lunes, 28 de octubre de 2013

UN ALTO EN EL CAMINO. AL RESCATE DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL Y LA EDUCACIÓN PÚBLICA SUPERIOR. TODOS  A UNA.

En el día de hoy, lunes, en la facultad de Derecho y Ciencia Política, en la mañana en la clase de la materia electiva a mi cargo, entre 9-11 am, no fue posible desarrollar una exposición preparada porque el WI FI no funcionó, y el cual regularmente comporta fallas. Lo cual no tiene por qué ocurrir, si la prestación del servicio es eficiente.

Pero, lo que ya es insostenible, es lo que ocurrió en la clase de Teorías de la Cultura Política, entre las 2-4 pm. A eso de las tres se "desgajó" un soberbio aguacero, y en una esquina del salón 209, a eso de las 3.15 se destapó una gotera, que luego se convirtió en chorro de agua, lo que forzó a desocupar el salón a riesgo de desprenderse parte del cielorraso. 

Esto fue la tapa !!!

Esto ocurrió  al salirnos del salón, en la vecindad del salón 210, donde estaba en clase el profesor Oscar Mejía, quien salió "emparamado" al pasillo, a eso de las 3.25. Esto ocurría en el techo contiguo a la oficina de correspondencia, donde se desprendió un cespedón de algo más de un metro de largo por una dimensión similar de ancho. En la misma oficina permanecía sentada una señora embarazada, a la espera de recibir instrucciones y una conducción segura por el pasillo.

Entre tanto un grupo de estudiantes de mi clase y otros registraban fotografía de este "derrumbe" del pañete, que dejó al descubierto la armazón de guadua y alambre que soporta este edificio que se reclama su preservación como monumento arquitectónico que no ofrece, después de varios episodios ninguna seguridad para quienes somos sus ocupantes. 

A no ser que se realicen drásticas modificaciones en la edificaciones, que exhibe regularmente grietas al interior de los salones, y cuyos muebles amenazan ruina por descuido en su preservación y cierto maltrato de parte de sus ocupantes regulares.

Decisiones! Decisiones!

Tiene que haber una comisión de expertos de la propia facultad de arquitectura e ingeniería que le de una solución inmediata al problema de las goteras que aquejan al edificio, que no conduzca a un "bloqueo" de clases. Por desidia del gobierno nacional, y la administración  propia de la universidad a todos los niveles concernidos.

No se requiere el concurso del científico Cuero o Patarroyo para "coger" eficazmente unas goteras, o reemplazar todo el cielorraso de los dos pisos sin más atenuantes. 

Es fundamental, antes que nada, hacer un alto en el camino en el destino de los dineros obtenidos por la facultad para pagar millonadas para el diseño del nuevo edificio como se anuncia con bombo y platillos. Mäxime cuando se nos cae la casa sobre nuestras cabezas. Tampoco tenemos una batería de baños suficiente y de duchas, donde los deportistas pueden asearse cuando hacen sus prácticas en el tiempo regular de clases.

No hay una cafetería decente que nos merecemos todos, y mucho menos un servicios de fotocopiado y/o digitalización que a costos aceptables permita atender las necesidades de la población académica cuando lo requiera.

Igualmente, es necesario revisar los cimientos del edificio de Derecho, porque está construido sobre una zona de humedales, que es parte de los terrenos que donó el hacendado Nemesio Camacho, y cuya real naturaleza vemos en tiempo de lluvias, en el área contigua de lo que de arboleda queda a la salida del edificio de Bogotá.

No se trata de pronunciar letanías, o de manifestarse indignada la comunidad universitaria, como se hizo hoy en la tarde, en la carrera 30, y la calle 26, y recibir a cambio agresiones y represiones por parte del ESMAD. 

Seguimos todavía a la espera que la policía de Bogotá rinda públicamente excusas por los desmanes cometidos contra estudiantes de la Nacional y ciudadanos que respaldaban el paro agrario, quienes fueron brutalmente agredidos. Y tengo constancia en uno de los cursos que dicto de tales procederes que son inexcusables.

Exigencias y celeridad en las soluciones a los problemas de infraestructura

"Las cuentas claras y el chocolate espeso", sentencia el refranero popular.

                                                    Exigimos del gobierno nacional, del gobierno universitario soluciones efectivas e inmediatas en lo que tiene que ver con la adecuación del edificio principal de la Facultad, empleando el tiempo distinto a las horas de clase para hacer las reparaciones exigidas, que nos eviten desastres como el de las torres de Medellín.

Ya lo había advertido yo, y otros colegas, en el tiempo en que nos reunimos en la Casa Gaitán, porque no era posible en la Facultad a raíz del bloqueo que realizaban los trabajadores en demanda de la nivelación salarial, que sí logró en un santiamén, la plana de altos magistrados de la rama jurisdiccional y los organismos de control, y los propios congresistas.

No puede ser menos inmediata, sin demagogia, la atención a lo que ocurre con las edificaciones de nuestra facultad, y las otras que sufrieron de nuevos las inclemencias del invierno. Todas esas reparaciones debieron hacerse antes que empezara la temporada invernal, y está claro que no ocurrió así. Ni años antes ni ahora.

Es un llamado a toda la comunidad universitaria, a los padres de familia, a la ciudadanía en general, para que las mieles de "la prosperidad" le den fortaleza inmediata a las paredes y cielorrasos de la Universidad insignia de Colombia, que en materia de instalaciones locativas no resiste comparación con las Universidades privadas de similar rango académico, como los Andes o la Javeriana. 

No hay razón porque ello no pueda, deba y es necesario que ocurra de inmediato en nuestra Universidad. Y lo tenemos que demandar radical, firme, dignamente de todas las instancias competentes, sin aplazamientos. Manos a la obra. TODOS  A UNA.

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