martes, 5 de noviembre de 2013

¿Y AHORA QUÉ?  EN LA FACULTAD Y LA NACHO

En la situación presente, de vuelta todos a la Facultad de Derecho y Ciencia Política, hay pendientes por resolver, y acciones por realizar.

Los pendientes inmediatos son las reparaciones locativas, programadas por mantenimiento de sede, reemplazando los cielorrasos, tarea que hoy debe estar lista. Luego sigue el trabajo al interior de los salones del segundo piso, y después los del primero; y el traslado del personal de la unidad administrativa a un lugar seguro, atendiendo a lo exigido por la visita del distrito, y su unidad de "desastres".

Las actividades de chequeo estructural no admiten espera, aunque no puede dejarse pasar por alto, cuánto años ha que esto debió atenderse sin ninguna excusa para no hacerlo. Más aun, cuando tuvimos un rector, que fue decano de la facultad hoy en riesgo, según advierten algunos, de colapsar.

Dicho lo cual, ya no hay motivos para insistir en que esta revisión tiene mensaje de urgencia, y atención inmediata por el personal de mantenimiento, con la presencia de una veeduría de ingeniería y arquitectura, en la que haya, cómo no presencia de estudiantes y profesores.

No hay duda que de ella debe hacer parte la profesora Toro, quien es también arquitecta, y ejerció la profesión. Al mismo tiempo, ella fue representante profesoral, y tiene constancia de las actuaciones inmediatamente anteriores a lo que hoy padecemos.

Garantía de terminar el II semestre

En cualquier circunstancia, la terminación del semestre tiene que estar garantizada, y no de cualquier modo, sino con el cumplimiento de los programas, no solo para los estudiantes de los posgrados, que están estudiando en medio de este despelote, sino por sobre todo, para los pregrados que son los más afectados e "indefensos" en estas circunstancias.

No se puede hablar, en abstracto, sin prueba de la reparación, si la requiere, en lo estructural el edificio monumento a la desidia, de varias administraciones universitarias, incluida la propia de la facultad, y que es la punta del iceberg en la crisis de infraestructura de la Nacho. De la cual es responsable el gobierno nacional, con el presidente a la cabeza, quien es el que nombra a los ministros responsables de las política públicas.

Una acción ciudadana constituyente

Por eso, si de movilización se trata, conviene poner en práctica lo decidido en el Consejo ampliado de Facultad, que nada tiene que ver con lo comunicado oficiosamente el 31 de octubre. Cada quien asumirá sus responsabilidades.

Se trata e poner en práctica la autonomía de la comunidad universitaria en lo fundamental, esto es, hacer respetar en lo jurídico, el contrato educativo, en lo político, la participación que consagra el art. 40, de la C.Nal, que nos reconoce el caracter constituyente, del mismo modo, que permite nuestra legítima defensa cuando está en riesgo nuestra vida en todas sus facetas.

Por eso, la jornada de la plaza de Bolívar, si la llevamos a cabo entraña emplazar y citar en cabildo a todas las autoridades del presidente para abajo, para que le den solución a la crisis física que padece la  Facultad, la Universidad y el Sistema de la Educación Superior. No es una oportunidad para hablar sino para implementar soluciones con tiempos, y responsables específicos, y teniendo por garante a la nación colombiana.

Una lección inocultable

Queda claro entonces, por qué la guerra en Colombia es inviable. Primero, porque los ricos no la pagan, ni tampoco la hacen en los campos, ni ellos, ni sus hijos, ni sus nietos. En segundo lugar, porque  el gobierno de Estados Unidos tampoco la paga, sino que hace negocio con nosotros, vendiendo sus chatarras de armamento arrumado, y no pone los muertos.

En tercer lugar, porque como lo recordaba Andrés Pastrana, y lo reiteran los sucesivos presidentes, quienes en últimas la pagamos somos nosotros, a la vez que la padecemos, de parte y parte. Así que, un sano ejercicio constituyente es que la ciudadanía toda declare la moratoria de la guerra, y en un acto sin precedentes modifique, en su condición constituyente, el presupuesto destinado a la guerra, que alcanza los 27 billones conocidos.

Y que la ciudadanía  disponga de manera inmediata, con las cuentas claras, 11.3 billones para reparar la existencia del sistema de educación superior, que se ha sacrificado al "altar" de la guerra sin ningún provecho para las multitudes.

Que los soldados y policías de la patria se dispongan a modernizar el campo colombiano, y que apliquen sus saberes y quehaceres a la reconstrucción de 50 años de guerra estúpida, cuyo fundamento objetivo es la pobreza y miseria de los muchos.

No hay duda que hay mucho por hacer. Empecemos ya !!!

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