lunes, 17 de septiembre de 2012



DEBATE  EN  LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 

UNIVERSIDAD NACIONAL  DE COLOMBIA

Un contexto necesario



                                                       Con ocasión de la reacreditación del programa de Ciencia Política ha tomado curso un debate sobre la existencia  de lo que el colega profesor autor de esta carta denomina "derecho consuetudinario" que se pasa por alto la exigencia de establecer una carrera profesoral con criterios definidos, y consultando el espacio deliberativo de la asamblea profesoral. En igual sentido, y por otra situación, el modo cómo se deciden las distinciones docentes, se ha pronunciado otro docente, para poner de manifiesto su inconformidad. 

A lo cual habría que añadir, a manera de ejemplo, el modo como se otorgan  los apoyos como becarios a estudiantes, o se decide quiénes   dictan y hasta cuándo clases como profesores ocasionales; y, por supuesto, cómo se desempeña el cargo de director del departamento de Ciencia Política  por encargo, en interinidad. 

Que no decir de la ausencia "consuetudinaria" de reportes consolidados de conocimiento público sobre el manejo de las finanzas, dentro y fuera de la Facultad, que nos permitan conocer y debatir públicamente acerca de la destinación de los presupuestos, mientras una buena parte de las construcciones  de la ciudad blanca amenazan ruina.

Claro está, también, la despreocupación efectiva del gobierno nacional por proveer recursos suficientes  a la Universidad pública, y el "congelamiento" de la nómina profesoral desde tiempo inmemorial. Todo lo cual ha de ser discutido y puesto en claro, eso sí, en un debate nacional. 


Todo lo cual prueba, no solo por la permanencia del nombre, "Claustros y colegiaturas", que aún nos encontramos en un modelo de universidad feudal, que no ha sido afectada para nada por la Reforma de Córdoba de 1918. Seguimos padeciendo lo que el profesor Rubén Jaramillo refiere para Colombia como una modernidad postergada, o simplemente procesos de modernización sin más.

Ahora que se haya en curso un proceso de reforma a la educación superior, con la participación de la comunidad universitaria, y el impulso en primera línea de los estudiantes organizados en la MANE, y en otras formas de participación independiente, es la hora de asumir la urgencia de pensar y realizar una Constituyente educativa, donde la problemática que se ventila en la reunión de "Claustros y colegiaturas"  es un capítulo relevante, pero no el único. A la vez que hacerla parte de una propuesta nacional de una Constituyente Social que haga viable y duradera la paz de Colombia, con ocasión del nuevo diálogo entre gobierno y guerrilla.  N de la R.



CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD ACADÉMICA DE CIENCIA POLÍTICA.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.
Por: Prof. Eduardo Rodríguez Martínez. PhD.
Profesor Asociado. Cátedra 04.
Departamento de Ciencia Política.


A propósito de la discusión que se está desarrollando dentro del cuerpo docente del departamento de Ciencia Política sobre el tema de los cambios de dedicación de algunos docentes, como también sobre el tema de los reconocimientos de méritos para algunos profesores, creo oportuno presentar ante ustedes algunas reflexiones sobre esta coyuntura, por tratarse de un tema de suma importancia.
En este momento en que hemos sido convocados a expresarnos en sesiones de claustros y colegiaturas y, teniendo en cuenta que se estamos ad portas de una solicitud de re acreditación del programa, me parece más que conveniente analizar tal situación de la manera siguiente, a saber:

1.    Tengo claro en mi memoria que en el tiempo de la primera aspiración a la Decanatura de la Facultad del Prof. Leopoldo Múnera dentro de la comunidad académica a la que pertenecemos se promovió un diálogo reflexivo sobre el estado del arte de la facultad, sus necesidades y los posibles caminos para continuar. En esa ocasión tuvimos como candidatos a dos docentes: El profesor Múnera y el Prof. Germán Palacio C. A partir de varias dinámicas académicas y con el mejor espíritu de comunidad se discutió, analizo y reflexiono sobre las alternativas que estos dos candidatos estaban dispuestos a desarrollar. En esa oportunidad salió elegido para ese encargo el Prof. Múnera.

2.    A propósito de la reciente designación de director encargado del departamento de Ciencia Política podemos apreciar la enorme distancia de las dinámicas que pudimos construir en el pasado y las que hoy imperan en el departamento. La semana pasado tuve una conversación con el nuevo director del departamento, el Prof. Julio Quiñones, con quien pude hablar extensamente sobre muchos temas de interés. En esa conversación  me expresó que a él le habían ofrecido la dirección y que por tal motivo había aceptado dicho encargo.

3.    Aquí es urgente detenernos un momento para entender de que manera se están tomando las decisiones en el Departamento. En primer lugar, debo señalar que parece ser que desde hace bastante tiempo ese tipo de temas de vital importancia para nuestra vida académica no se dan dentro de los espacios naturales que tenemos, por ejemplo, en las asambleas de profesores. Parece que “alguien” en alguna reunión privada o en un almuerzo sin convidados, se define a quien se le va a proponer la dirección de un cargo, en este caso, la dirección del departamento. Definitivamente estas prácticas son ostensiblemente lesivas para la vida académica pero a mi juicio vienen constituyéndose en una extraña manera de producir un “derecho consuetudinario” que ciertamente desconoce la naturaleza de nuestra Universidad. Las prácticas del “buen gobierno” hace mucho tiempo han dejado de existir.

