viernes, 18 de noviembre de 2011

La discusión acerca de la muerte de Guillermo León Sáenz, Alfonso Cano continúa teniendo eco y reflexiones en la prensa convencional y alternativa. Ayer, en particular, un articulista, Oscar Collazos, novelista y ensayista crítica, y el periodista Antonio José Caballero, escribieron al respecto en el diario El Tiempo.

Aquí hay otra semblanza, una interpretación y una respuesta de Nicolás Contreras, un ciudadano costeño, al discurso de un escritor de Razón Pública, Armando Borrero Mancilla, y un presentador de noticias y de reinados, Jorge Alfredo Vargas, y hasta el ministro Juan Carlos Echeverri, que algunos postulan como candidato presidencia de los conservadores; y otros analistas que tienen que enfrentarse con la presencia de la guerrilla, y la violencia política en la presente realidad de Colombia, sin tomar en consideración, del todo, las llamadas condiciones objetivas, de las que se habló y pontificó en los tiempos del expresidente Belisario Betancur. N de la R.


MATAR A CANO, REPRODUCIR MÁS CANOS

Nicolás Ramón Contreras

Red Independista del Caribe

La muerte de Alfonso Cano no sólo dio píe para una serie de declaraciones disparatadas por el triunfalismo militarista de siempre, cada vez que se da la caída en combate de un comandante guerrillero, también desnudó la mutación del alma y la identidad colombiana, cada día más perdida y absorbida por la metrópoli de turno que la cogobierna, en este caso desde Washington, a pesar de las negaciones de siempre ante los mismos periodistas de siempre, complacientes y casi en plan de micrófono abierto: que la operación fue 100% colombiana, que no participó personal extranjero, etc., etc., bla, bla, bla...Pero las evidencias no podrían ser más protuberantes en distintos ámbitos:


El rostro de satisfacción de Jorge Alfredo Vargas el presentador de Caracol TV - o su par de RCN TV- al presentar la noticia, copiando sin mucho esfuerzo la “espiritualidad” de doña Hilaria de Clinton, cuando le dieron la noticia del asesinato de Gadafi o la pseudomuerte de Osama Ben Laden en Pakistán. La reacción “obamesca” hondamente emocionada del presidente Santos, con lágrimas de emoción festejando al enemigo muerto que le resolvía aparentemente "los problemas del país"; el disparate mayor del ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, quien afirmó que la noticia, era buena para la economía colombiana". ¿Pero sí la operación fue tan original y sin injerencia siquiera de experto militar alguno, por qué la operación se llamaba Odiseo, algo similar en bautizo a Odisea del Amanecer, nombre del USA/OTÁN genocidio contra el pueblo Libio?

Algunas tesis y refutaciones.

Además de los esperados dislates fascistas de José Obdulio y Plinio, el triunfalismo se filtró hasta en las páginas de la prestigiosa página web de especialistas en temas políticos y de las Ciencias Sociales en general, como "Razón Pública", donde Armando Borrero Mancilla, Sociólogo, magister y experto en seguridad, ligado a la Policía Nacional, se soltó unas perlas de este collar de la Sociología según la prosperidad democrática y el reduccionismo, diciendo sobre las Farc: […]"La falta de dirección política desde sus inicios hizo que las FARC nacieran derrotadas y sin rumbo, pero la apuesta coyuntural se potenció gracias al narcotráfico y a una complicidad velada con sectores lumpenizados de las élites locales” [...]

¿Hubiese dicho lo mismo el señor Mancilla a finales de los años 90 del siglo XX cuando hasta Alfredito Rangel comparaba en las páginas de El Tiempo al difunto Mono Jojoy, con Nguyen Giap el exitoso líder militar del Vietcong? Afirma más adelante en su nota el señor Mancilla, que las Farc se sostienen gracias al narcotráfico; y que la verdadera historia del grupo insurgente tiene su origen: […] “En 1964, la dirigencia de un partido comunista colombiano titubeante no se decidía del todo por las armas, pero no quería perder el movimiento campesino, tan caro a sus orígenes partidarios. Como tampoco quería perder el trabajo sindical por irse a la clandestinidad, ni el trabajo electoral por incipiente que fuera”.

¿Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Raúl Reyes: no fueron acaso el componente político ideológico del comunismo que refuerza a la guerrilla liberal campesina sobreviviente de Marquetalia y El Pato, luego del bombardeo “humanitario” instigado por Don Laureano Gómez y sus hijos desde el senado y las más rancias esferas del poder, a las cuales pertenece la familia Santos? ¿Se puede afirmar que un grupo no tiene dirección política, sólo por ignorar lo que se oculta tras la guerra psicológica asesorada por la CIA? A estos interrogantes al señor Borrero Mancilla, es preciso agregar la refutación que le hace también desde las páginas de Razón Pública, Boris Pinto – Magister en Bioética y profesor de la Universidad El Bosque-, con estas reflexiones:

“Creer que la muerte de Cano es la muerte de las FARC, es creer que el conflicto colombiano se reduce a una película de vaqueros. Darle “vivas” a la muerte de Cano es volver a gritar “viva la muerte”. Tras este golpe, oportuno y necesario, hay que ir a las raíces del conflicto, y hay que tener grandeza moral más allá de la venganza.” En ese espíritu de venganza reforzado por el espíritu de los western agropecuarios y urbanos de Hollywood, que pasaron del caballo a los carros tipo “Rápido y Furioso”, es donde más se evidencia esa mutación de la identidad nacional gubernativa y popular, muy poco distinta al neoyorquino promedio que salió a festejar la supuesta muerte de Obama en Abottabot, con las cursis banderitas de barritas y estrellitas.

