viernes, 29 de junio de 2012


PONENCIA  PARA el VI CONGRESO ALACIP, 12-14 DE JUNIO. QUITO, ECUADOR.
SUBALTERNIDAD Y MULTITUDES COMO ACTOR POLÍTICO.
PRIMERA PARTE
AUTOR: MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB[1]


PRELIMINARES

“Por la propia concepción del mundo se pertenece siempre  a un determinado agrupamiento, y precisamente al de todos los elementos sociales que participan de un mismo modo de pensar y de obrar. Se es conformista de algún conformismo, se es siempre hombre masa u hombre colectivo. El problema es éste: ¿a qué tipo histórico pertenece el conformismo, el hombre-masa del cual se participa?
Antonio Gramsci, Nota I, en: Introducción al estudio de la Filosofía y del materialismo histórico. Premiá Editora. México, 1981, p.  8.
                                                                 
Durante la primera mitad de los años 70, cuando el estado de sitio era una constante institucional colombiana, empecé a participar de un grupo juvenil universitario, Núcleos 21 de abril, que luego hizo parte del fallido proceso de la Unión Revolucionaria Socialista, la URS. Esta organización pretendía convertirse en partido político articulando un conjunto de agrupamientos y núcleos marxistas de diferentes vertientes del espectro socialista, desde pro-castristas, y camilistas comprometidos con la teología de la liberación hasta seguidores del marxismo, leninistas, trotskistas, y pro-chinos movidos por la revolución cultural del gran timonel, y su ruptura con la hegemonía de la Unión Soviética. 


Encarnábamos como precipitado la fractura política de la hegemonía liberal-conservadora ejercida sobre dos sectores sociales específicos, jóvenes y trabajadores intelectuales, expresiones sí de la contrahecha y postergada modernidad plena que aún sufre Colombia. 

Aquella fractura era el producto de una crisis de representación en la sociedad tradicional, un fruto de la crisis de hegemonía cultural que se tradujo en la separación de los sectores medios educados del bloque de poder y su proyecto de paz y progreso llamado Frente Nacional, nacido dizque para acabar con la violencia partidista.[2]

 INCUBACIÓN DE LA REBELDÍA SUBALTERNA

“En ciertos momentos  de su vida histórica, los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales. Esto significa que los partidos tradicionales, con la forma de organización que presentan, con los determinados hombres que los constituyen, representan y dirigen, ya no son reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de esta.
Cuando tales crisis se manifiestan, la situación inmediata se torna delicada y peligrosa, porque el terreno es propicio para soluciones de fuerza, para la actividad de potencias oscuras, representadas por hombres providenciales o carismáticos”. Antonio Gramsci, Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de los partidos políticos en los periodos de crisis orgánica,  p. 361.

                                                           La acción de la izquierda en Colombia expresaba una conducta transversal que movilizaba a sectores empobrecidos y excluidos de la clase media, y con ésta a grupos de trabajadores y sectores populares desplazados por la gran Violencia, y también a habitantes de los cinturones de miseria de cuatro grandes ciudades, Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali. A todos ellos se les intentaba comprender como a un pueblo. Aquellos proyectos de la izquierda incipiente eran reprimidos violentamente e ilegalizados siempre que  resistían a las imposiciones de una sociedad ultra conservadora, que lo era antes y lo sigue siendo ahora. 

Aunque a la fecha, después de pasar dos periodos de seguridad con el expresidente Álvaro Uribe, el sucesor Juan Manuel Santos implementa un alivio focalizado, un viraje que quiere aclimatar “la tercera vía” de la prosperidad, interpelando a los desplazados, y a los más pobres de los pobres, de los cuales, 100.000 familias, dice, serán beneficiarias de vivienda gratuita durante este gobierno. Claro, ninguno de los dos dirigentes del bloque de poder oligárquico burgués, prescinde de auto-llamar gobiernos democráticos a sus coaliciones al comando del Estado.

Para la pequeña burguesía intelectual, escindida de la conducción bipartidista del Frente Nacional, hacer la revolución era el primer mandamiento del nuevo credo laico. Las universidades e instituciones secundarias fueron los templos donde se alimentó la mayor parte de aquella herejía ideológica, de las cuales se desprendieron los primeros predicadores de la buena nueva. Tuvimos delante el espejo agónico del guerrillero heroico y ateo, junto a  imaginarios del compromiso con la caridad cristiana representados por los curas del Golconda, y el padre Camilo Torres Restrepo. 

Hubo para todos los gustos y compromisos militantes durante ese periodo de incubación. Emergieron figuras múltiples fractales del heterogéneo campo de la izquierda que alcanzaron proyecciones transcontinentales. En primer lugar, en la cadena sacrificial estuvo Ernesto Guevara, con la misión inconclusa de crear muchos Vietnams. Antes fue Patricio Lumumba, primer ministro, asesinado por garantizar la independencia del Congo contra Bélgica, para emprender luego la construcción socialista. 

Después el turno fue para Miguel Enríquez, secretario del Mir chileno, quien precavía la destorcida de la reacción contra las nacionalizaciones de la Unidad Popular del presidente socialista Salvador Allende. Impulsaba el Mir la creación de autogestión obrera de la producción y poder popular autónomo mediante los cinturones industriales, y el auto-abastecimiento en las barriadas populares de Santiago, Valparaiso, Concepción y otras ciudades. En la Argentina era Mario Roberto Santucho y el ERP, quienes organizaban a los pobres del campo del norte argentino, desde Tucumán;  y a los herederos urbanos de los cabecitas negras peronistas, y avanzar con dificultad manifiesta del justicialismo peronista al socialismo trotskista. El método escogido aquí fue la vía armada, reafirmada por la defección de Perón a su regreso, en la masacre del aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires.
 
Junto con  ellos tantos militantes optimistas y anónimos se formaron, cayeron y desaparecieron durante los años del alumbramiento dramático de la opción de izquierda, Casi sin excepción, no pensaban en serio, sino que obviaban la opción democrática por reformista. No faltaban razones y hechos que apoyaran tal aserto.
Más aún, contra una modernidad contrahecha,[3] henchida de desigualdades y con un gran índice de analfabetismo político, inducido por los lazos de dependencia y subordinación personal anteriores, con afán se buscaba la vía rápida. La revolución cubana parecía ser el ejemplo más elocuente a seguir no sólo en América Latina sino en otras latitudes de situación política y social parecida, agrupadas como tercer mundo por los analistas occidentales del desarrollo y el subdesarrollo. 

Sin embargo, con heroísmo y sacrificios, este movimiento en sí expresaba un conato de reforma intelectual y moral, una disputa por la hegemonía cultura. Como tal  animó, fue catalizador de la segunda oleada revolucionaria, donde no solo hubo sectores medios, intelectuales y estudiantiles, sino también obreros, nuevos y tradicionales, campesinos pobres y jornaleros, habitantes de todas las barriadas y villas miseria. Constituían los activos brotes de las multitudes invisibilizadas por la república señorial,[4] en rebelión contra la exclusión, la desigualdad y la miseria que los asfixiaba en campos y ciudades. 