4.    Si volvemos a hacer memoria podemos acordarnos que estas “costumbres” se han venido implementando por los menos desde las tres últimas designaciones de Directores de Departamento. A pesar de lo nefasto de estas prácticas lo más preocupante es que esta forma de actuar se viene convirtiendo en una estrategia, entre muchas otras, para promover a algunos docentes a tiempo completos. Se ofrece la dirección y se justifica la solicitud aduciendo las necesidades del servicio. Curiosa manera de promoverse, impactando negativamente los derechos de promoción de otros docentes y propiciando la inestabilidad institucional del Departamento.

5.    Ahora bien. Si revisamos las razones que se adujeron para la promoción a tiempo completo del Prof. Lozano, la situación no mejora sino que aumenta nuestra preocupación. Justificar la promoción del Prof. Lozano por ser un docente que ha trabajado “gratis” durante dos años parece un pésimo antecedente y a mi juicio no le hace bien al profesor ni al Departamento. Recuerdo en una visita como par evaluador para un registro calificado de una Universidad colombiana, un docente con las mejores intenciones de colaborar en la visita a la Faculta de Derecho me expresó: “Actualmente estoy vinculado como profesor de cátedra de ocho horas, pero mi sentido de pertenencia a la Universidad hace que yo le dedique cuarenta y ocho (48) horas a la semana sin pedir más remuneración.” Definitivamente, le respondí: Usted por querer ayudar a su Facultad la está perjudicando. Precisamente todo este sistema de aseguramiento de la calidad lo que pretende es profesionalizar la educación superior. 

    El trabajo académico no remunerado no es admisible, creo que en ningún momento, pero mucho más ahora en estos contextos. Esta otra estrategia de “entregarse” durante dos años para poder obtener una promoción de tiempo completo no tiene presentación alguna y no puede seguir haciendo carrera la estrategia de trabajar “gratis” para, por una vía irregular, lograr el ascenso deseado. El profesor Lozano tiene legítimo derecho a solicitar su ascenso y obtenerlo dentro de un marco de referencia de reglas para todos. Esta estrategia de trabajo no remunerado, para obtener un tiempo completo, no le puede ser reconocida como un “derecho propio”. Mal haríamos en aceptarlo.

6.    Pero este estado de cosas no para aquí. Hablemos del nombramiento a tiempo completo del profesor Libreros. Todos sabemos que el ingreso del  profesor Libreros como docente de la Facultad es relativamente reciente. El profesor Libreros tomó el camino de hacerse nombrar “representante profesoral”. A pesar de que yo ya podía intuir para donde iba ese derroche de solidaridad para con los docentes representados, hablé una vez con él en la cafetería y le expuse que a mi juicio la carrera docente no existía en la Facultad. Él que seguramente ya sabía que esto era cierto me expreso que pondría atenta  nota sobre el asunto para que se respetaran los derechos de los docentes, especialmente por su antigüedad y sus méritos. 

   Al final de todas estas “anécdotas”, el profesor Libreros lo que pudo conseguir como representante profesoral es que con el tiempo, por lo menos a él, se le nombrara recientemente como profesor de tiempo completo en el Departamento de Derecho. Con esto quiero hacer caer en cuenta que bajo diversas estrategias la conclusión que se puede sacar, y que no puede ser distinta, es que: Todos los caminos conducen a Roma.

La historia de nuestro Departamento está llena de estas “anécdotas”. En mi caso particular siempre he expresado mis aspiraciones como docente del Departamento, entre otras ser profesor de tiempo completo. He apelado de tiempo atrás a interponer “peticiones respetuosas” a las distintas administraciones, pero por supuesto han sido todas en vano. Desafortunadamente no tengo la vocación ni el “tiempo libre” para dar trámite a estrategias de este tipo. 

Entiendo que para muchos de los docentes estos asuntos no son de su resorte toda vez que sus problemas académicos son otros. Pero quiero manifestar que esta historia de la “cultura jurídica” del Departamento debería interesarnos pues no constituye un ejemplo a seguir para ninguna institución. Especialmente para la Universidad Nacional de Colombia que es la principal institución de Educación Superior del Estado en Colombia. Muchas veces se nos olvida que nosotros estamos regidos y regulados por el derecho administrativo y que ostentamos el carácter en funcionarios públicos.


CONCLUSIÓN:

Muchas cosas se pueden decir al respecto pero tan solo quisiera resaltar finalmente lo siguiente:

1.    El “derecho consuetudinario” vigente en el Departamento no ha contribuido a pensar el Departamento, la Universidad, ni el país. Por el contrario, puedo señalar que nos ha sumido en una inercia cómoda y costosa. No todas las prácticas que pretende constituirse en tradición o en “derecho consuetudinario” son sanas. Como mis estudiantes lo saben, existen costumbres “contra natura” al decir de los ius naturalistas y pueden llegar a constituirse en “contra legem” al decir de los ius positivistas.

2.    Estos hechos parcialmente analizados expresan un “Estado de Cosas Inconstitucional”, parodiando el título de un reciente seminario realizado en la Facultad. Y a mi juicio esta “estado de cosas inconstitucional” no es sino la derivación y consecuencia del mencionado “derecho consuetudinario” que ha estado vigente entre nosotros.

3.    Pretender trabajar sobre las condiciones de alta calidad que se exigen para una re acreditación no deberían dejar de lado estas reflexiones, no solo por sus posible resultados, sino porque constituyen definitivamente una preocupación insoslayable.

Bogotá, septiembre 17 de 2.012.


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