La ideología maniquea del conflicto al mejor estilo de una película de vaqueros, donde “los buenos” en su derecho a la venganza, ha calado tanto, que hasta los supuestos guardianes de la palabra de Jesucristo - el palestino que hablaba de perdonar siete veces siete a los enemigos - en los momentos actuales, hacen un lamentable destape cual stripper veterana, retornando a su viejo papel alienador, de antigua industria de entretenimiento colonial: la iglesia católica representada en el monseñor Rubiano que oraba con Uribe, para que sus cacerías de “malos” terminarán exitosamente, como por ejemplo, el corte de mano de Iván Ríos; coro de acción de gracias en que no faltan por supuesto, los cultos evangélicos según Pat Robertson, el guía espiritual de cuanto genocidio, invasión o golpe de estado, involucre al Pentágono.

Coincidencias sobre la tesis más fementida.

Sí, el sentido común es engañoso para Borrero Mancilla, más lo es en los escenarios políticos y los entramados de poderes que sostienen a cualquier establecimiento – estado u organización- y en este caso, hay que mencionar dos grandes logros mediáticos en Colombia, alcanzados por las empresas de propaganda informativa de Ardila Lule/Santo Domingo y la reconquista española de Prisa/Planeta: el primero, hacernos creer que Santos era un empleado de Uribe y que Uribe lo mandaba en realidad; y el otro, reducir el conflicto colombiano en un proceso ahistórico, donde los “buenos”, en este caso el gobierno, combate a los “malos”, es decir, la guerrilla y el narcotráfico, que son un solo cuerpo y un solo espíritu “perverso”, combatido por “virtuosos beatos” como Santos y Uribe.

Todo un discurso eficiente, renovado y preparado, enriquecido con lo mejor de Goebbels y el nuevo concepto de la guerra de cuarta generación, donde por ejemplo, la izquierda y todo lo que suene a políticas sociales y democracia directa, es demoníaco, radical, fundamentalista y “malo” a secas; mientras que las privatizaciones, el concepto de democracia representativa, basado en la partidocracia y en una soberanía nacional hipotecada a las transnacionales, bajo el disfraz de los TLC y la seguridad inversionista, es progresista, bueno, desarrollo y en fin, la quintaesencia de lo bueno; así este modelo hoy día se halle en un caos socioeconómico profundo y acuda a la más cruda represión como en Ocuppy Wall Street o las de la Zona Euro – rotuladas de “buenas” o “normales” mediáticamente- traducido todo ello en una crisis estructural de grandes proporciones o sistémica, tal como lo han señalado Paul Krugman o Joseph Stiglitz.

Todo este recorderis para ambientar una serie de “coincidencias”, que se han venido presentando en los últimos diez años Uribe/Santos y Santos/Uribe, y es esa especie de “buena suerte” que parece acompañar a los dos gobiernos y gobernantes, cada vez que las cosas están mal y color de hormigas, en lo social y en lo político, por la inoperancia sistémica del estado colombiano cuando se trata de ejercer justicia social: inundaciones cíclicas invernales, desempleo, crímenes de estado (falsos positivos otro éxito mediático), escándalos de corrupción, aparece como una suerte de milagro, un conflicto con los países vecinos, una captura o el asesinato en combate de un opositor armado (Cano, Jojoy, Martín Sombra, etc.).

Justo en momentos en que las inundaciones, los escándalos, los intentos por legalizar la impunidad de militares y paramilitares, imbricados por la denuncia del escaso periodismo que aún subsiste; justo cuando el paro de los estudiantes contra el proyecto de reforma a la educación superior, empezaba a amenazar al establecimiento, ante la torpeza precisamente del ministro de Hacienda, quien lo convirtió en un “proyecto bandera de modernización”, con la ministra Campo, implicada y absuelta por la prensa en el burdo intento de privatizar la ETB durante la interinidad dejada por el caso Samuel Moreno, en ese momento preciso, se da la caída en combate de Alfonso Cano y sus escasos miembros de escolta, abatidos por una jauría de más de 7000 hombres con apoyo aéreo y tecnológico “nacional”. ¿Las USA bases militares estarán de adorno?

