VIVIR CON ALEGRÍA
Miguel A. Herrera Zgaib.
Proyecto Religión, Reforma
Intelectual y Moral. Grupo Presidencialismo y participación.
"Nuestros jóvenes experimentan la fascinación de los
ídolos que se colocan en el lugar de Dios: el dinero, el poder, el éxito y el
placer". El papa Francisco.
Francisco, el jesuita que es papa de los católicos, se dirigió en la
misa con una asistencia superior a 200 mil fieles y curiosos, en el santuario
de Nuestra Señora de Aparecida, donde se levantó desde 1955 la catedral más
grande del Brasil, un país que se calcula tiene 123 millones de católicos, de
los cuales varios millones de los más pobres han venido escogiendo la opción
evangélica en la tierra.
Durante el mismo día pasado por agua, que añadió peripecias a
su travesía, y nuevas reacciones intempestivas, el papa visitó un hospital en
el que se trata a jóvenes drogadictos, que tiene el nombre de Francisco de
Asís, en Río de Janeiro.
Se trasladó en helicóptero hasta la catedral de la virgen
de Aparecida, no sin antes haber abierto fuego contra el poder laico en
Latinoamérica, donde el club de expresidentes insiste en la liberación de las
drogas blandas. Lo que para él es casi un sacrilegio.
Bergoglio combate abiertamente a políticos liberales y social-demócratas,
y se pone del lado de la causa de los adictos contra "los mercaderes de la
muerte". Sin ocultar su vena conservadora compite con la idea de mantener
las prohibiciones, y combate las compensaciones que ofrece el orden
capitalista, sin que se atreva a pedir su abolición, del cual se lucra también
la iglesia cesárea por más de 300 años.
Una virgen con el color de los subalternos
"Le pido a la virgen que bendiga a sus hijos."
Francisco, el papa.
Del mismo modo que en México el culto es a la virgen de los
indígenas estampada en un lienzo milagroso que se honra en el santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe, en el Brasil este culto la representa una
terracota negra, que según la leyenda apareció en las redes de tres pescadores,
cuyo cuerpo y cabeza estaban separados, hallada en las aguas del río Paraíba,
en el 1717.
Para que no quedaran dudas de la asociación, entre los cultos
africanos, sincréticos, que en el Brasil se encarnan también en la figura de
Santa Bárbara, Francisco asoció a la virgen con la madre, una figura
protectora, en una sociedad en la que los padres/varones, son fugitivos
permanentes e irresponsables.
Él hizo la asociación ante miles de jóvenes y viejos,
invocando a la virgen/madre: "Ella no se olvida de nosotros...¿una madre olvida
a sus hijos? Y la multitud respondió con un largo "Noo!!!". Verificando la eficacia de su catequesis.
El manifiesto reformista conservador
"la realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar". Palabras del papa en Varginha.
En el mismo sitio, en el santuario de Aparecida, con ocasión
del Celam, el cardenal Bergoglio, entonces un "papabile" fijó en 2007, su carta de viaje, su
reformismo conservador, en respuesta a los desafíos del "evangelismo
revivalista" y la teología de la
liberación. Allí crítico a la burocracia eclesiástica, así como la situación de
América Cauce La Platatina y sus
pobres, en tiempos neoliberales.
Al respecto, en compañía del cardenal Raymundo Damasceno,
predicó que "el cristiano (no el católico) es alegre, nunca es
triste". Y su rostro afable, sonriente sin afectación le dio crédito,
comparado con los rostros de sus dos antecesores. En respuesta a una presencia
que no solo era brasileña le habló a América Latina, dejando a un lado su
"portuñol" de horas atrás. Dijo: "no hablo portugués".
En el corazón de la pobreza
"La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza". Discurso de Francisco en la comunidad de Varginha, en la favela de Manginhos, Río de Janeiro.
"La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza". Discurso de Francisco en la comunidad de Varginha, en la favela de Manginhos, Río de Janeiro.
Hoy, Francisco pone a prueba todas las seguridades, luego de
haber preparado su exitoso debut. Hoy, va al "corazón de las tinieblas", donde pobres, vicio,
y acumulación originaria del capital reinan sobre las masas. Pasará de su
experiencia de las villas miseria en el gran Buenos Aires a las legendarias
favelas de Río, que están "inmortalizadas" en las películas del
último tiempo. La visita fue a Varginha, en la favela de Manginhos. Allí dijo, "siempre se puede añadir más agua a los fríjoles".
En estos lugares no han logrado penetrar con éxito los
sucesivos gobiernos de Lula y Roussef, quienes si han podido, en parte apuntalar
ciertas reformas en las favelas del sur, donde se ha abierto un mercado para
turistas extranjeros, y donde habitan ciertos grupos de jóvenes y adultos que
ensayan una convivencia de vanguardia con viviendas y comida de ocasión, que
contrastan con los precios astronómicos de Río de Janeiro.
El nuevo papa, con su opción moralista, que prohíbe el
aborto y combate la marihuana, y el
lucro capitalista sin medida, se traslada después de su paso entre jóvenes
"delirantes" a lado y lado de la avenida Atlántica, a las laderas del
cerro de Pan de azúcar, donde la vida de los subalternos es amarga.
Por lo pronto, él nada dice, guarda silencio frente a las
protestas simbólicas que se levantan contra su visita, los costos de ésta, y
del mundial del fútbol, con los que el Brasil indignado, ad portas de padecer
la enfermedad "holandesa", le pasa la cuenta a sus gobernantes
"progresistas".
Veremos si Francisco se atreve a decir algo al respecto, en
medio de tanta celebración, o pasa de agache, dejando a "dios lo que es de
dios, y al césar lo que es del césar". De lo contrario, cuando regrese en
el 2017, para celebrar los 300 años de la virgen de Aparecida tendrá ante sus
ojos un Brasil descreído de la religión convencional.
Un Brasil más activo, movilizado en procura de la igualdad
social con democracia, una promesa incumplida hasta hoy, y explotada con buenos
réditos por la "caridad" cristiana que propone la felicidad del
paraíso, en lugar de la alegría efectiva y presente en la tierra de tod@s sin exclusiones,
de creyentes y ateos.
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