domingo, 9 de agosto de 2015

GÜNTER GRASS  Y EDUARDO GALEANO:
 DOS IZQUIERDAS CULTAS, Y UN MUNDO POR CAMBIAR.

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB


Una coincidencia en la vida y la muerte

"La bauticé como lee porque pelar cebollas suele ser un ejercicio que ocasiona un permanente cerrar y abrir los ojos, para soportar sus efectos." Palabras de G. Grass en la presentación de su biografía Pelando la Cebolla.

                                                             El mismo día, como imitando al pie de la letra un cuento de literatura fantástica, al modo de Jorge Luis Borges, o Adolfo Bioy Casares terminaron sus vidas el 13 de abril, dos artistas dedicados con maestría al culto de sus lenguas maternas, para descubrir en sus obras en prosa y verso los secretos y contradicciones de sus sociedades, y del mundo actual, sin hacerse concesiones. 

En 1927, Grass nació, y a medida que fue creciendo quedó envuelto en los entusiasmos engañosos del nacionalsocialismo, en cuyas juventudes militó voluntariamente, como terminó reconociéndolo, siendo ya una célebre figura de las letras alemanas, y mundiales. Estas duras revelaciones las puso por escrito en su biografía Pelando la cebolla (2006). 

Él como Eduardo estaban hospitalizados, y el  deceso de ambos ocurrió en pocas semanas. Günter, según mención de su secretaria, Hilke Ohsoling, compañera y asistente del escritor, en nota de Patricia Salazar de El Tiempo, ofrece una semblanza de los últimos días del escritor, cuando aún estaba en su casa de habitación: "hasta el jueves escuchó tango, bebió un par de aguardientes y fumó pipa. Pero, sobre todo, escribió, prosa y poesía". (El Tiempo, 14/04/2015, p. 15)

Tres años atrás, Günter sacudió la telaraña de los media europeos, publicando el poema político, "Lo que debe ser dicho", recuperando a su modo la tradición de los lehrstûcke de la pedagogía de la izquierda alemana que comienza en el siglo XX con Erwin Piscator y continua con el maestro de la poesía cotidiana, y la dramaturgia dialéctica, Bertolt Brecht.

El corazón de este poema de despedida, difundido en simultánea en el Zûddeustche Zeitung, El País y la Reppublica metió el dedo en la llaga de la ignominia presente, donde el gobierno de Israel, cuyo estado fue creado en 1947, con el impulso del socialismo sionista que dirigió Ben Gurión, se dedica a hacer la guerra al más débil de sus vecinos, Palestina, en total impunidad, haciendo palidecer el recuerdo del Holocausto.

Entre la paz y la guerra
"Se trata de un libro meramente triste que sirve del haber fallado como persona y la equivocación como material literario.". Nota crítica sobre la biografía de G.Grass aparecida en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, en ET, 14/04/2015, p. 15.

                                                              Hoy ese Estado, Israel a cuya cabeza sigue hoy Netanyahu, después de derrotar a la coalición laborista, se dedica hace rato al cultivo del armamentismo que es una de sus mayores entradas; y a combatir a la resistente Palestina; y a bloquear  su reclamación histórica de hacerse estado a plenitud. Tarea en la cual recurrió a Alemania para adquirir submarinos de guerra, con la sospecha de que quiere apertrecharse para un ataque sorpresa contra Irán, gobernado por la mayoría chíita. 

Todo esto fue denunciado en el célebre poema de Grass, "Lo que debe ser dicho" publicado el 4 de abril, por lo cual recibió el galardón oficial israelí de declararlo "personae non grata".  Y el gobierno de Angela Merkel y sus autoridades, a diestra y siniestra se callaron en el acto hasta el día de hoy. Entendible en parte, porque la socialdemocracia estaba  afectada por las revelaciones del pasado nazi de su escritor galardonado al final del siglo XX, con el Nobel de Literatura (1999).

En la seclusión del hospital de Lübeck, puerto de la legendaria liga hanseática, recibió la última visita del SPD, socio en la coalición de poder que gobierna a la Alemania unificada, la que impone reglas de hierro a sus socios de la UE. Así lo confirmó su secretaria,  que el jueves pasado Grass conversó algo con emisarios del partido socialdemócrata sobre lo que será la Cumbre de ministros del G7. 