En todo caso, a pesar del manejo mediático de Caracol/El Espectador, que le dedicaron cada mañana y tarde en las mesas de noticias para esos días, verdaderos micrófonos abiertos; o de RCN que incluso llego a mostrar en Francisco Santos su director, su concepto de “manejo democrático” de la protesta y el conficto, proponiendo enfrentar la marcha estudiantil con armas “no letales”, como los choques eléctricos. Pese a ello, la marcha estudiantil logró su propósito y el proyecto que era nocivo no sólo para la calidad y la cobertura de la educación, sino para las mismas universidades privadas, que tenían que soportar la norteamericana costumbre de la competencias desleal, tuvo que ser hundido. Aunque no hay que hacerse tantas ilusiones, porque Santos tiene el manejo taimado de hacerlo aprobar por debajera, como lo hizo con el proyecto hotelero de lujo en el Parque Tayrona, en el cual, sin que el procurador Ordoñez se inmutara, los principales beneficiarios son principalmente Francisco Santos- primo y ex vicepresidente- y otros miembros de la familia Santos, cercanos al presidente.

A manera de epílogo.

El asesinato en combate de Alfonso Cano; y el de otros que aparecerán del cubilete de “la buena suerte” de este gobierno, con el apoyo complaciente de una prensa embarcada en la guerra de cuarta generación, casi que descaradamente para ocultar los problemas del país, no siempre va a dar los resultados esperados. Los zombis locales, al igual que los zombies de la metrópoli USA/OTAN, esperan que las demonizaciones, las represiones de todo tipo, les sirvan para hacer el tape tape, a casos graves del pasado y el presente más recientes, como por ejemplo, el exterminio llevado a cabo por militares y paramilitares de las fuerzas opositoras, contra el partido UP que organizara Cano, como globo experimental para pasar de las armas a la esfena política, tal cual lo acaba de lograr en forma casi definitiva ETA en España.

Mientras la corrupción siga su marcha, la política económica excluyente, marcadamente a favor de banqueros y empresas privatizadoras con derecho a la impunidad como Saludcoop, que incluso conserva en el gobierno, cuotas políticas como el ministro de Comercio Sergio Díaz Granados y su esposa Gina (Coronell 2011); mientras el gobierno haciéndose el de la vista gorda, patrocine la deliberación del comandante de las Fuerzas militares, General Navas, gestionando la impunidad para violadores de derechos humanos de ayer- como Plazas Vega- y de hoy, como los involucrados en la empresa criminal de permisos y recompensas llamada “falsos positivos”, así la bautizó el mismo presidente Santos cuando era Mindefensa de Uribe; por cada Cano que maten en combate, tres nuevos Canos – además de los que están en el monte- se incubarán en las ciudades, pueblos y veredas de la nación.

Podrán demonizar los medios todo lo que quieran, encubrir a medias los casos de corrupción, como el asesinato del joven guajiro a manos de un novio despechado de las élites cercanas al presidente Santos y a los órganos de poder judicial como medicina, legal; pero mientras las condiciones de miseria que nos hacen el tercero a nivel mundial en inequidad y distribución plutocrática de la riqueza, generen los deslizamientos de Manizales, Villa Tina o Bello, seis nuevos canos emergerán de ese caos, pero ya no con vocación de lanzar globos de negociación política, sino, nuevas estrategias de guerra que tocarán a los autores intelectuales de alto coturno que rara vez, padecen las consecuencias de su desmedida ambición.

Por mucho que los medios quieran hacer del conflicto una película de vaqueros como dice Pinto (2011), allí queda la historia de crímenes del establecimiento, asesinando con igual sevicia a quienes siguen en la guerra o se desmovilizan, ya sea el general Uribe Uribe empezando el siglo XIX, Guadalupe Salcedo, Carlos Toledo Plata o Carlos Pizarro León Gómez en el siglo pasado, por sólo citar unos cuantos. Por mucho que traten de reducir la corrupción al PDA y el narcotráfico por el gramaje pagado a las FARC, la realidad ignorada también señala hacia los dueños del cargamento que pagan el gramaje, que son también los patrocinadores de más del 80% de congresistas de la U, Cambio Radical, Pin, Alas Equipo Colombia y en fin, la actual “unidad nacional”, de la cual sólo se salvan por su juventud los verdes que desertaron del uribismo peñalocista.

La paz y la reconciliación, nos los enseñó el proceso de Suráfrica y otros como los del Salvador, no se logra con la estrategia del beso, el apretón de manos y la puñalada trapera al dar la espalda, ni mucho menos promoviendo el reino de la desigualdad, la paz requiere de la grandeza de respetar la verdad, la justicia y el juego limpio. La paz requiere de países soberanos que puedan integrarse en espíritu y en verdad a estrategias anti- hegemónicas como UNASUR o MERCOSUR; y no a gobiernos que por debajo de la mesa, con todo y su entramado mediático, se preparan para hacer llover verdades a medias y embustes completos – hasta mal diseñados como “incautar correos electrónicos”- de los computadores sobrevivientes- más por un acto de la fantasía que del milagro mismo- los cuales terminarán siendo una faceta más instrumental, del servilismo mentiroso y guerrerista de quienes no pueden vivir sin monopolizar el poder, y sin conspirar contra todo proceso de soberanía en el vecindario.

Nicolás Ramón Contreras Hernández

CC.92.226.628 de Tolú – Sucre. Ciudadano Afroabiayalense independentista de la Región Caribe en la República de Colombia. RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE- Observatorio de Medios.

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