En América Latina fue un proceso cuya dinámica duró un cuarto de siglo, entre 1955 y 1980. Para establecer así unos límites convencionales que se extienden entre la caída del peronismo, la derrota de la Unión Soviética en Afganistán en Asia, y  la imposición del modelo neoliberal en América Latina, y el revisionismo en la China popular con Deng Tsiao Ping a la cabeza. [5]

La nueva conducción hegemónica de la economía capitalista gravitó hacia y conquistó una nueva capa intelectual, de procedencia pequeño-burguesa. Forjada orgánicamente tal dirección  por las enseñanzas añejas de F. Von Hayek y Milton Friedman, difundidas en y desde las universidades estadounidenses de modo preferente; y dispuesta a imponer lo que los analistas de la izquierda denominaron “un pensamiento único”, popularizado como “reagonomics” y “thatcherismo” en el curso de la globalización capitalista  y la mercantilización del conjunto de derechos y servicios públicos de bienestar dondequiera que fuera posible.  

Los dictados de esta intelectualidad se apostaron en Suramérica. La ocasión, el golpe militar en Chile, los “Chicago Boys” fueron ahora orgánicos a la dictadura militar para convencer de la apertura de los mercados, la inserción en los circuitos del capital financiero global, así como para realizar el desmonte regresivo de los derechos sociales y económicos conquistados por el Estado de compromiso en América Latina, llamado así por el sociólogo brasileño  Francisco Weffort.[6] 

Esa égida aún persiste, en forma vergonzante, pasa por los gobiernos de la llamada “concertación democrática”, y en particular, los turnos socialistas decoloridos de Lagos y Bachelet, quienes no quisieron/pudieron desmontar el autoritarismo empotrado en las instituciones de dirección de la nación, y le apostaron, en parte, a la tercera vía que ensayó Tony Blair en Gran Bretaña . 

LA ESCALADA DEMOCRÁTICA,  ANTES Y AHORA.

“¿Cómo se forman estas situaciones de contraste entre “representantes y representados” que desde el terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo electoral parlamentario, organización periodística) se transmiten a todo el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de las altas finanzas, de la iglesia, y en general de todos los organismos relativamente independientes a las fluctuaciones de la opinión pública? En cada país el proceso es diferente, aunque el contenido sea el mismo. Antonio Gramsci, Escritos Políticos, 1917-1933, p.  362.
                                                              El experimento neo-liberal, su dirección intelectual y política triunfante en los 80 enfrenta  la crisis social y política en América del Sur, que aparece como definitiva, con sus especificidades que es requisito ineludible aprehender en cada situación. Es, sin embargo, en lo general una crisis orgánica del capitalismo posfordista, para recuperar a Gramsci en el entendimiento del capitalismo de la segunda posguerra del pasado siglo, y las contribuciones presentes de la corriente autonomista.

Al entender de ese modo la crisis actual nos reabre un campo potencial para las reformas democráticas represadas y reprimidas a sangre y fuego durante el pasado cuarto de siglo; y define pasos primordiales en el proyecto gramsciano de construir la sociedad civil auto-regulada que desarticula, desmonta el proyecto capitalista globalizado a lo largo de una dolorosa guerra de posiciones que enfrenta a democracia y guerra.[7]

El nuevo espíritu de la reforma se nutre del discurso del socialismo del siglo XXI, donde triunfaron partidos y/o coaliciones de fuerzas de izquierda o democráticas. Y  vuelve a  tener como punta de lanza visible a los estudiantes universitarios y secundarios, donde tales triunfos no han ocurrido. Tales son los casos de Chile primero, y  Colombia desde el año 2011, cuando los estudiantes organizados en la MANE enfrentaron con éxito coyuntural el trámite de una contra-reforma que abría de par en par las puertas a la privatización de los saberes, y la derrotaron.[8]

En Chile, los estudiantes universitarios y de secundaria, - primero, los legendarios “pingüinos”-, exigen al gobierno de la concertación de Michele Bachelet, y ahora al del derechista Sebastián Piñera, - ligado antaño al partido Nacional golpista-, desmontar el negocio capitalista de la educación pública, porque los convirtió a ellos y sus familias en deudores consuetudinarios, y a la educación pública un bien común inalcanzable. Ahora, la reciente movilización de más de 80.000 jóvenes, radicalizados por su intransigencia frente al despojo cultural y científico, exigen también el cambio radical del régimen heredero de la dictadura militar. 

Dicho giro a la izquierda supone e impulsa, para no quedar en enunciaciones retóricas, la efectiva democratización de la sociedad en todos los órdenes, contrahecha por los efectos del placebo neo-liberal que hizo crecer artificial, especulativamente, a sus sectores medios, empleados del sector terciario de la economía, afectados ahora por los altísimos costos de educación, salud, y con escasas, casi nulas garantías para la tercera edad. 

El objetivo inmediato de las multitudes en su despertar como monstruo político, cuyo movimiento sacude al neo-liberalismo en América del Sur, en países como Chile y Colombia,[9]  es combatir la exclusión de la igualdad social básica, la pobreza y la miseria de los muchos. Por lo que  este sujeto plural en formación reclama la redistribución de la plusvalía relativa obtenida del voraz crecimiento capitalista sin rostro humano que parasita la inaudita productividad del trabajo durante el tercer milenio. 

Esa bonanza ilusoria que pregonaron las grandes burguesías asociadas con el capital financiero global, en la pasada década mucho tiene que ver con la venta de grandes volúmenes de recursos naturales no renovables, mono-productos no procesados para dar impulso a las economías capitalistas emergentes del eje Asia-Pacífico, y de los mercados más tradicionales como Estados Unidos, Francia y Alemania de las bautizadas sociedades postindustriales. 

La conducción de la rebeldía chilena, que hasta el Wall Street Journal publicitó destaca a Camila Vallejo, hoy vicepresidenta de la FECH[10]; pero cada vez adquiere más claros visos de una  guerra social de posiciones en la encarnizada disputa por la democracia, por  obtener el comando de la sociedad civil, que tiene ahora en la dirigencia estudiantil organizada, no solo un despertar sino el estreno de conducción nueva, aunque en parte vertida en odres viejos. 

El abogado Gabriel Boriç que la preside tiene inspiración autonomista en la renovación política chilena, y recupera el legado gramsciano,  prácticamente invisible, irrelevante durante la Unidad Popular. Aquellos tiempos aparecían como propicios para una guerra de movimientos, que dividió a la izquierda entre agrupamientos dispuestos a una transición democrática, sin guerra, y fuerzas que como el MIR, pensaban y alertaban a lavez que los antagonismos se resolverían  por la vía armada.