Ahora, cuando hay rebeldías estallando en Europa, una ya triunfante en las urnas, la de Grecia; y otra a punto de lograr el mismo resultado en España, con Pablo Iglesias y la agrupación de agrupaciones, "Podemos" que va adelante del bipartidismo ibérico, las advertencias críticas de los últimos años de algo habrán de servirle a los alemanes, y a los socialistas que cogobiernan  y apergollan por estos días a los europeos azotados por una recesión cuyas secuelas no dejan de padecer.

De caricaturista a cronista de todas las cosas 

"Sabes qué me ayudó a soportar el encierro y el horror? El libro de Galeano Días y noches de amor y de guerra". Tomado de ¿Por qué era tan importante Gaelano?. Nota de Joaquín Peña Gutiérrez, ET,  14/04/2015, p. 16.

                                                              El otro ilustre fallecido, Galeano, creció en la banda oriental del Uruguay, y murió más joven a los 74 años. Le tocó el tiempo literario en que la Suiza de Latinoamérica se hundía, y la dictadura militar y la resistencia armada mostraban lo frágil que era esa reputada democracia, que hacía parte, con torturas, desaparecidos y guerra, del elenco de los gorilatos que daban el peor de los ejemplos.

Pero Eduardo, volantón apenas, había sido casi arrullado por las frases altisonantes  del presidente Luis Battle, cuyo descendiente acaba de perder las elecciones enfrentando al Frenta Amplio, con la dupla de Tabaré Vásquez y Raúl Sendic, hijo del torturado y vejado líder mayor de los Tupamaros, quien pagó cárcel por muchos años, como le tocó en suerte también a Pepe Mujica, quien acaba de entregar el solio presidencial a los nuevos gobernantes.

De huída en huída: la verdad

"Me fuí del Uruguay porque no me gusta estar preso y de Argentina porque no me gusta estar muerto." Eduardo Galeano

                                                                           Con el seudónimo de Gius, Eduardo, asiduo visitante del Café Brasilero en Montevideo,  cosechó un prestigio temprano haciendo caricaturas para la revista de izquierda Marcha, que orientaba Carlos Quijano, y otros destacados intelectuales en las letras y la política uruguaya. En ella escribieron también Angel Rama, Mario Benedetti, José Rufinelli, Juan Carlos Onetti, entre otros.

Para 1973, cuando el derrocamiento de Bordaberry, a Galeano no le quedó más remedio que huir "de sus pagos", después de pernoctar al otro lado del Río de la Plata. De allí salió con rumbo a Barcelona, acompañado de su esposa, Helena Villagra, donde siguió escribiendo sin descanso. 

A él lo seguían en todas partes dos sambenitos: la sombra de su simpatía confesa por la izquierda, y la sospecha que él hubiera sido parte de la legendaria guerrilla urbana de los Tupamaros, uno de los movimientos insurgentes que irrumpieron en América Latina movidos por el llamado y el ejemplo heroico de Ernesto Ché Guevara.

Visita a New York

"... una contra historia económica y política..." Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina (1979).

                                                                       Yo tuve la oportunidad de conocer a Eduardo Galeano, en New York, cuando él hizo una visita, y realizó una conferencia sobre su último trabajo literario de entonces. El venía ya precedido por la fama, y popularidad de su largo ensayo de denuncia antiimperialista, y contra las burguesías y oligarquías latinoamericanas, Las Venas Abiertas de América Latina.

 Era  también el escritor de una literatura más robusta, donde lirismo, ternura y conocimiento hacían fila en una trilogía memorable, Memorias del fuego, constituida por Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984), y El siglo del viento (1986)

Cubrí el evento para Noticias del Mundo, donde era responsable de las páginas de cultura y educación,  del cual era reportero, fotógrafo y articulista, todos los días jueves, que combinaba con mi asistencia a clases del doctorado en Ciencia Política, en la Escuela de Graduados, CUNY durante un año. 

Esa vez  Eduardo Galeano  presentaba su última novela  El libro de los Abrazos (1989), cuyo contenido estaba ilustrado por el preciosismo y concisión del grabador brasileño  José Francisco Borges. Al final de la conferencia y después de varias preguntas, crucé palabras con él en el foyer del teatro, le hice algunas observaciones, y unas fotos. 

