jueves, 24 de mayo de 2012

El colega investigador Miguel Eduardo Cárdenas nos remitió este texto que hace parte de un trabajo mayor acerca de la situación política actual de Venezuela, apenas a cuatro meses de la elección presidencial, y con un Hugo Chávez que ha tenido que lidiar con las contingencias de su cáncer, que sin duda lo ha debilitado físicamente, y fortalecido las expectativas de la derecha unificada en la candidatura de Henrique Capriles. 

Pero, quienes en últimas decidirán la contienda son los electores, y en particular,  los pobres y trabajadores que han participado de los beneficios del proyecto popular bolivariano. Estas multitudes se han organizado a lo largo de este gobierno ininterrumpido del Chavismo, que ha tenido que asomarse al imponderable de la muerte de su principal líder, y se pondrán a prueba a propósito de esta singular construcción del socialismo del siglo XXI con el apoyo manifiesto de Cuba.  N d la R.

Diario de un historiador colombiano en la República Bolivariana de Venezuela
— Capítulo 2 —
De cómo estoy viviendo en Venezuela – Coyuntura política de esta revolución.
 
Antes de entrar a Venezuela, cuando llegué a Cúcuta sentí una gran vergüenza al constatar que una de nuestras puertas, la frontera, era tan fea. La terminal de transportes allí es un infierno, el calor, los agiotistas, los embaucadores, los paramilitares. No lo dudé, no quise permanecer un instante allí. Tomé un bus que iba de Cúcuta a San Antonio, de allí, literalmente me embarcaron en otro para San Cristóbal, y de ese, en otro bus gigante de dos pisos, me llevaron a Caracas. 

Yo, el último romántico, pensé que ya no había fronteras, que como la Patria es América no había paradas, ni requisas, ni preguntas, ni restricciones. Pero… no. Resulta que me metí en mi primer problema, que oficialmente este historiador vagamundo no ha salido de Colombia, ni ha entrado oficialmente a Venezuela, a pesar de que llevo dos meses andando por Caracas. Pues bien, que me tocará, devolverme a Cúcuta, no sé cuándo, a que me pongan un sello en un pasaporte, que si no estoy ilegal en la patria de América.
 
Y para acabar de ajustar, soy colombiano…que acá en Venezuela, esta no es, propiamente la mejor presentación. ¿Se acuerdan mis lectores que en el primer capítulo de este diario, como cosas negativas que veía, hablaba de unas montoneras? Pues resultó que muchos de estos desordenes era de colombianos; pues que en lo que va de corrido en esta revolución, muchos desplazamientos de “neogranadinos” se han dirigido a Venezuela, y entre ellos, mucho paramilitarismo y gente de “mal vivir” como dicen acá. 

Colombianos excluidos socialmente en nuestro país que han venido acá a “montar” barrios de “invasión” y que han traído entre tantas necesidades de hambre, también la violencia. Si por casualidad algún godo, reaccionario, santanderista, derechoso, oligarca en Colombia, lee este diario, le quiero preguntar: si Colombia es un “paraíso de seguridad y democracia” ¿por qué son los colombianos los que se vienen para esta “infernal dictadura” y no los venezolanos los que se van para allá? 

Una noche que no pude dormir y que estaba cerca de esos lugares de invasión, descubrí que esos barrios efectivamente sí eran de colombianos, pues que aunque las paredes eran de cartón, varios bafles (acá se les dice cornetas) de los más modernos equipos de sonido, ondearon toda la noche, en el más alto volumen los ballenatos de Diomedes Díaz y el Reggaeton que no podía faltar. Pero bueno eso es lo de menos, lo de más y principal peligro para esta revolución es el paramilitarismo de Uribe, ya han visto el veneno que ha destilado éste último, ser abominable que en los últimas días, ha arremetido contra de Venezuela cada vez que puede.
 
Bueno, este historiador, sin pasaporte sellado, antes de conocer a nadie, se dio a caminar Caracas. Lo primero que descubrí fue un gigante y hermoso parque llamado el de los Próceres, varias cuadras de jardines y monumentos alusivos a la gesta de la independencia. Me sentí maravillado, era de noche, la belleza del lugar, a pesar de que eran las nueve de la noche, se veían familias, niños jugando, parejas de novios, personas haciendo deporte, tranquilidad. Y no sólo este bello lugar, luego descubrí, que esta revolución ha rescatado muchos lugares públicos para el pueblo y sobre todo en el centro de Caracas. Lugares que en la época del neoliberalismo de los noventa eran territorios oscuros de miedo y desolación. Ahora en estos espacios se respira auténtica ciudadanía.
 
Cómo no podía seguir deambulando sólo, busque los contactos que había hecho por internet. (Descarto hablar todavía de unas cartas de recomendación que traje para presentarme a unos profesores de la universidades, por el momento basta decir, que intuyo por lo que he visto, que la academia universitaria acá está en manos de las burocracias del mercado y de la oposición. Aunque la revolución creó la Universidad Bolivariana, creo que le ha faltado al pueblo venezolano, recuperar las otras universidades que ahora están en manos de los doctos, serviles de la burguesía.) Decía que busqué mis contactos que había hecho por internet. —Ves mi amigo y hermano Raúl que Facebook sirve para algo distinto a la farándula y a la vanidad de los yoes—. Ya con anterioridad, mi bella amiga Tatiana, revolucionaria y literata colombiana, más conocida en el mundo social y virtual como Tigra, me había contactado con varias personas revolucionarias en Caracas. 