Estos jóvenes representantes y protagonistas de primera línea, comunistas y autónomos, insisten hoy en el despliegue de un verdadero y efectivo liderazgo democrático, que  impida en lo posible la burocratización y las consabidas manipulaciones de las multitudes emergentes y actuantes en la primavera del monstruo político heterogéneo, diverso y con mil caras y colores.   

Treinta años atrás, en otra transición sin consolidación, un brillante intérprete ultraconservador del cambio democrático, el politólogo Samuel H. Huntington calificó de “tercera ola” aquel traumático despertar del trabajo levantado contra el dominio del capital. Él caracterizó el avance de aquella onda de creciente participación que antes sacudió los principales escenarios capitalistas, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia en Occidente; producida por el temprano despertar del monstruo político compuesto de multitudes de trabajadores, pobres, mujeres y estudiantes. Estas encarnaron y animaron los nuevos movimientos sociales que ofrecieron materia a otra generación de analistas, desde Alain Touraine hasta Alberto Melucci. 

La crisis de la hegemonía fordista a escala planetaria empezó a gestarse en el torbellino de las universidades estadounidenses levantadas y movilizadas en contra la guerra, hasta conformar el vigoroso movimiento de estudiantes por la sociedad democrática, que se juntó a la lucha que por los derechos civiles que hermanaba a blancos, mujeres, y minorías negras y chicanas, y que padeció el asesinato, la  cárcel o el exilio de sus principales líderes. 

La “tercera ola” se fortaleció primero con la rebeldía de la juventud estadounidense contra la guerra en Vietnam, y en defensa de los derechos civiles en casa; y creció en el legendario mayo 68, que catalizó una crisis orgánica al interior del modelo  autoritario de posguerra la V República francesa.  Estudiantes y jóvenes obreros pusieron en ascuas  a De Gaulle y a su criatura más querida, el “estado de bienestar”, el compromiso de posguerra entre sindicatos y patronos confederados en la reproducción capitalista. 

Alemania pos-nazi vivió otro tanto del despertar con la rebeldía de la juventud del SPD, que fue un polo de acciones y pensamiento radical de cuño marxista.[11] Entonces Rudi Dutschke denunció y desafió la connivencia de los aliados de la reconstrucción con los enclaves del nazismo, y la explotación de los trabajadores migrantes europeos y turcos. Der Spiegel y la industria editorial sierva del capital fue objeto de sus ataques políticos directos y denuncias reflexivas.[12]  Los líderes económicos y políticos del “milagro alemán” del canciller Erhardt mantuvieron a colaboradores y negociantes del régimen hitleriano después de los juicios de Nüremberg. 

La relación de fuerzas internacionales tenía un hegemón indiscutible, los Estados Unidos, pero ya  afectado por el desastroso curso de la guerra imperialista que el complejo industrial militar estadounidense libraba en el sureste de Asia; y por el incierto devenir de la descolonización de Africa y Asia, donde la cuestión palestina y surafricana eran el pedernal. Claro, unido a la inclusión de la vuelta democrático-liberal de España, Portugal y Grecia que salían de ser dictaduras apoyadas por los poderes occidentales desde el reparto de Yalta. 

Pero, el detonador más visible de la crisis fueron las escaramuzas especulativas, desestabilizadoras de los precios en la lucha por el control del petróleo. La presencia de un nuevo jugador internacional poderosos, la OPEP, enfrentó al status quo de las “7 hermanas”, el oligopolio occidental que dominaba a sus anchas la explotación y comercialización del oro negro. El mundo se inundó de petrodólares, circuló con la revolución científico-técnica el trabajo social cristalizado, “el intelecto general”, y la corriente crítica de los nuevos marxismos.[13]

Ante semejante cuadro internacional, Huntington, estratega de las sociedades en cambio, previno acerca de la revolución democrática en curso a los gobiernos burgueses del centro del sistema  capitalista que lo consultaron. La ingobernabilidad era la plaga inducida por, según él, Crozier y Watanuki, esto es, la Comisión trilateral, - antecedente político de los consensos de Washington -, una exagerada participación política. 

Tarea urgente era encauzarla, moderarla, reducirla para bien de todos. Nixon y Kissinger fueron los audaces cruzados en China y en la Cochinchina, ofreciéndole estabilidad y prosperidad al desenlace de la revolución cultural, y así apaciguaron el despertar del monstruo político en Asia, sin importar el costo a pagar; y tornaron roma aquella punta de lanza anticipando la muerte de Mao y el cambio de guarda con el “castigado” Deng Tsiao Ping, el nuevo reformador del socialismo con rostro capitalista.


[1] Profesor asociado, Departamento de Ciencia política, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Director grupo presidencialismo y participación.  Autor: Presidencialismo y participación política en Occidente. Ceja. Universidad javeriana, Bogotá, 2000. Coautor y editor del libro: Seguridad y gobernabilidad democrática. Neopresidencialismo y participación en Colombia, 1991-2003. unijus/dib. universidad nacional. Bogotá, 2005. 
[2] HERRERA ZGAIB, Miguel Angel  y Marco Aurelio (2010). Educación pública superior, Hegemonía cultural y Crisis de representación política en Colombia, 1842-1984.  Colección Gerardo Molina, 20. UNIJUS/Unal. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Bogotá.
[3] El filósofo y analista colombiano Rubén Jaramillo la denomina modernidad postergada. Ver Colombia: la modernidad postergada. 2ª edición. Argumentos, Bogotá, 1998.
[4] Antonio García Nossa, teórico y militante socialista colombiano, utilizó  la expresión república señorial para caracterizar a la comunidad política nacional  con la que se enfrentó  Jorge Eliécer Gaitán, y otros líderes reformistas durante el curso del siglo XX.
[5] Lo que un disidente chino, influido por el nihilismo de Nietzsche, llamó  “la búsqueda ascética del hedonismo”.
[6] Ver ¿Cuál democracia? (1993). Flacso. Costa Rica.
[7] HARDT, Michael, NEGRI, Antonio (2004).  Multitud. Guerra y Democracia en la Era del Imperio. Colección Debate. Random House Mondadori. Argentina
[8] MANE es la mesa ampliada nacional estudiantil, la organización que asume y defiende el programa mínimo de los estudiantes universitarios, y en la que tienen asiento representantes de la educación superior pública y privada. Ya celebraron su primer congreso nacional, y ha tenido que experimentar disidencias  internas, con reclamos de las direcciones  regionales del movimiento.
[9] Monstruo político es la referencia, que entre otros acuña Toni Negri  para caracterizar  las multitudes, el movimiento de movimientos que se despierta como antagonista del poder imperial, global y localmente.
[10] Camila Vallejo fue elegida presidente de la FECh en noviembre de 2010. Fue derrotada en la siguiente elección, en diciembre de 2011, por la lista “Creando Izquierda” que eligió como nuevo presidente  a Gabriel Boric, quien obtuvo 4053, y como vicepresidenta quedó ahora Camila con 3864 votos. Boriç, de ancestro croata, es miembro del colectivo Izquierda Autónoma,  que está aliado con los grupos Izquierda Construye y Arrebol. Empezó en la Universidad de Chile en el colectivo de Estudiantes Autónomos, y tiene raíces político intelectuales en el autonomismo italiano  y el legado de Antonio Gramsci.
[11] De ese tiempo es la escuela de “la lógica del Capital”, acuña en las aulas de la Universidad Libre de Berlín, atenta a lo que ocurría del otro lado de la frontera, así como a acoger a sus disidentes más destacados que traían noticias del derrumbe del socialismo impuesto por la Unión Soviética y sus cronnies políticos.
[12] En ese clima radical se intentó la solidaridad internacional armada con la corta y trágica experiencia de la Armada Roja.
[13] ALTAMIRA, César (2006). Los marxismos del nuevo siglo. Prólogo de Toni Negri. Editorial Biblos. Pensamiento Social. Buenos Aires.