Me sorprendieron su sencillez, sus ojos azules, su tono coloquial, y su vocación de fumador empedernido , que se delataba con huellas en los dedos y boca.  Aquella crónica aun la conservo, y con ella el recuerdo emocionado de un colega uruguayo con el que compartíamos la planta en la que se hacía el periódico del reverendo Moon. Él hacía la función de corrector de estilo y censor ortográfico, y estaba entusiasmado con lo que yo decía sobre su famoso compatriota, mientras merendábamos en un descanso.

En esa oportunidad nada le pregunté del fútbol. Quizás en parte, por mi predilección por Argentina, el archirrival de los charrúas, pero, también porque Galeano no se había destapado de cuerpo presente como sí ocurrió al correr de los años 90. En 1995, Eduardo publicó Fútbol a sol y sombra, que es su obra maestra en la materia.

El fútbol, la literatura y la historia de abajo

"Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos".

                                                           Con esta confesión infantil, Galeano celebraba la fama, y el gusto por este deporte de conjunto que arribó a Suramérica cuando los ingleses desembarcaron para sacar provecho de las riqueza que el Cono Sur les ofrecía, y con ellos llegaron los obreros que ya jugaban el fútbol en Manchester y en otras ciudades industriales en los descansos.

En Buenos Aires se hizo famoso el club Alumni, a comienzos del siglo pasado como lo recordaba Oswaldo Ardizzone en bellas páginas de antología que poblaron algún número especial de El Gráfico, que recordaba, emulaba la magnificencia de la revista Sur, hecha para servir a otros menesteres, donde eran oficiantes los miembros de la aristocracia literaria, incluido Borges, que se entusiasmaba con el tango, y sus historias de malevos, pero desechaba al fútbol, como al peronismo .

Primero vino El fútbol a sol y sombra (1995), y después Bocas del Tiempo (2004). Los dos son testimonio de una pasión por un deporte que hoy está dominado, sitiado por la lógica del dinero, pero, los deportistas se resisten, según Galeano, porque los grandes lo siguen haciendo por el placer de jugar, sin más. En todo caso, a los apasionados por el deporte que consiente a la redonda, las semblanzas en torno a Garrincha, Pelé; Di Stéfano, Messi y Maradona, son para no olvidar nunca.

Hay dos crónicas inolvidables, como lo recuerdan los despachos de prensa españoles, al anunciar su muerte. Una se llama El Estadio, tomada del El fútbol a sol y sombra, donde retumba la soledad existencial, una especie de agujero negro, que resulta cuando los estadios enmudecen como tumbas: "No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie...El estadio Centenario, de Montevideo, suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo".

Entre esas glorias están los soberbios triunfos en los Olímpicos, y en los mundiales, que Uruguay ganó contra Argentina, y, contra Brasil, en 1950, en Río de Janeiro, que produjo el silencio del estadio Maracaná, y el dolor inmenso del portero Barbosa, depositario de una derrota que produjo una epidemia de suicidios de hinchas de la torcida brasilena.

Y están también los triunfos y derrotas más prosaicas, pero no menos celebradas de su equipo preferido el Nacional, en los épicos, electrizantes encuentros contra su rival de siempre, el Peñarol. Con su pareja, argentina, Helena con quien inició una relación definitiva, cuando era director de la revista Crisis, que mantuvo hasta que la dictadura Argentina se impuso, sacando a la esposa de Perón de la Casa Rosada en 1976.

Los dos al final del camino

Los dos fueron capaces de constituir un modelo de tolerancia, en la vida y a propósito del fútbol. La casa familiar, con un cartel en la puerta, "Cerrado por fútbol", se convertía en un altar para compartir los secretos y la euforia de los hinchas que al tiempo era marido y mujer de dos equipos rivales. 

Seguramente algo más compartieron, por interpuesta persona, tal y como quedó plasmado en el relato "El Parto," donde el personaje es ese pibe de fantasía, Diego Armando, el gran Maradona, quien nos ha visitado por estos días, en su decadencia, afectado por las drogas y dispuesto a agredir a indiscretos. El mejor jugador del mundo, superior a Pelé como lo dijeron los hinchas del mundo al hacer una celebrada votación.

Por eso, las palabras de Galeano, pronunciadas en 2009, son un colofón para las alegrías y tragedias del fútbol, en el tercer milenio, y cómo se emparentan con la vida,fama y sueños de los subalternos. Estas frases son premonitorias: "Ruego a Dios para que los jugadores no pierdan ese placer, pues, en los últimos años, ellos vienen siendo condicionados apenas para ganar, lo que resulta en más dinero."

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