domingo, 20 de octubre de 2013

LA MINGA SE MUEVE  Y ENFRENTA A CAUCHERA LIMPIA  LA REPRESIÓN

                                                        En el curso de esta semana la lucha indígena ha ocupado el espacio de los medios de comunicación en Colombia. Esto es siempre una lucha a brazo partido, porque la gran prensa no está en manos de fuerzas de izquierda, o con efectiva vocación democrática, que cuando menos garanticen el denominado "equilibrio informativo".


Por regla general, acceder a los medios, de parte de los grupos subalternos supone que su presencia esté marcad por el "inri" del orden público. En esta oportunidad, tanto el CRIC como la ONIC con su protesta y resistencia no han sido la excepción.



David contra Goliath



                                                   Unos y otros muestran en Cauca y Risaralda, los teatros más activos del conflicto, una lucha inverosímil: caucheras y hondas a granel con las cuales los indígenas se defienden, enfrentándose a escopetas que disparan balas de goma, y balas de gas lacrimógeno, una pequeña pero cada vez más peligrosa, guerra química, a cargo de las autoridades represivas.



Tal y  como se probó en la desastrosa represión practicada por los escuadrones del Esmad en Bogotá, el pasado mes de agosto, estos juegos de guerra tienen que cesar. Y a ello tiene que contribuir, en primer lugar, la calentura del ministro Irragorri, que claro no es el más dispuesto, por venir de donde viene, una familia de potentados payaneses.



Urge que haya solidaridad de la sociedad civil de los de abajo, de los subalternos, con la causa indígena, con la causa campesina, para precaver heridos y muertos. La protesta no puede estar teñida de sangre y desgracia como colofón de luchas justas. Es tiempo de parar esta locura, sin que la resistencia y las exigencias de cumplimiento con lo pactado continúen siendo un haz de burlas, de todos los gobiernos.



Una tenue luz en el camino



Los paperos organizados del centro del país han avanzado en su recorrido persuasivo. Al menos esta vez, su amenaza de volver a parar, hizo que la compra de papa prometida que llevaba reconocida por parte de Minagricultura Lizarralde, que llevaba 3 días de retraso conforme a lo pactado, empezara a efectuarse el pasado sábado.

Esto ocurrió sin tener que acudir a los altercados que dejan más dolor de parte de los que protestan y exigen, que, como es lógico pensar, en quienes se especializan en reprimir y golpear como argumento último. Ninguno de cuyos resultados regocija a nadie. Mientras tanto, no pasa lo mismo con las comunidades indígenas que bloquean la carretera Panamericana, y otros lugares, para ser oídas y atendidas, sin más engaños ni trapisondas.

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