domingo, 24 de junio de 2012


Valor de Uso, Utopía Moderna  y Disutopía Comunista
PARTE I

Miguel Angel Herrera Zgaib
miguel.herrera@transpolitica.org
Director
Grupo Presidencialismo y participación

Una semblanza político-intelectual

Qué sucede en nuestros días con el concepto de "revolución"; cómo pensar ahora esa realidad inherente a la política que es la violencia; de qué manera es posible distinguir aquello que de la vida política se encuentra efectivamente presente en lo que conocemos como "política": son algunas de las cuestiones a las que intentan acercarse estos ensayos. Bolívar Echeverría (2010), Presentación, Editorial Siglo XXI, México, p.9.

                                                              Aprovechando la participación en el VI Congreso de Alacip, asistimos a una accidentada y breve presentación en homenaje al intelectual ecuatoriano  Bolívar Echeverría fallecido el año pasado.Valor de Uso y Utopía fue uno de sus libros cortos, hecho de varios ensayos, que apareció en 1998, y se reeditó en 2010. El también fue autor de El discurso crítico de Marx, Las ilusiones de la modernidad, y la modernidad de lo barroco, y vivió la mayor  parte de su madurez fuera , siendo Berlín y México los lugares más relevantes para su formación y magisterio, en particular en la UNAM, donde hizo famosos sus cursos acerca de EL Capital de Marx.

Bolívar se dedicó a la cultura política, y coordinó un seminario llamado "El concepto de cultura política yla vida política en América Latina que estuvo bajo su orientación entre 1994-1997. El libro al que me referiré estuvo nutrido por aquellas reflexiones, pero su elaboración ocurrió en una estadía de estudio y escritura en la Universidad Libre de Berlín. Un lugar en que Echeverría pasó buenos y fructíferos años, durante los cuales tuvo ocasión de contactarse con Adorno en Frankfurt, y conocer con detalle los desarrollo de la escuela crítica, y en particular, además, los trabajos de Walter Benjamin y Max Horkheimer.

Pero, Bolívar, ante todo, dedicó un especial cuidado a la obra de cumbre de Carlos Marx, y se valió del instrumental lógico crítico de la llamada escuela de la lógica del Capital, que floreció en los tiempos de la revolución estudiantil de los años 60; y en particular, fue un interlocutor válido de Rudi Dustchke, el joven intelectual y activista política que le dio una coloratura especial a la obra de Rosa Luxemburgo, y con quien Bolívar compartió el tiempo de la esperanza revolucionaria, y el desmonte brutal de la misma, comoquiera que Dustchke fue objeto de atentados, acusado de ser animador intelectual de la Röte Armee  de Baader/ Meinhof, hasta que lograron asesinarlo cuando estaba en exilio en Dinamarca. 

El libro de ensayos:  valor de uso y  utopía moderna

Recuerda Echeverría : Hegel...llega a decir que, con el comportamiento natural llamado "vida" aparece "el individuo", que tiene en sí mismo un "principio de autoconfiguración, y que se enfrent como "sujeto" al "mundo objetivo", el que le sirve de condición de su existencia..." (Ver Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817), ps. 255-59)

El libro al que me referiré en algunos apartes contiene 8 ensayos, distribuidos en 197 páginas, y arranca con "La modernidad como decadencia y cierra con "El valor de uso": ontología y semiótica", al que me referiré y citaré en forma directa para lidiar con el asunto  de la utopía y la disutopía. Lo cual supone una aproximación a la lectura de Echeverría en diálogo con el trabajo de filosófico y político de Antonio Negri y Michel Hardt.

Echeverría aquí se pregunta en debate con el Foucault de "Las palabras y las cosas" con Marx, a quien aquel ubica en los escenarios de la modernidad política incapaz de ofrecer fundamentos a la nueva práctica de la política que se despliega en los años 60 y 70. Esta no es la perspectiva que defiende Bolívar, quien por otra parte, señala cómo el concepto de "valor de uso" que  Marx opone al pensamiento moderno, y el cual constituye una real revolución teórica.

Al mismo tiempo, el autor en comento, de entrada, reconoce que en Marx la crítica de la modernidad adolece de "una disimetría o unilateralidad; que "las amplias y penetrantes investigaciones del proceso de acumulación del valor capitalista -de uno de los dos lados del comportamiento económico contradictorio de la sociedad moderna- no se acompañan de investigaciones similares, capaces de hacerles contrapeso, en el terreno del otro lado de ese comportamiento, el del valor de uso, y su reproducción (p. 155)."

Entonces, siguiendo esa línea argumental, Echeverría se pregunta:¿por qué - Marx- no procede deductivamente a partir de una teoría de la producción en general que incluya ese concepto?", esto es, el de la forma natural, o "valor de uso. Y él va a citar lo escrito por Marx en los Manuscritos de París (1844), donde esta la mención a la forma natural, y que según su interpretación abre el discurso de Marx a los nuevos problemas de la política contemporánea.

De allí se pasa al concepto de "producción en general, considerada como un proceso completo de reproducción  social, transhistórico, supra-étnica, cuya actualización histórica constituye "la identidad o figura concreta de una sociedad" (p.157)". Pero en el capitalismo tiene una forma doble, compleja, porque también se "somete también a un condicionamiento "seudo-natural" que proviene de la organización económica constituida en "sujeto" (p.158)."

Bases de la disutopía

                                         Ahondando en la pesquisa, y explicitando su argumentación, Echeverría señala que:
"Para Marx, el modo de reproducción capitalista determina de manera dual la concreción de la vida social: como donación de forma primaria, de orden social-natural, y como donación de forma secundaria, carente de necesidad "socio-natural", en torno a lo que él llama el "proceso autonomizado de formación y valorización del valor (p. 159)". En suma las sociedades capitalistas resultan de dos tendencias contradictorias que las forman, que tienen concreción en el proceso real de trabajo. (Ver al respecto: El capital, Libro I, capítulo VI (inédito)).

