miércoles, 25 de noviembre de 2015

Historia Subalterna en la Región Andino Amazónica

ESTANFLACIÓN Y CAMBIO POLÍTICO EN AMÉRICA LATINA

COLOMBIA  Y ARGENTINA  COMO MUESTRA (I)

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
Director Grupo Presidencialismo y Participación

                                          Por estos días, a raíz de la derrota del peronismo kirchnerista, he vuelto a leer la columna de un liberal, compañero intelectual de Carlos Lleras, Abdón Espinosa, quien escribía "Estanflación a la vista," el pasado 5 de noviembre. Allí trató de la combinación de dos variables, estancamiento e inflación para aproximar el caso colombiano, pero, recordando de paso, la advertencia de la Cepal sobre la desaceleración en América Latina.

Por lo advertido, claro está, hoy más que nunca, está claro que la tarea no era combatir la inflación a la topa tolondra, esto es,  ignorando "los síntomas inequívocos de desacelaración, común en América Latina", decía Espinosa. Pero así fue, en el país, con el caso de la institución rectora de la política económica nacional. 

El organismo bajo la conducción del señor Uribe, el Banco de la República se rajó en toda la línea, aunque nuestro articulista lo trate con cierta condescendencia, y no diga nada de su presidente en funciones.

Peor aún ha estado, la orientación errada del ministro de Hacienda, el malhadado economista Cárdenas, formado entre los Andes y USA, es decir, con "mucho opio" en las nubes. Indigesto de verborrea vacía, vástago de una familia amamantada con los rendimientos del café que nunca, que se sepa, cultivó, pero de cuya riqueza común sí pelecharon por décadas.

El fantasma de la devaluación  y los culebreros

                                     Porque está clara, y repetida hasta el cansancio, la "letanía" que la devaluación sufrida por el peso frente al dólar nos beneficiaba; y cómo de modo estúpido, el ministro al que no le pasó nada todavía, sino que una entidad "internacional" premió por su cretinismo económico, se enorgullecía con la "venenosa receta".

Peor aún, y lo recuerda, no un marxista, sino Abdón Espinosa, un heredero de la Casa El Tiempo, hoy en manos de un especulador financiero e inmobilario, forjado en la Universidad Nacional como ingeniero civil, En su propia prosa esto decía en la comentada columna:

"...moderar el curso de la depreciación de la moneda colombiana, tras el veloz encarecimiento de materias primas, y aún de los artículos terrminados de primera necesidad. A la postre, se cayó en la cuenta de que incluso, nuestras importaciones industriales y agrícolas llevaban no pocos componentes foráneos."

Así que la participación del Emisor en el mercado de divisas con US 500 millones llegó tarde, como llega tarde también, la actuación para "castigar" a los hampones que se apoderaron de US 7800 millones, recaudados silenciosamente por 9 años, para precaver la escasez energética, con el resultado que tienen invertidos millones en bancos del exterior, y tres de las plantas, dizque dispuestas, están al borde de la insolvencia y la inoperancia cuando más se las necesita.

Las Superintendencias  ineficaces

                                            Para el caso colombiano, no hablamos tan solo de la quiebra, en materia de gobierno económico, sino también energético. Presentes están las "asesinas" cuentas alegres en materia de suministro de gas, el que se exportaba con la lógica del negociante irresponsable, para descubrir que no tenemos reservas para atender hoy, cuando más se necesita la demanda nacional.

El mea culpa de la Superintendencia de Servicios Públicos, se une a las otras Superintendencias de Sociedades, Financiera, que son un hazmerreir, en materia de controles a los bandidos que agencian el capitalismo nacional y transnacional. Tales entidades son una verdadera cueva de Rolando, cuyos diagnósticos llegan cuando "el ojo está afuera".
Para muestra el último botón, lo "revelado" por el superintendente del ramo, a Yamid Amat, el primer domingo de noviembre, sobre la precaria situación financiera de tres plantas.

Este es el país que nos ofrecen los gobiernos de la  "seguridad y la prosperidad" al debe. Una Colombia, cuya dirigencia de pacotilla, en cabeza de un chalán, primero, y un señorito bogotano, después, ninguna atención pusieron a las denuncias de la Cepal, que insistía por años en que el estancamiento de la economía latinoamericana mucho tenía que ver con la década de miseria y pobreza padecida, en los tiempos de bonanza especulativa.

(continua)

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