Uno de esos contactos se convirtió en mi “ángel de la guarda” en Caracas;  es tanto mi ateísmo, que ella, me corrigió hace poco, que le estaba diciendo era, ángel de la guardia. Hablo de Yakelin una mujer poeta, militante apasionada de esta revolución, que al tiempo es la exquisitez hecha persona, de la gastronomía y la genuina amistad. Ella se ha vuelto la mejor anfitriona, igual que su bella madre la señora Luisa que con mucho amor en algunas noches me han hospedado en su apartamento en el centro de Caracas.

Bueno del centro ya conocía algo de la mano de la bella y revolucionaria Adriana Castaño, abogada colombiana que hace poco también tomó la decisión de venirse a vivir acá del amor y del fervor bolivariano, y que dicho sea de paso, y se lo ha agradezco eternamente, siempre ha estado atenta de mi destino acá. Yakelin pues, a su vez presentó a mi otra ángel de la guarda, Sanyira, filosofa, docente y directiva universitaria, pero ante todo, mujer amorosa, corajuda y dadora de vida, militante y defensora de Chávez, que tuvo el gesto solidario e increíble, de ofrecerme su casa para vivir gran parte de los primeros días en que he estado acá. Espero que no haya sido yo tan mal habitante de casa, allí cometí mi primeros desastres cocinando, si es que hacer un arroz quemado y apresurado, a eso se le puede llamar cocinar.
 
Con ellas, Adriana, Yakelin y Sanyira he conocido también a muchas otras personas valiosísimas en este proceso, líderes populares, periodistas, poetas, cantoras, e intelectuales. Una velada maravillosa que viví, fue en una fiesta donde para sorpresa mía, dos músicos de esta tierra interpretaron para mí esta canción de Alí primera: La guerra del Petróleo:
 
“Ven amigo colombiano vamos juntos a luchar. / Nuestros lazos de amistad por siempre perdurarán. / Somos hijos de la Patria que nos dejó el Libertador […] Contra el oligarca, soldado vuelca el fusil, contra el oligarca. / Quieren engañar al Pueblo de tu tierra y mi país […] Ven, amigo colombiano, vamos juntos a cantar por segunda independencia, vamos juntos a luchar”.
 
Ya se imaginarán la emoción que me causó este cálido y pasional momento. Luego otro momento, no menos emocionante, fue la multitudinaria concentración para saludar a Chávez el 13 de abril. Ya había hablado de esto, cuando llegué hasta el Balcón del pueblo, pero lo que quiero señalar en este momento, es la increíble organización de los militantes de la Revolución Bolivariana para hacer estar marchas, son miles y miles de personas, en unas multitudes que se unen en un fervor político, sin que haya un sólo desorden o altercado, todos rojos y unidos por un amor a su revolución. Igualmente fue así, la marcha del 1ero de Mayo, yo estaba dichoso, fue una fiesta en toda la ciudad, coincidía con la Nueva Ley Orgánica del Trabajo, que Chávez firmó como un nuevo rumbo para la justicia social.

 El pueblo cantaba alegría. Bueno, no hay que ser un economista, para darse cuenta que mientras que en el resto del mundo del capital se aumentan las jornadas laborales y se reducen los sueldos, acá en Venezuela, Chávez reduce la jornada laboral y aumenta los sueldos. Muchas carajadas se hablan en los medios burgueses del mundo sobre Chávez y Fidel, pero no muestran esta diferencia, mientras en el resto del mundo las marchas del 1ero de mayo, son escenas de policías golpeando a los trabajadores, en Venezuela y en Cuba los trabajadores salen a celebrar.
 
En el municipio en que estuve viviendo conocí la gente del pueblo y constaté como vive la gente su revolución. Conocí una Aldea Universitaria de la Misión Sucre, donde por iniciativa del gobierno, se crearon estos proyectos para llevar educación superior de alta calidad a las regiones apartadas de los centros urbanos. Sí la suerte me sigue acompañando, en junio me darán trabajo en unas de las cátedras de estas aldeas. Constaté además las otras Misiones para el pueblo, mercados populares, la salud con calidad y dignidad. Presten atención colombianos, ya saben el infierno que se vive en Colombia dado que la salud allá se la entregaron a las mafias privadas de las EPS, pues bien, acá por ejemplo, existe una Misión que se llama Barrio Adentro, donde en lugares cercanos a los barrios, ubicaron centros de salud integrales. 