Bolívar Echeverría cierra la presentación de su texto anunciando que su reflexión se centra en "una distinción entre lo que sería propiamente la forma social-natural del proceso de vida humano, como realidad que -incluso en su permanencia trans-histórica y supra-étnica- implica necesariamente un grado elemental de concreción, y lo que sería la estructura fundamental de dicho proceso, como esencia necesariamente abstracta...", para dar cuenta, luego, de "la libertad como hecho característico de la vida humana" (p. 160). Y en este caso de la libertad más plena alcanzable, la de los individuos libres del capitalismo, al modo como lo prospecta de modo tendencial la reflexión marxiana contenida en los Gründrisse.

Al hacer explicita esta crítica de la economía política burguesa, Marx abre el diapasón de una libertad radical, que supone cortar los lazos de dependencia y subordinación impersonal que se han tejido en la civilización capitalista, los lazos que reemplazaron aquellos más simples, que el mismo Marx caracterizara para las formaciones precapitalistas como "lazos de dependencia y subordinación personal".

domingo, 17 de junio de 2012

APRENDER  DE ECUADOR


Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, Ciencia Política, Unal
Director Grupo Presidencialismo y participación, Colciencias/Unijus. Colombia.


                                                                Durante la intensa semana pasada en Quito, hay una reflexión que salta a la vista, la experiencia ecuatoriana de la revolución ciudadana rinde sus frutos. Y su conductor el joven economista, y polemista mediático, Rafael Correa sabe qué juego jugar, en lo interno y lo externo. Con un país más pequeño en tamaño y población, no hay duda, que ofrece generosas lecciones a países como la vecina Colombia, y en primer lugar, en lo que tiene que ver con la inflamable materia de la educación pública, y con una actitud digna y progresista en lo internacional, en el tiempo de la globalización imperial.

Elementos para comparar

Al asistir a las deliberaciones del VI Congreso de Alacip, en las instalaciones de Flacso/Ecuador en Quito, que coincidieron con el cambio de guardia en esta institución que pasó de su gobierno en cabeza de Adrian Bonilla a Juan Ponce, un estudioso dedicado a los temas de la teoría empírica en ciencias sociales, está a prueba que la educación pública marcha viento en popa, a pesar del resentimiento que producen las acciones recias del ejecutivo en los espacios de colegios y universidades privadas y públicas, que resienten los parámetros de calidad y dedicación, por lo que se exige a docentes, párvulos y estudiantes de los grados superiores resultados en los saberes y medición de rendimientos.

Con Flacso estrenando un flamante edificio para su biblioteca, que no tenemos aún en la Nacional con esas dimensiones y dotación, a pesar de la belleza y remodelación hechas recientemente en la nuestra, la sede quiteña del saber latinoamericano también añadió un envidiable edificio de residencias para los profesores invitados. Igual pasa en la Universidad Andina Simón Bolívar, nacida en el marco de iniciativas de la CAN, tiene una edificación citadina de excelente factura y dotación infraestructural: albergue para estudiantes de posgrado y biblioteca de más de 35.000 volúmenes de historia latinoamericana y andina, ciencias sociales, y buena base de datos.

Las dos instituciones con financiación pública, comoquiera que los posgraduados de la Flacso gozan de un estipendio mensual de U.S 1000, contrastan con el abandono que sufre el bienestar estudiantil y la renovación necesaria de la infraestructura de la Universidad Central de Quito, que en buena parte la asemeja a lo que hemos venido padeciendo en la Universidad Nacional de Bogotá. Con el dolor y el disgusto que produce  ver edificios con goteras, zonas que amenazan derrumbe, y graffiti que son indiciarios que la comunidad universitaria quiere comunicar, gritar, hacer circular el rumor, a como de lugar, y no necesariamente en forma eficaz y convincente.

¿ Por qué? 
La comunicación efectiva está clausurada, es pobre en medios modernos, o peor aún no es atendida o escuchada por escasez de atención efectiva, y menos que alcance al grueso de la población a la que dirigen los estudiantes de la Nacho en Colombia, sus mensajes de rebeldía, resistencia y liberación con colores y rasgos existenciales desafiantes.

Lo más impactante es la distancia entre la intensa actividad intelectual que circula por las dos universidades quiteñas, donde figuras y debates están bien atendidos y provistos, cada vez más en diálogo internacional, y con una producción en libros creciente y puntual. A pesar de las apariencias no ocurre lo mismo con nuestra Universidad Nacional, cuya producción no tiene la resonancia y divulgación local e internacional requeridas. 


Tampoco se nota, entre nosotros, la presencia de figuras del pensamiento crítico afectados, se nos dice, por la escasez de fondos. Pero, en verdad, esta carencia es debida a una despreocupación seria del gobierno nacional dedicado al fallido ejercicio de una contra-reforma más regresiva; esa sí repelida, detenida por el despegue renovador,  propositivo de la joven intelectualidad organizada por los universitarios del país, cuyo núcleo, la Mane y los   Independientes, tienen asiento en la Universidad Nacional, y desde allí se ha extendido a los demás espacios académicos tocando a las propias universidades privadas.

Quizá la novedad y apoyo a la educación pública superior que es realidad en Ecuador explique el porqué de tanta presencia de estudiantes colombianos en la Flacso y en la Universidad Andina basadas en Quito. En la primera se calcula que ell@s alcanzan algo más del 30 por ciento de la matrícula actual. No he tenido a la mano a las estadísticas, pero sí, el indicador de las más de 170 ponencias que presentamos colombianos asistentes al VI Congreso de Alacip, donde un colombiano , Sergio García, fue el coordinador logístico del evento que tuvo más de 1200 ponentes, y una buena parte eran colombianops activos en las maestrías y doctorados de Flacso.

He visitados algunas librerías y me he dado cuenta del precio de los libros extranjeros, en particular, los del Cono Sur, y los precios aquí, con una economía dolarizada y todo lo que implica, son mejores que los que tenemos que pagar en las librerías de postín bogotanas. No hay razón diferente al interés de lucro exagerado que justifique tan notables diferencias. Tuve oportunidad de visitar una librería pequeña en espacio pero bien provista de novedades. Rayuela se llama, y era el momento en que había un homenaje a Carlos Fuentes. Aproveché para revisar las secciones de literatura, ciencias sociales, y filosofía. Eran buenas y actualizadas, con una importante presencia de las editoriales latinoamericanas más importantes, y nuevos sellos con precios asequibles.

Autodeterminación  y reforma intelectual y moral

Entre sábado y domingo de esta semana pasada, cuando está caliente el mundo en dos continentes, Europa y Africa, por los resultados conocidos  en ambas elecciones, Grecia y Egipto,  enfrentados con viejas recetas a las desgracias provistas por el neoliberalismo capitalista, he escuchado la platica del presidente Correa, que es la cabeza de lo que en Colombia nuestro grupo de investigación categorizó como neo-presidencialismo en la investigación publicada en 2005, para señalar que en tal modelo institucional  había un fortalecimiento notable y una especialización de los poderes del ejecutivo, en materia política y económica.

