sábado, 9 de noviembre de 2013

EL PARTO DE LOS MONTES
¿UN  MARTES DECISIVO?
Miguel  Angel Herrera Zgaib[1]

                                                 Después de los días transcurridos, cuando se vino abajo el cielorraso de la Facultad de Derecho y Ciencia Política, lo más obvio, inmediato y urgente no tuvo aún cabal solución.

El  quehacer inmediato

                                                            La comunidad activa de estudiantes de pregrado, algunos de posgrado, y un puñado de profesores de las dos carreras, obrando con sensatez y prudencia han puesto como plazo efectivo este martes próximo, 12 de noviembre, para que la dirección universitaria a todos los niveles garantice la continuidad del semestre sin sobresaltos de infraestructura física.

Por lo demás, es urgente que la dirección nacional y local de la Nacho defina sin dilaciones la hoja de ruta de recuperación inmediata del edificio, en lo interno, y la disposición del personal idóneo para definir cuáles son, si las hay, las fallas estructurales que den cuenta de los agrietamientos observados en el segundo piso del edificio calificado como monumento arquitectónico, patrimonio cultural de la nación.

Pero, antes, la dirección de la Facultad, su Consejo en particular, debe tomar en consideración lo advertido por Veeduría universitaria, y lo probado por los  estudiantes mismos en términos de capacidad, dotación y distancias de los salones provisionales habilitados para las clases de derecho y ciencia política a lo largo y ancho de la Ciudad Blanca.

Por lo pronto, según lo visto por quienes informan, la secretaría académica y las unidades encargadas de mantenimiento y espacio físico han de redistribuir, en lo posible, la cercanía y regularidad relativa de los salones para que las distancias no conspiren con el margen de 15 minutos que en condiciones normales, algunas clases esperan como plazo de gracia. Esto no admite más aplazamientos.

Una noticia inaceptable y saberes útiles inutilizados

                                               Por los medios masivos, el vicerrector de sede, el ingeniero Diego Hernández dijo que hay $75.000 millones disponibles para hacer reparaciones en diferentes edificaciones de la Nacional; pero, por ninguna parte apareció mencionado el edificio de Derecho en este primer reparto de reparaciones pendientes. Pareciera que, en el caso de nuestro edificio, no las hubiera, y sólo bastara reemplazar los cielosrasos de bahareque y guaduas por los “elegantes” dry walls “y santo remedio”. 

Pero ya no basta el parecer, sino la prueba; el rigor que respalda los juicios de hecho en las “ciencias duras”, y los saberes técnicos como la ingeniería y las matemáticas, que hacen parte de la formación de vicerrector y rector, quien es, según dice su hoja de vida, un matemático de kilates. Luego no hay excusa después de dos semanas de parálisis en los trabajo del edificio de Derecho y Ciencia Política, para que no hayan hecho nada, que lo sepamos el común de los mortales “sin techo apropiado”.

Peor aún. En cuanto a presupuesto para reparaciones estructurales y locativas, el rector  dijo que si la estampilla se aprueba  por el Congreso, la Nacional podrá disponer de $1 billón para reparaciones estructurales, dentro de un año. Estas en total, a pesos de hoy cuestan  2,1 billones, y lo restante se cubriría a 15 años.

Pero, en estas realidades de deterioro físico evidente, y de no garantía frente a movimientos telúricos, no hay lugar a amortizaciones que no impliquen tragedias anunciadas. Los arreglos tienen que hacerse ya. No dan espera. Por lo pronto, sin embargo, la burocracia vive una calma chicha, aunque vociferen lo contrario.

Rescisión de contrato y apropiación de partida con mensaje de urgencia.

                                                              Luego, en materia de recursos, el gobierno nacional, los ministerios tienen que hacer una apropiación inmediata y tramitarla, sin dilaciones para atender a esta calamidad, a este desastre de la educación pública, que muestra las mentiras y verdades de la realidad de la educación superior y media, en el campus de la Nacional. Es el desastroso resumen de la desidia de los dos gobiernos de la (in)seguridad y la prosperidad juntos.

Ahora bien, la cuestión es más grave de los que se pensó. Las edificaciones de IPARM también hicieron agua, esto es las que albergan a los niños jóvenes. Hasta el punto que algunos estudiantes han propuesto en esta temporada invernal a sus padres ir en vestido de baño; y eventualmente, dotarse de caretas y aletas para salir de sus salones nadando en caso que la inundación se generalice. No es chacota, sino charcos y goteras que los asedian dentro y fuera de varios salones.

Atención! Achtung! Watch out!

                                                           No estamos hablando de la Mojana, o de las tierras aledañas al canal del Dique, o de las inundaciones en la vecindad del Puente del Común, sino del corazón de Bogotá.

A pocas cuadras de CAN, donde dizque el gobierno distrital va a adelantar una renovación urbana. En el lugar en el que supuestamente, el talento de Steven  Holl, despliegue su ingenio, por un pago superior a los $2.000 millones, dar paso al diseño necesario del edificio de doctorados en que se hermanan tres facultades.
Mientras, la facultad da grima a dos semanas. 

El arreglo inmediato de los techos y cielorrasos  no  tiene que ver con la cafetería que hace más de un año no funciona; la biblioteca que requiere una mejoría sustancial para darle cabida a nuevos libros y colecciones; las goteras persistentes del Auditorio Camilo Torres, y el no funcionamiento del proyector empotrado en su techo para nombrar las más visibles.

Poder constituyente y movimiento interno

                                                        Primero, manos a la  obra, para resolver lo urgente y necesario. Descongelar los recursos disponibles y aplicarlos a los arreglos de todos los edificios, y de Derecho inmediatamente. Exigirlo ante las autoridades del orden nacional, Minhacienda y Educación, para que la prosperidad la veamos efectivamente y de inmediato.

De estos asuntos esperamos respuestas claras y contundentes, a todos los niveles, esto es, la dirección de nuestra facultad también, así sea, cuando menos, por medios virtuales.

Todos, la comunidad universitarios, los padres de familia, y la ciudadanía en general estamos “a la pata”, como se dice. La prudencia y sensatez no quieren decir falta de carácter, ni  carencia de disposición para la acción.

No se equivoquen una vez más, señores encargados del gobierno de la educación pública superior en Colombia. Chile puede ayudar a refrescar la memoria y corregir el rumbo errático de estos años de espaldas a la realidad común.



[1] Profesor asociado, ex director de Ciencia Política y Unijus, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Catedrático Maestría Estudios Políticos, U. Javeriana. Ex rector nacional de intervención Universidad Libre de Colombia. Autor libros: Participación y representación política en Occidente (2000), Antonio Gramsci y la Crisis de Hegemonía. La refundación de la Ciencia Política (2013).

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