No estoy haciendo panfletos, o transcribiendo consignas idealistas, no. Estoy hablando de lo que estoy viviendo. Yo, por ejemplo, que tengo un problema de cataratas en los ojos, fui a esta Misión, como me atendió una doctora cubana, me llené de emoción, Fidel manda la medicina cubana para el beneficio del pueblo venezolano, pues bien, con tan sólo preguntarme mi nombre, sin pedirme papeles y hacerme esperar indignamente como se acostumbra en Colombia, me atendieron, fui remitido a tres citas de oftalmología especializada y en dos semanas me entregan mis lentes, y todo esto sin pagar un solo bolívar. En toda Venezuela igual está funcionando la salud de esta forma. ¿Se necesita otro argumento, para demostrar que la revolución bolivariana es del pueblo y para el pueblo? Yo creo que no. Basta mirar el desastroso capitalismo en el resto del mundo. Acá se está viviendo otra realidad.
 
Entre tanto, presenté mi conferencia: “¿Por qué en Colombia no quisieron a Bolívar?”, en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, fue un acto conmovedor, los participantes de la Cátedra Bolivariana de allí me escucharon, me aplaudieron y me dieron otro fraternal recibimiento. Allí conocí a un nuevo amigo, el profesor Henan Rubin, catedrático de inglés y productor de cine, quien ama también a Bolívar y quien luego me invitó a la Fundación John Boulton y al Centro Nacional de Historia, donde quizá me publiquen mi conferencia y algún artículo sobre Fernando González que aún no he escrito.
 
He estado caminando mucho el centro de Caracas, he vuelto a visitar varias veces la Casa Natal del Libertador, el Museo Bolivariano, la Plaza de Bolívar, yo me detengo y me pongo a pensar, que acá el pueblo, en verdad, sí se está transformado. Aunque permanecen formas capitalistas en la estructura social, mientras que se da el gran desafío de una transición al socialismo, el pueblo venezolano ya vivió una ruptura con el neoliberalismo, desde el Caracazo ya Venezuela no es la misma, hubo una ruptura social, política y económica con el modelo neoliberal, modelo que la gente acá ya no admitirá más. 

¿Qué un nuevo socialismo en el siglo XXI está por consolidarse? Pues sí, así no lo quieren entender los escépticos del mundo. ¿Qué está sociedad venezolana se volvió en su mayoría de izquierda? Sí, no hay duda. ¿Qué aún hay mucho por corregir? ¡Pues claro! ¿Quién ha dicho que los cambios revolucionarios se hacen apresuradamente? Son muchos los vestigios de la sociedad inequitativa y egoísta que hay que superar. Yo me atrevo a decir, que actualmente en la República Bolivariana de Venezuela se está gestando un cambió de conciencia popular que dejará huellas profundas en el devenir de América Latina.
 
¿Qué está haciendo la derecha? Pues conspirar con la ayuda de los EE.UU. y la oligarquía colombiana. Acá se teme, en verdad, que como la oposición, electoralmente ya se sabe derrotada, comience a utilizar la violencia para desestabilizar al país, pero el pueblo y el gobierno están alertas. Incluso se ha llegado a ver indicios de que la misma derecha puede atentar contra la vida de su propio candidato presidencial para crear confusión y achacarle esto al chavismo. Y no es una idea descabellada, ya sabemos que las oligarquías pueden hacer esto y mucho más. Esta minoría cegada por la ideología imperial y burguesa está desesperada y como son tan irracionales y asesinos (no todos por supuesto, hay gente de derecha que por más derechosa que sea no admite la muerte, pero hay otros muchos que sí) de ellos se puede esperar cualquier cosa. No es exageración de este historiador, en Venezuela, en esta coyuntura se está jugando una contienda entre la vida y la muerte, y la vida hoy acá, es socialista y roja y va triunfando.
 
A propósito de la Plaza de Bolívar, esta semana en una mañana vi allí la siguiente escena. Pasaron dos niñas con su uniforme escolar y se le acercaron a un soldado de boina roja que estaba cuidando el lugar. Le pidieron el favor, que si se dejaba tomar una foto él sólo al lado de la estatua de Bolívar, el accedió y se dispuso para la foto. Las niñas tomaron su fotografía y luego ellas y él, sencillamente sonrieron. Ellas siguieron su camino, el soldado volvió a su lugar y yo en un banca pensé: esta si es la genuina unión de un ejército con su pueblo y sólo esto está pasando en Venezuela. Vaya a ver, si esto pasa en Colombia con los militares y los policías, que con justa razón, uno lo que les tiene es miedo y fobia, por las múltiples agresiones que le propinan al pueblo.
 
Me ha ido muy bien, sin embargo no todo ha sido tan fácil, el dinero que recogí con mi conferencia hace rato se acabó. He sobrevivido por los auxilios de mi hermano en España y unos amigos. Aunque mi conferencia ha gustado —hoy vuelvo a presentarla en un canal de televisión local de Caracas— aún no he encontrado trabajo, ya no puedo seguir viviendo en la casa que estaba, tengo que volver a la frontera, a esa fea Cúcuta, a ponerle un sello a mi pasaporte y volver a Caracas, a seguir con esta aventura. ¿Cómo lo haré? Al terminar estas líneas, yo mismo no lo sé.
Frank David Bedoya Muñoz.
Caracas, 22 de mayo de 2012.

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