Volviendo al presidente Correa, él dedicó su perorata del sábado a publicitar un plan maestro en materia de ciencia arte y educación. Es un plan que tiene por interlocutores a la nación toda, hablando él desde los escenarios provinciales. El estaba hablando desde Esmeraldas, en el paisaje de playa y mar vecinos, y con una lluvia circunstancial que reclamó soportar a la audiencia sin dispersarse estando él a buen resguardo en su tarima. No tenemos nada parecido en Colombia, con el presidente que se auto-proclama ser mensajero ilustrado de la prosperidad democrática.

Entonces, Correa habló de la Ciudad del Conocimiento, y de los cuatro proyectos que va a levantar en los cuatro puntos cardinales del país, con una inversión de US 600 millones. Se trata de impulsar, señala,  la investigación y la formación superior de punta, con un elenco de colaboradores internacionales de lujo; y el apoyo a todos los investigadores y estudiantes de posgrado que quieran hacer investigación y formarse dentro y fuera del país, sin "michicaterías".

Igual, y como complemento de la realidad de la educación pública, Correa explicó con estadísticas, por qué le subió el salario a los docentes, llevándolo de menos de US 280 ha algo más de 800, y lo mismo a los médicos, y al personal de la policía. Claro, todo ello, dice, implica una mejora a las condiciones de la docencia, y en últimas, un enriquecimiento del capital cultural y humano del Ecuador, donde por lo demás se ha proclamada la educación gratuita a todos los niveles, eso sí, con rendimiento y compromiso.

Al mismo tiempo, y sin temblarle la voz, Correa no sólo rechazó en el pasado la agresión del gobierno colombiano, entonces en cabeza de Uribe y Santos, a la zona de Angostura,  pretextando acabar con Raúl Reyes y sus auxiliares, lo cual en efecto ocurrió con la muerte de civiles incluida. De ello hay también un libro bien documentado, dedicado a la operación "Camaleón", de un periodista ecuatoriano que reconstruyó lo ocurrido al detalle. También Correa rechazó el carácter excluyente de la reunión pasada en Cartagena. Contrario a seguir al gobierno Santos y sus apoyos continentales, en los dictados de Obama y Clinton, que excluyeron de esta reunión a Cuba, señalada de anti-democrática. 

Cuba es una nación que sufre un insulto prolongado por décadas con total impunidad jurídica y política. Una herida no cerrada en el continente desde los tiempos en que el Ché era el canciller de la primera república que se proclamó socialista en las barbas de uncle Sam. El pretexto es la democracia liberal, o más exactamente, el liberalismo atemperado por una desteñida democracia electoral, que padeció el escándalo de la elección estadounidense de 2000, que violó en forma flagrante la carta democrática de la OEA, y que sigue ignorándose, como en el caso más reciente de la destitución del presidente Zelaya en Honduras.

A la postre, Correa es el líder, con la enfermedad de Chávez, de una propuesta suramericana de un liberalismo socializante que guarda sus parecidos con el  que fuera practicado en América latina entre los años 10 y 20 del pasado siglo. Una postura donde el antiimperialismo como forma explícita de autodeterminación,  y la  disposición por mejorar la educación pública a todo nivel, y la defensa de la soberanía en la administración y explotación de las riquezas nacionales son más que evidentes, con una dignidad que enaltece la política internacional suramericana.

La democracia como guerra de posiciones

                                                              No hay duda, en la etapa actual de la globalización capitalista, que la democracia es un campo de efectiva guerra de posiciones, en donde se someten a prueba los modelos hiper-presidencialistas que teorizó para América Latina, en los fines de los 80, el jurista y politólogo argentino Carlos Santiago Nino. En el caso colombiano fue extremado el modelo por el régimen que denominamos para-presidencial que incorporó abiertamente política y paramilitarismo como estrategia contra-insurgente bajo el eufemismo de la seguridad democrática

Hasta el punto que el actual presidente, Juan Manuel Santos se ha puesto a desmontar los aspectos  más comprometidos de aquella receta autoritaria, para darle curso a la que él  ha definido como la prosperidad democrática, que claro está, no lo es, en el sentido que no son los ciudadanos mismos quienes definen su rumbo, como tampoco ocurre así en el Ecuador de Correa. El poder decisorio, la llamada voluntad general, sólo obra "graneada" al momento de las elecciones periódicas, y, hasta hoy, pare de contar. 

Lo máximo a lo que Corre se atreve es a la práctica de un liberalismo socializante que busca, sin  suprimir la lógica capitalista de modo general, desmercantilizar ciertos bienes sociales. Lo cual ni siquiera se sospecha como posibilidad de acción gubernamental inmediata en la tortuosa tercera vía colombiana. De ahí que Ecuador, la vecina república, vuelva a ser buen ejemplo, no de socialismo, sino de liberalismo social. 

A la expectativa estamos, analistas y ciudadanía rasa, de lo que pase en la próxima elección presidencial allí, y lo que acontezca al otro lado de una frontera de más de 600 kms, con el proceso de paz en Colombia, ahora que ya fue aprobada la ley marco que lo hace posible, y después del inocultable baldón que implicó la agresión al territorio de Angostura en la provincia de Sucumbíos.  





domingo, 3 de junio de 2012

Fernando Arellano, Crónicón, desde Quito, envía entrevista con Ernesto Laclau, coautor con su esposa, Chantal Mouffe,  la filósofa, y discípula de Althusser en los 70, de un libro clásico en la discusión posmarxista, "Hegemonía y estrategia socialista", publicado originalmente en inglés. Desde entonces participan de una polémica en diversas publicaciones de la izquierda europea ilustrada. Son famosos los escritos divulgados en New Left Review con Norman Geras. Aquí está una reflexión actualizada del tópico del populismo, al que Laclau dedicó su libro "La razón populista".  N de la R.


CONFERENCIA DEL FILÓSOFO ARGENTINO EN FLACSO ECUADOR
"EL POPULISMO EN AMÉRICA LATINA ESTÁ CREANDO NUEVAS FORMAS DE LEGITIMIDAD POLÍTICA": ERNESTO LACLAU

Ernesto Laclau

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
QUITO

"No puedo menos que reírme cuando escucho hablar del peligro autoritario que los nuevos regímenes populistas representan para las sociedades latinoamericanas. Porque si hay un régimen político al cual es inherente el autoritarismo no son los regímenes populistas, sino el neoliberalismo", afirmó en Quito, el filósofo y científico social argentino Ernesto Laclau, durante su conferencia magistral en el Seminario Internacional Medios, poder y ciudadanía en Sudamérica, organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Ecuador.
"Para mí, populismo no es un término peyorativo sino una forma de construcción de los político", aseguró Laclau, quien aprovechó su presencia en Quito para presentar su revista Debates y Combates.
En desarrollo de las charlas que dio en FLACSO entre el 17 y 18 de mayo, Laclau dejó en claro que toda política es populista habida cuenta que el populismo no es otra cosa que la forma en que un líder simboliza y articula demandas sociales insatisfechas.

