Miguel Angel Herrera Zgaib.
Prof. Asociado, C.Política, Unal. Catedrático Mtía E.Políticos, U. Javeriana
Ex rector U. Libre de Colombia
"Mojitos" en La Habana
De ese modo ttuló, recuerdo, Guillermo Cabrera Infante, un conjunto de historias/cuentos breves en su época de mayor optimismo político. Después éste se fue difuminando frente a las vicisitudes de lo vivido en cualquier proceso revolucionario real, de los ya conocidos, donde la cuestión social tiene una centralidad indiscutible.
Después, Cabrera Infante escribió una suerte de novela, estando en el exilio con el nombre "La Habana para un infante difunto". Imagino que Cabrera seguirá teniendo el calificativo de "gusano"; pero, más allá de los adjetivos circunstanciales, lo que quiero es llamar la atención sobre realidades y complejidades de un proceso como el de la negociación de la paz en Colombia, que tiene a La Habana por escenario, y algunos preferirían que fuera Washington, o quizás New York.
De paz y guerra
Dicho lo cual, las bajas del ejército y la policía, cuando aumentan en número, lo mismo que las de los guerrilleros, incluídas las entregas de compañías, antes de las Farc y ahora del Eln, más allá de su verdad, lo que nos recuerdan en presente es que Colombia es un país que padece la guerra con todas sus secuelas.
Colombia, con diferente grado de entusiasmo se dispone para la paz duradera, y ésta no es ni puede ser la Pax Romana, porque ella, sabido es, marcó la decadencia de un imperio. Tampoco la Pax Americana que resulta tan costosa e indiciaria que el capitalismo estadounidense, y su expansión global no ofrecen garantías efectivas a la vida humana en el planeta.
Medios, hechos y discursos
Dicho lo cual, el común de los medios de comunicación, nacionales y transnacionales, tienen que entenderlo así, pronto, para tener pasión por la verdad, que es histórica y determinada. A la vez que aprender de la discusión entre Chomsky y Zizek, sobre los límites entre conteo de hechos, y discurso crítico o no, sobre los mismos.
Bien lo recordó Zizek, citando el caso de la evaluación empírica que hizo Chomsky de Cambodia y el proceso revolucionario liderado por el Khmer rouge, entre 1974-1976, y el riesgo de haber omitido, según Zizek, hacer igualmente y en simultánea el análisis crítico de sus discursos.
Más aún, importa tener en cuenta que la población común, y los opinadores, académicos y mediáticos, tenemos acceso limitado a las fuentes, y el conteo de hechos es relativo y costoso, cuando los arcana son herramientas empleados por los propios combatientes.
Así las cosas, nos importa saber, por ejemplo, de dónde provinieron los tiros de fusil que acabaron con la vida de tres manifestantes en las protestas del Catatumbo. Al igual que analizar, sin remilgos, el discurso de un frente de las Farc-ep, en el Magdalena Medio que declara apoyar la protesta campesina, y que incluye las armas en ella.
¿Por qué?
Porque están en guerra contra el establecimiento, que tiene policía y ejército que portan armas y las utilizan contra colombianos insurrectos, en rebeldía o en resistencia, según sea el gusto, la sofisticación del analista concernido.
Así ocurrió también que sepamos, la muerte de Alfonso Cano, quien estaba en las tratativas iniciales de las negociaciones de paz, quien, por lo demás, según infidencias esclarecedoras de un prelado del Valle, no murió en combate, sino con ocasión de una acción de guerra, en la cual, en terminología civil, fue asesinado. Así que la práctica salvaje, que no de los demás animales, de los tiros de gracia la emplean tirios y troyanos.
"No hay tu tía que valga"
El sábado pasado, con un sí condicionado, que no es "el sí de las niñas" literario, el ex Belisario Betancur, pidió excusas por la hecatombe del Palacio de Justicia, a la que el ejército, sus efectivos implicados le quieren sacar el quite, y blindar la impunidad.
Pero, allí se propinaron tiros de gracias, torturas a civiles y guerrilleros, que se sepa. ¿Hay justificación para ello? Ninguna. Responsabilidad toda la que le quepa a quien desarrolla actos de guerra, e involucra en ella a civiles inocentes , y a combatientes fuera del teatro de la guerra
Si el presidente Betancur es responsable, no se trata de que haga una larga torera y se desmonte por las orejas, y se dedique a la práctica cultural y poética en Barichara. Tiene que responder y engrosar la memoria histórica de Colombia con la verdad de su relato, y no tiene que esperar a que la muerte natural le selle los labios.
Lo mismo tiene que ocurrir con los vivos, del M19, o no. A quienes les constan los hechos del Palacio de Justicia, y las múltiples masacres impetradas impunemente en estos más de 50 años de guerra irregular, para empezar. Si se quiere honrar el ejemplo de Suráfrica, y la filosofía Ubuntu del prisionero Mandela, tiene que decirse toda la verdad, porque la verdad existe y sana la conciencia y el cuerpo de los vivos.
Si Colombia está madura para la paz, como lo recordaba Estanislao Zuleta, tiene que exhibir su mayoría de edad sin tapujos, mojigatería o hipocresía. Estamos en tiempo. Bien lo recordaban Martí y Solanas, de nuevo, y más que nunca ahora: "Es la hora de los hornos (no los crematorios). No se ha de ver más que la luz".
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