sábado, 1 de julio de 2017

DOCUMENTO PARA EL XIII SEMINARIO INTERNACIONAL.
BOGOTÁ, NOVIEMBRE DE 2017.

NUESTRO PASO DE MAX WEBER A ANTONIO GRAMSCI.

Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor asociado, ciencia política, unal.
Catedrático, maestría estudios políticos,ujaveriana.

La política colombiana

Por fin, hace el tránsito en términos teóricos y prácticos, de la ciencia política tradicional, esto es, la representada por el empirismo comprensivo de Max Weber, y sus tipos ideales de dominación legítima.

Con las anteriores claves "conquistaron" fama universitaria y política en Colombia, los gurús de las guerras, Eduardo Pizarro Leóngómez, Alfredo Rangel, y antes, el exmilitar y sociólogo de la Nacho, Francisco Leal Buitrago.

La política tiene ahora la tarea de entender y practicar con rigor, la ciencia política moderna, que fundaron Vladimir Ilich Lenin, León Trotsky, Rosa Luxemburgo, y, particularmente, Antonio Gramsci, durante el ciclo de las primeras revoluciones proletarias, durante la primera mitad del siglo XX.

Dejando nosotros, en primer lugar, a un lado el tufillo de convento de las iglesias y sus adoradores de la reacción, la derecha y la izquierda, y avanzar así a la mayoría de edad en política.

Ellos piensan y actúan de un modo radicalmente diferente, en la medida que tamizan y transforman las enseñanzas de las luchas proletarias y campesinas, que había comenzado a rastrear y analizar Carlos Marx, en su ensayo El 18 Brumario de Luis Bonaparte, y en la serie de ensayos La lucha de clases en Francia, del cual el anterior texto hace parte.

Para decir que Colombia

Comienza, en los campos de la política y lo político, a salir del tránsito doloroso de 53 años, en el "purgatorio" de la guerra. En forma política, lo anterior se resume en el paso más allá del mito de la "dominación legal", que pretendía distinguir entre legitimidad y legalidad, como lo intentaron Schmitt y Bobbio, separando lo que su maestro Weber había unido, como uno de los tres tipos ideales de dominación legítima: la dominación legal racional.

De aquella manera se quería preservar la confusión entre liberalismo y democracia, adocenando esta al primero. Pues no, dominación legítima no es lo mismo que dominación hegemónica, y así lo entendió, estudió y explicó Antonio Gramsci en sus apuntes reflexivos, lúcidos, hechos desde la cárcel en un tiempo de derrota.

Los destacamentos comunistas y socialistas enfrentaron al placebo nacional populista del fascismo italiano, que tuvo como su maestro cattivo, a un antiguo brillante joven dirigente socialista, Benito Musolini, montado, encaramado sobre las espaldas de los sectores medios italianos, y el triunfo pírrico de la monarquía italiana en la primera guerra mundial.

Tal pérdida

Abrió un nuevo horizonte reflexivo y práctico que quedó consignado en 30 cuadernos, escritos entre 1929 y 1935, en cuya lectura
muchos estudiosos se han "sacado los ojos" para organizar los apuntes de Gramsci, orientados a escribir una obra "für ewig".

En este caso, según mi lectura, le sirvieron para refundar la ciencia política moderna, en clave de emancipación y liberación, asumiendo de manera consecuente, radical la perspectiva subalterna, que requiere y reclama la autonomía integral, individual y social, para resolver la crisis civilizatoria que carcome el establecimiento capitalista aquí y en todas partes.

Al respecto, y para abrir nuevas conversaciones y debates los invito a leer el último libro de mi autoría, Antonio Gramsci y el Pensamiento de Ruptura, publicado por Unijus, Colección Gerardo Molina, de la Facultad de Derecho y Ciencia Política, de la U. Nacional de Colombia, hace unos pocos meses.

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