"En América Latina, los nuevos regímenes nacional-populares empiezan a erigirse después de dos derrotas: la existencia de regímenes militares y el predominio del neoliberalismo al comienzo de los años 80 pero hegemónicamente en los 90. Este tipo de política condujo a un desastre generalizado", explicó.
Recordó que para apuntalar las políticas neoliberales en buena parte de la región fue necesario tener dictaduras militares. "Sin Videla, en Argentina, y Pinochet, en Chile, los planes del neoliberalismo no hubiesen sido posibles", argumentó.

Con el fracaso del neoliberalismo y con él la desarticulación tanto de las economías como de los sistemas políticos se dieron las condiciones para una interpelación popular a las masas que, a partir de un punto de poder produjeron proyectos de cambio como los que se han dado en buena parte del sur del continente.
Para Laclau, el signo de este cambio en América Latina es un predominio del poder ejecutivo sobre el legislativo. "El poder legislativo ha sido, tradicionalmente en América Latina, la sede de reconstitución del poder de las oligarquías locales; mientras que, cuando ha habido proyectos más radicales de cambio, estos han residido en el predominio del poder ejecutivo".

Doctorado en Oxford, a donde llegó con el padrinazgo de Eric Hobsbawn, Laclau es un reputado historiador, sociólogo y filósofo. Profesor emérito de la Universidad de Essex en Inglaterra, también se desempeña como catedrático de Humanidades y estudios retóricos de la Universidad Northwestern en Chicago, Estados Unidos y director del Centro de Estudios del Discurso y las identidades sociopolíticas de la Universidad Nacional de San Martín en Argentina. Autor de varios ensayos y libros, entre los que se destacan La razón populista y Hegemonía y estrategia socialista, trabajo este último realizado conjuntamente con su esposa la politóloga belga Chantal Mouffe. Su actividad académica e intelectual la alterna durante el año entre Londres y Buenos Aires y los diversos lugares del mundo a donde es invitado a dictar conferencias. 

NUEVAS FORMAS INSTITUCIONALES

La irrupción de gobiernos nacional-populares en varios países latinoamericanos ha generado al decir de Laclau nuevas formas institucionales para ejecutar los proyectos políticos que se caracterizan por su alto impacto social como las misiones en Venezuela, las reformas introducidas por el krischnerismo en Argentina y toda la institucionalidad creada por el gobierno ecuatoriano del presidente Rafael Correa.

"Tenemos un nuevo institucionalismo que no rompe con el anterior pero lo va a compensar con las formas del poder popular", señaló.

"Desde el Caracazo y a lo largo de todos los años 90, Venezuela entró en un proceso de desinstitucionalización. Las instituciones no representaban mecanismos viables de las demandas. Todo el mundo percibía que algún cambio radical en la forma de Estado tenía que ocurrir. Cuando esta situación se da, según la lógica de equivalencia de la construcción de un pueblo como agente político y la emergencia de un líder, son elementos casi inevitables. Por eso es difícil que los sectores antiguamente institucionalizados puedan volver. Simplemente porque esa institucionalidad ya estaba quebrada. Por lo tanto, la oposición venezolana no puede ser una oposición nostálgica del antiguo institucionalismo. No creo que pueda haber un populismo sin una ideologización del espacio político, porque el populismo siempre crea nuevas formas de legitimidad que van en contra de las que existían anteriormente. Todo populismo es un momento de ruptura. El desafío se encuentra en aceptar el cambio histórico que se ha producido en la sociedad venezolana y bregar por objetivos nuevos. El desafío del chavismo es consolidar un régimen nacional popular que sea compatible con las instituciones democráticas".

POPULISMO, UNA DIMENSIÓN IDEOLÓGICA

Laclau ha trabajado el tema del populismo como una categoría política que implica la existencia de un ícono o símbolo asociado con una ideología que, de acuerdo a su contexto, retiene o renueva su significado.
El término populismo desde su óptica no puede ser deslegitimado o satanizado como lo hace la derecha y destaca el anclaje popular y nacional que han logrado los gobiernos de Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa, al producir una ruptura en sus respectivos países y una nueva legitimidad política.

Fue enfático en precisar que dentro del análisis político, el populismo no es una ideología, sino una dimensión de la ideología. "Se puede ser populista de derecha, centro o izquierda". Puso como ejemplo a Benito Mussolini y a Mao Tse Tung, el uno fascista y el otro comunista.

"El populismo no es en sí ni malo ni bueno: puede avanzar en una dirección fascista o puede avanzar en una dirección de izquierda. El maoísmo, por ejemplo, fue un movimiento populista en el cual las masas de China, que estaban desorganizadas por la invasión japonesa, consiguen una expresión a través del Partido Comunista. Pero también fue populista el fascismo italiano. Otra vez: el populismo no es ni bueno ni malo: es el efecto de construir el escenario político sobre la base de una división de la sociedad en dos campos".

Rechazó la postura de ciertos sectores de la oposición de América Latina que tildan a los presidentes progresistas como autoritarios, al tiempo que se refirió al rol que juegan los grandes medios de comunicación por desprestigiar a los gobiernos de izquierda.
"El conglomerado de empresas de medios ejerce una especie de poder opositor de gobiernos que, muchas veces, buscan corregir errores de gobiernos precedentes de matriz neoliberal". Por ello expresó que, conforme a la actual época de inusitado desarrollo tecnológico, se requiere de una ley de comunicación para democratizar la información en los países de la región.

CADENAS DE EQUIVALENCIA

Laclau denomina como "cadenas de equivalencia" las diversas reivindicaciones sociales que se dan en la etapa prepopulista en la cual surge un líder que responde a los requerimientos de buena parte de la población.

"Una vez que se dan una serie de demandas insatisfechas, éstas deben cristalizar simbólicamente alrededor de un dirigente. ¿Por qué el líder? Mientras más institucionalizada se encuentre una sociedad más la gente vive inmanentemente dentro de un aparato impersonal. Pero mientras más la gente se encuentre con las raíces sociales a la intemperie, más necesitará de una forma de identificación exterior a su experiencia cotidiana a través de la cual reconstituir un sentido de la propia identidad. Y en ese punto la figura del líder es central. Sin una dosis de populismo no habría política.

Recuerdo el famoso lema de Saint Simon, según el cual el paso a una sociedad sin política debía ser "la transición del gobierno de los hombres a la administración de las cosas". Pero en una sociedad donde toda demanda se resuelve en forma administrativa y sin disputas, evidentemente no hay política. La política adviene cuando las demandas sociales chocan con un sistema que las niega, y aparecen distintos proyectos que disputan por articularlas. Por otra parte, una sociedad que fuera totalmente reglamentada, donde no hubiera política, sería una sociedad donde el pueblo o "los de abajo" no tendrían ninguna forma de expresión". 

