentabilidad y eficacia para "establecer" el liderazgo de la Nacional en el proyecto privatizador en reemplazo del liderazgo de la Universidad de los Andes :

"La relación de costo-calidad en el sistema público es muy buena, comparada con el privado. Hace 10 años éramos el 25 por ciento de la educación superior, hoy cubrimos más del 50 por ciento. En posgrados, en algunos campos inexistentes, pasamos a un dominio completo. En la U. nacional tenemos al 40 por ciento de los doctorantes del país..."


1 comentario:

  1. Me gustaría tener más información sobre el cierre del programa de Sociología de la Javeriana. ¿Cómo se hizo? ¿Qué pasó con los docentes y estudiantes? ¿Cuáles fueron los argumentos de las directivas?

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