"Supongamos -añade- que en una localidad hay un grupo de gente que le pide a la municipalidad que cree una línea de ómnibus para llevarlos desde el lugar donde viven al lugar donde trabajan. Supongamos, también, que la demanda no es satisfecha, con lo cual se genera una frustración. Si esa gente empieza a ver que alrededor de ellos hay una serie de otras demandas que tampoco son satisfechas (con respecto a la salud, a la escolaridad, a la seguridad, por ejemplo), entre todas esas demandas insatisfechas se empieza a crear una cierta solidaridad, y se empieza a ver que hay una especie de distancia entre el espacio en el cual se generan las demandas populares y el poder. Ese tipo de distancia empieza a crear una especie de división en el campo social entre el poder y el ámbito popular. Es decir: empieza a surgir el clima donde el populismo puede emerger".
"En cierto momento la gente empieza a advertir que entre todas las demandas insatisfechas se establece lo que yo llamo en mi teoría una cadena de equivalencias, porque todas ellas expresan un cierto rechazo respecto de un sistema. Ahí es donde se crean las bases para el populismo, la existencia de un pueblo que se enfrenta al poder establecido. Si la demanda es esa línea de ómnibus, y se puede articular con otras demandas parecidas, ¿por qué tenemos que pensar que es algo antisistema y no movilizador del sistema? En el sentido en que el sistema tendría que funcionar de todas maneras".

LIBERALISMO, DEMOCRACIA Y POPULISMO

Para dar contexto histórico al proceso político que desemboca en las primeras experiencias populistas en Latinoamérica, el científico social argentino se remonta a la Europa del siglo XIX. La génesis de este proceso la explica así:
"A principio del siglo XIX, en Europa, liberalismo y democracia eran términos antagónicos, el liberalismo era una forma perfectamente respetable de organización política mientras que la democracia era un término peyorativo porque se la consideraba el gobierno de la turba. Después del ciclo de revoluciones y contrarrevoluciones se gesta al fin un equilibro siempre precario entre esos dos términos".

"En América Latina el liberalismo y la democracia siempre marcharon por caminos diferentes porque el liberalismo era la forma de organización política de las oligarquías locales y la democracia era algo que no se expresaba a través de los canales liberales sino que se expresaba muchas veces a través de dictaduras militares de carácter nacionalista. Y los regímenes que eran predominantemente democráticos fueron formalmente antiliberales. Cuando la democracia empieza a surgir en América Latina es siempre rompiendo con los esquemas clientelistas del poder. En la Argentina el peronismo no fue una excepción a este proceso. Hubo muchos otros procesos en América Latina que transitaron vías similares. El Estado Novo de Vargas fue una expresión de un nacionalismo populista democrático formalmente antiliberal y antioligárquico.

El peronismo de algún modo lo fue, junto con otros modelos. Cuando uno pensaba el sujeto emancipatorio a principios del siglo XX, pensaba en la clase obrera; pensaba en una simplificación de la estructura social bajo el capitalismo. Era un discurso en torno de la homogeneización y la eliminación progresiva de las diferencias. Hoy ocurre lo contrario: hay una explosión de diferencias y el problema político fundamental es cómo reunirlas en un proyecto de emancipación más global. Desde el punto de vista de la izquierda, el desafío ahora es seguir ampliando los niveles de acceso de los excluidos y, a la vez, encontrar un discurso político articulador para la enorme proliferación de diferencias". 

"DICTADURAS NACIONALISTAS DEMOCRÁTICAS"
"Los Estados latinoamericanos eran oligárquicos-liberales y caudillistas, pero no eran en absoluto democráticos. Había un clientelismo total con las bases de sustento. El resultado fue que, como consecuencia del desarrollo económico, empiezan a surgir sectores de clase media profesional, sectores populares de distinto tipo que tienen demandas que los regímenes oligárquico-liberales son incapaces de resolver las demandas de las masas. Es ahí donde se produce un cortocircuito. En un momento las demandas van más allá de la capacidad de absorción de los sistemas liberales y entonces empiezan a cristalizar dictaduras militares nacionalistas que son profundamente democráticas. Sí, es la idea de la dictadura del pueblo. Hacia 1910 hubo grandes esfuerzos reformadores del clase media que trataban de ampliar las bases sociales del sistema. Fue el caso de Irigoyen en Argentina, Suárez Ordóñez en Uruguay, Alexandri en Chile, Madero en México, Rui Barbosa en Brasil. Pero como resultado de la crisis económica de los años treinta estos esfuerzos reformistas fracasan y el resultado es que las demandas insatisfecha se empiezan a expresar a través de regímenes que ponen en cuestión las bases de la organización liberal. En Argentina fue el peronismo, en Brasil el varguismo, el MNR en Bolivia y así por el estilo. Es decir, reformas populares democráticas pero que se desarrollan en un cuadro institucional no liberal. La tradición popular-nacional-democrática y la liberal-democrática siguieron separadas. Y yo pienso que solo en los últimos 30 años, como resultado de las dictaduras más brutales que el continente haya experimentado y que golpearon a las dos tradiciones, es que éstas tienden a converger, pues ya no son incompatibles con el funcionamiento democrático-liberal de las instituciones. El imaginario global sigue siendo popular-nacionalistas, pero las formas institucionales son perfectamente compatibles con la idea las instituciones liberal democráticas".

TENSIÓN CREATIVA

En concepto de Laclau la tensión que están generando los proyectos populares en América Latina constituyen "tensiones creativas" porque dan lugar a nuevas circunstancias políticas así como a nuevas instituciones, las cuales, afirma, no son ni puede ser "neutrales".

En el ámbito político apunta que los gobiernos populistas de izquierda o centro-izquierda en la región han contribuido a la desintegración de los sistemas tradicionales de partidos. "Los partidos de oposición de derecha se han desgranado y se quedaron sin proyecto político. La derecha en Latinoamérica se ha comenzado a organizar no a través de los partidos sino del poder mediático".

Finalmente, insiste en que estos proyectos progresistas necesariamente chocan con las formas institucionales existentes "por lo que tendrán que cambiarlas en una u otra dirección, es lo que Gramsci llamaba guerra de posición consistente en crear nuevos complejos institucionales".

Laclau es optimista del futuro político de América Latina. Considera que la región atraviesa por un buen momento histórico-político y concluye señalando que hoy esta región va camino a consolidarse como un país, una sola nación, como lo soñó el historiador argentino Abelardo Ramos en uno de sus libros en 1949. Tras advertir que "va haber populismo para rato", recomienda "reconquistar nuestro pasado para construir un imaginario político nuevo".
Quito, Ecuador, mayo de 2012.